martes, 10 de mayo de 2011

Publicidad oficial como trampa

Por: Hernán Charosky
¿Le sobran a usted 820.000 pesos? Si quiere, puede aportarlos a la campaña de algún partido nacional. De hecho, hasta puede poner un poco más, ya que ése era el tope en 2009. Cuanto más alto es el monto que se puede aportar, mayor es la capacidad de los individuos aportantes de determinar la agenda de los funcionarios elegidos
Desde 2009, Poder Ciudadano pone a disposición de todos una base de datos on line, www.dineroypolitica.org, que permite acceder a datos oficiales sobre aportes de campaña presentados por los partidos a la justicia electoral de la Nación, de un modo amigable, que permite la atenta vigilancia ciudadana.
Este año esta herramienta se ampliará y se potenciará en su capacidad, ya que será necesaria más atención y recursos tecnológicos para detectar personas que no deberían aportar a campañas (por ejemplo, por ser proveedores del Estado) y falsos aportantes (que encubren a las empresas, que están excluidas de aportar en el proceso electoral).
Esta herramienta ya permitió detectar este tipo de irregularidades en varias ocasiones, gracias a periodistas que la usaron con sagacidad. Otras irregularidades fueron detectadas en elecciones anteriores en el curso de graves investigaciones sobre corrupción, como el caso de las droguerías y obras sociales involucradas en la "mafia de los medicamentos".

Sin sanciones
Aportes encubiertos provenientes de empresas investigadas se detectaron en la campaña presidencial de 2007 del Frente para la Victoria. La ley de financiamiento de los partidos (26.215) prevé sanciones que van desde la pérdida del derecho a recibir contribuciones hasta la inhabilitación por diez años. Sin embargo, ninguna sanción de este tipo se ha aplicado.
Hoy el recurso clave que desnivela la competencia es la publicidad oficial. Más aún al haberse prohibido a los partidos políticos la compra de espacios audiovisuales con sus propios fondos. A nivel nacional, la publicidad oficial casi se sextuplicó. Según datos oficiales, de un presupuesto de algo más de 110 millones de pesos en 2004 a más de 650 millones en 2010, sin contar las partidas de Fútbol para Todos, lo que duplicaría la cuenta. A nivel de la ciudad de Buenos Aires, en el mismo período, casi se cuadruplicó, pasando de algo menos de 40 millones de pesos a aproximadamente 157 millones de pesos.
En ninguno de los dos casos se han expuesto las razones concretas para el sideral incremento ni planificaciones previas que justifiquen la selección de medios de comunicación. El modo en que entregan la información es fragmentario y dificulta el análisis y la transparencia. Asimismo, los límites para la publicidad oficial en tiempo de campaña son irrisorios y no reducen en lo más mínimo la influencia de este gasto en la comunicación. Son urgentes normas que reduzcan al mínimo imprescindible su uso para comunicar servicios y emergencias. Mientras esto no ocurra, sería bueno que los electores prestemos atención a los comportamientos abusivos que pueden ocurrir durante este año y los castiguemos a la hora de votar.
El autor es director ejecutivo de Poder Ciudadano
Fuente: Diario La Nación