domingo, 20 de junio de 2010

Medios "independientes" vs. Medios Gubernamentales

Clarín contraataca, sin firmas, contra los medios de Sergio Szpolski y los programas de Diego Gvirtz. En el Diario "Miradas al Sur" Eduardo Anguita sostiene la versión de que Ernestina Herrera de Noble lleva más de un mes fuera del país, se fue rumbo a Uruguay y planea partir hacia USA. Fontevecchia le responde a Timerman que lo atacó desde la Veintitres, de Sergio Szpolski, y le recuerda su pasado como columnista de la Revista Noticias (benévolo, omite recordar que el nuevo Canciller fue el editor de "La Tarde" en plean dictadura). En medio de tanta guerra cruzada, uno se pregunta ¿donde estaban antes? Gvirtz ejercía una propuesta de análisis crítico del poder. Szpolski quebraba el banco Patricios (la imagen del banco era Mirtha Legrand, "Este es mi banco", decía) y fundía Infoisic dejando una gran cantidad de laburantes en la calle. Clarín es así desde toda la vida (leer la "Noble Ernestina" y buscar en la web pedazos del libro de Guillermo Patricio Kelly que en los ´90 hablaba de los hijos de Ernestina). Y Fontevecchia es así desde siempre. Hay que reconocerle que es uno de las empresas de medios que menos recibió del estado, sea en publicidad oficial, medios electrónicos, papel, etc...

El Gobierno financia una red enorme de prensa adicta

El kirchnerismo no cree en la prensa. Cree en la prensa kirchnerista, que no es lo mismo. Y lo que no esté encuadrado en el estrecho límite de esa definición política, merece el desprecio y, de ser posible, el ataque y la condena. Es una concepción del periodismo que reconoce en el país antecedentes amargos.
El Gobierno, que no reconoce realidades que le disgustan, trata de construir una realidad virtual para la gente.
Y lo hace usufructuando recursos públicos: utiliza los medios del Estado como si fueran propios y el dinero de los ciudadanos para financiar diarios, revistas, programas de radio y de TV, productoras de contenidos y sitios de Internet y blogs adictos. El mensaje se articula en forma permanente con las necesidades del Gobierno y con los discursos de sus principales dirigentes, que parecen fijar un libreto previo respetado con rigurosa fidelidad por la prensa obediente.
En tiempos democráticos jamás se había usado toda la potencia del aparato estatal y paraestatal operando en conjunto como propaganda y para acallar a la vez voces disidentes. Es una estructura gigantesca de medios que se ensancha y dispersa difamaciones para opositores y periodistas críticos.
El pasado 7 de junio, en lo que se pensaba eran las vísperas del fallo de la Corte sobre la Ley de Medios que se dictó una semana después, la agencia oficial TelAm despachó un cable en el que el titular de la Autoridad Federal de Medios, Gabriel Mariotto, presionó al Tribunal para que adelantara su sentencia: “Estamos esperando con mucha ansiedad el fallo”, dijo desde Mendoza. Al día siguiente, el diario “Tiempo Argentino”, propiedad del empresario Sergio Szpolski, volvió a presionar a los jueces: “La Corte tiene todo listo para liberar la aplicación de la Ley de Medios”, se leía en la página 3. Y a modo de descarada insinuación hacia la Corte, el articulista afirmaba: “Dentro del máximo tribunal se especuló con la posibilidad de anunciar el fallo esta misma tarde (…)”. Ese mismo día el ex presidente Néstor Kirchner reiteraba casi con las mismas palabras de Mariotto que “esperamos con ansiedad” el fallo.
La presión sobre la Corte se había desatado días antes. En mayo, un semanario kirchnerista celebró su segundo aniversario con “Una mesa debate por la Ley de Medios”, según tituló el diario gratuito “El Argentino”, perteneciente también a Szpolski. La nota estaba ilustrada por una foto del panel: Eduardo Anguita, director del semanario homenajeado, “Miradas al Sur”; la directora de Radio Nacional, María Seoane; el diputado Martín Sabatella, que trabaja para el kirchnerismo y, extrañamente, el juez de la Corte Eugenio Zaffaroni, quien se supone estaba analizando por esos días su fallo sobre la ley que era motivo de debate. Luego, el 1 de junio, el flamante diario kirchnerista “Tiempo…” anunció, casi palabra por palabra, el dictamen del Procurador General de la Nación, Esteban Righi, favorable a la apelación a la ley de medios.
Operaciones de prensa así son cosa de todos los días. En el programa “6, 7, 8”, que se emite por la emisora oficial Canal 7, sus panelistas hilvanaron a su antojo las críticas a la Presidente por su falta de decisión en poner fin al corte del puente internacional en Gualeguaychú, con “un deseo de los grandes medios de que el Gobierno reprima”. No vacilaron en caer en el disparate de señalar que “buena parte del periodismo necesita una hecatombe para ver si se cae otro gobierno democrático y la Ley de Medios no se sanciona”.
El terrorismo verbal con el que el kirchnerismo necesita reescribir la historia que no alcanza a protagonizar, lleva a que la prensa oficial adopte los mismos métodos y lenguaje que, afirma, emplean los medios a los que critica.
Para condenar a lo que llama “monopolios mediáticos”, el kirchnerismo armó otro monopolio con el que usa y premia a empresarios y periodistas adictos, que renuncian al mandato de informar objetivamente. Y pese a todo el dinero que recibe, mantiene un nivel bajísimo de aceptación ciudadana. En 2009, el grupo de medios de Szpolski concentró, con 42,6 millones de pesos, el 19,3 por ciento de toda la pauta que el Estado distribuyó entre los medios gráficos. No se cuenta en ese porcentaje los avisos pautados en “Tiempo Argentino”, una especie de “6, 7, 8” gráfico que al momento del análisis no había salido a la calle.
Canal 7 fue la plataforma de lanzamiento de “Tiempo” con varios spots publicitarios al día, seguidos, a otras horas, por otra publicidad del grupo Szpolski, la revista XXIII. A principios de 2007, Szpolski compró el diario “Infobae” a Daniel Hadad, de quien era socio minoritario desde 2004. Lo rebautizó “BAE -Buenos Aires Económico”. En 2006, “BAE”, que tenía un promedio de tirada diaria de 2.035 ejemplares, recibió 1,18 millones de pesos en pauta publicitaria estatal, que se incrementó a 3,96 millones en 2007, a 4,73 millones al año siguiente y a 6,08 millones en 2009. En ese mismo lapso, el diario “Crítica de la Argentina”, con una postura editorial distinta, recibía 2 millones de pesos, pese a que cuadruplicaba con 9.300 ejemplares la tirada de BAE.
El diario “Página 12”, que asumió un kirchnerismo explícito, recibió en 2009 como pauta publicitaria estatal 42,6 millones de pesos, para una tirada de 12.800 ejemplares diarios. En ese lapso, Clarín recibió 40,3 millones de pesos (348.700 ejemplares diarios) y La Nación 18,6 millones (150.900 ejemplares por día).
En los programas de televisión de militancia kirchnerista también se aplican los mismos métodos que, según afirman sus conductores, emplean otros medios y que el kirchnerismo critica con fervor. En especial en “6, 7, 8”, “Duro de domar” y “TVR”, producidos por el empresario Diego Gvirtz. En los tres programas se hace gala de un “pluralismo” y una multiplicidad de pensamientos que cuesta ver plasmados en las emisiones de los tres programas: en ninguno de ellos se ha visto o escuchado nunca la voz de un opositor al Gobierno o una crítica a la gestión de la Presidenta.
“El programa se orientó hacia una radicalización que no comparto. Yo tengo una manera de analizar la realidad que integra e involucra dudas. Y en ‘6, 7, 8’ no había mucho lugar para dudar”, reveló a la revista “Noticias” María Julia Oliván, conductora del programa hasta que decidió abandonar: “Lo discutía con Gvirtz: en Clarín salen oficialistas, pero a ‘6, 7, 8’ no van opositores. No me parecía justo. (…) No coincido con que los periodistas son todos títeres de los medios, porque eso me haría un títere también”.
Al menos cuatro panelistas del programa “Duro de domar” tuvieron problemas por no enfocar al pie de la letra los deseos de la producción, que los invita a decir “lo que piensan”, pero adopta medidas drásticas cuando eso sucede. “Siempre cumplí con la productora. Cuando me contrataron, me dijeron que no iba a tener una bajada de línea editorial. Gvirtz me incentivaba a opinar y ahora no entiendo por qué me saca”, dijo a la revista “Noticias” Jazmín de Grazia, que sospecha fue expulsada del programa que conduce Daniel Tognetti por haberse enfrentado al jefe del Gabinete, Aníbal Fernández, a cargo ahora del reparto de los millones de la publicidad oficial.
En los programas de la prensa adicta la oposición es ridiculizada, humillada, agredida bajo la pátina de un humor dudoso y sin que tengan una mínima posibilidad de ejercer su defensa.
En vísperas del Mundial de Fútbol de Sudáfrica, la particular visión del periodismo que tiene el kirchnerismo quedó patentizada en los programas de televisión afines al Gobierno. En “6, 7, 8” se dijo que había dos sectores del periodismo: uno era el que estaba “junto a Fútbol para todos”; el otro, el resto de la prensa argentina. Los miembros del panel teorizaron sobre la idea de que hay un sector de la prensa que aspira a que el seleccionado argentino pierda en Sudáfrica, “porque si gana la selección, gana Kirchner”. La posta fue rápidamente recogida por Tognetti, que cargó contra algunas críticas de la prensa hacia los jugadores de Maradona, para acusar “al monopolio Clarín” de ir contra la Selección.
El escándalo desatado por los “barrabravas” en Sudáfrica, incluidos los violentos enviados por el kirchnerismo y que fueron deportados de ese país, desató en la prensa adicta una visión piadosa sobre el drama de la violencia en el fútbol. En un país en el que, a causa de la violencia, el público común casi no puede ir a las canchas, el papelón de los “barrabravas” en Sudáfrica fue minimizado por la prensa kirchnerista.
La segunda banalización del drama quedó en manos del relator deportivo Víctor Hugo Morales, devenido en locutor oficial, que afirmó que siempre hubo barras bravas y que si ahora se denuncia es “porque mafiosos periodistas” habían dejado de “proteger” al titular de la AFA, Julio Grondona.
El pasado domingo, la conducción de “6, 7, 8” cerró el programa con un untuoso elogio mutuo entre los tres programas de la productora de Gvirtz. Dijo el conductor, en referencia a “6, 7, 8”, a “Duro de domar” y a “TVR”: “El tanque (sonrisas) saluda a los tanquecitos”. Toda una alegoría militarista que define a quienes la emplean.
Tan grave como esta concentración de medios oficiales es la metodología del escrache contra la prensa. Y la inacción oficial ante esos ataques, cuando no la justificación indirecta: el propio Mariotto los asoció a la “libertad de expresión”. No hace falta explicar que es exactamente al revés: si hay algo que buscan es bloquear la palabra de los periodistas.
Son todos actos inadmisibles bajo cualquier gobierno democrático, como el simulacro de enjuiciamiento público en la plaza de Mayo. La falta de condena del Gobierno a las agresiones dice mucho sobre lo que piensa. A fines de marzo fue atacada en Caleta Olivia la periodista Adela Gómez, a quien le incendiaron su auto como advertencia. Todavía el Gobierno no se enteró.
Fuente: Diario Clarín

