miércoles, 12 de junio de 2013

Turquía: El desplome de los medios de comunicación

Por: Mauricio Tolosa
El 28 de mayo, para evitar que cortaran los árboles, un grupo de ciudadanos turcos ocupó un parque público que el gobierno había decidido transformar en un gran centro comercial. La respuesta fue violenta por parte de un régimen cuya práctica y política de comunicación no incluye escuchar como una prioridad, y que está acostumbrado a contar con la complicidad más o menos voluntaria de los grupos económicos propietarios de los medios de comunicación.
La inusitada violencia de la represión generó más movilizaciones. En los días siguientes más de un 90% de los manifestantes señalaba que la fuerza desmedida de la policía, la protección de la democracia y el autoritarismo del primer ministro, entre las razones para protestar en el Parque Gezi, según una encuesta realizada por la Universidad Bilgi de Estambul.
El silencio de los medios
Hasta ahí el circulo movilización – represión – movilización contra la represión… no tenía nada particular. Pero hubo un hecho que amplió el círculo: argumentando que no tenía interés editorial o negando que fuera algo importante los canales de televisión no informaron, no mostraron, no contaron lo que sucedía. La oscuridad mediática desencadenó nuevas manifestaciones, las más grandes de las últimas décadas, en toda Turquía, criticando el silencio de la televisión en relación a las los graves hechos que todos conocían a través de las redes sociales.
Mientras los medios internacionales informaban de las protestas, las cadenas locales mostraban programas de cocina y documentales de pingüinos en la Antártica (¿Quizás para enfriar el ambiente?). Los ciudadanos reaccionaron a través de las redes sociales, generando imágenes y textos contra los medios que se viralizaron a través de Twitter. Dando cuenta del silencio, de la movilización y la represión que seguían creciendo, un rayado anunciaba en un muro “la revolución no será televisada”.
Los manifestantes acudieron a las marchas con pingüinos de lana para ver si con eso conseguían aparecer en los medios. Pero hubo reacciones menos ingeniosas como la agresión a periodistas y vehículos de la prensa. Finalmente, las manifestaciones masivas frente a los canales de televisión obligaron a los canales a informar y a abrir las pantallas a los movimientos.
Uno de los directores ejecutivos de estas cadenas televisivas Cem Aydin, de Dogus Media Group se disculpó ante la teleaudiencia por la falta de cobertura en los primeros días de protesta. En un discurso a los empleados que fue publicado en el sitio web de la compañía declaraba “nuestra responsabilidad profesional es informar todo de la manera que sucede. La búsqueda del equilibrio en un entorno desequilibrado nos afectó a nosotros y a otros medios”.
En Twitter, un tuit ampliamente difundido de @Paktin señalaba “Los medios turcos demostraron que ninguno es suficientemente valiente para hacer las noticias de hoy. La historia se está escribiendo a través de los medios sociales.”
Seis diarios pro gobierno abrían el 7/06 con un titular idéntico. Vía llmhurtado Lluís Miquel Hurtado
La potencia de Twitter
El vacío de información y narrativa dejado por los medios de comunicación fue ampliamente ocupado por las redes sociales. Los ciudadanos encontraron en y a través de las redes sociales la información y el sentido que los medios tradicionales ocultaban.
Comparando las cifras de uso y producción de contenido en las redes sociales, el movimiento turco ha superado al de Egipto de hace dos años, que hasta ahora era el símbolo de las llamadas Revoluciones 2.0.
Según información del laboratorio Social Media and Political Participation (SMaPP) de la New York University, presentada en un post de The Monkey Cage, en solo 24 horas se realizaron 2 millones de tuits relacionados con las protestas, utilizando hashtags como #direngeziparkı (950,000 tuits), #occupygezi (170,000 tuits) o #geziparki (50,000 tweets). Directamente relacionados con el oscurantismo televisivo el hashtag #BugünTelevizyonlarıKapat (“Hoy apaga la televisión”) se utilizó 50.000 veces.


