jueves, 23 de octubre de 2008

No hay amores eternos

La relación de las empresas españolas con Argentina ha sido una historia de amor pasional, donde al entusiasmo y a la desesperación sólo les separa una delgada línea.
Argentina se convirtió en los años noventa en el país bandera de la expansión de las empresas españolas en su aventura latinoamericana. Hubo grupos, como Repsol, que llegaron a cambiar su nombre y nacionalidad con la compra de activos allí, rebautizándose como Repsol YPF, una empresa que pasó a considerarse a sí misma como hispanoargentina.
La crisis que sufrió el país entre 2001 y 2002 transformó la historia de amor en una de recelo, que se ha acrecentado recientemente con las ansias de los sucesivos gobiernos de los Kirchner de recuperar el control de las empresas de sectores clave, o al menos, que estén en manos de inversores domésticos.
Progresivamente, algunas empresas se han ido adaptando al nuevo entorno. Repsol es posiblemente el ejemplo más visible, por el volumen financiero que supone esa estrategia de ajuste.
El pasado febrero, Repsol formalizó la venta de cerca del 15% que tenía en YPF, la primera compañía petroquímica argentina, al empresario local Enrique Eskenazi, valorando el grupo en 10.200 millones de euros. Éste tiene derecho a adquirir otro 10%.
El traspaso a Eskenazi se enmarca en una operación más amplia, en la que también se contempla la colocación en bolsa de otro 20% de YPF. Repsol, que finalmente se quedará con un 55%, mata así dos pájaros de un tiro. Da presencia al poder económico argentino en YPF y de paso, reduce su exposición en el país, disminuyendo el peso relativo que ocupa Latinoamérica en su balance.
Es muy posible que la colocación en bolsa, prevista para el segundo semestre de este año, se aplace hasta que amaine el temporal financiero que viven los mercados. Además, ahora está la incertidumbre añadida de qué ocurrirá con la capacidad de inversión de los fondos de pensiones (AFP).
Otras empresas, como Gas Natural, también han reducido su exposición. En agosto, la gasista dio entrada en su filial en Argentina (BAN) a Grupo Chemo, traspasándole el 19,6%. Otro ejemplo de desespañolización de empresas argentinas ha sido la de Aerolíneas Argentinas. Grupo Marsans, propiedad de Gonzalo Pascual y Gerardo Díaz, negocia su salida .Clic para ampliar
Fuente: Expansión