NdE: El mayor operador de la prensa nacional intenta colocar en el mismo rango a Víctor Hugo Morales y omite en la lista de medios "K", como gusta citar, a Daniel Hadad. Será porque en Radio 10 no se puede hablar del tema de los hijos adoptivos de Herrera de Noble?: "No toco ese tema por una cuestión de obediencia debida. Esta empresa de medios en la que trabajo tomó la decisión correcta o incorrecta, el tiempo lo dirá, de no tocar este polémico y dramático caso hasta tanto no se conozco el resultado de la pericia que va a determinar si los jóvenes son o no hijos de desaparecidos" sostuvo Oscar González Oro ¿Devolución de favores?

Szpolski, el “socio” dilecto de los K
Después de su paso por el Banco Patricios, que terminó en una sonada quiebra, y su polémica actuación en la DAIA, el empresario Sergio Szpolski se convirtió en muy poco tiempo en la cabeza visible del principal grupo de medios del kirchnerismo
Sus empresas no funcionan como medios de comunicación: tienen diferentes razones sociales, nombres e integrantes. Szpolski inició su carrera en los medios en 2002, cuando creó Periodismo Universitario, que editaba el diario “La U”.
En 2004, ya bajo el gobierno de Kirchner, compró la revista de “Veintitrés”. Luego lanzó “Veintitrés internacional”. Ese año se quedó con la agencia “Infosic”, que luego quebró e ingresó como socio de Daniel Hadad en “Infobae”.
Adquirió ese diario en enero de 2007, cuando pasó a denominarse Buenos Aires Económico.
A fines de 2007, Szpolski compró el “Buenos Aires Herald” que luego transfirió a los nuevos dueños de “Ámbito Financiero”.
En marzo de 2008 lanzó en La Plata el diario “Diagonales” y el semanario “Miradas al Sur”. Dos meses después sacó el diario gratuito “El Argentino”.
En noviembre de 2008 la empresa “Electroingeniería” compró Radio del Plata y puso a Szpolski como su director comercial.
En febrero de 2009 adquirió Radio América y FM Aspen. Este año sacó otro diario, “Tiempo Argentino”, y la edición local de la revista “Lonely Planet”.
Además, creó “La Gaceta del Cielo”, para distribuirla en los aviones de Aerolíneas Argentinas luego de que la empresa fuera estatizada y se asoció a la edición internacional de la revista “Newsweek” y edita la revista “Siete Días”.
Fuente: Diario Clarín

