miércoles, 17 de junio de 2009

Fernando Peña, a su memoria

El actor y conductor de El Parquímetro falleció a los 46 años en el Instituto Alexander Fleming; padecía cáncer y había sido internado de urgencia. El anuncio de su deceso lo hizo Matías Martin, su colega en FM Metro
Sus palabras fueron: "Son las cinco de la tarde en la Ciudad de Buenos Aires y nos toca una vez más ser vehículo de comunicación de una noticia de mierda, una de esas situaciones tristemente esperadas, no se cómo definirla y no quiero hacer mucho rodeo. La noticia es que falleció Fernando Peña, autor y protagonista absoluto de El Parquímetro, un programa que solo un genio como él podría haber hecho. Falleció un genio, era compañero nuestro, lo queríamos mucho y nos quería mucho también. Es una noticia difícil de asimilar".

El actor estaba acompañado por su asistente María y por su círculo más cercano. Según trascendió, estaba en coma farmacológico al momento de morir.

A pesar de que hace tiempo Peña se estaba realizando sesiones de quimioterapia, seguía con su programa de radio y con sus funciones de teatro, que sólo dejó hace tres semanas.

Tan talentoso como impredecible, el artista tuvo su primera incursión radiofónica de manera accidental en su más tierna infancia, en el ciclo que tenía su padre, el periodista Pepe Peña.

Antes de ser una figura reconocida de la radiofonía, el artista fue comisario de a bordo en American Airlines. Allí hizo su debut Milagros López, el personaje de la aeromoza cubana que el actor inventó para entretener a los pasajeros.

Lalo Mir descubrió al personaje en un vuelo por esa aerolínea y, después de mucho insistir, consiguió que le presentaran al inventor de la “criatura”.

De la mano de Mir, Peña desembarcó a mediados de los 90 en la FM Rock and Pop con sus personajes del político corrupto Rafael Orestes Porelorti y con la entrañable Milagros, quien además acompañó a Elizabeth Vernaci en varios ciclos.

Poco a poco, la fama y la popularidad del actor comenzaron a aumentar, hasta que consiguió tener su propio ciclo en 1999, año que debutó “El Parquímetro”. En ese programa, Peña sentó las bases del estilo que lo caracterizaría, en el que se convertía literalmente en varios personajes que interactuaban entre sí.

Su últimas aparición televisiva fue en Intrusos en el espectáculo el 4 de junio pasado, donde informó que luchaba contra un cáncer y que estaba realizando un documental para mostrar su lucha. Se lo vio de buen humor y confiado con vencer su enfermedad.

Anteriormente había estado en el ciclo de Jorge Lanata en Canal 26, Después de Todo, donde volvió a pelearse al aire con el piquetero oficialista Luis D`Elia.

Su carrera televisiva abarca trabajos de diferentes tipos de índole, entre los que se destacan:
2003: Participación en la miniserie Sol negro, transmitida por América, donde interpretó en personaje de René.

2004: Participación en un episodio de la miniserie de 13 capítulos transmitida por Latinoamérica HBO Epitafios, donde interpretó el personaje Carlos.

2006: Programa La ísla flotante, transmitido por Canal 7, un ciclo de 13 programas donde presentó a la mayoría de sus personajes.

2007: Programa El otro programa de entrevistas transmitido por Canal (á) que duró 8 programas.

2008: Fue invitado a participar del programa de juegos El Muro Infernal, en esos capítulos, se disputo el amor de Leandro (el bañero) con la otra competidora.

2009: Programa Los Exitosos Pells comedia transmitida por Telefe, en la que participa como "Fernando" el ex-novio de Charly durante 2 capítulos.

Sus personajes más reconocidos son: Bubba , Cristina Patricia Megahertz (La Mega), Delia Dora Fernández de Fernández, Ricardo Alfredo Ñuñoa Cruz (Dick Alfredo), Elisa Rufino, Johnatan Bermúdes, Maria Elena Rinaldi, Mario Modesto Sabino, Martín Revoira Lynch, Milagros Dolores Guadalupe López López, Monseñor Lago, Osvaldo Jeringa, Pepe (el obituarista), Rafael Orestes Porelorti, Roberto María Flores, Rubén Ramón Sixto Alegre (Palito) y el Sepulturero entre otros.
Cristina Patricia Megahertz, La Mega:

La cubana Milagros Dolores Guadalupe López:

El político corrupto Rafael Oreste Porelorti:


De su blog "En el borde":
Cristina, mucho gusto.

