martes, 8 de junio de 2010

Hernán Zin: "El periodista es irreemplazable"

El periodista, que ha recorrido los países más desfavorecidos para dar a conocer los conflictos más olvidados, recibe el premio internacional de la Academia de TV
Por: Antonio G. Gil-García
El periodista Hernán Zin (Buenos Aires, 1971) lleva 17 años recorriendo los países más desfavorecidos del mundo para dar a conocer con su trabajo los conflictos más olvidados. Con el foco siempre puesto en los más indefensos, Zin ha merecido este año el reconocimiento internacional de la Academia de las Ciencias y las Artes de Televisión, que le entregará este miércoles este galardón en reconocimiento por su labor de denuncia social.

¿Qué le ha impresionado más en su trayectoria como reportero?Me he encontrado con muchas realidades terribles, como la pobreza de Calcuta, en India; la situación de Gaza, que me conmovió profundamente cuando llegué al inicio del bloqueo, hace cuatro años; y guerras olvidadas como la de Congo.

Muchas de estas realidades parece que no existen para los ciudadanos de países desarrollados...
Sí, pero están vinculadas con nuestra realidad, como ocurre en Congo con el conflicto en torno al coltán, que se usa en los ordenadores y los móviles. Vivimos en un mundo cada día más integrado y no podemos mirar hacia otro lado.

¿Estamos bien informados de lo que ocurre en el mundo?
El que no se informa es porque no quiere, porque con Internet puedes saber al instante lo que pasa, desde Indonesia hasta la Patagonia. Hay mucha información; otra cosa es que a la mayor parte de la gente no le interese.

¿Pero con tal diversidad de fuentes no aumenta el ruido y la desinformación?
Internet obliga al lector a hacer una labor más activa, debe ir más allá de los medios tradicionales y encontrar páginas especializadas para informarse sobre los conflictos más olvidados. Es verdad que en la Red hay mucho ruido, mucho mimetismo entre medios y mucho amateurismo, pero antes era más difícil todavía llegar a la información. La prensa tradicional cada vez aporta menos cosas distintas por la crisis y porque se ha perdido cierta pasión por el periodismo, pero cada vez hay más medios alternativos.

¿Se está dejando de lado el trabajo de campo?
Los grandes medios sí, pero los free-lance estamos mejor que nunca porque los medios tiran más de los que estamos en el terreno.

¿Puede sustituir el llamado periodista-ciudadano a un profesional?En lugares como Cuba o Birmania hay gente que ofrece una perspectiva interesante, pero el periodismo ciudadano no me convence, y los periodistas cometimos un error al promocionarlo. Elaborar una información fidedigna requiere un trabajo a tiempo completo; el periodista es irremplazable.

¿Cometieron los editores un error al dar gratis en Internet la información?
Sin duda; hacer un reportaje cuesta mucho dinero y hay que cobrarlo. Llevo tres años trabajando en un reportaje sobre mujeres violadas en doce países, y no se puede dar gratis porque el próximo no lo podría hacer.

¿Es más peligroso ahora informar sobre conflictos?
Ya no hay guerras entre ejércitos convencionales, y ahora el 80% de las víctimas son civiles. La Convención de Ginebra ha quedado muy olvidada y el periodista está más expuesto, pero los periodistas procedentes del hemisferio norte estamos bastante más protegidos que los del sur. Tampoco podemos sobredimensionar el riesgo, porque en el fondo seguimos siendo unos privilegiados.

¿Cuál es la situación más peligrosa que ha vivido?
He sufrido riesgos pero, con todo el respeto a los compañeros que se han dejado la vida, la gente que está en los conflictos es la que realmente está jodida. Nosotros somos espectadores privilegiados.

En su último libro, Llueve sobre Gaza, analiza el conflicto en Palestina. ¿Veremos la solución?
Estoy más esperanzado que nunca porque primero la operación Plomo fundido y ahora la Flotilla de la Libertad han hecho posible que la gente comprenda el sufrimiento de Gaza, donde se ha creado un campo de concentración. La presión de la sociedad civil internacional hará que Israel termine con esta ocupación, que es una vergüenza.

Fuente: Diario Público