jueves, 10 de marzo de 2011

David Viñas 1927 - 2011

El escritor David Viñas murió a los 83 años luego de estar varios días en el porteño sanatorio Güemes, a raíz de una neumonía de base que derivó en una septicemia
El escritor había ingresado con una deshidratación al nosocomio de Acuña de Figueroa 1240 el 22 de febrero último. Viñas (1929, Buenos Aires) fue un narrador, ensayista y catedrático que escribió, entre otras, las premiadas novelas "Dar la cara"; "Jauría"; "Un dios cotidiano"; "Los dueños de la tierra" y "Los hombres de a caballo".

El conjuro de la memoria
"Muy tarde empecé a escribir. Porque quien escribía en realidad en mi familia era mi hermano Ismael. Escribió un libro de poesía antes de dedicarse a la política.
Podría decirle un elemento que creo que es definitivo en este aspecto. En mi casa a mí no me llamaban ni David, ni Viñas. Con mi hermano mayor pasaba algo similar. Nos llamaban Pelón y Peludo. Tanto es así que cuando yo entré a la escuela primaria cuando me preguntaron como me llamaba, yo dije que me llamaba Peludo. Pues bien, esto de Pelón y Peludo tiene una cierta secuencia, digamos así. Mi hermano era la civilización, yo era la barbarie. El que escribía era él. Yo, creo que lo único que hacia era filmar, escuchaba, filmaba y escuchaba atentamente.
Creo que eso ha provocado –por lo menos condicionado- una alteración que padezco con bastante frecuencia, sobre todo piense usted que estoy por cumplir 80 años, en realidad, que es la recuperación del pasado, que es prácticamente infinito.
Aquellos silencios de Peludo y esas filmaciones imaginarias que hacía, se me repiten de manera bastante inquietante, digamos por lo menos. No terminan nunca: recuerdos y recuerdos y recuerdos.
He intentado, pero es otra de mis limitaciones, escribir algo así como memorias. Pero empiezo a escribir memorias y, no es que empiece a mentir, sino que empiezo a -lo que pasa en los sueños- a desplazar y a condensar. Entonces, se me hace una especie de –como se dice ahora- ficcionalización de los recuerdos. Algunos son, creo que por lo menos me sirven como conjuro de las cosas que no me gustan de la realidad.
Concretamente, para no abundar, de la realidad argentina. Y la ficción me sirve como elemento conjuratorio. En realidad se podría hablar de una literatura como desquite ¿no? Todo lo que no pude hacer, todo lo que hice mal. Ya le digo, la espesa zona de lo que me fastidia, me irrita o me inhibe de la cosa cotidiana, le repito, para no abundar de la Argentina."
Fuente: Audiovideoteca

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