miércoles, 15 de septiembre de 2010

Cox: ¿La Argentina seguirá siendo una democracia?

Si el actual Gobierno decide apropiarse de Clarín –como en su momento la dictadura militar avanzó sobre el diario La Opinión- mostrará que no valora la libertad de expresión, un derecho imprescindible para asegurar la supervivencia de todo sistema democrático
Por: Robert Cox
Durante la dictadura, un diario publicó casi todos los días una mordaz denuncia contra los presumidos oficiales militares que condujeron a Argentina a una larga noche de horror . Ese diario era Clarín . Era una denuncia sin palabras porque el periodista que daba testimonio de los males e imbecilidades del proceso era el dibujante del diario, Hermenegildo “Menchi” Sábat.
La palabra inglesa cartoonist no hace justicia al trabajo de Sábat. Se lo describiría mejor como un Daumier de nuestros días, el crítico social e ilustrador francés, o como el Goya de este país, a pesar de que su trabajo no está imbuido de la ferocidad que caracteriza a los dibujos del artista español. Día tras día, al igual que los artistas/dibujantes que lo precedieron, Sábat pone al descubierto a la gente que está en el poder.
Era especialmente peligroso trabajar en las décadas en que Argentina estaba envuelta en las garras del terrorismo . El general Carlos Suárez Mason, adecuadamente conocido como “El carnicero”, envió a Sábat una grabación con una amenaza de muerte con su propia voz porque no le gustaba la forma como lo dibujaba.
Con todo, en un espléndido giro irónico, el más malvado de todos los miembros de la Junta Militar, el almirante Emilio Massera, fue tan presumido como para no ver que Sábat lo había mostrado en un devastador dibujo que captaba la maldad del almirante así como su narcisismo. Massera hizo llegar el mensaje a Clarín de que quería ese original.
Quedé fascinado con el retrato que hizo Sábat del comandante en jefe de la Marina. Lo mostraba sonriéndole a su propia imagen en un espejo de mano. Cuando vi el dibujo en Clarín esa mañana, recuerdo haber pensado y temido que Menchi hubiera llegado esa vez demasiado lejos en la sátira de un hombre tan loco por el poder.
Gracias a Dios, el amor tan arrogante de Massera por sí mismo impidió que se diera cuenta de que Sábat lo había pinchado en la página al igual que un naturalista pincharía un insecto venenoso para ser visto como un espécimen.
Sábat fue muy valiente al someter al ridículo a presuntuosos gobernantes militares que tenían el poder de la vida y la muerte sobre todos los ciudadanos.
Esta es una de las formas como es posible mantener la decencia humana en tiempos de tiranía.
Durante una exposición de sus dibujos en una importante galería del centro de la ciudad, cuando los militares se encontraban en la cima de su poder, Sábat incluyó dos enormes lienzos titulados “Retrato oficial” y “Héroe del ejército”. Son pinturas de un gorila con una sonrisa burlona vestido con un espléndido uniforme militar y de un extraño animal que podría ser una cruza entre un pavo y un orangután, ataviado también con un uniforme del ejército.
Cuando vi las pinturas en la exposición contuve el aliento y recé para que “El carnicero” no visitara la galería y para que ninguno de los otros visitantes, la mayoría de los cuales disfrutaron seguramente de una risita silenciosa a expensas del represor régimen, informara a las autoridades sobre esta defensa de la democracia maravillosamente subversiva.
Clarín tuvo otro momento de resistencia épica cuando María Elena Walsh, que hablaba valientemente en contra de la censura que, según sus propias palabras, había convertido a la Argentina en un jardín de infantes, desafió a la dictadura.
Su grito de dolor por la destrucción de la cultura argentina fue publicado en el suplemento cultural y fue como si una luz brillante hubiera horadado la penumbra.
Nosotros, los demócratas, ansiosos por aprovechar cualquier señal de resistencia para lo que sabíamos por entonces que era nazismo, o debiéramos haber sabido, bendecimos su corazón.
Menciono estos dos momentos de gloria en la historia de Clarín por razones personales.
Menchi Sábat es y fue un muy buen amigo durante cerca de medio siglo. La adorable María Elena es la estrecha amiga que nunca conocí, cuyas canciones, cuentos y arte como intérprete cautivaron a mi esposa, nuestros hijos, nuestros nietos y a mí personalmente durante más de 50 años.
Menchi y María Elena simbolizan para mí el aporte a la Argentina que una cantidad incontable de periodistas hicieron y hacen al escribir para Clarín , el más importante diario del país en términos de circulación.
El trabajo de Sábat y el gran gesto en defensa de la libertad hecho por María Elena Walsh hace cerca de 33 años adquieren hoy un nuevo significado en momentos en que Clarín es atacado.
Creo que es mi deber defender a Clarín tal como lo hicieron otros periodistas, en especial, Jorge Fontevecchia, editor de Perfil, una editorial rival. Lo hago por la misma razón por la que creí era necesario salir en defensa de Jacobo Timerman cuando fue calumniado y difamado, algo que muchas veces pensé debe haberle dolido más que las torturas que soportó en una de las cárceles clandestinas de los militares.
Timerman no era impecable. Él mismo admitió para su propia vergüenza haber complotado con los militares para derrocar al menos a uno, o dos o más gobiernos civiles.
La Opinión, el gran diario que fundó en su momento, fue financiado por David Graiver, un oscuro financista que contaba entre sus clientes a Montoneros, la organización guerrillera que también llevó a cabo algunas acciones terroristas contra la población civil.
