domingo, 27 de noviembre de 2011

El adiós a la primicia pone en crisis al periodismo

Por: Guillermo Saldomando, Profesor universitario. Consultor en comunicación e imagen
La idea me daba vueltas desde hace tiempo, pero tomó entidad con la muerte de Muammar Kadhafy. Me enteré como muchos por twitter y aunque sea un usuario habitual de esa red social, no dejó de sorprenderme la forma que accedí a la información de que habían matado al dictador libio.
Fue también por twitter que me informé, como muchos, de la tendencia que marcaban las encuestas en boca de urna en los últimos comicios nacionales antes de que fueran difundidos por la televisión.
La lista de casos es interminable. El periodismo tradicional está en plena crisis. Me animo a decir que el periodismo como habitualmente lo conocíamos está condenado a desaparecer. La famosa y mítica primicia ya no vale nada, porque todo es tan vertiginoso, está tan alcance de la mano que el objeto del deseo del periodismo, ha perdido casi todo su valor.
Con la noticia transformada en una commodity, el periodismo tradicional pasa por una crisis de identidad, que se acentúa al convivir periodistas de profesión con periodistas amateurs alentados desde los mismos medios para que envíen a través de las nuevas tecnologías, fotografías o filmaciones de acontecimientos que antes sólo eran cubiertos por corresponsales o enviados especiales.
Está claro que no es lo mismo la fotografía de una mascota preferida el Día de Animal, que un hecho policial de confusas implicancias, pero sí es probable, que la primicia de ambos acontecimientos lleguen a partir de grabaciones caseras realizadas desde un smartphone que fueron subidas a You Tube y luego divulgadas en el noticiero de un canal de aire.
La diferencia radica en que el periodismo ya no le interesará tanto lo que pasó, sino cómo sucedió, por qué sucedió y qué se podría haber hecho para evitarlo. Ya la noticia no es lo que pasó, ni siquiera lo que está pasando, sino lo que sucederá.
El periodista ya no tiene el monopolio de la información y tiende a perder ese lugar especial que tenía en la comunidad, dado que en esta nueva sociedad de redes, cada ciudadano pasa, potencialmente a ser un productor de contenidos y un periodista en potencia. Ya no hay una audiencia pasiva, sino que eventualmente esa audiencia también genera contenidos.
Como publica Ignacio Ramonet en su libro La explosión del periodismo, “estamos pasando de una sociedad del espectáculo a sociedades de espectadores - actores”.
En este nuevo escenario, sin el capital simbólico que lo rodeaba, el periodismo debe replantearse definitivamente el rol de la profesión.
Es muy que probable que ese lugar pase por darle profundidad y análisis a esa noticia que se puede hallar de manera caótica en varios soportes y también por tomar el camino de la investigación.
Tal vez, no haya que cambiar de profesión, sólo volver a las fuentes y retomar la búsqueda de la trama del revés de los hechos y decirle definitivamente adiós a la sobrevalorada primicia.
Fuente: El Cronista.com