jueves, 1 de marzo de 2012

Hinde Pomeraniec: Un padre en carne viva

Por: Hinde Pomeraniec
Éramos pocos aquella vez en la isla de edición de Canal 7. Sábado de diciembre al mediodía: a pocos minutos de salir al aire, Paolo nos mostraba modestamente feliz su tarea recién terminada, un video collage de las postales más impactantes y reproducidas del año en todo el mundo. Como fondo, había elegido la canción navideña de John Lennon, ese villancico melancólico cuyo subtítulo -en el colmo de la ambición- anuncia que la guerra terminó. Chicos combatientes, mujeres en la miseria, déspotas anclados en el poder, ricos obscenos y religiosos despiadados: una vez más, su trabajo era una exquisitez artesanal, una conmovedora celebración de las imágenes. Durante el largo tiempo que compartimos en el equipo de Visión 7 Internacional , esos videos con los que Paolo autografiaba el año me dejaban siempre deslumbrada por sucesos políticos y sociales que, aunque ya había visto en su momento, procesados por su talento y su voluntad de arte adquirían forma y potencia de obra nueva.
De esa escena navideña me acordé el miércoles de la semana pasada al leer un apellido, Menghini, que resaltaba, por conocido, en la lista de personas a las que sus familias buscaban luego de la tragedia de Once. Paolo Menghini salió a buscar a su hijo de 20 años de la manera que sabe hacerlo, con la sensibilidad de un padre y el conocimiento de su oficio de periodista y editor. Mientras los organismos responsables le aseguraban que ya habían hecho todo lo necesario, fue un papá en carne viva quien les demostró que no; rastreó cintas y celulares, cotejó datos y medidas, entrevistó a cientos, entre funcionarios y gente de a pie, movió cielo y tierra y se puso a la cabeza de un operativo que debería avergonzar a sus responsables por el resto de sus vidas. Dos días y medio después del choque del tren, la esperanza de que Lucas estuviera dando vueltas por ahí confundido por el impacto se dio de narices con la peor realidad posible.
Mientras la búsqueda de Lucas tomaba forma de suplicio, recordé otros videos de Paolo conmovedores, como aquel con música de Los Ramones taladrando "Qué mundo maravilloso", o, mucho más áspero, ese clip sobre el 11-S, con la banda uruguaya No Te Va Gustar haciendo "Tirano", un tema que habla sobre la muerte joven, trágica y evitable y acusa a una figura genérica como responsable de tanto dolor. Es ese tema que dice así: "Si supieras lo que generás/ Ay si supieras cuántas vidas quemás/ Es que quiero creer que no sos consciente/ porque nunca verías a un hijo morirse de un tiro en la frente./¿Qué se siente al no sentir dolor/ y pensar que sos mi salvador?/ Es que quiero creer que no sos consciente/ Vos podrás manejar los bolsillos pero no las mentes./ De rodillas ante vos el mundo entero, entre lágrimas y sangre por el suelo,/esperando que algo caiga desde el cielo,/ indefenso sin salida y sin consuelo".
La incansable búsqueda del papá de Lucas recuerda de algún modo a Rodolfo Walsh y a lo que pudo ser acaso su última investigación periodística (Elsa Drucaroff enriqueció esta idea en su novela El último caso de Rodolfo Walsh ). Me refiero a la dramática carta en la que el escritor, militante y periodista reconstruye los hechos que terminaron con la muerte de su joven hija Vicky, agujereada por metralla en camisón durante un enfrentamiento con un grupo de militares en una terraza de Floresta. La asociación entre ambas historias llega por la penosa coincidencia de haber tenido que recurrir al propio oficio para llenar los huecos que el Estado y los organismos encargados de investigar dejaron al desnudo. Sé muy bien que Walsh debió investigar en plena dictadura mientras que hoy vivimos en democracia, en una democracia que nos ganamos todos. Sin embargo, hay puntos ciegos que se repiten y un paralelo en los tiempos que no deja de sorprender: como ayer, en la Argentina persistimos en el asombroso ejemplo de comernos cíclicamente a nuestros chicos de 20 años a través de tragedias colectivas, como si se tratara de un principio constructivo de la identidad nacional. La última dictadura, Malvinas, Cromagnon, la lucha piquetera, y podríamos seguir?
La admiración por su temple no debe cegarnos: lo que sigue siendo inconcebible es que fue el papá de Lucas quien condujo la investigación cuando debieron contenerlo a él, a su familia y a todas las familias como la suya, envueltas en el peor de los dolores. Luego del hallazgo del cuerpo, nunca más ni él ni la mamá ni la hermana ni la hijita ni los amigos de Lucas volverían a ser los mismos. Como otros argentinos heridos que eligieron dejar constancia de su dolor y militar por un país mejor (pienso en los padres de Ecos, en la madre de Marita Verón), el editor de perfil bajo que buceaba en su mundo de imágenes hoy sale a la luz para increpar a los que debieron hacer y no hicieron, por incapacidad, negligencia o soberbia. Y sin tambalear en el charco de la mezquindad política ni permitir que utilicen su padecimiento, reclama justicia y respuestas y convierte su dolor en antorcha al señalar que "hay que trabajar para hacer un país más adulto y más pensante", en nombre de las 51 víctimas de la tragedia.
Fuente: Diario La Nación