domingo, 21 de marzo de 2010

La foto de Lucas

¿Actuaron bien los medios que publicaron las fotos de Lucas Rebolini desnudo, enfermo? Dos posiciones sintetizan caminos para reflexionar. Se trata de una esquematización: hay posiciones intermedias
Por: Roberto Guareschi
Una posición es que la publicación de la foto denuncia las fallas del hospital Fernández ocultas hasta que la revista Veintitres la publicó el jueves. Esas fallas hicieron posible que Lucas escapara del hospital y se abriera una cadena de presuntos acontecimientos que pueden haber causado su muerte: un posible maltrato de los policías que lo redujeron cuando padecía un estado de exitación, su exposición a la intemperie.
La foto crea conciencia sobre un problema grave, y lo hace con una potencia que de otro modo no se hubiera logrado. La historia del periodismo registra fotos célebres que violaron la intimidad pero ayudaron a un bien superior: la foto frontal de una niña vietnamita huyendo de las bombas, desnuda y llorando, llevó el espanto de la guerra a las casas de los norteamericanos y ayudó a crear el consenso que hizo posible la paz.
El daño que la publicación produce es menor que el que se provocaría si quedaran ocultas las circunstancias de la muerte. La foto fue tomada en la calle, un ámbito público, y revela un hecho que atañe a todos. La foto sirve al bien público.
La otra posición privilegia el derecho a la intimidad de Lucas y de sus padres y pone en tela de juicio los motivos de los medios que publicaron la foto: desde amarillismo hasta automatismo. Lucas estaba enfermo, totalmente vulnerable, no podía controlar sus actos ni defender su intimidad. Si se trataba de defender un bien común -la salud, la seguridad, la justicia- las publicaciones tenían dos opciones. Una, tibia: publicar la foto con una franja negra que protegiera una parte íntima de Lucas. Otra, radical: no publicarla, entregarla a la justicia y anunciar que se cuenta con esa foto, prueba del maltrato. En este caso se hace la denuncia periodística, posiblemente con menos potencia y eficacia en la conciencia social pero igual eficacia legal.
Yo me identifico con esta última posición.
Sergio Szpolski, presidente del grupo que edita Veintitres, dijo: “La foto solo pone en evidencia (la) situacion con toda la crudeza del caso. Me siento orgulloso del equipo periodistico de Veintitres que protege de este modo la verdad y con ella la memoria“.
Perfil y Crítica Digital publicaron la foto online el viernes. Pagina 12 no lo hizo. Para Ernesto Tiffemberg, su director, la foto “no aportaba información y podía ofender y causar dolor“. La Nación eligió un camino intermedio; no publicó la foto online ni en su edición impresa pero sin embargo reprodujo la tapa de Veintitres donde se ve, mínima, la foto en cuestión (2,5 por 2 cm). Carlos Guyot, director de diseño e innovación establece una diferencia entre publicar la foto y publicar la tapa de Veintitres: “la foto no le agregaba valor al lector, podía ofender a algunos de ellos, y ofender también la memoria del hijo de Grimau y a su familia“.
El diario publicó ese día la hora de las dos entradas de Lucas al hospital. Esos mismos datos de La Nación son citados por Perfil online para probar que la foto que publica registra efectivamente el momento en que Lucas ha huído del hospital.
Clarín publicó la foto sólo online y la levantó unas pocas horas después. “Había tensión entre este testimonio informativo y el derecho a la intimidad. Preferí levantar la foto online. Pero admito que es una cuestión a debatir”, dijo Ricardo Kirschbaum, editor general. Aprovechó una ventaja de internet sobre el papel: permite corregir y rápido. La edición impresa es definitiva.
La ciudad está llena de cámaras; también los espacios íntimos: cámaras de seguridad, cámaras de celulares. Internet multiplica lo que esas cámaras registran. La tecnología nos conecta como nunca en la historia pero nos quita intimidad. Lo íntimo cobró una nueva complejidad y eso nos presenta nuevos dilemas a los periodistas. No hay reglas labradas en piedra. Me parece que el mejor camino es la evaluación más cuidadosa posible caso por caso.
Para terminar, se me ocurren dos preguntas y unos datos que pueden ayudar a reflexionar. Supongamos que Lucas no hubiera sido el hijo de Antonio Grimau y Leonor Manso, dos artistas populares, talentosos y queridos por el público, sino un joven humilde y desconocido. ¿Los medios hubieran dedicado tanta atención al caso y publicado esa foto dolorosa?
¿Y si la foto de ese chico humilde hubiera sido publicada, cuántos de nosotros, lectores y periodistas críticos, hubiéramos querido polemizar?
Los datos: Hasta el jueves había en la Argentina una cifra record de gente perdida: 318. De ellos, la franja que más ha crecido son muchachos de clase media baja a media alta, de 21 a 35 años, como Lucas. Los datos me los dió Juan Carr, de Red Solidaria. Encierran un enigma, son un desafío para todos. Quizás el sufrimiento de Lucas y sus padres sirvan para que trabajemos en eso.

Fuente: robertoguareschi.com
NdE:
La reproducción de la tapa de la Revista Veintrés se publica solo a título ilustrativo