Durante el acto inaugural, que se desarrolló en el Hotel Hermitage de Mar del Plata, Scioli hizo hincapié en el aporte de la tecnología a la gestión de los gobiernos y recordó la puesta en marcha, en la Provincia, de la Agenda Digital, la Firma Digital y “la mejor conexión” de las escuelas y centros de salud.
Acompañaron al Gobernador el Secretario General de la Gobernación, José Scioli, el ministro de Gobierno, Eduardo Camaño y el intendente de General Pueyrredón, Gustavo Pulti. Asistieron además el presidente de la Asociación Bonaerense de Televisión (ABT), José Toledo; y el presidente de la Asociación de Televisión Bonaerense por Cable (ATVC), Walter Burzaco.
"Una nueva Ley no debe ser Ley de destrucción de la industria", afirmó Walter Burzaco, presidente de la Asociación de Televisión por Cable (ATVC), en su discurso inaugural:
"El Cable se encuentra hoy ante la peor amenaza a su viabilidad en sus más de cuarenta años de existencia.
Lo que no hicieron las tremendas crisis, con aspecto de terminales, como la del 2001, lo que no hizo la exacerbación de un supuesto liberalismo que desconoció las economías productivas y las inversiones tangibles, parece ser posible en virtud de una visión cuando menos apresurada y desacertada.
Apresurada, porque resulta llamativo que se instale el debate de la ley de radiodifusión en coincidencia con la campaña electoral. El buen criterio indica que una ley trascendente para la vida de los ciudadanos y que regirá los destinos de los medios de comunicación en las próximas décadas, merece ser debatida en un marco de tranquilidad y cordura que no se advierte en estos momentos.
Y, porque a fines de 2005, luego de más de un año de discusión, los actores políticos y sociales terminaron consagrando la modificación del artículo 45, que define quiénes pueden acceder a una licencia —columna vertebral de cualquier ley en la materia—, permitiendo el ingreso de las entidades sin fines de lucro y rechazando la entrada de empresas de servicios públicos a la televisión por Cable.
Desacertada, porque toda ley de Medios de Comunicación Audiovisual debe favorecer la pluralidad de voces, y la Propuesta de Proyecto desconoce que la televisión por Cable, a lo largo de toda su historia, ha sido una industria de inversión a riesgo y competencia, que ha producido a su vez, una mejora en la vida cultural y económica de las regiones.
En los últimos tiempos, el Cable ha sido el motor de la expansión de la conectividad de Internet en nuestro interior. Si se analiza por coberturas y tipos de servicio, se observa claramente que recónditos lugares de la patria han accedido a la televisión e Internet en virtud de la inversión del Cable, sobre todo de las PyMES.
La inversión del Cable es demostrable con algunas cifras:
• Hay más de 600 señales locales.
• Hay un millar de productoras independientes.
• El Cable tiene 14.000 empleados directos y una cantidad similar de indirectos. Entre estos hay periodistas independientes, productores de contenidos y creadores.
• Con su inserción en más de 1.200 localidades, el Cable permite la promoción de empresas, servicios e intereses de sus habitantes.
• Más del 35% del total de la conexión de la Banda Ancha nacional es de Cable.
• El Cable tiene más penetración por hogares que el teléfono en todas las provincias, salvo en cuatro.
La industria se compone de operadores argentinos, está integrada por 700 PYMES, con inversiones amuradas al territorio y tendidos de cables que acercan el mundo a los habitantes del país. Los Cables trabajan todos los días de cara a los conciudadanos, con plena conciencia del rol social que cumplen y del aporte al desarrollo del país.
O sea, el sector que más ha contribuido a la diversidad de voces es el que ahora se quiere destruir.
Sabemos que la Ley actual fue promulgada por el Proceso, en forma irregular, en un período que constituyó uno de los más oscuros de la vida argentina. Una Ley que cuenta hoy con 214 modificaciones producidas a lo largo de 26 años de democracia. Muchas modificaciones han sido acertadas, otras desacertadas.
Una nueva Ley no debe ser Ley de destrucción de la industria. No debe deshacer debates saldados recientemente, en los cuáles se estableció la protección de las PYMES en un marco que exime y excluye a las empresas de servicios públicos, sea cuál fuere su tipo de propiedad, aún sean cooperativas, de dar servicios de televisión por Cable.
