lunes, 27 de diciembre de 2010

"Tinelli me venció. Tengo que decirlo, no voy a bajar los brazos, pero la pelea ya la perdí"

Por: Axel Rivas
Es asombroso el desequilibrio. Sobre el programa de Marcelo Tinelli hay una abundancia de discursos acerca de las peleas, los personajes y las imágenes. Pero no se oye casi nada en los medios acerca de su impacto educativo. Quizá lo más aplanador de su efecto sea anular la respuesta educativa con una saturación del show como algo "natural" e "inevitable".
Esta nota busca responder a ese desequilibrio con testimonios de decenas de docentes entrevistados en una investigación que conduje recientemente en el conurbano bonaerense. Según los docentes, los efectos de la "maquinaria Tinelli" sobre el sistema educativo son devastadores. Una maestra lo resumió así: "Tinelli me venció. Tengo que decirlo, no voy a bajar los brazos, pero la pelea ya la perdí".
Los docentes señalan efectos directos e indirectos del fenómeno Tinelli: niñas de 8 años bailando sensualmente en el mástil de la bandera; una gran proporción de alumnos que se acuestan diariamente a las 12.30 para ver el show y llegan dormidos a la escuela; cambios en el lenguaje, cada vez más rudimentario y agresivo; incontables horas escolares en las que los alumnos comentan solamente las novedades de Tinelli, como si nada más existiera en sus vidas.
La lógica del programa lo dice todo. La fama como valor sin ningún esfuerzo, mérito o respeto; la arbitrariedad payasesca del jurado y las reglas cambiantes y "arreglables" del concurso; el maltrato y la agresión como forma de rating-relación; la exposición de la intimidad como método de venta. Casi podría decirse que este conjunto de valores parece un "anticurrículum", un verdadero reverso de la escuela deseada. ¿Quién querría que la escuela eduque en estas lógicas? Pero incontables padres dejan que sus hijos se adapten a estos valores diariamente.
A esto hay que sumarle el negocio. Millones de personas entregando sus escasos recursos en una competencia mediática por teléfono. Una verdadera máquina de recaudar que deja migajas en los "sueños" y frivoliza las problemáticas sociales reales que están detrás de los más necesitados.
Si Tinelli es un eje concéntrico de la TV argentina, basta ver algunas cifras para palpar sus efectos educativos. Según la última encuesta de consumos culturales del ComFeR, el 95% de los niños de 6 a 13 años ve más de dos horas diarias de TV; el 36,5% ve de dos a cuatro horas diarias; el 41,2%, de cuatro a ocho, y el 17,5% ve ocho o más horas de televisión por día. Es decir que más de la mitad de los chicos pasa más horas frente a la TV que en la escuela. Una encuesta de la Fundación Telefónica indica que más del 50% de los niños lo primero que hacen al llegar a la casa es prender la TV, y que el 49% hace los deberes mirando la TV, las cifras más altas entre siete países de América latina.
Es necesario discutir este modelo cultural de sociedad. Los canales de TV tienen una responsabilidad educativa, no todo puede hacerse en nombre del negocio. Los auspiciantes son cómplices y pueden elegir el cambio. La política educativa debe seguir respondiendo con fuerza como con los canales Encuentro y Paka Paka, ejemplos de contenidos educativos, pero también debe abordarse la capacitación de los docentes para hacer lecturas críticas de los medios. Los padres también tienen un rol clave en definir las pautas culturales y las prioridades en los consumos de sus hijos.
No podemos escuchar más a un docente decir que Tinelli lo venció. Todos debemos responder ante lo que contemplamos en la pantalla silenciosamente. En ese silencio se forma la cultura dominante, nunca antes tan banal y tan cínica. En estos días de "tinellización" de la realidad, se juega buena parte del destino educativo. Esto debería asombrarnos, para despertar del letargo y responder con armas educativas y éticas, que hoy parecen "contraculturales".


El autor es director del Programa de Educación del CIPPEC
Fuente: Diario La Nación