Tras una fuerte derrota electoral del kirchnerismo en la ciudad de Buenos Aires, el diario kirchnerista Tiempo Argentino lanzó ayer desde su tapa una operación contra el alcalde Mauricio Macri vinculándolo a “una consultora que trabajó para la dictadura” en referencia a Burson-Marsteller
La maniobra del diario del editor oficialista Sergio Szpolski apuntaba a que Burson, que en los 70 había sido, efectivamente, contratada por el gobierno militar argentino para lavar su imagen interna y externamente, ahora estaría trabajando para Macri. La propia consultora lo desmintió categóricamente y explicó: “trabajamos para el PRO en la campaña electoral de 2007, y en 2004 lo hicimos para el bloque de PRO en la Cámara de Diputados, pero desde 2007 no tuvimos ningún contrato ni con Macri, ni con el gobierno de la ciudad ni con ninguno de sus bloques legislativos. Nadie de Tiempo Argentino nos llamó para chequear esa información errónea”, explicó Santiago Lacase, CEO de Burson-Marsteller Argentina. Cabe agregar que en 2007, como informó este servicio, Burson trabajó en la campaña electoral presidencial del ex ministro de Economía de Néstor Kirchner, Roberto Lavagna, que se postulaba con una alianza de peronistas y radicales.
La llamada en tapa de Tiempo destaca en una volanta “la historia oculta de Burson-Marsteller”.
De hecho, el Update semanal de la Revista Imagen informó oportunamente y con lujo de detalles sobre esas contrataciones de Burson. Hoy, la consultora de PR que trabaja para el partido PRO y el gobierno de la ciudad es MDG, del secretario de Comunicación Miguel De Godoy.
La nota de Tiempo Argentino aparece en medio de una serie de ataques desde fuentes de la Casa Rosada contra el macrismo tras la derrota electoral del 10 de julio en la que el alcalde de centro-derecha superó en casi 20 puntos a su retador kirchnerista, Daniel Filmus.
El lunes, tras el contundente triunfo de Macri en Buenos Aires, el rockero Rodolfo “Fito” Páez, escribió en una columna de contratapa de Página/12 que “la mitad de los porteños me dan asco” en alusión a los votantes de Macri, mientras que el jefe de Gabinete de Ministros de la presidenta Kirchner, Aníbal Fernández, lanzó una serie de improperios para descalificar a Macri y a sus casi un millón de electores porteños.
Pero el ataque que podría haber motivado la nota de Tiempo contra Macri y Burson podría ser el del ministro nacional de Educación, Alberto Sileoni, que dijo tras la derrota que “Macri defiende permanentemente a la dictadura”, afirmación que no pudo probar con citas concretas. La nota de Tiempo Argentino podría estar buscando justificar las acusaciones del ministro de Educación pretendiendo establecer algún vínculo entre la vieja historia de Burson-Marsteller y los antiguos contratos del partido PRO con la consultora, aunque esos contratos ya no estén vigentes.
Todos los ataques del kirchnerismo tras su derrota en Buenos Aires despertaron grandes polémicas en los medios y las redes sociales y estarían fogoneando –involuntariamente- un triunfo aun mayor de Macri sobre Filmus en la segunda vuelta, en dos semanas, sostienen encuestadores independientes.
Analistas políticos afirman que esos ataques, más que beneficiar a Filmus, estarían favoreciendo a Macri porque el electorado porteño busca un estilo político de mayor respeto institucional y diálogo, y que claramente votó no solo aceptando la gestión del alcalde porteño, sino, en buena medida, contra el kirchnerismo y su estilo confrontacional y de permanente uso de los derechos humanos como herramienta de difamación de opositores y medios independientes.
En la nota de Tiempo hay un par de asociaciones adicionales que pretenden dar verosimilitud al presunto vínculo de Macri con Burson-Marsteller y la dictadura militar de los 70: un trabajo de PR que –efectivamente- contratara el club de fútbol Boca Juniors, presidido entonces por Macri, hace una década. Burson apuntaba a ayudar al club a conseguir sponsors.
La nota también cita, como antecedente o “agravante”, el hecho de que el politólogo Lacase y CEO de Burson hubiera estado vinculado años atrás al grupo de jóvenes profesionales Sophia, fundado por Horacio Rodríguez Larreta, jefe de gabinete de Macri. Ese grupo apunta a promover la participación en la función pública de jóvenes profesionales de tendencia liberal.
Si bien es real que Burson-Marsteller, por recomendación de Washington, fue contratada por el gobierno militar argentino en los 70 para difundir la apertura de la economía y promover inversiones y, según algunas fuentes, habría ayudado a elaborar en el año 1979 el slogan: “Los argentinos somos derechos y humanos” para contrarrestar las críticas de organismos internacionales por las violaciones a los derechos humanos, también es cierto que la empresa luego fue vendida al grupo británico WPP y que ninguno de los que estuvo involucrado en ese traspié tiene que ver con el staff actual. El único sobreviviente de esos años hoy es el nonagenario y semiretirado fundador Harold Burson, considerado uno de los padres mundiales de las relaciones públicas. De hecho, en 1982 el contrato con Argentina no se renovó, y Burson, hoy la consultora número 2 de PR del mundo, tardó 12 años en volver a instalarse en Buenos Aires, ya en manos de otros dueños (el grupo WPP) y un socio local: el publicitario Darío Straschnoy.
Los desgraciados vínculos de Burson-Marsteller con la dictadura en los 70 ni siquiera son un descubrimiento novedoso. La revista Imagen los describió en los 90, y se los encuentra publicados desde hace dos décadas en medios de izquierda, como el diario PáginaI12.
Hoy, el CEO mundial de Burson es el encuestador y asesor político Mark Penn, vinculado al partido demócrata de Estados Unidos. Fue asesor electoral del el premier laborista británico Tony Blair y de la actual secretaria de Estado y ex precandidata presidencial demócrata norteamericana Hillary Clinton.
Fuente: Update semanal de la Revista Imagen