lunes, 28 de mayo de 2012

Silvio Mario Valli 1933 - 2012

Silvio Mario Valli nació en Rosario, el 8 de agosto de 1933, una semana después de que sus padres llegaran provenientes de Italia
Vivió en diversos barrios de la ciudad, esto es Vila, Belgrano y Echesortu, se recibió de bachiller comercial en 1951 en la Escuela Sagrado Corazón de los Padres Bayoneses, y luego emprendió su carrera de contador público, que no terminó.
En 1954 ingresó como empleado a la Standard Oil, donde trabajó durante casi una década, empresa en la que llegó a desempeñarse como delegado gremial. Para ese entonces ya había incursionado en LT8, junto al pintor Pedro Giacaglia y las escritoras Beatriz Pozzoli y Angélica Gorosdicher haciendo el programa “Siempre hay un jueves para el arte”.
Desde 1960, en forma ininterrumpida se desempeñó como comentarista de espectáculos, cine y teatro, así como entrevistador, por todas las emisoras radiales locales. Más tarde ingresó en San Cristóbal Seguros hasta el día de la fecha, habiendo realizado tareas como secretario adjunto del Sindicato del Seguro.
En 1973 continuó su carrera periodística en Canal 5, integrando programas tales como “Galería 5”, “Los mediodías del 5”, hasta llegar en 1979 al programa “El Clan”, donde compartió su tarea con algunas de las más recordadas figuras de la televisión local. En el último tiempo trabajó en Radio 2 y escribía sus críticas de espectáculos en 30N.
En el año 2010 fue declarado periodista distinguido de la ciudad: "Silvio Mario Valli, fue y es un baluarte destacado en el ámbito de la crítica de cine y espectáculos. Es una figura ineludible cuando se trata de hacer referencia a la crítica de espectáculos en nuestra ciudad. Su amplia trayectoria en radio y televisión lo han convertido en una personalidad conocida para los oyentes y espectadores, con influencias innegables en los gustos de los rosarinos". Era hincha de Newell's Old Boys. En "El Clan" compartían la mesa del mediodía rosarino junto a Raúl Granados, Alberto Gonzalo, Dante Nasurdi,  Hugo Moyano Vargas, Elvio Martínez, el padre Aparicio, Luis Alberto Yorlano, Raúl Agote (director histórico de cámaras del 5) y otros. Juntos hacían 60 puntos de rating y le ganaban a los noticieros porteños que emitía el 3.
Nunca se arrepintió de nada de lo que dijo, ni siquiera de los comentarios más despiadados, durante décadas formó parte de la televisión rosarina. Aseguró que tiene límites: "Nunca me metí en la cama de un famoso porque eso lo hace cualquiera". Eso sí, para él la gente fea no puede ni asomarse en la pantalla. Al ser entrevistado por Corina Visca del Postítulo de Periodismo no se pudo omitir preguntarle qué pensaba de ese periodismo y la televisión actual a lo cual, sin rodeos, respondió: “Es una distorsión y una pobreza (…) Me parece lamentable en todo aspecto tanto los programas de la noche que se asimilan a las viejas discusiones de barrio que está dirigido a un público receptor y cautivo que es vergonzante”. “Yo soy un fracaso total, no he sido censurado, prohibido, amenazado, nadie me pidió coimear... soy un fracaso total” asegura irónicamente Valli. Al preguntarle si alguna vez se autocensuró esgrimió sin tapujos su máxima: “No siempre dije todo lo que quise... casi nunca lo que no quise”.
Explayándose un poco más, citó el ejemplo de la National Endowment For Democracy (organización fundada en Estados Unidos 1983 que supuestamente apoya a los grupos que están a favor de la democracia en el continente americano) como “un organismo que está encima de la CIA y es una gran agencia de desinformación, esta agencia va todo el orden a todas las redacciones de televisión, radio y diario. Como el periodista hoy, no es un periodista de investigación, de análisis de chequeo que está condicionado a la cabeza del medio… larga esa información al público, el público toma esa información y le convierte la ideología”.
Agrega que, como cualquier otra organización compleja, un medio de información no puede laborar sobre fenómenos idiosincrásicos. Estas exigencias unidas a la vasta exuberancia de acontecimientos indican que los aparatos de información, para elaborar noticias deben formalizar requisitos tales como hacer posible reconocer un acontecimiento como hecho noticias, elaborar formas de producir los acontecimientos que no tengan en cuenta la pretensión de cada acontecimiento a un tratamiento idiosincrático y organizar el trabajo temporal y espacialmente de tal manera que los acontecimientos noticiables puedan afluir y ser elaborados de forma planificada.