Mi nombre es Fernando Peña, soy actor, tengo 45 años y soy uruguayo. Peco de inocente si pienso que usted no me conoce, pero como realmente no lo sé, porque no me cabe duda que debe de estar muy ocupada últimamente trabajando para que este país salga adelante, cometo la formalidad de presentarme. Siempre pienso lo difícil que debe ser manejar un país...
Yo seguramente trabajo menos de la mitad que usted y a veces me encuentro aturdido por el estrés y los problemas.
Tengo un puñado de empleados, todos me facturan y yo pago IVA, le aclaro por las dudas, y eso a veces no me deja dormir porque ellos están a mi cargo.
¡Me imagino usted! Tantos millones de personas a su cargo, ¡qué lío, qué hastío! La verdad es que no me gustaría estar en sus zapatos. Aunque le confieso que me encanta travestirme, amo los tacos y algunos de sus zapatos son hermosísimos. La felicito por su gusto al vestirse.
Mi vida transcurre de una manera bastante normal: trabajo en una radio de siete a diez de la mañana, después generalmente duermo hasta la una y almuerzo en mi casa.
Tengo una empleada llamada María, que está conmigo hace quince años y me cocina casero y riquísimo, aunque veces por cuestiones laborales almuerzo afuera.
Algunos días se me hacen más pesados porque tengo notas gráficas o televisivas o ensayos, pruebas de ropa, estudio el guión o preparo el programa para el día siguiente, pero por lo general no tengo una vida demasiado agitada.
Mi celular suena mucho menos que el suyo, y todavía por suerte tengo uno solo. Pero le quiero contar algo que ocurrió el miércoles pasado.
Es que desde entonces mi celular no deja de sonar: Telefe, Canal 13, Canal 26, diarios, revistas, Telam…
De pronto todos quieren hablar conmigo.
Siempre quieren hablar conmigo cuando soy nota, y soy nota cuando me pasa algo feo, algo malo. Cuando estoy por estrenar una obra de teatro –mañana, por ejemplo – nadie llama. Para eso nadie llama.
Llaman cuando estoy por morirme, cuando hago algún "escándalo" o, en este caso, cuando fui palangana para los vómitos de Luís D'Elía. Es que D'Elía se siente mal.
Se siente mal porque no es coherente, se siente mal porque no tiene paz.
Alguien que verbaliza que quiere matar a todos los blancos, a todos los rubios, a todos los que viven donde él no vive, a todos lo que tienen plata, no puede tener paz, o tiene la paz de Mengele.
Le cuento que todo empezó cuando llamé a la casa de D'Elía el miércoles porque quería hablar tranquilo con él por los episodios del martes: el golpe que le pegó a un señor en la plaza.
Me atendió su hijo, aparentemente Luís no estaba.
Le pregunté sencillamente qué le había parecido lo que pasó. Balbuceó cosas sin contenido ni compromiso y cortó.
Al día siguiente insistí, ya que me parecía justo que se descargara el propio Luís.
Me saludó con un -"¿qué hacés, sorete?"- y empezó a descomponerse y a vomitar, pobre Luís, no paraba de vomitar. ¡Vomitó tanto que pensé que se iba a morir!
Estaba realmente muy mal, muy descompuesto.
Le quise recordar el día en el que en el cine Metro, cuando Lanata presentó su película Deuda, él me quiso dar la mano y fui yo quien se negó.
Me negué, Cristina, porque yo no le doy la mano a gente que no está bien parada, no es mi estilo.
Para mí, no estar bien parado es no ser consecuente, no ser fiel. Acepto contradicciones, acepto enojos, peleas, puteadas, pero no tolero a las personas que se cruzan de vereda por algunos pesos. No comparto las ganas de matar.
El odio profundo y arraigado tampoco.
Las ganas de desunir, de embarullar y de confundir a la gente tampoco.