Porque, escondida en esta propuesta de Ley se encuentra una convergencia de servicios que no contempla las asimetrías de mercado. Lo que hace falta, como en todo país organizado, es una regulación que comience por tener en cuenta las asimetrías que existen cuando se van a integrar servicios.
En muchos ejemplos internacionales, como Inglaterra y México, los organismos reguladores tuvieron en cuenta a la hora de planificar la convergencia de servicios las enormes diferencias económicas, comerciales y regulatorias entre la televisión por Cable y las telefónicas dominantes logrando establecer un marco equilibrado y sustentable en el largo plazo, buscando no distorsionar mercados y generando una efectiva multiplicidad de opciones para NO quedar rehén de una única red.
Lo que hay que desafiar en nuestro país es el monopolio de las telefónicas y no amenazar la competencia del mercado del Cable. Hoy las autoridades no se ocupan de aplicar las normas que ya rigen para favorecer la competencia en telecomunicaciones, como el Decreto 764 del año 2000.
La depredación de la industria del Cable, será el resultado previsible al exponerla frente a las prácticas de un actor que hoy factura 8 veces más que todo nuestro sector, y hará que los cableros PYMES caídos en la batalla no vuelvan al mercado: nadie podrá desafiar al enorme monopolio que tendrán las telefónicas.
Las mismas telefónicas que no cumplieron con el objetivo de teledensidad y digitalización en tiempo y forma durante los primeros diez años. Las mismas telefónicas que niegan la interconexión y asfixian a cualquier intento independiente. Las mismas telefónicas que luego de nueve años de supuesta competencia todavía son incapaces de cruzar los muros que separan sus territorios para dar servicio de teléfono o banda ancha.
El desparpajo y la desestimación de los debates, de los análisis, las pruebas del daño que un modelo como el que se pretende instalar han generado en todos los países, es consistente con una decisión poco sabia y NO de una política de Estado que defienda el acervo cultural, tecnológico e informativo de nuestra nación.
Se cita la regulación de la competencia y la existencia de controles y obligaciones de apertura de ductos y portabilidad. Eso existe desde el 2000, pero no se pone en práctica por la indiferencia de quienes deben imponer su cumplimiento para favorecer la competencia.
La venta de pliegos es una muestra más. Se abandona todo criterio de inversión y es el cóctel para los amigos antes de la cena.
Cada año pensamos que el que viene será de mayor calma para poder invertir en la misma forma que invertimos siempre, pero en otro ambiente. Que será un año en el cual iniciativas de responsabilidad social como estos Encuentros dejen de ser tribuna para demostrar la necesidad de existencia de una Red Alternativa, para analizar políticas y acciones que lleven a un mejor uso, expansión y provecho social para todos los argentinos. Que será un año donde, con las autoridades y la oposición, debatamos doctrinas y opciones, en vez de estar mostrando en forma constante la raíz de nuestra razón.
Sin embargo, en este Encuentro, más que nunca, asistimos a un intento artero para telefonizar la televisión.
Acá estamos, otro año con la misma cantinela, pero lejos de cejar en el esfuerzo. Argentina tiene la industria de Cable más desarrollada fuera de Canadá y Estados Unidos, países con los cuáles no podemos comparar ningún parámetro económico. Ellos tienen normas claras, jurisprudencia, aplicación de leyes y reguladores profesionales. Y aun en México, a pesar de las idas y venidas que tuvo su marco regulatorio, se controla tenazmente la actividad de su telefónica dominante para que no ingrese a la televisión por Cable hasta que cumpla con las regulaciones que abren la competencia en telefonía.
Somos una industria nacional, con vocación de servicio, responsabilidad social y sobre todo, identidad común, cultura consolidada y una firme convicción para dar pelea justa. Porque cuando arrinconan al Cable, atacan a las comunidades, atentan contra la pluralidad, intentan cercenar el disenso y, finalmente, acallar las voces. Esto quiero creer que es fruto del desconocimiento. La propuesta de Ley atrasa muchos años en su concepción y ciertamente frenará la inversión cuando todo sea un solo monopolio de capitales extranjeros.
Por eso vamos a dar batalla en defensa de la televisión por Cable. Somos un medio de expresión, una herramienta de integración y una Red Alternativa. Estamos convencidos y decididos a garantizar nuestros derechos, porque en ello estamos defendiendo los derechos de los ciudadanos argentinos a la pluralidad".