“Al sistema, lo que le interesa es lo masivo (…) porque lo masivo marca la tendencia” sentenció Silvio Valli.
Se consideró egocéntrico, narcisista y una estrella de Rosario. Y como tal, cuenta que la gente lo reconocía por la calle: "Me dicen que me ven todos los días, cuando en realidad hace 6 años que no estoy en televisión". En una charla con Carla Rizzotto en el Diario La Capital habló del espectáculo local y su profesión:
¿Qué puntaje, del 1 al 10, le da a la televisión rosarina?
Dos.
¿Al teatro rosarino?
Siempre experimentando, pero no le doy puntaje.
¿Y el cine local?
Cero.
¿Cuántos dedos de una mano sobran al contar los críticos de espectáculos rosarinos que realmente están capacitados para esa tarea?
Siempre me encuentro solo en los cines.
¿Alguna vez copió una crítica?
Sí, una vez. La película se llamaba "Cama con música", y como no tuve tiempo de verla eché mano a un comentario del diario La Nación.
¿Cuál es el personaje mas patético de Rosario?
Patética es Rosario.
¿En qué película ve como protagonista a Reutemann y en cuál a Binner?
A Reutemann lo veo como protagonista del film "Desde el jardín", en el lugar de Peter Sellers, porque hace del mutismo su discurso. Y Binner es indescriptible, pero podría ser Mister Bean.
Tres diferencias entre los Magazine y los Oscar
Los Magazine vendrían a ser los Oscar de una ciudad patética, oscura, mediocre como Rosario.
¿Hay algo más aburrido que un concierto de la Orquesta Sinfónica?
Cuando no han ensayado, no.
La trova rosarina, el Negro Fontanarrosa, el Negro Olmedo, Fito Páez... ¿no llegó la hora del recambio de estrellas?
Los que te sucedan te harán bueno
¿Hay persona más mentirosa que la que dijo que el público rosarino es exigente?
Más que mentirosa es demagógica. Los públicos son todos iguales.
¿Chiche Gelblung o Mauro Viale?
Si no tuviese otra alternativa, me quedo con Gelblung, por la inventiva.
¿Cuál de estas dos "torturas" sería más llevadera: mirar todo un día y sin pestañear a Moria Casán o un discurso, también de 24 horas, de Binner?
Bajaría el volumen y le miraría las tetas a Moria, a pesar de que a mí me gustan las flacas, altas, rubias, sin tetas y con cola.
¿Hay algún famoso rosarino que sea vergonzante para el resto de la ciudad?
Sí, Lito Nebbia, porque es ceceoso.
¿Aceptaría formar parte del staff de críticos de programa de chimentos?
No.
¿Si le ofrecieran 10 mil dólares por mes?
Y..., te puedo decir muy hipócritamente que no, pero no trabajo con hipótesis. Yo nunca me vendí..., en realidad nadie me quiso comprar.
¿Quién es más inteligente: Susana Giménez o su perro?
Su perro, obviamente. Le falta dominar el inglés, porque en eso Susana se impone.
¿Hay algo más mediocre que el cine argentino intentando imitar a las superproducciones yanquis?
Algo más mediocre que la imitación es la histeria. En las películas argentinas todos gritan, son todos histéricos.
¿En qué se parecen Adrián Suar y Quentin Tarantino?
Se parecen en sus diferencias.
Test de conocimiento sobre espectáculo, ¿cuál es el último disco de Los Redondos?
No lo conozco, porque es música que no tengo capacidad para escuchar.
Correcto. Bruno Díaz era Batman, ¿cuál era el nombre de Robin?
Soy analista, no memorista.
Era Ricardo Tapia. Por último, ¿cuántos gatos se usaron para filmar la película "Las aventuras de Chatrán"?
Creo que eran 23. Pero faltó uno, Daniela Cardone.
¿Coca Sarli o Alejandra Pradón?
Me quedo con la Coca Sarli porque es kitsch, la otra directamente es prostituta.
¿Qué sería de las escenografías de los programas de cable sin un helecho, un mueble de caña y un portarretratos?
Es que eso son justamente los programas de cable.
¿Y de esos programas sin los conductores estúpidos?
Podrían tener algún valor.
¿Qué preferiría, que su pareja integre el staff de bailarinas del Show de AJ o que sea líder de un grupo de cumbia villera?
Podría ser la empresaria de ambos, porque ya se le cayó todo.
¿Los rosarinos van a tener la oportunidad de ver una producción digna?
Yo no.
¿Qué cualidades hay que tener para ser una estrella argentina?
Precisamente todos los defectos que te señalé antes.
¿Hay algún artista que valga la pena en Rosario?
No, pero valoro el esfuerzo.

