sábado, 16 de agosto de 2008

"Para el “nunca más” hay que trabajar para siempre"

Daniel Viglietti llegó al entonces PC de la Alianza Patriótica para el Cambio (APC), ubicado frente a la Terminal de Ómnibus de Asunción. Hugo Ferreira lo acompañaba. Con boina negra y bolso en mano entró al local. No lo esperaba una multitud de seguidores ni la prensa lo acosó. Cuando se sentó para hablar, en rueda de prensa, un periodista me consultó: «¿quién es ese señor?».
Al término de la conferencia, todos se fueron. Me apresuré para pedirle que me concediera unos minutos para entrevistarlo, pensando que muchos desearían hacer lo mismo. La gente pasaba a su lado sin percatarse quién era.
Había mucho ruido en el salón. A los que iban y venían no les importaba a quien estaban entrevistando. Se hallaban en medio del fragor de la batalla electoral. Viglietti inclinaba un tanto la cabeza para acercarse al grabador y hablar. Su voz sonaba clara y segura, como su canto.
«La palabra militar tiene dos sentidos en mi vida. Está vinculada a mi padre, que fue militar de oficio, pero enseguida aclaro que fue co-fundador del Frente Amplio. Fue de los democráticos y, desde el punto de vista de militar en partidos, yo siempre trabajé en el área cultural y siempre desde la canción. El que escucha mis canciones puede ir entendiendo mis posiciones con respecto a las opciones políticas de mi país», comentó.
En 1972, en la represión a los movimientos sociales uruguayos, el cantautor cayó preso, un año antes al golpe de Estado cívico-militar. Personalidades como Julio Cortázar, Jean Paul Sartre y Oscar Niemeyer se unieron en una campaña por su liberación. Fue exiliado a Argentina y luego vivió once años en Francia. Es una de las personalidades más emblemáticas del cancionero popular latinoamericano. Artistas como Víctor Jara, Amparo Ochoa, Isabel Parra, Joan Manuel Serrat, Mercedes Sosa y Chavela Vargas han interpretado sus canciones.
Además de su actividad artística, el autor de «A desalambrar» –canción grabada por Víctor Jara en el álbum Pongo en tus manos abiertas (1969)– dedica su tiempo a trabajar para no perder la memoria.
«Para el nunca más (a las dictaduras) hay que trabajar para siempre. Trabajar contra eso y recordar a los desaparecidos. Yo formo parte de una comisión que trabaja por la anulación de lo que en otros países se llama Ley del Punto Final».
En Uruguay esta ley tiene un nombre particularmente perverso, al decir de Viglietti: «Ley de Caducidad de la Pretensión Punitiva del Estado». Para el cantor popular, el hecho de que esa ley haya sido instalada en democracia le hace pensar en una democradura (neologismo formado por las palabras democracia y dictadura). Porque, según relató, para que la ley fuera sancionada se llamó a un plebiscito y se hizo toda una campaña de miedo a través de la televisión. «Terminó imponiéndose una ley que absuelve de responsabilidades a una cantidad de gente que torturó e hizo desaparecer personas», resaltó.
El ámbito de los derechos humanos es para Viglietti sensible e importante, por eso trabaja desde un principio en la campaña para la derogación de la Ley de Punto Final.

El exilio y su vínculo con Paraguay
«Que viví en Francia los once años es un decir. Yo tenía mi casa en una comuna fuera de París, pero viajaba muchísimo a países cercanos. Después, cuando Franco (Francisco) empezó a ceder terreno, yo pude trabajar en España, reencontrar a amigos míos como Raimont, Serrat», recordó.
La música lo llevó a lugares antes inimaginables: Australia, África, países de América Latina que antes del exilio no había conocido como México, Venezuela y Puerto Rico. De Puerto Rico se apura en recordar que es de América Latina, «pero que ha sido robado y está como estrella en la bandera de Estados Unidos».
Más allá de la rima con Uruguay, para Viglietti Paraguay está profundamente ligado a su pueblo. «Parecemos dos líneas de una canción pero rimamos en un sentido más profundo: en el de ser latinoamericanos. Esta patria grande que nos une. Y, además, el hecho de plantear cambios en una historia llena de tradiciones y también llena de traiciones en muchas etapas», expresó.
«Hay que pensar que aquí tuvo que buscar refugio nuestro José Artigas y creo que decir Artigas no necesita más explicación. Creo que es una tierra que le supo dar un Ÿvÿra Pÿtå para que él estuviera bajo esa sombra con su pensamiento y su reflexión. Es un hombre de gran importancia para la historia de América Latina. Son muchos los lazos que nos unen, por eso la alegría de estar en la tierra de Roa Bastos, de Elvio Romero, de un artista excepcional como Félix Pérez Cardozo», valoró el cantante.

El arte y el compromiso social
Viglietti escribió una canción a la militante paraguaya Soledad Barret, nieta del escritor y periodista hispanoparaguayo Rafael Barret. En coincidencia con Mario Benedetti, que también redactó unos versos a la joven, grabaron un disco titulado A dos voces, en 1985. Soledad había sido asesinada por la policía militar brasileña el 8 de enero de 1973, en Recife.
Para Viglietti es ideal la coincidencia entre compromiso social y calidad artística. «Que tenga una determinada calidad artística me parece imprescindible. Un producto mediocre que tenga buenas intenciones, mediocre será artísticamente. Pero cuando hay un cierto nivel de calidad artística es bueno que eso coincida con un pensamiento saludable de la vida como compañerismo, solidaridad y no como arribismo u oportunismo», remarcó.
En ese sentido, recordó a figuras como Chico Buarque, «que desde un producto de gran calidad musical y poética, es un hombre que tiene un compromiso con la vida, aunque no necesariamente esté militando o formando parte de un partido».
El entrevistado tampoco forma parte de un partido, pero acompaña las ideas del Frente Amplio en Uruguay.
En su última visita a Paraguay, Viglietti cantó en el cierre de campaña de la Alianza Patriótica para el Cambio (APC), cuyo candidato fuera Fernando Lugo, el presidente electo.

Fuente:
E´a