Investigación: Editorial Perfil, Clarín, La Nación y el caso Graiver
El silencio cómplice
Exclusiva. En junio del ’83, a cuatro meses de las elecciones, Camps expuso sus “ideas” en La Semana. Cómo callaron el secuestro y la tortura de los dueños de Papel Prensa. El anticipo del libro y las tapas que la editorial de los Fontevecchia le dio al represor Camps
Por: Carlos Romero y Jorge Repiso
En las últimas semanas, varios artículos periodísticos aportaron valiosas revelaciones de la historia silenciada de Papel Prensa en dictadura. Estas propias líneas se suman a la misma búsqueda. Bienvenido sea lo que hoy pueda escribirse sobre esa trama de torturas, negociados y complicidades. Ayuda a compensar todo lo que se acalló, todo lo que se tapó, cuando la Junta Militar y sus socios civiles de la prensa local coordinaban fuerzas para quedarse con el estratégico monopolio del papel. Una conveniente cortina de plomo que se mantuvo aun hasta los últimos días del régimen, cuando un sector del periodismo seguía ocultando la persecución y el tormento padecido por la familia Graiver, ex dueños de Papel Prensa, a quienes el aparato represivo convirtió en una de sus presas favoritas. El “cazador” de los Graiver y sus allegados fue el represor Ramón Camps, quien en dictadura tuvo una tribuna de privilegio en la revista La Semana, de Editorial Perfil.
En las páginas de ese magazine semanal, cuya continuidad en 1989 fue Noticias de la Semana, Camps dio dos entrevistas exclusivas, marcadas por el tono distendido y la gran empatía con su entrevistador, y donde el general presentó un adelanto de su libro El poder en la sombra, sobre “el caso Graiver”. En esas paginas ventiló las “confesiones” que había obtenido en los centros clandestinos de detención y las mesas de metal en donde sus hombres aplicaban picana eléctrica a los familiares, socios y allegados al banquero fallecido David Graiver. En un ida y vuelta sin preguntas molestas, Camps agitó el fantasma del regreso de la “subversión”, advirtió sobre una posible “guerra permanente”, se postuló como la solución a las divisiones políticas del país, atacó a las Madres de Plaza de Mayo y al Premio Nobel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel, y sostuvo que “a veces es sobre la sangre sobre la que se edifican los grandes éxitos”.
Los reportajes no fueron hechos en los primeros y más oscuros años del terrorismo de Estado, cuando Camps era jefe de la Policía Bonaerense y junto a su mano derecha, Miguel Etchecolatz, disponían de la vida de miles de civiles. Fueron a principios de junio de 1983, cuando la dictadura estaba en retirada, jaqueada por la crisis económica, el descrédito y las denuncias de centros clandestinos y desapariciones. Cuando el militar fue convocado para que se explayara en su “investigación” sobre los Graiver y otros empresarios judíos, apenas faltaban cuatro meses para las elecciones democráticas que llevarían a Raúl Alfonsín a la presidencia. Fue en ese escenario que Camps, uno de los personajes más macabros de la historia argentina, que dos años antes había sido denunciado ante todo el mundo por el periodista Jacobo Timerman, a quien sometió a terribles tormentos en el “chupadero” de Puesto Vasco, le contó su “verdad” –y en exclusiva– a la prensa.
Papel picado. En uno de esos artículos, el militar hizo explícita su mirada sobre la operación por la que tres diarios, en sociedad con las tres armas, se quedaron con Papel Prensa. “Los compradores –me refiero a Clarín, La Nación y La Prensa– lo hicieron de buena fe, incluso fue un buen negocio para Graiver”, dijo Camps, en sintonía con el discurso oficial de los medios.
Varios años antes, entre marzo y abril de 1977, mientras los integrantes del grupo Graiver, los mayores accionistas de Papel Prensa, eran secuestrados y sometidos a tormentos, los diarios Clarín, La Nación y La Razón, asociados en la empresa Fapel SA, mostraban en sus portadas las virtudes industrialistas de la dictadura miliar y anticipaban los beneficios que reportaría para el país la puesta en funciones de la planta ubicada en San Pedro, que sería inaugurada el 27 de septiembre de 1978 en un brindis que contó con la presencia de Jorge Rafael Videla y otros jerarcas militares.
Fuente: Revista Veintitrés

