Por: Marcelo Tenaglia
Juana Rawson, Mariana Gómez, Ángeles Romero.
Ocualquier otra combinación. Tres chicas adolescentes entre las que es muy difícil hacer distingos; sus nombres y apellidos pueden mezclarse en la memoria aunque vengan de tres ciudades distintas, entornos sociales diversos e historias disímiles.
Las mataron, seguramente varones. Y murieron por ser mujer: está claro que si se tratara de tres muchachos de 15, 16 años, quienes cometieron los crímenes no habrían encontrado ni el mismo móvil ni la misma impunidad para acercarse contra su voluntad, abusar y asesinar, y así viene siendo. Las estadísticas no mienten.
Murieron de un modo inconfesable, atroz. Mariana de un tiro, después de años de abuso. Juana, a golpes, violada, arrastrada. Ángeles, golpeada y tirada a la basura. El estupor frente a la noticia tiene raíces hondas, porque muchos lo sienten al ponerse en el lugar de su familia cercana, pero otros se horrorizan al ver lo que somos como tribu. Le dejaron un dolor, una sensación de cachetazo a una sociedad que no acierta a cuidar a sus crías, especialmente si son mujeres. Como si las nenas recibieran la muerte a golpes o a tiros como castigo por jugar. Por jugar a ser grandes.
Dicen que la muerte nos iguala. Que una vez que cruzamos al otro lado, somos lo mismo: una energía, polvo, espíritu, nada. Lo que crea cada uno no cambia lo iguales que somos al dejar esta tierra. La mano asesina borró las escasas diferencias que había entre las tres chicas. Porque hasta en vida podían ser iguales si hubieran tenido la oportunidad. Hubieran compartido una mesa, felices de conocerse. Tomar algo juntas, contarse sus historias, sus sueños, comprenderse. Ángeles amaba los cómics. Juana era creyente. Mariana quería estudiar.
Quizás a Juana, Mariana y Ángeles las igualó además la forma atroz en que murieron. El asesino no dudó en golpear, ahorcar, atar. No le importó quién bancaba a la nena. Si tenía una familia detrás, o si un barrio o una comunidad iba a pedir por ella. Tan iguales son que su muerte tiene un nombre único: femicidio. Un nombre que le incomoda usar a muchos, pero que por eso no deja de ser el nombre de esa muerte. Pocos medios, pocos periodistas, pocas líneas hablan de esa manera.
Pero igual hablan. Mucho, poquito, nada.
El título de esta nota viene a cuento del espacio que le dieron los medios a las tres muertes. Nombres en orden: Ángeles, Mariana, Juana. Diez-uno-medio.
La referencia, el puntaje máximo es para Ángeles, cuya muerte acapara desde hace muchas semanas los segundos de televisión. El asesinato que conmueve a todos y todas. Kilómetros de papel. Minutos de radio. Horas carísimas de televisión. Sin distinción de medios: el morbo de la Corpo se parece al de los Nac&Pop. No hay proyecto nacional si de amarillismo se trata.
Uno de diez para la noticia de un policía que asesina a una nena de 15 de la que abusó desde los 12 años en Concordia. Quizá la muerte que nos interpela más, la noticia más incómoda porque muestra la incapacidad de actuar de un entorno que hizo como los tres monos sabios con todo lo que pasaba delante de sus narices.
Y medio por cada diez -y es una estimación harto generosa- para Juana, que apenas figura en las noticias. Desapareció el viernes; Quitilipi habrá sentido su ausencia, la familia la empezó a buscar, pero los medios masivos no se hicieron eco. El sábado se encontró su cuerpo sin vida. Ni un perfil del asesino, ni el modus operandi, ni la extracción del ADN de sus uñas, ni los vecinos declarando. Nada de eso mostraron los medios. Sólo hablaron de la muerte de una joven qom –pronunciando eurocéntricamente 'cuom' y no 'com', como correspondería-. Eso fue todo. Lo demás se puede enmarcar en la ya eterna lucha mediático-gubernamental, entre los que se creen el bien y que el otro es el mal. El multimedios de Clarín publicó hoy una página en papel y un espacio similar en los medios electrónicos. Los medios alineados con el gobierno ni la nombraron. Zapping de corpo oficial: nueve, CN23, C5N, América, 26, la TV Pública, Crónica; ida y vuelta, una y otra vez: nada. Todos aquellos que gastaron horas con Mangeri, su mujer, el padrastro, bla, bla, bla..., hoy no hablaron ni un segundo sobre Juana Gómez.
¿Alguien nos puede explicar qué línea editorial tienen Szpolski, Garfunkel, Pierri, Vila-Manzano, Cristóbal López? No es lo más preocupante que silencien la muerte de un poblador originario. Dirán “hoy murieron varias personas en el país, y la corpo publica sólo ésta que nos perjudica, qué caraduras”. Y probablemente, dentro de su lógica, tengan razón. Lo que realmente abruma es preguntarnos qué ideología tienen estos medios que discursean sobre el proyecto nacional. ¿Son canales “comprometidos con el cambio”? ¿Son medios “progresistas”?. Suponga usted que todo lo que hace el gobierno es para beneficio de la gente. Sin emitir juicios, por favor. ¿Por qué son progresistas, porque cuentan lo que está haciendo de bueno el gobierno? ¿Para qué quiero que existan?
Porque la pregunta central es ¿Porqué una muerte tan igual es mostrada en forma tan diferente?
¿Ángeles era un “ideal” social de adolescente, y los medios respondieron a esa “demanda” de información cubriendo veinte veces más su muerte de la de Juana? Qué, Juana no era un “ideal social”? ¿Si Juana viviera en Palermo y fuera Cosplayer tendría la misma cobertura?
No lo espero de Clarín. Es un medio que responde a una demanda económica concreta. Informa y hace de eso un negocio. Encima, tratan el tema de los pueblos originarios sin saber de qué están hablando, la conductora de la tarde preguntando si el asesinato de Juana "no sería xenofobia" me exime de cualquier agregado.
Queríamos una nueva Ley de Medios para que esta forma de desinformar no se comiera toda la pantalla. ¿Para qué democratizamos la difusión? ¿Para elegir entre la actitud reaccionaria de Szpolski y el enfoque conservador de Cristóbal López?
¿Y la Tele Pública? ¡Pero si ahí no entra el negocio, no informa “según el que consume”! La televisión que banca el Estado sigue sus lineamientos y "baja" esa linea al televidente. Entonces, ¿Qué tiene de nacional y popular ocuparse del caso Ángeles horas y horas, mientras se dejan pasarlas otras muertes, las iguales, las que nos golpean y nos interpelan igual que la de la chica de Palermo?
No, claro. Te engañás, pibe: nadie dijo que los medios afines al gobierno y la TV pública sean progresistas. Solo que son Nac&Pop. Porque nacional y popular es nada. Es como un plato de sopa, sin sopa. Andá a pedirles una definición política de verdad a estos muchachos. Se define más Massa que ellos. Bancamos el Proyecto, instrumentamos el Modelo. Bue. ¿Algo para decir de la igualdad?
Ésta es su única igualdad: son igualmente de reaccionarios y retrógrados que la corporación de Magnetto, porque igual que ella, informan más tiempo la muerte que que a su juicio es más importante, en función de la extracción social a la que pertenece la víctima. Para que la gente no reflexione. Para que no piense. Así, si tenemos suerte, sigue todo igual.