miércoles, 13 de mayo de 2009

¿Por qué el dengue en el Chaco? II

En la primera nota intentamos ser juiciosos; sin embargo, la estructura estatal, fundamentalmente la sanitaria, hizo mutis por el foro, lo que por otra parte no es ninguna novedad, más bien el fiel reflejo de cómo funciona nuestra estructura institucional y política.
Dijimos que el dengue es una vieja endemia en el Chaco; que el virus circula hace once años y que el vector (mosquito) está entre nosotros desde hace veinte años. Referimos que a pesar de haber convivido dos décadas con la endemia, el dengue se transformó en epidemia explosiva y masiva, poniendo al descubierto nuestras fallas institucionales, políticas, sanitarias, culturales y sociales.
Y en el intento de explicar porqué el dengue en el Chaco, señalamos que no debemos echar la culpa al mosquito ni al virus, sino a los responsables, especialmente a quiénes habían asumido funciones y cargos para llevar adelante la indispensable vigilancia epidemiológica, el control estratégico de la endemia y la prevención de la enfermedad. También señalamos que los que echan la culpa al mosquito o al virus, solamente impiden encontrar las verdaderas causas que generaron la epidemia, además de tratar de evadir sus propias responsabilidades.
Ya nadie discute que el dengue se inició como epidemia, masiva y explosiva, porque confluyeron las condiciones favorables que auspiciaron la circulación del virus. El virus encontró casa (ambiente propicio), comida (nutrientes) y zona liberada (inmunología ineficiente). Si es que reconocemos y tenemos presente que ya fueron puestos los huevos que serán mosquitas adultas (vector) en septiembre de este año, debemos subrayar el carácter decisivo del tercer factor (zona liberada); cuando dijimos que el Chaco presentaba inmunología deficiente, nos referimos al bajo nivel de autodefensas biológicas de la población, lo cual no debería ser una sorpresa ni una noticia nueva si recordamos que el Chaco presenta los peores indicadores sociales, económicos, sanitarios, educativos y ambientales del total de las provincias de la República de Argentina. Si el 40 % (o más) de los chaqueños están por debajo de la línea de pobreza, y el 17 % sobrevive sumergido bajo la línea de indigencia, debemos suponer que masivamente nuestra población está desnutrida, mal nutrida o anémica, lo cual eleva -de manera extraordinaria- la tasa de morbilidad, con una fuerte tendencia a enfermar o morir. Se sabe que la pobreza y la indigencia son las causas tradicionalmente más generadoras y determinantes de los bajos niveles de defensas biológicas de las personas, dado que el pobre o indigente no tiene recursos para comprar comidas ricas en proteínas, hierro, calcio y los restantes nutrientes para gozar de un estado sanitario saludable.
Entonces, debemos reconocer que el bajo nivel de inmunidad de la población allanó el camino del brote epidémico. Desde los gobiernos de la Nación y del Chaco se dice que el dengue se ha estabilizado y está controlado. Esto podría ayudarnos a suponer que mejoró el nivel de autodefensa biológica de la población; sin embargo, esto no es así. Lo más probable es que se haya adquirido autodefensa biológica a través de la inmunización natural por el paso de la enfermedad, lo que luego generó la desaceleración de la epidemia, que por otra parte es habitual que ocurra en todas las pestes. Por ello es que ahora aparecen enfermos en puntos focales, retrocediendo el dengue al estado de endemia, que a su vez fue el punto inicial al mes de febrero.
Además de descacharrizar y dejar de fumigar masivamente porque nos vamos a enfermar no sólo de dengue, sino como consecuencia de los químicos utilizados en esta actividad, la tarea de control y prevención del dengue y de otras enfermedades que han recrudecido en el curso de los últimos años, pasa por dotar a la población de atributos para resistir los virus. Hay que mejorar las condiciones para que aumenten las defensas biológicas de los chaqueños, que se logra a través de una nutrición adecuada, de un trabajo que no supongo explotación o peligro, de no ser un desocupado de mediano o largo plazo, con equilibrio humano básico. De esta manera, o sea con calidad de vida digna y aceptable, se fabrican los anticuerpos para que cada organismo se defienda de las infecciones. Esta es la clave.
En la nota anterior, planteamos la necesidad estratégica de que el sistema sanitario inicie una profunda y rigurosa investigación epidemiológica post epidemia, arrancando desde ahora, partiendo de la valiosa documentación sanitaria recogida. Este es el único mecanismo, verdaderamente apto y adecuado para estudiar –a fondo– las causas, la evolución y las consecuencias sociales y sanitarias de la epidemia. Por sugerencia, y con la misma finalidad, debería incorporarse a la investigación la calificación o determinación de los niveles de autodefensas de la población, especialmente aquellas que estuvieron más expuestas. Si encaramos esta tarea y determináramos, con objetividad y rigurosidad, los niveles de autodefensa biológica de la población, organizadamente enfrentaríamos el futuro brote o epidemia de dengue, que probablemente no sea lejano. Negar esta situación, significaría un primitivismo inaceptable, riesgoso, que cobrará más victimas en calidad de enfermos o fallecidos. En última instancia, la epidemia se desatará porque el virus nuevamente encontrará casa, comida y zona liberada, porque la población no podrá resistir la investida del virus.

Mal ejemplo
El reconocido infectólogo Hugo Pizzi, titular de la cátedra de Parasitología de la Facultad de Medicina de la Universidad de Córdoba, integrante del Comité de Expertos de la Nación, profesor del Plenario de Universidades Nacionales y asesor de varios organismos internacionales, declaró a El Diario de Entre Ríos que “en todas las facultades de medicina del país se va a enseñar lo que se hizo en el Chaco con el dengue como un ejemplo de lo que no se debe hacer. Todo lo que se hizo en el Chaco estuvo mal. No hubo ningún acierto ya que censuraron al periodismo, a los médicos, y no se podía dar información. Querían esconder la realidad mientras la gente se moría”.

Resistencia, 13 mayo 2009
Rolando Nuñez, Centro Mandela