viernes, 26 de junio de 2009

Privacidad y periodismo

Por: Ricardo Kirschbaum
Mark Sanford vivió una historia de amor con una mujer argentina. El gobernador de Carolina del Sur desapareció cinco días para viajar aquí y definir su relación en Buenos Aires. Hasta aquí, una noticia atractiva por sus características insólitas: un republicano conservador, objetor beligerante de la liberalidad de Bill Clinton, que había abandonado a su mujer y a sus hijos para conectarse con el incendiario llamado de su corazón.Hay otro costado de esta noticia. El periodismo reprodujo profusamente párrafos textuales de los correos personales que habían intercambiado el gobernador con su amante. Correos que, primero, habían sido publicados en el principal diario de Carolina del Sur y fueron reproducidos por otros medios y sitios de internet. Nadie explicó cómo obtuvieron esa correspondencia privada, si alguien filtró los correos o si éstos fueron robados de los archivos informáticos del funcionario de Estados Unidos.Un personaje público como Sanford, anotado en la interna republicana como precandidato a la Casa Blanca, cometió varios errores graves en esta historia. El principal, haber dejado en banda la gobernación, levantando todo tipo de rumores y especulaciones.Pero los medios no deberíamos haber difundido los correos íntimos de la mujer argentina. Se trata de una correspondencia absolutamente privada que debió ser respetada.El costado público de uno de los personajes y la espectacularidad de la historia no habilita, sin embargo, a que se viole la intimidad reproduciendo los correos enviados por la otra protagonista. En la edición de ayer, Clarín publicó, al igual que otros diarios, trozos de esos correos. Fue un error hacerlo.

Fuente: Diario Clarín