La dueña de Clarín se fue del país: un viaje de ida
Tras una búsqueda de información precisa, dados los rumores existentes, Miradas al Sur constató que Ernestina Herrera de Noble se fue sigilosamente de la Argentina el 3 de mayo, con destino a Uruguay. Fuentes de Migraciones de ese país confirmaron asimismo que dos días después la directora de Clarín partió a los Estados Unidos
Por: Eduardo Anguita / eanguita@miradasalsur.com
El lunes 3 de mayo, Clarín titulaba: “Quieren investigar en Diputados las denuncias de coimas” y decía que “la oposición” impulsaba la creación de una bicameral para saber si los empresarios tenían que pagar “retornos” por el comercio con Venezuela. Esa tapa era parte de la campaña sistemática para limar al gobierno nacional, pero la primicia brindada quedó en agua de borrajas y se fue diluyendo, como muchas otras sospechas convertidas en la principal agenda periodística del diario de mayor tirada del país. Ese mismo día, fue el elegido por la directora y accionista mayoritaria del grupo monopólico para subirse a un avión con destino a Uruguay. Esa información, corroborada por fuentes del vecino país, en cambio, fue celosamente guardada. Dos días después, el miércoles 5 de mayo, Clarín titulaba “Ignoraron alertas oficiales por compras a Caracas” y hacía referencia a que la Sindicatura y la Auditoría habían advertido que “faltaban controles” en la compra de combustible a Venezuela. Una vez más, el diario que pregona el periodismo independiente tergiversaba los hechos para sembrar sospechas sobre el Ejecutivo. Ese miércoles, desde el aeropuerto de Carrasco, Montevideo, Ernestina Herrera de Noble emprendía la nueva y, aparentemente definitiva escala de su viaje: los Estados Unidos de Norteamérica. Esa información, hasta ahora, es celosamente guardada por los directivos y principales espadas periodísticas del multimedio.
Esta vez, la bestialización del gobierno venezolano tiene un doble objetivo: no sólo pretende asustar a las clases medias con que kirchnerismo es igual a chavismo, sino que pretende iniciar una campaña de victimización de Ernestina Herrera de Noble como una perseguida política de las autoridades argentinas por ser la imagen y la historia de la libertad de expresión en la Argentina. Ella, al frente de una empresa exitosa, resulta un escollo para los nefastos objetivos K. Así se bajan los sumarios, los títulos y las orientaciones editoriales. Así arengan los directivos a los empleados del grupo. Así trabajan con algunos corresponsales extranjeros en la Argentina a los que pretenden separar de la asociación que los nuclea, incluso proponiéndoles que pongan su sede en el edificio de AdEPA (Asociación de Empresarios Periodísticos de la Argentina) y operan para que los despachos periodísticos se sumen a la supuesta cruzada contra la libertad de expresión en Argentina.
La cruda realidad es que el viaje de Ernestina Herrera de Noble fue planeado como una jugada de ajedrez. La semana anterior, era inminente que el análisis de las muestras genéticas de Felipe y Marcela Noble Herrera, sus hijos adoptados irregularmente, avanzaba después de ocho años de frenos. Entonces, la directora de Clarín, el CEO del grupo, Héctor Magnetto, y sus abogados, convinieron en que ellos firmaran una solicitada y luego se presentaran en un video cuyos textos fueron escritos por un ejecutivo de la segunda línea del grupo y mejorados por la agencia publicitaria de Carlos Souto. Felipe y Marcela eran expuestos públicamente y su madre preparaba las valijas para un viaje que no tiene fecha cierta de regreso. Sencillamente porque los asesores letrados de la directora de Clarín advirtieron hace tiempo que, de comprobarse que Felipe o Marcela –alguno de los dos o ambos– resultaran hijos de desaparecidos, el procesamiento de Ernestina es irremediable. Todas las causas tramitadas en los juzgados federales por apropiación ilegal de hijos de desaparecidos resultaron con la incriminación de los apropiadores y, en la mayoría de los casos, con condenas firmes.
Desconcierto. Ante los rumores de que quien dirige el diario desde hace 42 años se había ausentado de la Argentina, el hermetismo empresarial es completo. “No preguntes por teléfono esas cosas” o “¿Quién fue que te lo dijo?”, fueron algunas de las respuestas recibidas por periodistas sumamente preocupados por el lugar y el momento en el que deben ejercer su profesión. El desconcierto no se debe sólo a que hace 48 días que Ernestina Herrera de Noble no está en el país sino por los evidentes motivos de su viaje. Quienes escriben en Clarín, o tienen programas en Radio Mitre, Canal 13, TN o muchos otros medios del grupo, se plantean un gran dilema ético. La tarea periodística consiste, básicamente, en proveerse de información para buscar y preservar la verdad para luego transmitirla de una manera clara y accesible para los lectores o audiencias. En su condición de trabajadores rentados por una empresa, los periodistas no tienen responsabilidad de los negocios de los empresarios. Hasta aquí las generales de la ley. Lo que sucede con el Grupo Clarín es diferente. Desde hace muchos años, sus trabajadores saben que la dueña adoptó irregularmente a sus dos hijos. También saben de los esfuerzos de sus ejecutivos por frenar la identificación biológica de ellos. Y ahora saben, o al menos se enterarán por este artículo, que Ernestina Herrera de Noble, ante la inminencia de los resultados en el Banco Nacional de Datos Genéticos, eligió irse subrepticiamente de la Argentina.
Si la Justicia la requiere, ¿qué hará Ernestina? Es decir, si resulta ser que Felipe o Marcela son hijos de desaparecidos, ¿la directora de Clarín asumirá las consecuencias jurídicas que sobrevendrán o se quedará en el exterior y dirá que hay una persecución política contra ella?
Todas esas preguntas remiten a que no es lo mismo para un periodista del grupo estar en una empresa que tiene posiciones económicas privilegiadas a saber que se trabaja en una compañía cuya directiva máxima puede estar implicada en delitos graves en materia de violación de derechos humanos.
En estos últimos dos años hubo muchos directivos –y también periodistas– del Grupo que repetían ese mito de que nadie soporta tres tapas de Clarín. Es oportuno preguntarles a esos directivos o periodistas si recuerdan cuál fue la tapa de ese diario el domingo 19 de diciembre de 1977, por citar una de las tantas tapas de alistamiento compulsivo a la ideología y las prácticas de la dictadura. Entre la noche del viernes 17 y el sábado 18, un grupo de tareas había secuestrado a las monjas francesas Alice Domon y Léonie Duquet ocurrido entre el 17 y el 18 de diciembre de 1977, diez días después de que otro grupo, al mando de Alfredo Astiz, hiciera lo propio con las madres de Plaza de Mayo Azucena Villaflor, Mary Ponce y Esther Balestrino de Careaga en la iglesia de la Santa Cruz.
“Los montoneros secuestran a las religiosas francesas” fue el título y, en las páginas interiores, el diario reproducía un parte del Comando de Zona 1 del Ejército, por el cual “los subversivos” habían hecho llegar un comunicado donde imponían cuatro condiciones para liberarlas: “1) Obtener de la Iglesia Católica un documento de repudio al Gobierno. 2) Obtener del gobierno francés una declaración de igual tenor y la concesión de asilo a los perseguidos políticos. 3) Obtener de la Junta Militar un documento para conocimiento de la opinión pública internacional y de la ONU de la situación de los detenidos y/o desaparecidos. 4) Obtener la libertad de 21 delincuentes subversivos”. Tan sumisos eran los directivos y editores de entonces que no se extrañaron que los supuestos montoneros llamaran “delincuentes subversivos” a sus compañeros presos. Ni entonces, ni ahora, entre los periodistas y editores del Grupo se planteó una discusión –y una toma de posición- respecto de los motivos por los cuales las páginas de ese diario estaban manchadas de sangre y plagadas de mentiras. Pasados 33 años de aquella y tantas otras tapas, parece tiempo de hablar sobre qué es hacer periodismo y qué es trabajar en el Grupo Clarín.
Fuente: Miradas al Sur

Ahora lo entiendo
Por: Héctor Timerman
Unos meses antes del fin de la dictadura mi padre y yo aceptamos una invitación a almorzar de Jorge Fontevecchia. Cuando salimos del restaurante, cerca de la Quinta Avenida en Nueva York, comentamos lo llamativo que fue un almuerzo en el cual Jorge nos contó que manejaba sus medios por teléfono, que buscaba la forma de comercializar sus revistas sin la intermediación del quiosquero y que estaba ansioso por volver al país. Fue, como dije, un almuerzo llamativo porque sus comentarios no coincidían con el habitual diálogo entre tres exiliados. Jorge no había hecho ninguna denuncia pública, no se había acercado a los organismos que denunciaban la dictadura y tampoco se había conectado con los círculos de exiliados que existían en Nueva York. Sólo quería hablar de negocios.
Ahora entiendo su conducta. Nunca supe hasta hoy que en sus revistas la apología del genocidio llegó hasta el final, aún más que la de cualquier otro medio. Cuando si se hacía era por convicción. Ni por miedo ni por censura, por convicción.
Leyendo y releyendo este documento de la complicidad periodística es difícil decidir quién defendía más los crímenes de la dictadura, si el periodista o su entrevistado, el asesino Ramón Camps. Con esas preguntas las respuestas de Camps no son necesarias para hacer la apología del genocidio.
La revista cree que Graiver, Timerman y Gelbard forman parte de “uno de los más tenebrosos affaires de la vida argentina”. Después de leer el libro de Camps, al redactor le “queda la sensación de que el problema y las conexiones de la subversión con las altas finanzas nacionales no ha terminado”. Vuelve el redactor a insistir en que “algo más poderoso que el aparato militar de la subversión está latente”. Todo esto en 1983. Cuando el país ya vislumbraba la democracia, cuando comenzaban a volver los exiliados y todos, muchos con temor, hablaban de los desaparecidos.
Pobre Jorge Fontevecchia, tantos años intentando crearse una imagen notoria cuando es, simplemente, el último alcahuete de Ramón Camps.
Fuente: Revista Veintitrés

