martes, 5 de mayo de 2009

¿Por qué el dengue en el Chaco? I

En cualquier guía de manejo de dengue, rutinariamente se mencionan como causas generadoras de esta enfermedad a los factores sociales, sanitarios, culturales y ambientales urbanos; nunca, o casi nunca, se mencionan a los factores ambientales generales y a los institucionales. Los ambientales generales son muy importantes; esto podemos entenderlo si recordamos que la epidemia explotó masivamente en el antiguo domo agrícola del Chaco, con epicentro en Sáenz Peña, y en el sudoeste chaqueño, con eje en Charata, ciudad insignia de la soja transgénica. El glifosato, el endulsofán y los restantes plaguicidas y fertilizantes utilizados en el cultivo de la soja RR, en cócteles cada vez más potentes, han generado una formidable presión ambiental negativa porque han eliminado los predadores de los huevos, de las larvas y de los mosquitos vectores. El factor institucional nunca es neutro; en el caso de la actual epidemia, el Estado estaba en virtual estado de inacción, casi completo. Las vacaciones anuales del mes de enero y de la primera quincena de febrero coincidieron con la etapa preepidémica inmediata; esto se sumaba a la falta de vigilancia epidemiológica y de controles, que inevitablemente produjo la caída de los programas y acciones de prevención del dengue. En definitiva, todos los factores señalados facilitaron y auspiciaron la epidemia de dengue.
Se sabe que el dengue es una vieja endemia en el Chaco. El virus circula hace once años, mientras que el vector (mosquita adulta) está entre nosotros desde hace veinte años, de manera que tuvimos tiempo para aprender y aplicar las reglas mínimas de vigilancia epidemiológica, hasta elaborar un eficiente sistema de controles y de prevención de esta enfermedad; sin embargo, no aprendimos nada, o casi nada. La epidemia así lo demuestra, de manera contundente.
La explosividad y masividad de la epidemia puso al descubierto todas las grietas y las innumerables fallas institucionales, políticas, sanitarias, sociales, culturales y comunitarias de los chaqueños. El dengue es la prueba de carga que logró sincerar el hecho concreto de que los chaqueños tenemos gobiernos, pero no quienes administren y gestionen de manera eficiente. Para confirmar todo esto basta con recorrer los discursos del actual gobierno y de la oposición; los primeros se autoponderan porque han hecho absolutamente todo="" en="" materia="" de="" n="">, relativizando o minimizando los verdaderos alcances sanitarios y sociales del dengue, mientras que los rivales multiplican y dramatizan sobre las consecuencias de la epidemia. Ninguno de los dos dice la verdad. Mientras tanto, la población enfermó de dengue y se produjeron algunos fallecimientos; y lo peor, es que hasta la fecha no sabemos exactamente cuantos enfermaron de dengue y cuantos murieron por nexo directo o indirecto.
Si estuviéramos en un país y en una provincia serios, la información recogida sería considerada científicamente como muy valiosa; y su estudio debería convertirse en una bisagra transformadora, de manera tal que nos permitiera en el futuro establecer nuevos programas y planes de vigilancia, control y prevención del dengue, como tarea continua e ininterrumpida que se debe llevar adelante a lo largo de toda la década que sigue. Esto se lograría a través de una correcta investigación epidemiológica, estudiándose caso por caso las historias clínicas de los enfermos por laboratorio, por nexo epidemiológico y sintomático, mientras encaramos la tarea de localizar a los asintomáticos, los cual se puede alcanzar universalizándose los estudios serológicos de las poblaciones expuestas a la epidemia; todas estas comunidades deberían ser estudiadas y notificadas en el caso de arribarse a resultados positivos de laboratorio, de modo que podamos entrenarnos en la prevención luego de la primer infección, dotando a cada chaqueño de los conocimientos apropiados para defenderse de la picadura del mosquito, haciéndose entender que la segunda infección conduce al dengue agudo o grave, en el cual el riesgo de vida aumenta y se potencia de manera extraordinaria. Es comprensible que esta tarea pendiente, que ya debería haberse iniciado, sincerará los verdaderos alcances de la epidemia porque a través de la comprobación científica se determinará el universo completo de enfermos de dengue y de fallecimientos producidos en el curso de la actual epidemia, lo que pondrá en evidencia todo un sistema de responsabilidades incumplidas de los sucesivos funcionarios públicos de Nación y de Chaco que estuvieron y están vinculados con el sistema sanitario y social.
Si buscáramos las verdaderas causas que determinaron que el dengue se transformara en epidemia en el Chaco, las encontraríamos. No sería una tarea imposible, ni difícil. Echar la culpa del dengue al virus (y mucho más al mosquito) es la expresión de una actitud notablemente reductiva e inconducente para resolver el problema y para encontrar las causas de la epidemia. Las evidencias demuestran que para que circule un virus, necesita de las condiciones favorables. Si bien tienen gran capacidad de supervivencia, dependen de tres factores para circular; necesitan una casa (el ambiente propicio), comida (los nutrientes) y una “zona liberada” (inmunología ineficiente). Estos tres factores abundaron y abundan en el Chaco; por lo tanto, causaron la epidemia. Esta es la respuesta de por qué el dengue se transformó en epidemia en nuestra provincia. La epidemia se desató porque el virus encontró casa, comida y zona liberada.

Resistencia, 5 de mayo 2009
Rolando Nuñez, Centro Mandela