Cuando me cortó diciéndome:-"Chau, querido…"-, enseguida empezaron los llamados, primero de mis amigos que me advertían que me iban a mandar a matar, que yo estaba loco, que cómo me iba a meter con ese tipo que está tan cerca de los Kirchner, que D'Elía tiene muuuucho poder, que es tremendamente peligroso. Entonces, por las dudas hablé con mi abogado.
¡Mi abogado me contestó que no había nada qué hacer porque el jefe de D'Elía es el ministro del Interior!
Entonces sentí un poco de miedo. -¿Es así Cristina?- Tranquilíceme y dígame que no, que Luís no trabaja para usted o para algún ministro.
Pero, aun siendo así, mi miedo no es que D'Elía me mate, Cristina; mi miedo se basa en que lo anterior sea verdad.
¿Puede ser verdad que este hombre esté empleado para reprimir y contramarchar? ¿Para patotear? ¿Puede ser verdad?
Ése es mi verdadero miedo. De todos modos lo dudo.
Yo soy actor, no político ni periodista, y a veces, aunque no parezca, soy bastante ingenuo y estoy bastante desinformado. Toda la gente que me rodea, incluidos mis oyentes, que no son pocos, me dicen que sí, que es así. Eso me aterra. Vivir en un país de locos, de incoherentes, de patoteros.
Me aterra estar en manos de retorcidos maquiavélicos que callan a los que opinamos diferente.
Me aterra el subdesarrollo intelectual, el manejo sucio, la falta de democracia, eso me aterra Cristina.
De todos modos, le repito, lo dudo. Pero por las dudas le pido que tenga usted mucho cuidado con este señor que odia a los que tienen plata, a los que tienen auto, a los blancos, a los que viven en zona norte.
Cuídese usted también, le pido por favor, usted tiene plata, es blanca, tiene auto y vive en Olivos. A ver si este señor cambia de idea como es su costumbre y se le viene encima.
Yo que usted me alejaría de él, no lo tendría sentado atrás en sus actos, ni me reuniría tan seguido con él.
De todas maneras, usted sabe lo que hace, no tengo dudas.
No pierdo las esperanzas, quiero creer que vivo en un país serio donde se respeta al ciudadano y no se lo corre con otros ciudadanos a sueldo; quiero creer que el dinero se está usando bien, que lo del campo se va a solucionar, que podré volver a ir a Córdoba, a Entre Ríos, a cualquier provincia en auto, en avión, a mi país, el Uruguay… por tierra algún día también.
Quiero creer que pronto la Argentina, además de los cuatro climas, Fangio, Maradona y Monzón, va a ser una tierra fértil, el granero del mundo que alguna vez supo ser, que funcionará todo como corresponde, que se podrá sacar un DNI y un pasaporte en menos de un mes, que tendremos una policía seria y responsable, que habrá educación, salud, piripipí piripipí piripipí, y todo lo que usted ya sabe que necesita un país serio.
No me cabe duda de que usted lo logrará.
También quiero creer que la gente, incluso mis oyentes, hablan pavadas y que Luís D'Elía es un señor apasionado, sanguíneo, al que a veces, como dijo en C5N, se le suelta la cadena.
Esa nota la vio, ¿no?
Quiero creer, Cristina, que Luís es solamente un loco lindo que a veces se va de boca como todos.
Quiero creer que es tan justiciero que en su afán por imponer justicia social se desborda y se desboca.
Quiero creer que nunca va a matar a alguien y que es un buen hombre.
Quiero creer que ni usted ni nadie le pagan un centavo.
Quiero creer que usted le perdona todo porque le tiene estima. Quiero creer que somos latinos y por eso un tanto irreverentes, a veces también agresivos y autoritarios.
Quiero creer que D'Elía no me odia y que, la próxima vez que me lo cruce en un cine o donde sea, me haya demostrado que es un hombre coherente, trabajador decente con sueldo en blanco y buenas intenciones.
Cuando todo eso suceda, le daré la mano a D'Elía y gritaré:
--"Viva Cristina"…
Cuántas ganas tengo de que todo eso suceda.
¿Estaré pecando de inocente e ingenuo otra vez?
Espero que no.
La saluda cordialmente,
Fernando Peña.