Osvaldo Bazan lo recordó: Muchos de ustedes no lo conocieron. Murió Silvio Mario Valli. Periodista rosarino. Serio. Divertido. Maestro. Culto. De los que no quedan.
En su blog publicaba las críticas de algunas de las películas que veía:
Dos hermanos
“Los hermanos sean unidos porque esa es la ley primera, tengan unión verdadera en cualquier tiempo que sea…” Canto 32 del Martín Fierro – José Rafael Hernández -1834/1886-
Los hermanos son: ella Susana –Graciela Borges-, él Marcos –Antonio Gasalla-, unidos a pesar suyo por la muerte de su madre –Elena Lucena (95 años)- con quien Marcos tuvo una relación edípica que la muerte abruptamente ha cortado, quitándole a este sesentón, estructurado, jubilado, orfebre y ajedrecista, la enfermiza contención.
Su hermana, la antítesis, es extravertida, extravagante, controladora, narcisista hasta el patetismo, humilla y somete a su frágil y pasivo hermano que acepta entre resignado y conformista, la avasallante y fatua personalidad de Susana, que encubre una larvada soledad interior.
Ambos son tele adictos de Mirtha Legrand y su programa de Almuerzos, cursi figura emblemática que los hermanos pretenden emular, en particular, el personaje de Graciela Borges.
Avatares de la novela “Villa Laura” de Sergio Dubcovsky y guión cinematográfico de Daniel Burman y el mismo Dubcovsky, llevan a los hermanos a alternar la Capital Federal con una zona de los arrabales del Uruguay, donde la cotidiana existencia, particularmente de Marcos, comienza ha serle grata, máxime cuando se integra a un grupo de teatro que está ensayando una versión aggiornada por el director del mismo –Osmar Núñez-, cuyo título es ejemplificador: Edipo Rey de Sófocles, aquél trágico personaje que tuvo con su madre una relación incestuosa.
Dos hermanos, a través de 105 minutos va desnudando la difícil relación que los une y los separa desde siempre, no pueden estar juntos pero tampoco separados, un vínculo enfermizo, asfixiante, posesivo, construido de reproches, retos, descalificaciones, enconos, reconciliaciones y áspera ternura.
Para trasmitir estas contradictorias sensaciones eran necesarios dos actores capaces de componer ambas personalidades en pugna y, el director Burman, cuyo estilo casi siempre apuntó a la familia, fuente de todos los conflictos, a saber: El nido vacío- Derecho de familia- El abrazo partido, encontró en Graciela Borges un personaje mejor delineado hasta en sus repliegues mínimos y así lo manifiesta como en un dueto de piano (ella) y el Marcos de Gasalla (él) viola, logrando una armoniosa y eficaz partitura musical – actoral, metafóricamente hablando.
Dos hermanos, es costumbrista en su desarrollo, salvo dos secuencias en la cual ingresa en un terreno surrealista, sin rupturas formales, en las que afloran los sentimientos reales pero ocultos de ambos, tales son: la primera los encendidos reproches de Marcos a una Susana borracha y el juego que se entabla entre ambos, utilizando 2 vasos apoyados en la pared para escuchar inexistentes ruidos en un departamento contiguo y vacío.
Ambientación, música y fotografía eficazmente integrados a la trama, destacando que Elena Lucena interpreta además dos roles, el de la madre y el de su hermana melliza.
En suma, Dos hermanos, una realización nacional que supera la medianía a la cual nos tiene acostumbrados el cine argentino, no obstante el Oscar obtenido por el Secreto de sus ojos y que permite albergar como en el corolario de Dos hermanos un esperanzado futuro.
“Un hermano es parte de uno, pero a la vez, frecuentemente es un desconocido total” Daniel Burman.

