jueves, 4 de abril de 2013

Mendoza: Amenazan a periodista de El Cuco

El cronista también fue obligado a borrar las fotos que había tomado en el lugar. Jorge García sufrió durante el martes pasado una violenta situación, en la que además de recibir insultos y amenazas, vio coartado el derecho a la libertad de prensa
Como cualquier día, Jorge se dirigió a buscar la información. Esta vez, llegó hasta uno de los anexos del municipio de Tunuyán. Allí, había un grupo de gente, proveniente de un barrio de emergencia, que pedía ayuda por las lluvias de las últimas horas. La situación venía tensa, ya que estas personas habían cortado la ruta 40 la noche anterior, también en reclamo de materiales; según informaciones oficiales de la comuna, el municipio había entregado ayuda, aún antes del corte de ruta.
Jorge tenía indicaciones de cubrir la situación: hablar con las personas de la zona que históricamente sufren las inclemencias del tiempo (ante cualquier lluvia se inundan), ya que según se sabía era gente del barrio 26 de enero, un asentamiento que, desde los gobiernos municipales anteriores, reclama alguna solución habitacional. Obviamente, el periodista también buscaba la voz oficial, que explicara todo lo que el municipio estaba haciendo para ayudar a esta gente.
Ya de entrada, la situación fue “conflictiva”. Cuando Jorge llegó al lugar, y comenzó a hablar con algunas de las personas del barrio, quienes explicaban la situación en la que se encontraban a raíz de las intensas lluvias, un hombre (aparentemente de la comuna municipal), le dijo al periodista que “no debía hablar con nadie del barrio”, y que ingresara al centro, para que cierta funcionaria y empleada le explicara los hechos.
A los pocos minutos llegó al lugar un camión de Gendarmería, con rollos de membrana para techos. Algunas personas comenzaron a recibir los elementos y bastante contentos se retiraban del lugar, incluso un hombre que se movilizaba en moto, le dijo a Jorge que tomara fotos para mostrar que estaban recibiendo ayuda. Otra mujer, le pidió al cronista que los acompañara hasta el barrio, para que pudiera ver por sí mismo la situación de emergencia en la que se encontraban. Hasta ahí, todo (excepto por la “sugerencia” de no hablar con los manifestantes) más o menos bien.
Rápidamente se decidió que el camión llevaría los elementos al barrio. Otro móvil de la fuerza de Seguridad, donde iba una vecina, sería guía para llegar al punto donde se necesitaba la ayuda. Mientras tanto, un grupo de alrededor de 20 personas permanecía en el lugar. Allí, un gendarme les hablaba diciendo que “ahora tranquilícense, porque ya van a recibir la ayuda”. En ese ámbito, el periodista de El Cuco, además de observar la situación tomaba algunas imágenes con su teléfono celular. En ese momento, el gendarme le pidió que “no tomara fotos”. Jorge no sintió presión, sino que asintió de no seguir tomando imágenes, pero inmediatamente, una mujer joven del grupo de vecinos comenzó a insultarlo, diciendo que “estaba sacando fotos para después escracharlos”. La situación se tornó más violenta cuando varias otras personas se abalanzaron sobre el periodista, exigiéndole que borrara todas las fotos o que “no salía de ahí”. Después de borrar las fotos, Jorge abandonó el lugar. No solo había sido agredido en forma personal, sino que además, su derecho a recibir y difundir información había sido vulnerado.
Desde la Dirección de El Cuco se articularon los mecanismos legales correspondientes, para proteger la integridad de todos los que participan en este medio de comunicación, pero fundamentalmente para repudiar toda acción que pueda poner en peligro o atentar contra la libertad de prensa.
Desde la Policía de Tunuyán, se brindó una atención esmerada al exponer los hechos. El comisario Atilio Bergamín, jefe departamental, y el comisario Pereyra, al frente de la seccional 15, brindaron las instancias legales, pero además manifestaron su preocupación por el significado de un ataque a un trabajador de prensa, las connotaciones del hecho y las posibles implicancias del caso.
El ataque a Jorge García no tuvo consecuencias físicas ni materiales graves. La gravedad del hecho radica en que se coartó un derecho fundamental de las sociedades democráticas: la libertad de prensa, y por el que no solamente se ven afectados los trabajadores de los medios de comunicación sino básicamente toda la sociedad. Más allá de la preocupación por el compañero de trabajo, nuestra intranquilidad es porque estos hechos no pueden ni deben ser minimizados ni naturalizados. Conocemos y agradecemos las manifestaciones de repudio y apoyo que recibimos de muchas personas, amigos, colegas, políticos, que transmitieron a través de las redes sociales su solidaridad y acompañamiento. Esperamos que, desde todos los ámbitos se redoble el compromiso para que situaciones de ataque o restricción a la libertad de prensa y de expresión en el Valle de Uco sean solo malos recuerdos de épocas pasadas.
Fuente: El Cuco