sábado, 9 de agosto de 2008

Aerolíneas Argentinas: Desarticulando la apertura

(o cuando en los ´80 la juventud peronista criticaba una propuesta de Rodolfo Terragno)
Si la filosofía social que ha guiado el pensamiento y la acción de los prohombres del liberalismo argentino (hoy mimetizados en el alma y el cuerpo de los muchachos alfonsinisías) siempre ha sido la de "achicar el Estado para agrandar la Nación", bien podría concluirse que en el caso del transporte aéreo comercial la meta perseguida sería la de "achicar Aerolíneas Argentinas para agrandar la aviación". Naturalmente, la aviación que pilotean los verdugos de la economía nacional.
El gobierno de Alfonsín sacudió el ambiente cuando anunció la probable venta del 40% de! capital de AA a una compañía semiestatal (la SAS, en la que intervienen las monarquías de Suecia, Dinamarca y Noruega ), un negocio que —de concretarse— empalidecerá la actuación de José Alfredo Martínez de Hoz, quien1 en casi seis años de gestión no pudo superar la marca olímpica actual de privatizar una empresa con las características de Aerolíneas Argentinas. Puede concluirse que la filosofía Terragno supera todo lo imaginable.
Bajo el marco del carnaval privatísta inaugurado en la era Sourrouille, todo lo que se fue anticipando respecto de la entrega de Austral y la liquidación de Aerolíneas se fue cumpliendo al pie de la letra. Con la venta - regalo de Austral Líneas Aéreas a la compañía Cielos del Sur S.A. (del Grupo Pescarmona) y la prevista fusión de Aerolíneas con SAS (Scandinavian Airlines System), quedará definitivamente sepultado el destino del transporte aéreo como un instrumento esencial para el desarrollo y la integración nacional, al estilo de ¡o que en su momento significó -tal como lo demostrara Raúl Scalabrini Ortiz- el ferrocarril.
El titular del Directorio de Empresas Públicas, Horacio Losoviz, manejó el tema con jocosidad cuando se permitió, en un reportaje concedido a Clarín el 13 de febrero de 1987, reproducir chistes nacidos de la ocurrencia del presidente, quien en lugar de gobernar para el país se dedica a hacer bromas contra las empresas del Estado. "No creo que ahora hablen de imperialismo sueco", había dicho este hijo de Mitre.
Y es verdad, el imperialismo sueco, o escandinavo, no existe. Lo que sí existe es el interés de los países desarrollados y centrales (como Suecia) por expandirse económicamente, frente a la falta de patriotismo de quienes son responsables de encaminar a los países dependientes y periféricos (como la Argentina) por la vía de las decisiones nacionales y el cuidado y control de sus patrimonios económicos.
Antes de seducir a Rodolfo Terragno en la conquista por Aerolíneas Argentinas, la empresa aérea escandinava había anunciado un férreo compromiso para asistir financiera y técnicamente a los nuevos dueños de Austral, con lo cual la lucha entre los monopolios extranjeros y los monopolios nacionales ahora se inclinará nítidamente a favor de los primeros, victoria en la que mucho tienen que ver los árbitros radicales, incapaces de hacer justicia cuando de algo nuestro se trata.
Es asombrosa la facilidad con que este gobierno da el "sí" ante cualquier guiñada de ojo extranjera. Los directivos de SAS habían chocado con una negativa rotunda de parte de sus pares cuando quisieron ingresar, sucesivamente, en los mercados atendidos por la British Caledonian, de Gran Bretaña; la Sabena, de Bélgica; y la Varíg, de Brasil. En la Argentina, en cambio, encontraron.4na generosidad infrecuente y hasta consiguieron que los funcionarios que están negociando la venta de AA viajaran a los Estados Unidos y a Suecia para discutir sobre el asunto. El calor de Buenos Aires les debería molestar bastante para hablar de inversiones.
Hay otros aspectos que hablan por sí solos: el patrimonio de Aerolíneas Argentinas no será valuado por los argentinos, sino por el Banco Mundial. De todos modos, se está hablando de un precio total de 500 millones de dólares (según Clarín y Ámbito Financiero), cuando las cifras más moderadas en lo que respecta al valor de la empresa se situaban, el año pasado, en los 750 millones de la misma moneda. No es nada: ¿qué dificultad va a haber si en el traspaso de Austral también hubo una importante rebaja en el precio final digna de una liquidación de temporada?
La solución no está en privatizar Aerolíneas Argentinas. La solución está en privatizar a este gobierno.

Fuente: Revista Jotapé, Imagen: Rodolfo Terragno por Nine