martes, 17 de septiembre de 2013

Intimidación y las amenazas de gendarmes en la redacción de La Garganta Poderosa

Comunicado de La Poderosa
No solemos firmar los comunicados, ni las notas que subimos a Facebook, porque siempre responden a un mandato colectivo, pero esta vez lo haremos, por decisión de toda la asamblea poderosa, incluida la familia de Kevin, que a su vez es mi propia familia, para resguardar la integridad de los demás vecinos y el duelo de sus padres. Porque lamentablemente, en vez de estar abrazados llorando en paz, debimos pasar la tarde-noche en medio de la desesperación y la indignación. Así, escribo estas líneas, como redactora de La Garganta y como prima de mi querido Kevin, asesinado el sábado 7 de septiembre por un balazo en la cabeza, a causa del enfrentamiento de dos bandas ajenas al barrio, en una zona liberada por las Fuerzas de Seguridad.
Hoy, cerca de las 19, cinco camionetas de Gendarmería cayeron en la redacción de La Garganta, estacionaron enfrente y abrieron sus puertas para que bajaran decenas de gendarmes armados hasta los dientes, sin identificación y en muchos casos encapuchados, con sus escopetas en mano. Justo en ese momento, la maestra de Kevin compartía una charla con nosotros y sus hermanitos jugaban en la redacción. Ante el aviso de mi primo mayor, que vino corriendo desde su casa para que los chiquitos no salieran a la calle, un compañero salió a preguntar el motivo de tamaño operativo y a solicitar que se identificara el responsable, pero no se identificó absolutamente nadie. Como de costumbre, lo verduguearon, le pidieron su propia identificación, lo pusieron contra la pared, le doblaron el brazo y quisieron detenerlo en el patio de su propia casa, algo que evitamos entre forcejeos y gritos, en una situación de mierda. Desesperados, reaccionamos llamando en ese mismo momento a los periodistas Eduardo Anguita e Ingrid Beck, para que se comunicaran con quien hiciera falta. Y recién entonces, cuando advirtieron que estábamos denunciándolos, decidieron soltarlo.
"Tengo miedo de que me peguen un tiro", dijo Marilin, una de las hermanitas de Kevin que hace días publicó en este mismo muro su dibujo homenaje. Y su hermanita Azul, simplemente se escondió en la redacción, con la nariz sangrando. Al mismo tiempo, otros compañeros que intentaban acercarse a La Garganta, eran interceptados en otros pasillos del barrio, cerrados sin ninguna justificación, ni ninguna orden a la vista. Y mientras tanto, los padres de Kevin escuchaban los pasos de los efectivos en el techo de su casa, sin que nadie les diera ninguna explicación.
Nosotros no estuvimos, ni jamás estaríamos en contra de ningún operativo que se pueda efectuar cumpliendo los requisitos legales, pero no así, no más, ¡no más! Aquel sábado, liberaron la zona con total impunidad, para que otros resolvieran sus negocios a los tiros. "Que se maten entre ellos", escuchó una vecina, cuando los prefectos dejaban la Plaza Kevin, haciendo caso omiso a las advertencias de quienes les indicaban que el tiroteo recién estaba empezando. Durante 3 horas, las dos bandas dispararon las más de 100 balas que se encontraron después, pero los prefectos no escucharon los tiros, ni tuvieron tiempo de volver, aunque su garita está a menos de 150 metros. Y a la hora de las pericias, durante el lapso de tiempo en el que sólo ellos tuvieron acceso a la casa, desapareció plata de los padres, como así también sus teléfonos. ¿Saben que hubiera pasado si la bala le pegaba a mi tío, en vez de pegarle a Kevin? Se hubiera tratado de "un jefe narco", para la gorra y para los medios.
Hoy, casualmente, por la mañana, la madre de Kevin había denunciado en los Tribunales la inacción de la Prefectura aquel tremendo día que jamás nos permitiremos olvidar. Y por la noche, recibimos esta visita siniestra, que seguramente presuponía o pretenderá presentar algún "arma" o alguna "merca" que les permita mostrarse como héroes, en el "desbaratamiento" de las bandas que causaron la muerte de Kevin. Pero la muerte de Kevin no sólo la causaron esas bandas vinculadas a la droga, sino también estas bandas de uniformados. Aquel día, el barrio pagó la inacción de Prefectura con la muerte de Kevin. Y hoy, pagó el accionar temerario de la Gendarmería, con el pánico de muchísimos pibes y vecinos que simplemente intentamos vivir con dignidad.
Que quede claro, por favor: nosotros no gritamos "que se borren todas las fuerzas de seguridad", porque en eso no estamos todos de acuerdo, sino simplemente que actúen como lo indica la ley. Y no estamos en contra de que realicen todos los allanamientos que consideren necesarios, pero sin someternos a este calvario, el mismo calvario que sentirían ustedes si en cualquiera de sus barrios desembarcaran cientos de tipos encapuchados, con armas de guerra. ¿Se lo imaginan? Acá, más allá de lo que vendan esos informes amarillos de ciencia ficción, los uniformados pueden ingresar caminando perfectamente, tal como lo hacen todos los días, con la misma tranquilidad que se burlaron de nuestro dolor, escuchando música en la puerta de la casa de Kevin, el día que denunciamos que "siempre se esconden la identificación".
¡Siempre se esconden la identificación! Puede dar fe Eduardo Anguita, que vino ayer a visitar a la familia. O pueden dar fe los miembros de la Secretaría de Derechos Humanos, que vinieron hace 3 días para tendernos una mano. ¿Entienden que no estamos jugando a las elecciones? ¿Entienden que nos mataron a mi primo? ¿Entienden que tenía 9 años? A nosotros, la politiquería berreta nos chupa bien un huevo. Y el tiempo "pre-eleccionario" nos chupa bien un ovario. A nosotros nos importa Kevin; Kevin y todos los pibes de nuestro barrio, que no vivirán en paz mientras uno o cien giles de gorra puedan llevarse puestos nuestra vida o nuestros derechos, como lo hicieron hoy.
A nombre de mi familia, de mi barrio y de mi asamblea poderosa,
Paola Vallejos

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