...Y llegó a canciller 
Por: Jorge Fontevecchia
Héctor Timerman contra Perfil. En una nota de tapa de la revista Veintitrés, el ahora ministro acusó duramente a las publicaciones y al director de Perfil
“Cada vez hace más méritos para llegar a canciller”, me dije el jueves pasado cuando leí la columna de Héctor Timerman (ver recuadro, página siguiente), dentro de la nota de tapa de la revista Veintitrés en la que estrambóticamente se me incluye en la trama de Papel Prensa por un reportaje al ex general Camps, donde el ex represor se refirió a los Graiver y la papelera que hoy es de Clarín, La Nación y el Estado nacional, publicado en la revista La Semana, de Editorial Perfil, en junio de 1983, mientras –nada menos– yo vivía en el exilio y a disposición del Poder Ejecutivo Nacional acusado de traición a la patria.
Pero no imaginé que lo lograría tan rápido y, al día siguiente, mi respuesta ya no estaría dirigida al embajador sino al canciller que devino. El mal de amores entre su predecesor, Jorge Taiana, y la Presidenta viene desde el comienzo de su mandato. El 15 de marzo de 2008 el título principal de la tapa de Perfil decía: “Sin apoyo de Cristina, tambalea Taiana y Alberto Fernández copó la Cancillería”, cuando, previo a la crisis del campo, el puesto de vicecanciller fue ocupado por un hombre del ex jefe de Gabinete.
Timerman, quien siempre se caracterizó por su devoción cristinista, trabajó con dedicación y paciencia para ser designado ministro. Primero llegó su ascenso de cónsul en Nueva York a embajador en Washington, junto con la asunción de Cristina en diciembre de 2007. Y cuando el Gobierno decidió concederle al Grupo Clarín el carácter de principal enemigo, Héctor Timerman encontró en el papel de ariete antimedios su camino al estrellato. Cumpliendo el alineamiento acrítico con los deseos de los Kirchner, se metió en todo lo que pudo: Papel Prensa, la filiación de los hijos adoptivos de la dueña de Clarín, la Ley de Medios y la participación del periodismo durante la dictadura.
Fue una posición extraña para un embajador en Estados Unidos, que en lugar de concentrarse en sus importantes tareas en Washington, se dedicó más a ser vocero de la política de comunicación oficial que el propio subsecretario de Medios, Gabriel Mariotto.
Si a Timerman lo hubiera guiado su condición de periodista a participar más activamente en el tema, habría hecho un gran aporte ayudando al kirchnerismo a no ser tan brutal y obvio. Pero el matrimonio presidencial eyecta a los funcionarios que entienden la lealtad como la responsabilidad de alertar a sus superiores de sus errores. Y Timerman parece comprender perfectamente la lógica oficial, donde no importa que la materia que se amasa sea falsa mientras resulte útil. Y en este caso, el mejor ejemplo está dentro de nuestra casa.
Héctor Timerman fue columnista de la revista Noticias –la continuadora de la revista La Semana, denunciada por él– durante un lustro: de 1999 hasta 2004 (en junio de ese año fue nombrado cónsul en Nueva York). En su currículum frente al Departamento de Estado de los Estados Unidos colocó: “Column writer for Noticias magazine” (ver www.embassyofargentina.us) como último trabajo.
No se entiende cómo el hoy canciller pudo escribir durante tantos años, y encima lo destaca, en una publicación de Editorial Perfil si, como dice en su columna de la revista Veintitrés, en “sus revistas la apología del genocidio llegó hasta el final, aun más que la de cualquier otro medio”.
Tampoco se entiende, si se apoyó al genocidio hasta el fin, por qué la dictadura habría ordenado mi propia detención; habría tenido que vivir asilado en una embajada; por qué el gobierno de ese país me concedería estatus y visa de perseguido político, y luego tuviera que vivir en el exilio.
Tampoco se entiende por qué si la revista La Semana era funcional a los represores –como dice Timerman, “aun más que cualquier otro medio”–, fue clausurada por la dictadura en 1982 y pudo volver a publicarse los últimos once meses previos a la llegada de la democracia y sólo después de que la Corte Suprema obligara al gobierno a reabrirla, lo que como castigo sustituto derivó en que el Poder Ejecutivo dispusiera entonces mi detención.
Si antes de acusarme de “último alcahuete de Ramón Camps” (diplomatiquísimo) Timerman se hubiera tomado el trabajo de leer los archivos periodísticos, habría encontrado varias veces publicado que fue precisamente Camps quien durante la Guerra de Malvinas me citó en el Estado Mayor Conjunto en nombre de las tres fuerzas armadas para decirme: “No existe una flota inglesa con cuarenta barcos que zarpó de Londres como publicó La Semana. Y usted, jovencito (por entonces yo tenía cinco años más que los conscriptos), es un idiota útil de los norteamericanos y lo vamos a fusilar por traición a la patria. No ahora sino cuando ganemos la guerra, porque todas estas balas (con gesto hacia la pistola que tenía sobre el escritorio) las usaremos para matar ingleses”. Meses después de terminada la guerra clausuran La Semana por haber publicado la primera nota sobre Astiz, y poco después ordenan mi detención con los mismos argumentos de Camps: “Traición a la patria”.
Preferiría no tener que seguir repitiendo estas historias ni recordar mi paso –cuatro años antes– por el centro clandestino de detención El Olimpo, ya publicado varias veces y antes de que el kirchnerismo llegara al gobierno. Pero la pretensión de reescribir algunas historias, sesgando fragmentos para generar exactamente una idea contraria a lo que fue, obliga a repetir los testimonios.
La campaña de comunicación de un medio que más premios internacionales a la creatividad ganó fue la del diario Folha de São Paulo, que decía más o menos así: “Construyó miles de escuelas, aumentó más que nadie en la historia de su país el producto bruto, bajó la inflación de mil por ciento a cero, también redujo la mortalidad infantil a cero... (pausa): Adolf Hitler”. Y la campaña del diario concluía diciendo: “Decir parte de la verdad también es mentir”.
Contraargumentos. Específicamente sobre la crítica a La Semana por el reportaje a Camps, faltaría decir que:
Se critica la extensión de la nota, pero la mayor parte del espacio no la ocupa el reportaje sino el extracto del libro de Camps, que fue uno de los libros políticos más leídos de ese año como también lo fueron en Alemania ese mismo año las memorias apócrifas de Hitler. El interés del lector no es sólo sobre las buenas personas, y la propia La Semana aclaró que la publicación del anticipo “no convalida lo que afirma el general Camps”.
Si el solo hecho de publicar implicara compartir, lo que no es cierto, se omitió en la acusación a La Semana decir que en esa misma edición y tras el reportaje a Camps (páginas 6 a 11), se publica la marcha de Madres de Plaza de Mayo en Nueva York (páginas 12 a 13), como único medio argentino presente en los actos de la Semana Internacional del Detenido/Desaparecido. Y dando vuelta la página comienza un reportaje a Serrat (páginas 14 a 17) donde aparece como frase destacada: “Decir que el exilio es duro es simplificar absolutamente las cosas. El exilio es una de las tragedias peores que le pueden ocurrir a un ser humano. Corta con todos los nutrientes vitales, te cambia constantes, te pone al revés”.
También en esa misma edición de Camps y con la misma cantidad de páginas que el reportaje a Camps, aparece una entrevista a Magdalena Ruiz Guiñazú denunciando las amenazas de muerte que estaba recibiendo. Más adelante hubo espacio para otro miembro de la CoNaDeP: Ernesto Sabato, cuatro páginas. Y finalmente, con la misma cantidad de páginas del reportaje a Camps, se publicó también en esa edición del 2 de junio de 1983 un extenso reportaje a Antonio Cafiero, por entonces el candidato del peronismo.
Y respecto de lo que Héctor Timerman dice de mí:
Ninguno de los méritos anteriores por publicar notas molestas a la dictadura en junio de 1983 me corresponderían porque en esa fecha yo no estaba en Nueva York, y ni siquiera con la posibilidad de contar con un teléfono, sino en la selva nicaragüense con el ejército sandinista. Junto al fotógrafo Rudy Hanak pasamos muchos días en Nicaragua haciendo una amplia nota que ocupó –pocas ediciones después– 18 páginas de La Semana, que incluía desde una entrevista al mítico Ernesto Cardenal, el ideólogo de la revolución hablando de Malvinas y los futuros juicios a los militares, pasando por la estadía en las trincheras de frontera donde se enfrentaba a los contras bajo el fuego continuo de las Kalashnikov AK-47.
Desde su perspectiva, tiene razón Héctor Timerman en que durante el exilio yo “estaba ansioso por volver al país” y en mi almuerzo en Nueva York con su padre –Jacobo– mis comentarios “no coincidían con el habitual diálogo entre tres exiliados” y “sólo quería hablar de negocios (sic)”. Yo sólo quería hablar de revistas, de diarios, de redacciones, de periodismo. Y me entendía muy bien con su padre, que estaba con idéntica pasión planeando su regreso a la Argentina, tras las inminentes elecciones y el eventual relanzamiento de La Opinión o algo que lo sustituyera. Finalmente dirigió el diario La Razón, y durante ese período me invitó a su redacción y yo a la de Perfil. Con Jacobo Timerman nos unía una pasión que hacía desaparecer las diferencias generacionales. Jacobo fue el primero en llamar para felicitarme cuando la Universidad de Columbia me premió casualmente “por la lucha a favor de la democracia y contra la dictadura”, el mismo premio que él había recibido años antes. Y cuando el diario Perfil fue lanzado en 1998 hizo la crítica más elogiosa posible: “El lanzamiento de Perfil –escribió Timerman– es una verdadera hazaña. Una verdadera victoria para la profesión de periodista”.
Por último, en ese mismo mes de junio de 1983, La Semana publicó una extensa nota sobre la filmación en Nueva York de la versión cinematográfica del libro de Jacobo Timerman Preso sin nombre, celda sin número. Obviamente, cuando su libro se editó en español, La Semana también publicó un extracto y le dedicó al querido Jacobo muchas, pero muchas, muchísimas más páginas que al tristemente célebre ex general Camps.
Qué lástima que un ex columnista de la revista Noticias tenga tan mala memoria. Ojalá que, ya siendo canciller, se recomponga.
Fuente: Diario Perfil