Una diferencia importante con otros movimientos ciudadanos y particularmente de la Primavera Árabe es que las redes sociales han jugado un papel fundamental en la construcción de la comunidad interna, como remplazo de fuentes de información, de construcción de colectivo, y no solo como caja de resonancia de la solidaridad e interés internacional. El 90% de los tuits han sido producidos desde la propia Turquía mientras que en el caso de Egipto según Starbird (2012) solo un 30% fueron producidos desde El Cairo.
Según Tolga Akcura que enseña en la Universidad Ozyegin de Estambul, la gran mayoría de los tuits relacionados con las protestas eran críticos al primer ministro Erdogan, en una proporción de 68,000 a 800. Quizás es aún más sorprendente que solo una pequeña minoría de esas personas había tuiteado con anterioridad algo relacionado con política.
Esto puede explicar en parte por qué Erdogan, con más de 2,8 millones de seguidores, calificó a Twitter como “la mayor amenaza a la sociedad”.

Desafíos comunicacionales
En la vorágine tuitera la información no siempre es de buena calidad, ni verificada. A menudo lo que circula, se repite o retuitea, es precisamente los más sensacionalista; bastante similar al viejo rumor que las personas repiten y difunden según sus creencias previas o sus ganas de creer. En el vacío informativo aparecieron imágenes y tuits falsos y alarmistas, que señalaban masacres y ejecuciones policiales, uso de sustancias tóxicas como gas naranja contra los manifestantes, imágenes de masacres de otro tiempo y lugar atribuidas al contexto actual.
Los activistas sociales detectaron este problema y organizaron protocolos para verificar fuentes y crear sitios que contuvieran información confiable que contrarrestara la desinformación creada por noticias falsas. En las páginas “oficiales” del movimiento, se solicitó a las personas que quisieran compartir noticias que señalaran la fecha, hora y lugar de los sucesos, para eliminar la información obsoleta, junto con tratar de verificar las fuentes.
Estos procedimientos, en principio básicos para un medio de comunicación realizado por periodistas profesionales, no son siempre aplicados por los espacios de expresión ciudadana y menos en situación de crisis. Por eso es interesante la emergencia de estas prácticas que podrían dar origen a una cierta ética los usuarios de redes sociales que les diera credibilidad y confianza más allá de su adherentes y seguidores inmediatos.
El movimiento de Turquía no sucede contra una dictadura o un tirano como otros movimientos de la Primavera Árabe, sino en una democracia, con visos autoritarios, con una economía liberal que crece con desigualdad, con restricciones a la libertad de expresión principalmente por el entramado entre grupos económicos, medios de comunicación y gobierno. Una democracia particular pero semejante a la de muchos países en desarrollo.
Los movimientos ciudadanos de 2011 pusieron el acento principalmente en las reformas políticas, la calidad de la democracia y la justicia, los derechos ciudadanos. Esas demandas se han seguido expandiendo por el mundo, de manera irregular y discontinua, durante estos dos años. Pero este es el primer movimiento ciudadano que pone tan centralmente en sus demandas la reforma del sistema de medios de comunicación. Como tuiteaba @cyberrights “No estoy seguro si este es el inicio de un movimiento hacia la democracia en Turquía, pero es definitivamente el fin de los medios de comunicación turcos”.
“Hoy una reforma del sistema de medios tiene que incluir las redes sociales”, explicaba el profesor de la Universidad Bilgi, Yaman Akdenis, “Sin Twitter, sin los medios sociales no hay democracia. Toda la sociedad turca debe reflexionar sobre eso”.
Quizás con el movimiento del Parque Gezi de Estambul, que pasó de los árboles a los medios, se inicie o se instale la conversación sobre el derecho a la comunicación, en un mundo que comienza a darse cuenta que todo comienza en la comunicación.
Twitter @mautolosa
Fuente: SitioCero