domingo, 4 de enero de 2009

“Este será el siglo de las guerras del agua”

Experta en temas vinculados con la geopolítica del agua, advierte sobre el creciente riesgo que ocasionará, en un futuro cercano, la disputa por el acceso al tan preciado líquido elemento.
Por Emiliano Guido, eguido@miradasalsur.com
De todas sus tarjetas de presentación posible, sobresale el cariñoso apodo de “Profesora Bruzzone” como la más ajustada a su personalidad. Elsa es licenciada en Historia pero su pasión es el estudio sobre los recursos naturales, en especial la potencialidad del agua como el vector de poder económico más importante del siglo XXI; más que el petróleo, asegura Bruzzone. Este tema la venía inquietando desde hace años, tanto que utilizó todas las plataformas posibles para alertar sobre el tema: como militante asistiendo a los Foros Sociales de Porto Alegre, y como profesional asesorando a los Congresos de Argentina y Brasil; hasta que se lanzó al violento oficio de escribir y parió dos tomos de un libro editado como Las Guerras del Agua.
Elsa Bruzzone habla, dictamina y da cátedra como una docente rigurosa. No intenta conciliar cuando discurre, la problemática del agua quema su conciencia crítica, no le da tregua. Por eso es tajante cuando advierte: “Quien controle en el siglo XXI el agua dulce digitará la vida y la economía de nuestros pueblos”. Elsa Bruzzone, además, es la número dos de un grupo sui géneris para la historia reciente argentina: el Centro de Militares por la Democracia (Cemida): donde reportan los uniformados argentinos que quebraron el mando de obediencia durante el Terrorismo de Estado. En este think tank del sur, Bruzzone vuelca sus documentos. Esos que advierten “que según las Naciones Unidas el 87,5 por ciento de la población mundial en el 2020 no tendrá acceso al agua potable. Parece un camino irreversible: Europa y EE.UU. gastan en comida para mascotas el doble del presupuesto destinado al saneamiento del agua”.
En mano a mano con Miradas al Sur, Bruzzone se zambulle en la potencialidad estratégica de la biodiversidad del Cono Sur, apunta contra el monocultivo sojero, y detalla la batalla con los países centrales por el control del Acuífero Guaraní y la Amazonia. El colosal sistema de ríos que está en la mira de la IV Flota norteamericana según declaraciones del propio Pentágono. “Una flota de guerra, lista para actuar cuando llegue el momento”, detalla como nota al pie la Profesora Bruzzone.

–¿Sigue con vigencia esa expresión que parió la crisis del 2001: “Ahora vienen por el agua”?
–Sí. Ahora más que nunca. Ha quedado demostrado en los informes elaborados por Naciones Unidas sobre el estado de los recursos hídricos del planeta –tanto superficiales como subterráneos–; en las apreciaciones realizadas por el Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático; en los informes elaborados por el Pentágono en 2004; y en los dictámenes de los organismos financieros y económicos internacionales. Inclusive, en el texto de la Constitución Europea, donde se plantea la recolonización de África, Asia y América Latina por nuestros recursos naturales, y en la “Iniciativa en Materias Primas” elaborada recientemente por la Comunidad Económica Europea. Desde marzo de 2008, el nuevo secretario de Naciones Unidas, Ban Ki Moon, viene repitiendo una y otra vez que este siglo será el siglo de las guerras por el agua y los alimentos.

–¿Por qué la pelea de fondo de este siglo será por el agua y no por el petróleo?

–Porque el agua, a diferencia del petróleo, no tiene sustituto. Es un bien escaso. Sólo el 2,5 por ciento del agua del mundo es dulce. Si bien es posible desalinizar agua de mar, el proceso presenta inconvenientes: se necesita mucha energía, y aún no se ha encontrado la forma de deshacerse de los elementos químicos que se utilizan para el buen funcionamiento de la planta desalinizadora sin afectar al medio ambiente. Si una fuente de agua se contamina se pierde, lo mismo ocurre si se agota. El agua es vida. Sin ella este planeta y sus habitantes estarían muertos. Por eso se dice que quien controle el agua dulce controlará la vida y la economía de los pueblos.

–¿Cuáles son las potencialidades y los flancos débiles del Cono Sur en la utilización de este recurso?

–El Cono Sur tiene agua en abundancia y cuenta con el pulmón terrestre del planeta por excelencia: la Amazonia, que además posee minerales altamente estratégicos para el desarrollo de las industrias espacial, aeronáutica y militar. Los otros pulmones claves son nuestros mares y océanos.
Las cuencas del Orinoco, del Amazonas, del Río de la Plata, y el Acuífero Guaraní –el cuarto reservorio subterráneo más grande del mundo en cuanto a volumen pero el primero en cuanto a volumen de recarga– nos transforma en una región privilegiada. Al tener recursos hídricos subterráneos y superficiales compartidos, las potencialidades de desarrollo integral y armónico son increíbles. Con nuestros ríos y acuíferos están abiertas las puertas para la exploración y elaboración de proyectos que tengan en cuenta las necesidades reales de nuestros pueblos.