Difunden falsa versión sobre la identidad de Marcela y Felipe Noble
Por: Mariano Confalonieri
Espera. En tres semanas se sabría si son hijos de desaparecidos
Fue un rumor pero generó un escándalo. Un sitio web difundió desde el miércoles que ya estaban listos los análisis de ADN que revelaban que los hijos adoptivos de la dueña de Clarín eran apropiados. Especificaba que uno de ellos sería hijo de un desaparecido uruguayo.
Y la versión iba más allá: agregaba que Ernestina Herrera de Noble estaba en el exterior, tramitando un asilo político en Estados Unidos, porque la jueza federal, Sandra Arroyo Salgado, tenía redactado un auto de procesamiento contra la empresaria, por apropiación de menores y supresión de estado civil. Enseguida la noticia corrió como reguero de pólvora. Las radios la propalaron y causaron estupor en el ambiente periodístico y jurídico.
El sitio que difundió la noticia se llama www.puntojus.com y pertenece al periodista Horacio Minoti. Pero la versión es falsa. Fuentes vinculadas al juzgado federal de Arroyo Salgado explicaron que hasta ahora “el Banco ha hecho informes parciales, técnicos, pero todavía se está configurando el perfil genético. No hay nada en la causa que revele la identidad de los chicos”. Las mismas fuentes agregaron que es imposible que esté listo un auto de procesamiento contra Herrera de Noble porque, para eso, primero “tendría que llamarla a indagatoria”. Las dos familias querellantes, representadas por Alcira Ríos, también negaron la especie. La fiscalía y Abuelas de Plaza de Mayo se sumaron a lo que dijeron desde el juzgado. “Es una operación de una página que se quiere hacer famosa. Pero no existe: hay dos casos de chicos apropiados uruguayos sin resolver y no coinciden con las fechas en que fueron adoptados Marcela y Felipe”, manifestó a este diario un abogado de Abuelas. “Si estuvieran los resultados, la jueza tendría que informar primero a la fiscalía y a las querellas”, confirmaron cerca de Rita Molina, la fiscal federal.
Hace dos semanas se iniciaron en el Banco Nacional de Datos Genéticos (BNDG) los exámenes de histocompatibilidad para descubrir la identidad biológica de Marcela y Felipe Noble Herrera. La hipótesis judicial es que los chicos son hijos de desaparecidos. Los científicos tienen en su poder prendas íntimas de los dos y con ellas están configurando el perfil genético. Una vez que esté listo ese perfil, lo compararán con el de las dos familias que iniciaron la querella: Gualdero-García y Miranda-Lanouscou. Si el cotejo resulta negativo, contrastarán el material con el de todos los patrones genéticos de desaparecidos del BNDG.
Desde del juzgado precisaron que los científicos calculan que la pericia puede demorar un mes, es decir que faltarían entre dos y tres semanas para que se sepa si Marcela y Felipe son hijos de desaparecidos.
Fuente: Diario Perfil

