domingo, 18 de noviembre de 2012

Damián Loreti: “Hoy se está haciendo ficción en el interior, cosa que antes era ficción en serio”

El abogado Damián Loreti, uno de los redactores de los “21 puntos básicos por el derecho a la comunicación” que fue base de la Ley de Medios, dice que la normativa es mucho más que el 7 de diciembre, pero que la desinversión es imprescindible para la competitividad y la sustentabilidad de nuevos medios
Por: Paula Bistagnino
La discusión sobre la Ley de Medios parece haber quedado reducida a lo que pasará el próximo 7 de diciembre, cuando se venza el plazo para la aplicación del artículo 161, que obliga a la desinversión de las empresas que están excedidas de licencias y que afecta a los principales grupos mediáticos del país. “Pero ese no es más que un artículo, imprescindible para que la ley funcione plenamente, pero que no es el corazón de esta iniciativa, que es mucho más y que es una verdadera legislación para el pluralismo y una comunicación más democrática”, explica el abogado y doctor en Ciencias de la Información Damián Loreti, autor principal de los “21 puntos básicos por el derecho a la comunicación” que fueron la base de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, aprobada por el Congreso el 10 de octubre de 2009.
Algo por lo que viene trabajando e impulsando desde hace más de una década desde la docencia, tanto como profesor titular de Derecho a la Información en la UBA como desde la Cátedra Libre Unesco-Libertad de Expresión en la UNLP- y la militancia en la Coalición por una Radiodifusión Democrática, de la que fue uno de los fundadores.

¿Qué hay más allá del artículo 161 y del 7 de diciembre?
Hay todo un conjunto de cosas que ya se están haciendo desde que se levantó la suspensión de la ley, o sea en menos de tres años. Enumero algunos: la obligatoriedad del informativo propio, el ingreso por concurso a Red de Televisión Argentina, la articulación conjunta de la ley con la Ley de Reforma Política que permitió una plataforma de pluralismo en la última elección, que cientos de chicos estén haciendo su experiencia en las radios escolares, que se cumpla el convenio 169 de la OIT sobre medios para los pueblos originarios, el lanzamiento de todos los Nodos...
Hoy se está haciendo ficción en el interior, cosa que antes era ficción en serio. Hay un centenar y medio de cooperativas que ya tienen, adjudicada o en trámite, su licencia.
El establecimiento de reglas de desconcentración de los derechos de exhibición que se vendían en condiciones de monopolio con las peores consecuencias para los mercados al interior del país. Lo mismo para la Publicidad No Tradicional (PNT), que son las publicidades dentro de los programas: limitarlos no tiene que ver sólo con un criterio estético, sino que además es un mecanismo de desconcentración y federalización de recursos.

También está lo que se derogó con la vieja Ley 22.285, que era de la dictadura militar...
Exacto; esta ley no es sólo lo que trae, sino lo que deja atrás situaciones oprobiosas tales como que las necesidades de la seguridad nacional prevalecían sobre el funcionamiento de los los servicios de radiodifusión, que tenía, por ejemplo, un artículo que decía que la información tenía que ser objetiva, veraz, oportuna y adecuada, que basaba los principios de la publicidad en la moral cristiana y la conducta de un buen padre de familia. O no tener más como esquema de funcionamiento de autoridad a un Comité Federal integrado por un miembro de cada fuerza armada y un empresario de cada medio. Parece increíble que por décadas tuvimos una ley que decía, violando la Corte Interamericana y la argentina, que sólo podía haber medios con fines de lucro. Todo eso estaba. Cosas que realmente necesitaban ser derogadas de una vez, y que en este caso se hicieron con una ley que además es modelo y que tanto la Corte Suprema como el relator de la OEA y la ONU dijeron que no es cierto que, tal como se instaló el debate a lo largo y ancho del país, no limita la libertad de expresión, sino todo lo contrario.

