miércoles, 20 de agosto de 2008

Responsabilidad social

Ningún actor social se puede sentir al margen de los desafíos que ello demanda.
Por Washington Uranga
En la sociedad actual la información es un insumo y, al mismo tiempo, un requisito de la democracia. En el entendido de que la información como un componente de una realidad mayor y más compleja denominada comunicación, que incluye también otros ámbitos de producción e intercambio simbólico en el espacio público. Si la información siempre fue un insumo fundamental para la vida en sociedad, el desarrollo de las tecnologías de información y comunicación ha potenciado ese lugar. También los aprendizajes sociales, es decir, las capacidades que los diferentes actores adquirieron para usar las herramientas infocomunicacionales y para articular varias de ellas en estrategias destinadas a generar incidencia social.
Desde esta perspectiva no puede sino afirmarse que el periodismo, en general, y los periodistas, en particular, tienen una responsabilidad social ineludible. Un aspecto, éste de la responsabilidad social, que suele soslayarse de manera frecuente para reafirmar en cambio el carácter “independiente” de los trabajadores de la comunicación. La responsabilidad social de quienes ejercen la tarea de informar está vinculada con el deber de construir la pluralidad informativa –diversidad de fuentes, actores y perspectivas– y asegurar la expresión de todos los sectores en igualdad de condiciones.
Es difícil, sin embargo, entrar en consideraciones sobre el periodismo sin atender a una realidad en la que el ejercicio profesional está condicionado por la estructura de propiedad de los medios y por el hecho de que los grupos económicos que los controlan utilizan los medios para defender intereses que están mucho más allá de las fronteras del mundo de la comunicación. El sistema de medios y su estructura de propiedad forman parte de un entramado político-económico que es central en la forma de ejercicio del poder en la sociedad actual.
La responsabilidad social supone la construcción de información sobre bases éticas, veraces y confiables, no siempre compatibles con la declamada objetividad, más cercana ésta a una perspectiva liberal del ejercicio profesional y que, bajo la pretensión de la equidistancia, termina en la mayoría de los casos reforzando el discurso dominante. Una información ética, veraz y confiable no tiene por qué estar apartada de una posición de compromiso y responsabilidad social y política de los profesionales del periodismo.
Este ejercicio responsable del periodismo resulta también poco compatible con aquella concepción de la información basada en la idea del espectáculo o en el sensacionalismo que se apoya en la apelación constante a la seudo primicia, a la retórica del escándalo, las miserias, el horror y los crímenes como argumento de captación de audiencia y, para cerrar el círculo, a la asociación libre y perversa de la pobreza con la delincuencia y la violencia.
Aun reconociendo el valor que tiene por sí misma la noticia, para transformarse en verdadero insumo de construcción de ciudadanía, la información periodística tiene que salir del mero hecho del acontecimiento aislado para enmarcar cada episodio de la vida cotidiana de manera clara y elocuente en un proceso y en un contexto que, por una parte, le da verdadero sentido, y por otro, permite una comprensión más cabal del mismo. Porque los hechos denominados noticias son siempre episodios de la vida de una comunidad, que no pueden entenderse de manera fragmentada y aislada de la historia de quienes los producen.
De esta manera el periodismo con responsabilidad social es también una forma de representación democrática en el marco de la ciudadanía.

Fuente: PáginaI12