La polémica por Papel Prensa
Clarín y La Nación: importar papel es más barato que fabricar en el país
Hablan los accionistas privados. Eduardo Lomanto, director de SA La Nación, y Héctor Aranda, gerente general de AGEA, editora de Clarín, le responden a Cristina Kirchner
Por: Silvia Itkin y Rodolfo Barros
Accionistas. Moreno, con Lidia Papaleo y José Pirillo, tras una reunión de directorio de Papel Prensa. Eduardo Lomanto, de La Nación, y Héctor Aranda, gerente de AGEA.
La presidenta Cristina Kirchner habló la semana pasada acerca del mercado del papel de diario, en el marco de la ofensiva del Gobierno sobre el Grupo Clarín y de la batalla que libra en el directorio de Papel Prensa el secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, por lograr el control de las políticas comerciales de la compañía. Hasta el momento, la estrategia de Moreno ha sido descalificar el origen de la compañía. Sostiene que La Nación, Clarín y La Razón, en 1976 y 1977, adquirieron las acciones de Papel Prensa complicados con el gobierno dictatorial, que obligó a Lidia Papaleo, viuda del banquero David Graiver, detenida o bajo presión, a ceder la propiedad de la compañía.
El supuesto del Gobierno es la fortaleza e independencia económica que les otorga a Clarín y La Nación el control del principal insumo de los diarios en el país.
Cristina Kirchner se refirió a las condiciones de comercialización, a los precios que fijaría Papel Prensa al mercado.
Perfil consultó a los accionistas de Papel Prensa para que dieran su explicación. Y, por primera vez, Clarín y La Nación accedieron a responder un cuestionario, en boca de Eduardo Lomanto, director Económico Financiero de SA La Nación, y de Héctor Aranda, gerente General de AGEA, la editora del diario Clarín, acerca de las condiciones del mercado y de su enfrentamiento con el Gobierno.

Los representantes del Estado, accionista del 27% de Papel Prensa, sostienen en el directorio una puja con los accionistas privados acerca de las autoridades de la empresa, del precio del papel para Clarín y La Nación, de la forma en que llegaron a la propiedad de la compañía. ¿Puede mantenerse el manejo de la compañía en estas condiciones?
Aranda: La compañía vive hostigamientos desde que (el secretario de Comercio Interior, Guillermo) Moreno anunció su plan para intervenir Papel Prensa, lo que motivó una denuncia penal de la empresa. La estrategia ha sido entorpecer, intentar generar trabas a nivel societario y operativo. A esto se sumaron distorsiones históricas y agravios, que terminaron el viernes pasado con la renuncia del coadministrador (Carlos Bianchi) designado por la Justicia. Más allá de eso, el management logró producir y cumplir con los clientes, garantizando la operatoria de la empresa.

Hay diarios que se quejan por supuestos “cupos” en el abastecimiento de Papel Prensa. Hoy el Gobierno lo toma como uno de sus argumentos para atacar a los accionistas privados de la empresa. ¿Hay parámetros que se tengan en cuenta en la compañía para proveer papel a ciertos diarios y a otros no? A: Papel Prensa vende con la mayor amplitud. Abastece a unos 170 diarios del país, entre ellos Ámbito Financiero. Y lo hace sin distinciones de tamaño, procedencia o línea editorial. No hay restricciones en cuanto a clientes, y el volumen que se le vende a cada uno está dado por su demanda, la producción disponible y sus consumos históricos. Desde hace 23 años el arancel de importación es cero y el mercado es abastecido ampliamente, ya que la importación complementa con fluidez la oferta local. No hay ningún tipo de restricción a la importación, y de hecho en la región hay una abundante oferta de papel a precios muy competitivos. Como ejemplo, Chile exporta tres veces lo que Argentina importa. El consumo total nacional es de 220 mil toneladas anuales. Papel Prensa tiene una capacidad máxima de producción de 176 mil toneladas, y el resto se importa en condiciones que ponen a la compañía en una situación casi inédita: compite con la importación sin ningún tipo de protección.

¿Cómo definirían el objetivo último del Gobierno hacia Papel Prensa? ¿Qué opinan del propósito democratizador del acceso al insumo que proclama el Gobierno? Lomanto: En la Argentina no hay problemas de acceso al papel de diario ni de oferta del mismo, por eso no es necesario hablar de “democratización”. Creemos que es importante no confundir la propiedad de una empresa papelera con el acceso al papel. El mercado de papel de diarios es un mercado sobre-ofertado, con abundante competencia y casi nula rentabilidad.

La presidenta Cristina Kirchner exhortó el lunes pasado a que Papel Prensa “cobre un precio igualitario a todos los diarios y revistas del interior (...) en igualdad de condiciones que los accionistas mayoritarios”. ¿Cuál es la política de precios de la empresa? ¿Es coherente con los precios internacionales? ¿Es “discriminatoria” como acusa el Gobierno? L: Los diarios argentinos compran papel en condiciones similares a los de cualquier país del mundo. Incluso Papel Prensa, que es un competidor eficiente de los importadores, le permite a los diarios más chicos de la Argentina comprar más barato que sus colegas de Uruguay, Paraguay y Brasil. Nuestra política de precios es transparente y no es discriminatoria. No beneficia a sus socios ni perjudica a sus otros clientes. Más aun, a estos últimos les permite acceder a precios más competitivos. De hecho, el precio que los grandes clientes pagamos hoy por el papel importado es inferior al que pagamos en Papel Prensa. Esto da por tierra el planteo de funcionarios oficiales de que compramos a Papel Prensa a un precio que nos beneficia artificialmente. Hoy mismo, al comprar a Papel Prensa más caro de lo que podríamos hacer afuera, estamos sosteniéndola en una coyuntura difícil para las papeleras en todo el mundo. La mayoría están con balances negativos por la crisis y el bajo precio, mientras que Papel Prensa presentó mejores números en 2009 que en 2008.

¿Por qué buena parte del papel que utilizan los diarios argentinos es importado? A: Sólo el 25% del papel de diarios es importado, porque como dijimos, el consumo en Argentina es de unas 220 mil toneladas y Papel Prensa tiene una capacidad máxima de 176 mil (sin restricciones de energía), lo que hace que se importen casi 50 mil toneladas. La otra empresa productora, Papel del Tucumán, se ha focalizado en otros tipos de papeles por la baja rentabilidad del papel para diarios. Un dato: los medios gráficos de Clarín son los que más papel importan, muy por encima del resto.

¿Creen que es posible que si avanza en su estrategia, el Gobierno ponga aranceles a la importación de papel, o determinar que un Papel Prensa estatal controle su ingreso? ¿Es posible que el Gobierno ponga trabas a la importación de papel? L: Si nos atenemos a los dichos de Moreno, eso es posible. Aquel famoso plan de intervención, anunciado en septiembre pasado, incluía diversas herramientas para controlar desde el Estado la provisión de papel y el funcionamiento de Papel Prensa.
Ese plan se ha venido llevando adelante. No puede descartarse que se intente poner más trabas aun. Sería un problema serio para todos los diarios argentinos y un retroceso significativo para la libertad de prensa el tener que depender de decisiones políticas para acceder al insumo básico de los diarios. Esperamos que eso no ocurra. La Presidenta no se refirió a este tema.

