jueves, 27 de noviembre de 2008

“No comen, pero van al cyber”

La periodista estadounidense Mindy McAdams, especialista en contenidos digitales, describe a la nueva generación de jóvenes interconectados que demandará una reconversión de los diarios en su forma tradicional. Pero no cree que esto sea una catástrofe.
Por: Edgardo Litvinoff, elitvinoff@lavozdelinterior.com.ar
La razón por la que hay que cambiar es porque las audiencias de mañana son los jóvenes de hoy, aquellos que nacieron y crecieron con lo digital y que no van a leer diarios", decía Mindy McAdams hace una semana, en un congreso sobre Periodismo Digital realizado en Buenos Aires. Y fortificó esa postura en Córdoba, donde a comienzos de esta semana brindó un taller sobre el mismo tema.
La especialista estadounidense es autora del libro Periodismo ‘Flash’: cómo crear nuevos contenidos multimedia y, además de dictar seminarios y conferencias sobre herramientas para hacer periodismo en Internet, participó del diseño digital de The Washington Post y Time Magazine. Sus blogs (en especial http://mindymcadams.com) son fuente de consulta permanente entre periodistas, editores y diseñadores de todo el mundo que intentan comprender el fenómeno que se viene: "los diarios de mi país están muriendo", vaticina. Y aconseja a los periodistas que, mientras la situación aún no llega a la Argentina, se preparen y estén listos "para la próxima etapa".
¿Cuál es esa próxima etapa? Nadie lo sabe con certeza, ya que las nuevas formas de acercarse a la lectura por parte de los jóvenes no terminan de ser descifradas por los medios tradicionales. Algo sí es seguro: los grandes diarios no figuran entre los primeros lugares más buscados en la web, y sí lo hacen sitios como Facebook, Twitter o Flickr, espacios sociales para compartir fotos o experiencias.

–¿Cómo y qué están leyendo en Internet los jóvenes en Estados Unidos?
–Lo que vemos incluso con nuestros alumnos de periodismo es que los que tienen 19 ó 20 años nunca han leído un diario, no lo compran, ni siquiera tienen pensando comprarlo y menos leerlo. Sí leen los diarios on line, en especial si vienen de otra ciudad a la universidad. Les gusta leer el diario de su ciudad de origen, seguir las noticias deportivas, etcétera. También vemos que envían muchos mensajes de texto o entran a Facebook miles de veces, todo el día, a través del teléfono o en la Biblioteca entre clase y clase. Y con sus notebooks, en cualquier momento.

–¿Es una realidad sólo estadounidense, o es una cuestión generacional que traspasa los países?
–Está sucediendo cada vez más, en más países. En los Estados Unidos quizá haya pasado en más ámbitos, y antes, porque el servicio de Internet era mucho más barato que en otros países. Pero cuando se haga una reforma tecnológica o legal en los demás sitios, el acceso será muy económico. De todas maneras, en países en desarrollo encontramos muchos cybers, que son muy baratos. Tal vez no se encontrarán allí mochileros o turistas sino adolescentes, que a lo mejor pasan horas y horas jugando on line, o bien entran a Facebook, o tienen comunidades on line a las que pertenecen. Pasan varias horas al día utilizando el servicio de Internet. A lo mejor no comen, pero van al cyber.

¿Profecía autocumplida?
–¿Hasta dónde la tecnología acompaña la situación de esos jóvenes y de esa sociedad, y hasta dónde estos adelantos son los que alimentan ese paradigma?
–Como dijo Marshall Mc Luhan hace tiempo, ese proceso siempre es mutuo. La tecnología posibilita algunas cosas pero no hace que sucedan. La gente puede usarla o rechazarla. A los jóvenes les encanta. De hecho, les encanta desde muy niños. Van a hacer lo posible para jugar horas y horas, pero también para jugar con sus amigos. Por eso no es una cuestión individualista, de un chico solo que se encierra en una habitación. Pueden ser 4 ó 5 niños que se pasan los controles y convierten eso en una actividad social. Interactúan con la pantalla y con los otros. Y con sus teléfonos, por ejemplo, en donde están constantemente en contacto entre sí o con sus padres. No les gusta hablar: mandan mensajes . Y con Facebook y las redes sociales pasa lo mismo: están en contacto, no se tocan pero saben dónde están sus amigos, qué están haciendo. Tienen conversaciones en donde dicen:
"–Hola.
–Hola.
–Estoy comiendo una galleta.
–Yo un helado".
Es como que necesitan eso: estar juntos, compartir.

–Por qué la gente –y en especial los chicos– no pueden concentrarse más de dos minutos para leer un texto en Internet?
–Es interesante porque creo que si supiéramos realmente cómo la gente leía antes los diarios, veríamos que lo hacían de esa forma. Se estudió con equipos de Eye Track (un sistema que sigue el ojo y muestra en dónde uno ubica la atención y dirige la vista). En una página de diario, la gente primero ve la foto, después desplaza la vista hacia abajo, luego hacia el costado, va al titular, a veces lee un poquito y pasa a otra foto, y a otro título, y luego vuelve... Hay que pensar cómo está conformado el diario... Tal vez siempre leímos de esa forma.

“Internet está transitando el mismo camino de masividad de la televisión. La tendencia va a continuar. Argentina no es inmune pero tiene un par de años extras por delante”, dice McAdams en relación a la crisis de los diarios de papel, ya muy visible en Estados Unidos y Europa.

–Las noticias que llegan de Estados Unidos sobre la situación de la prensa y los periodistas son catastróficas. ¿Es para tanto?
–Aparenta ser muy mala, ya que es como si la actual crisis financiera hubiera acelerado esta situación. Comenzamos a ver muchos despidos. Ya hace incluso un año, las ganancias por publicidad empezaron a disminuir, junto con la crisis inmobiliaria, a la que ahora se le sumó la bancaria. La rentabilidad está bajando, y las suscripciones a periódicos también. Son mucho factores que se conjugaron para disminuir las ganancias. Hasta ahora, el único diario que se deja de publicar es el Christian Science Monitor (a partir de abril de 2009 sólo aparecerá en su versión digital), conocido por su cobertura internacional excelente. Es una pena que deje de salir en papel. Seguirá sólo on line, pero no sabemos hasta cuándo.


Fuente: La Voz del Interior