Hay que decir en su favor que Timerman era un hombre sumamente generoso. Como empresario fue un genio que ayudó a llevar al periodismo argentino hasta el corazón de los medios modernos. Se enemistó con los militares, probablemente más por ser judío que por cualquier otro motivo, y fue tratado vergonzosamente. Fue injustamente encarcelado, privado de su ciudadanía y enviado al exilio. Tuvo suerte de escapar con vida porque los militares querían silenciarlo.
El Gobierno se hizo cargo de La Opinión.
La pregunta hoy es si Clarín y La Nación enfrentan la misma amenaza. La acusación contra Clarín es que, en sociedad con La Nación , aprovechó la situación de 1976, cuando Graiver murió en un accidente aéreo en México, para adquirir Papel Prensa, el fabricante de papel del país más importante, el único virtualmente.
La adquisición de la mayoría de acciones de Papel Prensa por parte de Clarín , La Nación y La Razón (cuyas acciones fueron luego compradas por Clarín ) junto con el Gobierno nacional fue algo en mi opinión muy deshonesto -entonces y ahora-. En mi opinión, la deshonestidad fue especialmente marcada en el caso de La Nación , que siempre se enorgulleció de su independencia.
Durante más años de los que recuerdo, la sociedad de ambos diarios en asociación con el Estado fue ferozmente criticada por la mayoría de los miembros de la Sociedad Interamericana de Prensa como totalmente sin escrúpulos y como una competencia injusta para los otros diarios argentinos. Recuerdo haber destacado durante una reunión de la SIP que en el caso de La Nación era como si el Vaticano decidiera abrir una clínica para abortos.
Se podrá pensar que una disputa de 33 años de antigüedad por una empresa de papel no es noticia hoy.
Muchas veces me pregunté, mientras se libraba este Guerra de Medios sobre el tema, qué piensa el hombre y la mujer de la calle sobre todo esto .
Lo que creo es que todo esto tiene que ver con si Argentina seguirá siendo una democracia . Si el Gobierno se hace cargo de Clarín , que parece correr el mayor peligro, como ocurrió con La Opinión , ello indicará que el actual gobierno no respeta la libertad de expresión , que resulta vital para una democracia saludable .
Como Clarín forma parte de un grupo mediático dueño de importantes canales de TV y otras empresas de comunicación, la amenaza no está confinada al diario . Una regulación del Gobierno ya ordenó a una empresa de Clarín , Fibertel, acusada de operar sin licencia luego de una fusión con Cablevisión, cerrar dentro de 90 días.
El Grupo Clarín enfrenta un futuro incierto si el Gobierno sigue amenazando con hacerse cargo , lo que afectaría al principal canal de TV del país, el 13, y a TN, el principal canal de noticias, así como a muchos diarios y emisoras de radio y televisión que pertenecen al Grupo en forma total o parcial.
Son temas serios los que están en juego aquí, que van más allá del debate sobre la recientemente promulgada Ley de Medios, que impone límites a la propiedad de los medios, y de la polémica sobre el papel y la propiedad de Papel Prensa.
En el momento en que el gobierno militar dio su aprobación para la compra de Papel Prensa pensé que era un soborno para que los tres diarios garantizaran su cooperación en el encubrimiento del plan de los militares de exterminar a todo aquel considerado “subversivo” haciéndolo “desaparecer”.
En otras palabras, todo aquel contrario a los militares corría el riesgo de ser secuestrado, torturado de forma rutinaria y asesinado luego. Los cuerpos debían ser hechos desaparecer por distintos medios. El objetivo era no dejar huellas de los restos humanos.
La adquisición de Papel Prensa es obviamente una cuestión que debieran decidir los tribunales . Lamentablemente, en su discurso al país sobre el tema de Papel Prensa, la presidenta Cristina Fernández de Kirchner sugirió que, de algún modo, Clarín y La Nación eran responsables del secuestro y tortura de Lidia Papaleo, la viuda de Graiver, que fue secuestrada por los militares y retenida en una cárcel clandestina después de firmar los papeles que transferían sus acciones en Papel Prensa a los diarios.
Lidia Papaleo contó cómo fue torturada y violada y contó también su sufrimiento, en detalle, por primera vez en más de 30 años. Dice que hasta ahora no se había sentido segura de hacerlo. El secuestro de Lidia Papaleo, la familia Graiver y sus socios fue algo conocido por mí en líneas generales en su momento.
Pero fue recién cuando regresé a Argentina dos meses atrás, cuando me enteré de las barbaridades infligidas a Lidia Papaleo a través de una declaración que ella hizo durante una reunión del directorio de Papel Prensa, que no fue debidamente informada por La Nación y, por lo que sé, tampoco reproducida por Clarín . Ella difundió luego una carta detallada contando todo lo que tuvo que vivir.
Me sentí indignado, al igual que cualquier persona decente, por la crueldad que sufrió a manos de los militares y por la duración de su encarcelamiento. De todos modos, no creo que el CEO de Clarín, Héctor Magnetto, ni el editor de La Nación, Bartolomé Mitre, puedan ser vistos como responsables, en forma alguna, por las depravadas acciones de los torturadores de Lidia Papaleo .
Sí, debiéramos estar indignados por lo que sabemos sobre su sufrimiento. Pero debiéramos sentirnos casi igualmente indignados si la ley es pisoteada para apropiarse de Clarín o para intimidar a La Nación , como ocurrió cuando los militares se hicieron cargo de La Opinión .
Si fueran silenciados como lo fueron casi todos los medios durante la dictadura militar, estaríamos siendo testigos de una grave pérdida de libertad .
George Orwell debiera estar vivo y viviendo en Argentina en este momento para que pudiera advertir, una vez más, sobre el peligro que plantea para la democracia un autoritarismo de izquierda.

Traducción de Silvia Simonetti
Fuente: Diario Clarín, Vía Buenos Aires Herald