sábado, 30 de noviembre de 2013

Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual: Materias pendientes

Por: Hugo Cravero
Podríamos resumir esta nota simplemente con la amarga realidad de la escasa aplicación de la norma nacional en la nuestra ciudad.
La Ley, de un alto contenido social y democrático, que rompe monopolios y convierte a la comunicación como un derecho humano esencial para los pueblos y su futuro, no tuvo su correlato en Granadero Baigorria, Santa Fe.
Tal vez podríamos decir que de las emisoras, que de manera irregular transmiten en la ciudad, pocas se han interesado en el desarrollo de la Ley y la legalidad de sus medios. Es que, salvo las excepciones de las FMs, City, Express y Fortuna, las demás radiodifusoras no se dieron por enteradas cuando tuvieron que empadronarse como estaciones de frecuencia modulada, para que la Autoridad Federal tuviese un mapa de las mismas.
Para poder afirmar lo que escribo me amparo en los 24 años de trabajo en los medios de la zona, en mi continuidad laboral y en mis estudios terciarios que habilitan como locutor nacional. Subrayo estas líneas quizás atravesando el umbral de la pedantería, pero no hay otra manera de pararse para decirlo. La clandestinidad de las FMs y algunas AMs fueron necesarias en los 80 y en los 90 como una respuesta ante el agobio de una legalidad para acomodados. Fueron los tiempos que las radios comunitarias no tenían cobertura legal, cuando los medios audiovisuales de los estados eran ninguneados, cuando un manojo de cómplices del saqueo neoliberal nos mostraban lluvias mientras nos meaban la cabeza, nos decían lo lindo y fácil era viajar a Miami y nos enseñaban que el 1 a 1 convertible no era una cuestión de paridad sino el triunfo de unos pocos.
En esos momentos, las radios de baja potencia eran las contestarías. Las que rompían el molde, las que dejaban rezar otros catequismos.
Pero qué quedó de aquel espíritu libertario en el dial. Poco, muy poco. Salvo la valentía un una red de radios comunitarias y unas tantas comerciales, las demás emisoras se sumaron a la nada del discurso dominante. Digo y que quede claro: “Hoy la marañosa trampa de radios en el éter de las FMs no garantiza libertad de pensamiento, ni calidad de aire, ni trabajo digno”.
Los que tenemos años de trabajo en los medios seguimos pagando espacios para poder hacer alguna audición radial. O sea el que puede bancarse trabaja y los que no, quedan afuera. En resumen antes de periodistas, locutores, productores, los que intentamos sobrevivir en las emisoras somos vendedores de publicidad, lo que hace que el producto terminado siempre sea vulnerable en calidad.
Por otro lado el ‘amateurismo’ en los medios es otro torpe escollo. Los dueños de las broadcanting, que en su mayoría no saben del tema, venden por horas la programación, como si fuera una horma de queso fresco. Entonces, cualquiera hace radio. Sin prueba previa, sin control. No es autoritario buscar la calidad del aire. Siempre que puedo ejemplifico esta trama con las siguientes comparaciones: “Usted le confiaría su salud a un médico amateur… se dejaría representar en un acto legal por un entusiasmado amigo que hizo unas materias en la facultad de derecho… le daría la planificación de su hogar a un hábil joven que maneja el autocad pero que jamás presenció ni una clase en la carrera de arquitectura”… seguro que no. Bueno, eso pasa en nuestras radios, no hay profesionalismo. Y nosotros, los que vivimos de este oficio competimos de manera despareja con los que usan el medio para poder zafar de algún problema afectivo o para alimentar el ego, sólo para sentirse mejor al escucharse grabado en un pasacintas o cuando lo saludan en la calle del barrio.
No deseo una radio elitista, ni mucho menos. Pero a casi 30 años del estallido de las FMs de baja potencia, en casi todos los casos el nivel es muy pobre. Se limitan a dedicatorias musicales, o la lectura de los medios hegemónicos, o la propagación de las ideas fatales adversas a las que dieron nacimientos a lo que fue una claridad en el camino. He escuchado en emisoras locales a supuestos comunicadores defender dictaduras asesinas, solicitar a los gritos pena de muerte a ladrones, cárcel a menores de edad, pedir el fin de mandatos presidenciales, desear la anulación de la Asignación Universal por Hijo, claudicar en los sueños colectivos de patria… en sí, pobres propaladores de lo más nefasto del fascismo televisado todos los días por los que sólo quieren el regreso de lo peor.
Todo este análisis cierra con la oscura realidad laboral que hay en la mayoría de las FMs. Sólo conozco una emisora en Baigorria que tiene a los operadores anotados como se debe, pagándoles obra social, jubilación, vacaciones. Esa radio es FM City. Las demás ‘negrean’ a sus laburantes.
El tema de los locutores es otro ‘olvido’. Nadie respeta el artículo 155 y cualquiera lee comerciales, defecándose en la letra de la Ley, dejando sin trabajo a los locutores habilitados.
He visto talentos irse de las radios y no volver más. Y lo veo en la actualidad. Da un dolor profundo saber que si ese pibe no se sabe desenvolver en la venta de publicidad, su naturaleza no le servirá para desarrollarse en los medios locales. Con mucha suerte emigrará a Rosario o lamentablemente se dedicará a otra profesión. Este es otro drama. La Radio tiene que volver a enamorarnos como éramos jóvenes.
Necesitamos la aplicación de la Ley. Sé que eso va traer problemas porque estamos en uno de los lugares más críticos del país. Pero es inminente el ordenamiento del dial. El sinceramiento de las emisoras. Pero no para que otros vivos se queden con todo, sino que con responsabilidad se distribuya la palabra de una vez y por todas, dignificando a cada laburante.
No se soluciona cerrando emisoras, sino reasignando frecuencias en igualdad de oportunidades a empresarios locales o entidades sociales capaces de enfrentar, calidad, libertad, criterio, responsabilidad social, laboral y popular.
Es urgente que la Ley entre en vigencia, pero cómo dijo Fernando Acuña de FM En Tránsito en la entrega de los premios ETER, la Ley está, ahora “es nuestra toda la responsabilidad”.
No hay más excusas. Si queremos otra comunicación. Si queremos descolonizar el aire, escribir otra historia, encender corazones y romper el chamuyo, nos debemos este debate y llevar adelante el sueño de igualdad.
El fallo que le dio corte final al dilema Gobierno - Clarín nos pone en tremendo compromiso, pero que magnifico futuro tendremos si lo logramos.
*Director en El Urbano Digital.com