La Presidenta pidió que se “reinviertan todas las utilidades, para aumentar la producción de papel, para no depender de las importaciones”. ¿Es técnicamente posible que la empresa aumente su producción? A: Eso es lo que viene sucediendo a lo largo de la historia de la empresa. Luego de la puesta en marcha, Papel Prensa reinvirtió US$ 120 millones en todo tipo de mejoras de calidad, forestación y ampliación de la planta. Es decir, se reinvirtió significativamente, lo que permitió aumentar la producción y la cantidad de clientes. La planta amplió la capacidad en varias etapas hasta las actuales 176 mil toneladas. Por los estudios de ingeniería, ésta sería hoy la máxima capacidad posible, pero además tiene el límite de contar con la energía suficiente.

¿Están en condiciones de fijar un precio único para todos los oferentes, como exige Guillermo Moreno? ¿La compañía seguiría siendo redituable? A: Papel Prensa tiene una política comercial similar a la que tienen todas las compañías papeleras en el mundo: fijan un precio en función de la oferta y demanda en el mercado y ofrecen descuentos por volumen. Los descuentos de las papeleras internacionales varían entre el 15% y el 20% dependiendo del volumen de la demanda. Sin embargo, el mayor descuento por volumen de Papel Prensa es del 12%, con una escala que va del 2% al 12%. Este esquema de descuentos le permitió a la empresa competir bien, porque a un precio pleno de US$ 600 la tonelada, les vende a pequeños diarios de forma muy competitiva, ya que estos hoy compran papel importado en valores cercanos a US$ 690. De hecho, la diferencia de precio entre lo que paga un diario chico y uno grande en la Argentina, es mucho menor que la de cualquier otro país. Para los grandes y medianos clientes, que consiguen papel importado entre US$ 480 y US$ 520, el descuento por volumen le permite a Papel Prensa participar de esa franja del mercado. Nuestra área comercial detectó que los precios internacionales aumentarán en el segundo semestre de 2010.

El hecho de que la provisión de papel para diarios esté concentrada en dos diarios nacionales, ¿no es una competencia desleal para otros medios gráficos? L: No, porque la oferta de papel es muy abundante y el arancel es cero. Quizás cabría hacerse la pregunta opuesta: ¿hubiera sido capaz Papel Prensa de crecer de la manera que lo ha hecho de no contar con el compromiso de sus diarios accionistas? Clarín y La Nación le aseguraron a la empresa la demanda para una buena parte de su producción y un buen precio de venta en los años de caída de los precios internacionales. Claramente, la empresa no hubiera sido lo que es hoy si sus principales clientes hubieran optado por importar cuando les convenía.

¿Si la provisión de papel en la Argentina fuera estatal, qué efectos tendrían en la libertad de expresión? A: Si el Estado no pone ni aranceles ni cupos a la importación de papel, poco importa si las fábricas son propiedad del Estado, de diarios o de terceros. Lo importante es que no existan restricciones en la compra de papel y un entorno de competencia con los distintos proveedores. Lo que resultaría preocupante es el control estatal de la provisión de papel. Como sucede con la publicidad oficial, sería una herramienta que podría ser utilizada para presionar a los medios.

Silencio en el Gobierno
Tres correos electrónicos a su asistente; siete llamados telefónicos a su despacho; una visita a la Secretaría de Comercio Interior; los esfuerzos de dos personas que lo conocen que hicieron de “puente”. Ninguna gestión logró que Guillermo Moreno aceptara brindar su testimonio para este reportaje. La intención de Perfil era que en estas páginas quedaran plasmados los puntos de vista de los tres socios de Papel Prensa (La Nación, Clarín y el Estado). Pese a todas las gestiones, Moreno, representante del Estado en la compañía, se resguardó en su habitual silencio.
“Siempre pide permiso (al matrimonio presidencial) y obedece lo que le digan”, cuentan quienes lo conocen. Hasta el cierre de esta edición, Perfil no pudo saber si los esfuerzos habían logrado que, al menos, el funcionario levantara el teléfono y plantease la inquietud a la Quinta de Olivos. El “sheriff de los precios” no dio ninguna respuesta a este diario; ni siquiera hizo llegar una negativa.
El viernes su secretaria se excusó: “Todavía no le pude plantear el tema porque está de reunión en reunión”. Luego prometió que le alcanzaría los tres mails con los pedidos de entrevista. También se le ofreció un espacio para que escribiera una columna de opinión. El mismo destino corrió la búsqueda de Beatriz Paglieri, directora de Papel Prensa en representación del Estado.
Fuente: Diario Perfil

“Garantizar el acceso”

Cristina se hizo eco de quejas de editores y planteó su meta
La Presidenta reclamó acceso en igualdad de condiciones al principal insumo editorial. Pidió la reinversión de utilidades
Por: Silvia Itkin
“El objetivo del Gobierno es garantizar, precisamente, el acceso (al papel) en condiciones igualitarias para todos los que editen diarios y revistas en el país”, dijo el lunes pasado la presidenta Cristina Kirchner en la Casa Rosada, mientras empresarios y editores de medios gráficos la escuchaban con atención. Al acto no faltó el embanderado de la premisa presidencial: el secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno.
La primera mandataria citó las quejas que, dijo, escuchó de propietarios de medios: el pedido de que “el precio y la posibilidad de acceder a la cuota de papel sea igual para todos y no verse en la obligación de tener que importar como todavía sucede”.
Cristina Kirchner nombró en tres ocasiones a Papel Prensa. En una de ellas, anticipó que, para evitar la necesidad de importar papel, “si es necesario” impulsará “que la empresa reinvierta todas sus utilidades para ampliar esa capacidad instalada”.
El mismo día, una foto reunió a la Presidenta junto a Moreno y el ministro de Economía, Amado Boudou, con trabajadores de la papelera de San Pedro. Boudou fue el primer funcionario que oficialmente habló de la política oficial hacia el fabricante de papel.
Jorge Déboli, secretario de la asociación Diarios y Periódicos Regionales Argentinos (DyPRA), pronunció un discurso ante la mandataria, y luego dialogó con Perfil.
“El problema histórico que teníamos los editores que no estábamos incluidos en la cuota de Papel Prensa era que teníamos que comprarlo a revendedores o a importadores un 40% más caro”, contó el editor de Informes de La Plata. El empresario, además, resaltó que, “a partir de la intervención” de Moreno, los “aceptaron como clientes”.
“El Estado debe garantizar la provisión del papel”, agregó Nahum Mirad, presidente de DyPRA. “No es cualquier insumo. De él depende la libertad de expresión y no debe estar atado a cuotas o a descuentos”, opinó el editor de Comercio y Justicia de Córdoba.
Fuente: Diario Perfil