lunes, 30 de noviembre de 2009

“Que nadie descanse hasta que consigamos que la profesión periodística sea cómplice apasionada de la libertad y la paz, para todas las personas”

Manifiesto de Bogotá del III Encuentro Internacional de la Red Internacional de Periodistas con Visión de Género
Capaces de imaginar un mundo libre de violencia para las mujeres; capaces de imaginar un mundo donde mujeres y hombres compartamos la vida, los derechos, los recursos, los sueños y también las incertidumbres y la esperanza; capaces de construir un imaginario colectivo rico en dignidades y libre de sumisiones y abusos…
Periodistas de 17 países de cuatro continentes dejaron sus salas de redacción, sus calles y campos de batalla para anunciar al resto de colegas en el mundo que necesitamos abandonar la mirada sesgada y excluyente; cambiar nuestras rutinas profesionales para escuchar más, ver mejor y comprender la complejidad y diversidad del momento histórico que nos ha tocado testimoniar; que exigimos ver a las mujeres, que no las excluyamos de nuestros relatos, que nos decidamos a vivir nuestra profesión con el riesgo que supone aventurarse por nuevos caminos, por rutas aún no transitadas, sin antiguas brújulas que solo marcaban el norte del poder.
Proponemos subrayar en trazo grueso en nuestras agendas que no podemos admitir la reacción patriarcal que nos empuja a la pérdida de derechos ya conseguidos, recuerden que la historia no es lineal y frente a los avances de los derechos de las mujeres hay tentaciones de retrocesos.
Que destaquemos en mayúsculas la lucha contra la violencia de género, el feminicidio, la trata de seres humanos con fines de explotación sexual y los abusos contra las mujeres en conflictos armados. Que la impunidad falsea nuestras democracias, mina nuestras sociedades e introduce la semilla de la violencia que dará su peor fruto: la imposibilidad de la paz.
Exigimos vigilar el cumplimiento de las leyes, denunciar las violaciones de los derechos humanos de las mujeres, controlar el comportamiento de los gobiernos y que seamos autoexigentes con nuestros propios medios, que no descuidemos nuestro lenguaje, que no lo dejemos envejecer sin incorporar los nuevos usos que las mujeres le dan, que lo reinventemos porque en él entramos todas, que no descuidemos nuestros valores, nuestras responsabilidades.
Que nos empeñemos en hacer buen periodismo, que nos empeñemos en ser profesionales, que amemos una profesión que tiene en la pasión por la justicia y la verdad sus mejores valores.
Trasladamos nuestra solidaridad, reconocimiento y respeto al mismo tiempo que ofrecemos nuestro acompañamiento a quienes ejercen el periodismo en Colombia porque conocemos sus dificultades y los riesgos que implica trabajar en un país en conflicto armado. Sabemos que son enviados especiales sin billete de regreso.
Invitamos a que nadie descanse hasta que consigamos que la profesión periodística sea cómplice apasionada de la libertad y la paz, para todos, para todas.