¿Por qué es una ley modelo?
En primer lugar, plantear como paradigma de la actividad de los Servicios de Comunicación Audiovisual el derecho a la información y a la expresión en lugar de que esto sirve sólo para hacer negocios, es un mecanismo de restauración de derechos negados durante décadas. Pero lo de modelo pasa porque es la única que se hace cargo de todos los mandatos internacionales sobre el tema: declaraciones de los organismos supranacionales del tipo de Naciones Unidas y la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), que en 2000 dijo que los monopolios y los oligopolios en la comunicación social afectan la democracia porque restringen el derecho a la libertad de información y a la libertad de expresión de las personas. Este mismo principio dice que las licencias deben ser adjudicadas de modo que garanticen la igualdad de oportunidades. La adopción de una regla de la Directiva Europea de Servicios de Comunicación Audiovisual respecto de que la tenencia de derechos de exhibición de eventos de interés relevante no se puede explotar en condiciones monopólicas que se implementó después del descenso de River para que se vean todos los partidos, lo de la OIT de los pueblos originarios que dije antes... Todo eso, que ya no es un tema académico sino un dogma de derechos humanos, está en esta ley. Si uno recorre la legislación de América Latina, por mucho o poco, ninguna cumple con todo esto. Y en Europa, fuera de algunas cosas en la ley irlandesa, la sudafricana, algo en la italiana a pesar del berlusconismo, no existe una legislación como esta.

¿De qué manera se garantiza una mayor federalidad en los contenidos?
Lo que hay es un piso doble: no se regulan contenidos en cuanto a criterios editoriales, estéticos, etc., porque eso se regula por otras leyes específicas como la Ley Antidiscriminatoria, Infancia, Tabaco, etc. Pero sí tiene previsto que se cumplan cuotas de pantalla en programación propia, programación local independiente, programación para niños y nacional. Después no hay mas regulaciones. El piso de contenidos propios surge de la escuela famosa de que no hay que hacer que la gente del interior se entere de los baches de Buenos Aires antes que de sus problemas propios. Pero va más allá, porque también aporta a la idea famosa de que todo medio debe servir al mismo tiempo para ser espejo y ventana, es decir, para ver el mundo y que el mundo lo vea. Y también desde el punto de vista regulatorio tienen algunas cosas que derivarán en que se multiplique la producción en el interior del país.

¿Por qué se tardó 30 años en lograr una nueva ley de SCA?
Hay un tema macro: se necesitaba de la convergencia de un buen proyecto, de mucha movilización social y de voluntad política. Y esas tres cosas no habían ocurrido hasta ahora, cuando hubo madurez respecto del proyecto con la consolidación de los famosos 21 puntos, que la Presidenta de la Nación  le devolviera a la sociedad civil lo que la Coalición había proyectado y la movilización. Yo muestro las fotos afuera del país y nadie lo cree: hubo 55 mil personas movilizadas para reclamar la aplicación y 40 mil esperando en la puerta del Congreso la sanción. Una de las mayores fallas fue siempre, salvo algún intento de (Raúl) Alfonsín, la de la voluntad política. Creo que esta vez tiene también una relevancia importante porque no es un proyecto del Estado o del Gobierno, sino que el Poder Ejecutivo se hace cargo en función de Estado de la demanda de adoptar políticas en este plano.

¿Tuvo que llegar un nivel de evidencia de cómo funcionan los medios para que la sociedad se movilizara así?
La respuesta está en la pregunta. Hay una situación de abusos de posiciones dominantes que a la gente le resultó irritante. Tuvo que pasar tiempo para eso. Si pensamos que ya en 1992 la Asociación de Circuito Cerrado de TV por Cable (ACCTVC) publicó una solicitada que se tituló “Fútbol de primera, ciudadanos de segunda” en la que advertía el riesgo de la monopolización de los derechos del fútbol. De eso pasaron dos décadas. Hubo una maduración que vino por la evidencia: se pasó de 6 mil propietarios de cable a un puñado, el levantamiento de cabezales y troncales en todas las provincias... ¡Se llegaron a caer nueve señales en un día! Todo esto llevó a un grado de insatisfacción social que derivó en una sensación de hartazgo que implicó que lo que era palabra santa dejó de serlo. Hay un paradigma de credibilidad que se quiebra.

¿Qué destraba el artículo 161 para el pleno funcionamiento de la ley?
La ley podría existir sin el 161. Pero lo que es muy difícil es que pudiera haber sustentabilidad de nuevos medios sin desconcentración. Porque el tema es cómo alguien sale a competir con el dueño del 60% del mercado del cable, siete señales, un diario de circulación nacional y dos locales, una AM, varias FM, y que vende publicidad paquetizada exigiendo no anunciar en otros medios. Imposible. Acá no hay tema que tenga que ver con líneas editoriales, es competitividad y aparición de actores. Ese es el único gran misterio, pero es lo que nunca nadie discute.
Fuente: La Mañana de Neuquén