El escritor español Santiago Alba y el narrador italiano Carlos Frabetti, participantes en la Feria del Libro Cuba 2009, denunciaron hoy aquí los daños que provocan en seres humanos el mal uso de los medios audiovisuales.
Durante los debates de un panel sobre cultura, consumo y valores humanos, realizado en la fortaleza San Carlos de la Cabaña, sede de la cita literaria, ambos narradores coincidieron en la necesidad de buscar estrategias a nivel global que frenen la creciente inducción por los medios a un consumismo extremo, virulento y criminal.
Alba puso el ejemplo de casos recientes sucedidos en Europa donde menores y adolescentes agredieron a personas indefensas, grabaron el suceso y luego lo transmitieron a través de Internet con toda la carga de violencia y horror de las imágenes.
Esto se debe –en opinión del escritor- a que esos niños y jóvenes imitan lo que ven por la televisión, las escenas de los torturadores en la cárcel estadounidense en Guantánamo o a las decapitaciones que pasan directo por los medios audiovisuales.
Según opiniones recogidas en debates en Internet los propios niños y jóvenes involucrados en tales hechos alegaron tal comportamiento debido al deseo de divertirse y vivir emociones fuertes.
El caso más connotado fue el de un grupo de jóvenes que salieron de una fiesta y le prendieron fuego con gasolina a un inmigrante indio que estaba sentado en el banco de un parque, sólo porque necesitaban terminar de divertirse esa noche con una experiencia extrema, según alegaron a las autoridades policiales.
Son actos que van más allá de sectas racistas, xenofóbicas o una crueldad organizada, porque provienen del influjo de la publicidad hacia un consumismo desenfrenado que los torna insatisfechos de todos los placeres y cada vez más exigentes de nuevas cosas.
Por su parte, Frabetti afirmó que quienes vienen del llamado primer mundo a Cuba se asombran, en primer lugar de la ausencia de publicidad y en segundo lugar de la ausencia de niños llorando en las calles.
No es que en Cuba tal situación esté totalmente excluida, sino que en Europa alcanza un ritmo frenético y alucinante y ello se debe al consumismo de esa sociedad donde la gente se torna insaciable, irascible y agresiva.
Aseveró que lo peor de todo era el hecho de identificar el consumismo con la felicidad y convertirlo en una concepción del mundo, en u parámetro para vivir.
Fuente: Prensa Latina