Por: Jorge Fontevecchia
Es injusto el Gobierno al llamar monopolio a Clarín y hacer de su posición dominante un punto central de la discusión política mientras Telefónica de España adquiere Telecom de Italia sin que el tema integre la agenda de debate público.
No sólo el Gobierno minimiza la cuestión, tampoco la gran mayoría de los medios le viene dando prioridad. Obviamente, Telefónica y Telecom son dos de los diez principales anunciantes de la mayoría de los medios argentinos, pero sería atentar contra la credibilidad de la prensa que eso ejerciera una influencia inhibitoria. Ni en Brasil ni en Italia, donde también Telefónica y Telecom son grandes anunciantes, los medios dejaron de debatir el tema acaloradamente y ocupó la tapa de casi todos.
En Italia, el diario La Repubblica tituló “La seguridad nacional en peligro” un día; y el otro, “Telecom lleva los secretos de Italia”, poniendo foco en que Telecom tiene el monopolio de la red fija de 35 millones de kilómetros de cables por donde circulan “nuestros datos sensibles de los cuales, como enseña el caso Snowden, depende una parte de nuestra soberanía y libertad”. En materia económica, la preocupación se concentró en remarcar que Telecom, con 50 mil empleados, es equivalente a vender cuarenta veces Alitalia, lo que “no puede reducirse a una mera negociación entre individuos”. Stefano Quintarelli, de la Comisión de Telecomunicaciones del Legislativo, llamó la atención sobre que Telecom factura en tres semanas y media lo mismo que la suma de todos los medios de comunicación en un año.
En Brasil, la revista Dinheiro dedicó su tapa al tema y sostuvo que, vista desde Telefónica, la operación tiene absoluta lógica, pero que no es así para los consumidores brasileños porque Telefónica y Telecom juntas, con sus empresas de celulares Vivo y TIM respectivamente, concentran el 55% de todo el mercado de celulares (en Argentina es el 60% de los celulares y el 95% de la red de telefonía fija). Los otros dos competidores: Claro, de Slim, y Oi, de una sociedad entre un operador telefónico de Portugal y socios brasileños, que hoy son en tamaño comparables con Vivo y TIM porque nadie posee más del 30% del mercado brasileño, pasarían a ser la mitad de la fusión entre las empresas de celulares de Telefónica y Telecom. Ellos ya anunciaron que irán a la Justicia para impedirlo.
Inicialmente, el ministro de Comunicaciones de Brasil, Paulo Bernardo, dijo: “Un grupo no puede ser controlador de otro y mantener dos empresas”. Pero pocos días después, aprovechando la visita de la presidenta Dilma a las Naciones Unidas, el presidente de Telefónica, César Alierta, la visitó en el hotel Sant Regis de Nueva York, donde se hospedaba, y luego Dilma declaró que “Brasil aún no se manifestó porque la opinión del ministro Paulo Bernardo no es la opinión oficial del gobierno”.
En Brasil se especula con que Telefónica propondrá reducir su participación en la compañía de celulares de Telecom y se habla de dos candidatos: Orascom, el mayor grupo de comunicación de Oriente Medio, y Hutchison, un fondo de inversión chino.
¿Habrá tenido César Alierta también una reunión con Cristina Kirchner durante su visita a las Naciones Unidas? La historia del control de Telecom de Argentina cruza la Ley de Medios porque, según Néstor Kirchner, su pelea con Clarín fue iniciada por la disputa entre ambos por Telecom cuando, en 2009, el ministro De Vido amenazaba con estatizar Telecom, y la Comisión Nacional de Defensa de la Competencia (CNDC) desaconsejaba el ingreso de Telefónica de España en Telecom de Italia, por entonces como socio minoritario y no como controlante, posición en la que quedaría a partir de enero de 2014.
Resulta ilógico pedirle a Clarín que no supere el 35% del total de los abonados a la televisión por cable y que las compañías telefónicas no tengan ningún límite máximo. Como ya se dijo en esta columna otras veces, la Ley de Medios falla al dejar fuera de la misma regulación a las empresas de telecomunicación que comparten la misma tecnología.
Nostálgico, el escritor George Bernard Shaw decía que “la ciencia nunca resuelve un problema sin crear otros diez”. Hoy, por los mismos cables por los que pueden pasar las comunicaciones telefónicas pasan la conexión de internet y la transmisión de televisión por cable. Esto no era así hace quince años, cuando tampoco los celulares estaban masificados e internet acababa de nacer.
Siguiendo la misma idea de que Clarín no puede tener Cablevisión y Canal 13, Telefónica tampoco debería poder tener Telefe. En ninguna otra parte del mundo Telefónica mantiene un canal de televisión abierta; evidentemente en Argentina lo sigue teniendo porque las primitivas formas de la política transforman Telefe en una herramienta de lobby.
Lo mismo vale para Cristóbal López, quien, si finalmente concreta la compra de Ideas del Sur a Tinelli e integra todo con las radios y el canal de noticias que ya le compró a Hadad, no podría decirse que busca rentabilidad con esas compras porque nada de eso hoy gana dinero, sino repetir también el modelo de tener medios audiovisuales para que le sirvan de lobby de sus otros negocios.
Tampoco debería permitirse que fuera dueño de empresas productoras de contenidos a nadie con negocios regulados por el Estado. Incoherentemente, los casinos están fuera de esa prohibición, que es expresa para otras formas de relación con el Estado. Dicen que Cristóbal López, sólo con las tragamonedas del Hipódromo de Palermo, obtendría una ganancia neta de 2 millones de dólares diarios. Sin ninguno de los riesgos típicos de cualquier actividad empresarial, sumaría 730 millones de dólares netos de ganancia por año sólo con eso. ¿Puede competírsele a alguien así? También brilla por su ausencia que entre tantas notas sobre corrupción K no sea Cristóbal López foco de continuas investigaciones periodísticas. Es un problema que alguien que tendría que estar siendo siempre fiscalizado por la prensa pueda ser un gran empleador de periodistas.
Estas son asignaturas pendientes del nuevo gobierno, no sólo las referidas formalmente a la Ley de Medios, sino también a su espíritu de fondo, que es hacer un país con verdadero balance de poderes en todas las áreas.
Fuente: Diario Perfil