Al maestro, con cariño
Me despertó una pesadilla, el mensaje de un amigo que lloraba sin consuelo. Sus palabras apenas se entendían: “Murió Silvio Mario Valli”, me dijo y cortó. Después leí sus twitts, tan tristes como su voz grabada en el celular. Lo recordaba como lo que fue, un gran tipo
Por: Ricardo Luque, diario La Capital
Me despertó una pesadilla, el mensaje de un amigo que lloraba sin consuelo. Sus palabras apenas se entendían: “Murió Silvio Mario Valli”, me dijo y cortó. Después leí sus twitts, tan tristes como su voz grabada en el celular. Lo recordaba como lo que fue, un gran tipo.
Lo conocía mejor que yo, había sido su amigo, su compañero de trabajo, su hijo, de la vida, porque Silvio no había tenido más hijos que los que le dio la vida y los había querido y cuidado y los había aconsejado como si fuera su padre.
Durante años lo vi en la pantalla de Canal 5, cuando era en blanco y negro y valía la pena ver la televisión. En “El clan”, sentado en la punta de silla, como si en cualquier momento se fuera a caer de bruces, al lado de Raúl Granados, que lo escuchaba como si fuera un oráculo.
Hablaba de cine, no de espectáculos, aunque también lo hacía de tanto en tanto, y lo hacía porque amaba las películas, las del viejo Hollywood, las francesas, a veces las argentinas, todas, las que le gustaban y las otras también, porque era un amante del cine, apasionado, fiel, incansable.
Amaba el cine más que a nada en el mundo, y eso que una copa de Don Perignon, del 69, lo podía, acaso más que una buena mesa o la compañía de una mujer, soñada, como la había soñado con los ojos abiertos en el San Martín y en el Nilo y en el Showcase, aunque no fuera lo mismo.
Su pasión era envidiable, inclusive para los que la compartíamos con él, los que cada vez que podemos, y si no podemos también, nos hundimos en la penumbra de un cine para ver a Robert De Niro, a Sharon Stone, que fue su amor, o a Edward Norton, por placer, nada más que eso.
Tanto fue así que mi mamá, que lo conocía tan bien como cualquier rosarino, cada vez que se lo cruzaba por la calle le pedía que le recomendara una película y él lo hacía, amablemente. Me moría de celos, porque yo era crítico de cine y su hijo, pero ella lo prefería a él, confiaba en su opinión.
Cuando se armó Escenario, el suplemento de espectáculos de La Capital, el primero, el del dream team con Fernando Toloza, Marcelo Camaño, Guillermina Ygelman, que no era del equipo pero la queríamos como si lo fuera, se planteó un problema: había que buscar un ombudsman del lector.
Fue bravo, porque a los periodistas ningún nombre les cerraba y no es para menos, el elegido tendría la misión de defender al público de sus opiniones. El debate fue largo, acalorado, sin visos de que se llegara a un acuerdo, hasta que a alguien propuso a Silvio, punto final a la discusión.
El aceptó a regañadientes, el papel de abogado del diablo no le caía simpático. Sin embargo, lo jugó con elegancia y buen gusto durante un largo tiempo, sin enojar a nadie, aunque dejaba flotando en el aire un inconfundible olor a azufre, mientras desaparecía raudo y veloz en la Placita del Che.
Durante años tuvo un rival, que lo miraba sobre el hombro desde la pantalla del 3, Carlos Bermejo. De lejos parecían archienemigos, como Batman y el Guasón, pero la verdad es que la vida, y sobre todo el cine, los había hecho amigos. Se querían y se respetaban, a pesar de competir buenamente.
Tanto es así que ni bien tuvo la oportunidad Charlie reconoció a Silvio con un Magazine. Fue una gran noche, porque un gesto de generosidad, esos que son tan raros en la ciudad de pobres corazones, demostró que las diferencias, si son genuinas, honestas, nunca son irreconciliables.
Era frecuente cruzárselo en el centro, camino a El Cairo, donde, antes de que la modernidad convirtiera al viejo café de Santa Fe y Sarmiento en un catálogo de moda, solía hacer escala antes y después de ir al cine. Le gustaba saborear las películas, si era en compañía de un café, mejor.
Siempre de punta en blanco, con el traje, no importa los años que tuviera, como recién comprado y los zapatos lustrados con esmero, como si se hubiera le hubiera tomado horas dejarlos tan relucientes. Le gustaba verse bien, era un metrosexual mucho antes de que se inventara la palabra.
Era un gran conversador, que profesaba una pasión irrefrenable por la ópera, por los viajes, por las curvas de Sofía Loren y lo contaba con gracia, con buen gusto, con ironía. Encontrárselo en el hall del cine, después de un estreno, era un bendición, porque seguro regalaba un comentario justo.
En 2010 fue declarado periodista distinguido de la ciudad. Recibió le galardón con orgullo, pero sin efusividad. Como solían ser sus críticas, atentas pero crueles. En cierta ocasión le preguntaron si había algún artista que valiera la pena en Rosario y respondió: “No, pero valoro el esfuerzo”.

