Por: Aitor Riveiro
La revista Orsai era un experimento, una mala idea a contracorriente que estuvo a punto de funcionar pese a los errores de principiante de sus creadores, los argentinos Herán Casciari y Chiri que, pese a todo, le van a dar otra oportunidad a un proyecto que surgió de lo digital para cambiar el paradigma de lo analógico.
A partir de 2012, la publicación, que nació trimestral, se editará cada dos meses, pasará de 212 a 148 páginas y reducirá su precio. Todo con la intención de incrementar el número de ventas y hacer rentable la publicación, según reconoce el propio Casciari en una conversación telefónica. "Prometimos que íbamos a hacer los cuatro primeros números aunque perdiéramos dinero. Para ello contábamos con 100.000 euros", asegura el escritor argentino. "Luego teníamos que ver si funcionaba".
Y funcionó, pero a medias. Los lectores respondieron: el primer número vendió más de 10.000 ejemplares en todo el mundo; el segundo unos 8.000; el tercero, aún a la venta, ronda esa cifra. El secreto de la revista es la preventa: solo se imprimen los ejemplares que se venden. El precio, además, varía según el país del comprador para ajustarlo al nivel de vida.
Textos de calidad, reportajes con firmas de prestigio, edición cuidadísima, envío a domicilio... ¿Qué falló? "La logística", asegura Casciari. La sui generis distribución de la revista en lotes de 10 ejemplares disparaba los gastos de envío. "En algunos países ni siquiera cubríamos", recuerda el director de la revista. Fue un error de principiantes. Cada paquete pesaba 6,9 kilogramos; si hubieran pesado cinco, los costes se hubieran reducido a la mitad. Por eso se reduce el número de páginas y, en consecuencia, el precio.
Una vez decidido que se prorroga la vida de Orsai viene el juego, la complicidad con los lectores, el márketing viral que implica a miles de personas de todo el mundo en un proyecto con "reglas de juego divertidas y trasnochadas pero que pueda ser reales". Casciari y Chiri, amigos de la infancia, se han apostado el futuro de la revista con un pizzero, Comequechu. Si en dos meses es capaz de poner en marcha un local en Buenos Aires hermano gemelo al que regenta en Sant Celoni (Barcelona), situado debajo de la redacción de Orsai, el segundo año de la revista será una realidad.
La apuesta es, evidentemente, un juego. Y una forma de implicar a los lectores, aún más si cabe, en el proyecto. En el post de su blog en el que Casciari anuncia los cambios abre también la puerta para invertir en el restaurante. "Vamos a empezar a ser rentables, pero no voy a volver a poner el capital. Lo van a poner los lectores". Apenas unas horas después de lanzar la petición de ayuda, 134 anónimos se comprometían a poner un mínimo de 1.000 euros. Y la idea parece que gusta: Tras Argentina vendrá Uruguay: ya hay ofrecimientos para abrir en Montevideo. "Queremos una pizzería de Orsai en todas las grandes ciudades que podamos".
Casciari asegura que no deja de sorprenderle la actitud del ser humano, capaz de embarcarse en proyectos que no aseguran en ningún caso la rentabilidad. "Es un enamoramiento", asegura. "El 90% de la gente está encantada con la revista pero nosotros somos críticos. Nos salió muy solemne, seguramente por miedo". Por eso la nueva Orsai, además de menguar, incluirá más humor. Para mantener la fidelidad de un público que es minoritario pero fiel a una idea que solo pudo surgir a destiempo.
Fuente: Diario El País
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