–¿Es todo color de rosa, entonces?
–No, para nada. El desafío mayor sigue siendo vencer nuestra desconfianza, y de una vez por todas transformarnos en pueblos adultos. Una debilidad muy grande ha sido aceptar el proyecto Iirsa (Iniciativa de Integración de la Infraestructura Regional de América del Sur), elaborado por el Banco Interamericano de Desarrollo y los organismos financieros económicos internacionales, que consiste en una integración física del Cono Sur moldeada por las empresas transnacionales. Otros hechos preocupantes lo constituyen la presencia del Banco Mundial y agencias gubernamentales de los países centrales desarrollando proyectos de estudio en la región: verdaderos ADN para conocer el real potencial de la Amazonia, la Cuenca del Plata, y el Acuífero Guaraní. Me preocupa la desidia de los gobiernos ante estos hechos. Felizmente, la resistencia de las organizaciones sociales existe, es muy fuerte.

–¿Cuáles son los errores y los aciertos del Mercosur, puntualmente, en la protección del Acuífero Guaraní?

–Los aciertos fueron haber aceptado la Carta Social del Acuífero Guaraní, elaborada por las organizaciones de resistencia civil a la apropiación del reservorio por el Banco Mundial (BM). También haber rechazado el proyecto de declararlo “Patrimonio de la Humanidad”, que en zonas de recursos naturales estratégicos significa pérdida de soberanía por parte del país. Además, ratificar en diciembre de 2005 la soberanía de nuestros pueblos sobre el Acuífero, y estar trabajando por una gestión de utilización, preservación y protección integrada del Acuífero.
Sin embargo, el error máximo ha sido permitir que el BM y los países centrales tengan el monopolio en el estudio del Acuífero. Sólo conocemos lo que ese organismo quiere que sepamos. Y en el caso de Argentina, la situación es gravísima pues el BM está implicado en el estudio de 13 proyectos que tienen que ver con nuestros bienes naturales; además no torcimos el hecho de que la ONU declarará “Patrimonio de la Humanidad” a las Cataratas del Iguazú, la Península de Valdés, Quebrada de Humahuaca, el Valle de la Luna, los Hielos Continentales, y el Glaciar Perito Moreno. Ningún país del primer mundo tiene zonas con recursos naturales y estratégicos –por más que sean de interés turístico– declarados como “Patrimonio de la Humanidad”. Habría que preguntarse por qué.

–¿Qué pesó más en el veto presidencial a la “Ley de protección de los glaciares”?
–El lobby de las transnacionales mineras y petroleras que además buscan abrir el paso a los emprendimientos hoteleros y turísticos. El impacto de estos sectores empresariales combinados termina contaminando y alterando la belleza propia del paisaje, como ya se comprobó en las “rutas mayas” de México y Perú.

–¿Simplificando, EE.UU. tiene el monopolio de las armas, el G7 controla el sistema financiero, y Sudamérica es la superpotencia mundial en recursos naturales?
–Podría decirse. Pero no somos la única. África es tan importante como nosotros. Por eso las dos regiones están en las miras de los países ricos.

–¿Qué gobiernos de la región son más intransigentes contra el monocultivo sojero y el uso de biocombustibles? ¿Cuáles son los mayores peligros de estos segmentos de la agroindustria?
–No aparecen definiciones muy claras. Hay luchas dentro de los pueblos. Sin embargo, creo que la posición del presidente Morales es clara al respecto. Pienso que los presidentes (Rafael) Correa, (Fernando) Lugo y (Hugo) Chávez caminan en ese sentido. Tendría que hacerse un profundo estudio de lo que ocurre en cada uno de nuestros países en ese aspecto. El peligro que representan estos segmentos está dado porque al final sólo dejan hambre, miseria, devastación, muerte y contaminación. No se debe ni se puede utilizar alimentos para la fabricación de biocombustibles. Basta con recorrer nuestro país, leer los informes de los médicos rurales, hablar con nuestros compatriotas, hacer lo mismo en otras partes del continente y del mundo, para darse cuenta de la tragedia que resulta de la aplicación de estas políticas. Debemos impedir el auge de los monocultivos, porque nuestra vida y nuestra supervivencia como pueblos están en peligro.

–¿Qué vino a patrullar, finalmente, la IV Flota norteamericana?
–El control del litoral atlántico del subcontinente para vigilar los recursos estratégicos que poseemos. Eso sí, disfrazada de “ayuda humanitaria”. Como las otras flotas del Pentágono que cubren el planeta: es una flota de guerra, lista para actuar cuando llegue el momento.

Fuente: Miradas al Sur