El poema que pidió Silvio le leyeran el día que ya no esté
Cuando yo me vaya
Cuando yo me vaya, no quiero que llores,
quédate en silencio, sin decir palabras,
y vive recuerdos, reconforta el alma.

Cuando yo me duerma, respeta mi sueño,
por algo me duermo; por algo me he ido.

Si sientes mi ausencia, no pronuncies nada,
y casi en el aire, con paso muy fino,
búscame en mi casa,
búscame en mis libros,
búscame en mis cartas,
y entre los papeles que he escrito apurado.

Ponte mis camisas, mi sweater, mi saco
y puedes usar todos mis zapatos.

Te presto mi cuarto, mi almohada, mi cama,
y cuando haga frío, ponte mis bufandas.
Te puedes comer todo el chocolate
y beberte el vino que dejé guardado.
Escucha ese tema que a mí me gustaba,
usa mi perfume y riega mis plantas.

Si tapan mi cuerpo, no me tengas lástima,
corre hacia el espacio, libera tu alma,
palpa la poesía, la música, el canto
y deja que el viento juegue con tu cara.
Besa bien la tierra, toma toda el agua
y aprende el idioma vivo de los pájaros.


Si me extrañas mucho, disimula el acto,
búscame en los niños, el café, la radio
y en el sitio ése donde me ocultaba.

No pronuncies nunca la palabra muerte.
A veces es más triste vivir olvidado
que morir mil veces y ser recordado.

Cuando yo me duerma,
no me lleves flores a una tumba amarga,
grita con la fuerza de toda tu entraña
que el mundo está vivo y sigue su marcha.

La llama encendida no se va a apagar
por el simple hecho de que no esté más.

Los hombres que “viven” no se mueren nunca,
se duermen de a ratos, de a ratos pequeños,
y el sueño infinito es sólo una excusa.

Cuando yo me vaya, extiende tu mano,
y estarás conmigo sellada en contacto,
y aunque no me veas,
y aunque no me palpes,
sabrás que por siempre estaré a tu lado.

Entonces, un día, sonriente y vibrante,
sabrás que volví para no marcharme.

De el libro "En voz baja"
www.carlosboaglio.com.ar
En el 3 rescataron una entrevista donde Valli dejaba su epitafio: Aquí yace Silvio Mario Valli. Que dios le perdone tanto, como él le perdona...
NdE: No habrá velatorio, pidió ser cremado. Sus restos serán inhumados hoy en Ibarlucea
Nota elaborada con aportes de @PabloMotto