sábado, 30 de octubre de 2010

Réquiem por Néstor K

Por: Andrés Pascoe Rippey, apascoe@cronica.com.mx
No son tiempos fáciles para ser de izquierda. Entre el ejemplo catastrófico de Hugo Chávez y el vargasllosismo que está de moda, lo de hoy es despreciar a cualquier líder que anteponga los intereses de la gente a las demandas del gran capital. Y suena a caricatura, pero es cierto. Un gobernante de izquierda, hoy, tiene que ser infinitamente más cuidadoso que uno de derecha si no quiere ser avasallado por los medios y los editorialistas de hoy.
Es un fenómeno del que Néstor Kirchner no se salvó. Criticado hasta la médula por los grandes poderes mediáticos y por muchos comentaristas políticos, Kirchner hizo poco para suavizar los ataques: su estilo confrontacional, directo y tosco fomentó los cuestionamientos. Los virajes — aparentes o calculados— que tomó como gobernante desconcertaron a muchos y pusieron en jaque al dominio fáctico convencional. La corrupción también es real.
Pero en las postrimerías de la muerte, la figura del hombre tiende a elevarse. No es casual que los caídos suelen alcanzar niveles idílicos, siempre muy superiores a su propia humanidad. El asesinato de Colosio lo convirtió en genio; la muerte de Reagan, en estratega brillante; la de Perón, en semidios.
Si bien la muerte nos nubla y el pesar nos hace excesivamente generosos, no puedo dejar de pensar que en el juicio tanto a Néstor como a Cristina Fernández, presidenta de Argentina hoy viuda, se les ha tratado injustamente.
Un colega periodista argentino, Pablo Loschi, me cuenta desde Buenos Aires que él, sin ser kirchnerista —tampoco anti-Kirchner—, y sin ser parte de un sindicato, organización política o clientela, recibió con impresión la muerte del ex presidente.
Más de 200 mil personas auto convocadas se acercaron a la Plaza de Mayo, donde una vez más — la última fue con la crisis del corralito— clases medias, populares y sindicales se reunieron sin mediar llamado. Se reunieron porque les importa. En el recuento de su paso por el poder, se manejan hipótesis que son desde sesgadas hasta directamente falsas, muchas sin dejar de ser machistas.
Se dice que Kirchner ejerció el poder de forma autoritaria e hipócrita, porque como peronista apoyó antes a Menem, y cuando en el poder lo traicionó a él y a la clase política que lo respaldó, como Eduardo Duhalde. Muchos parecen olvidar que Kirchner recibió un país en ruinas. Infinitamente más deteriorado, corrupto y desordenado que lo que recibió Vicente Fox en su momento, Néstor tuvo que sacar a su patria de una crisis abismal. Y no sólo lo logró, sino que relanzó la economía argentina como no se había visto hace mucho tiempo.
Enfrentó poderes como el FMI — ¿quién en Latinoamérica se había atrevido a eso?— y quizá más importante fue el primer presidente argentino en entrar en serio a desarmar la oligarquía militar golpista, que desde la dictadura se mantenía en la impunidad. Kirchner les quitó la inmunidad, los procesó, los jubiló, hizo lo que tuvo que hacer para que hoy el Ejército de Argentina no sea un poder siniestro y amenazante. ¡Videla está en prisión! ¿Qué gobernante chileno habría puesto tras las rejas a Pinochet? Sus avances en derechos humanos son incuestionables.
Dicen con total machismo que “puso a su esposa” de presidenta. Como si ella no tuviera carrera política propia. Como si los argentinos no votaran. Falso: Cristina podrá tener mil defectos, pero es una mujer dueña de su destino y con méritos innegables. Ella ganó la presidencia democráticamente, y más que eso: lo ha hecho con mucho valor. El discurso de que los medios son silenciados en el kirchnerismo es otra falsead. La ley de medios que logró aprobar es considerada por Naciones Unidas la más democrática de Latinoamérica, y su gran golpe fue para la plutocracia mediática. ¿Imaginan a un presidente mexicano que realmente ponga en cintura a Televisa y TV Azteca?
Kirchner traicionó a algunos, y aunque suene mal, eso está bien. Un gran líder tiene que saber traicionar a los grandes poderes para hacer las transformaciones necesarias. Kirchner tuvo que hacerlo y por eso pudo lograr lo que Barack Obama no ha podido hacer. Fue el primer presidente argentino en mucho tiempo que al irse no dejó un desastre, sino las bases para el progreso de la gente.
Me dice Loschi que “Los jóvenes, mi generación, volvimos a la política. Kirchner logró reinstalar el debate político en las casas, bares y calles. Después de 2001 toda mi generación adhería al (peligroso) discurso de “que se vayan todos”, que todos los políticos eran iguales, que daba lo mismo y que no teníamos salvación. Kirchner ilusionó a muchos jóvenes, hizo reaparecer un espacio político (el progresismo en serio) e impulsó ideas que parecían imposibles (renovación de la Corte Suprema, renegociación de la deuda externa, quitarse al FMI pagándole primero, nacionalización de aguas, algunos ferrocarriles y el correo, fin al punto final y obediencia de vida, juicio a los jerarcas militares, ley de matrimonio igualitario, ley de medios audiovisuales, ley fallida de aumento de las retenciones). “El mayor apoyo del kirchnerismo está en la juventud que volvió a militar, a hablar de política y a sentirse parte. Ese es el mayor legado, ahora hay tomas de posición, a favor o en contra, pero no apatía”.
Néstor Kirchner ha muerto, y la historia emitirá su juicio con el tiempo. El ajedrez político argentino ha cambiado por completo y el futuro es impredecible. Sin embargo, hoy me siento cerca de Argentina, porque lo controversial de Néstor no borra que hizo grandes cosas por su patria. Con el cariño que me une a esa patria, no puedo evitar tener una enorme solidaridad y querer decir, sin cinismo y sin pretensión, que viva la Argentina. Que viva.

Fuente: La Crónica de Hoy