miércoles, 9 de julio de 2008

Filanbanco: Una historia de negocios, arte, fútbol y tragedia

La decisión del gobierno de Ecuador de incautarse de 195 compañías pertenecientes a un grupo empresario pone fin, o al menos un quiebre, a una centenaria historia en la que se entrecruzan negocios, arte, fútbol y tragedia en torno de dos de las más tradicionales marcas de Guayaquil, la ciudad más rica del país.
Esas marcas son el grupo Isaías, evolución del almacén fundado en 1915 por un inmigrante libanés, y el Filanbanco, una de las entidades financieras más antiguas y prósperas de Guayaquil, fundado el 10 de enero de 1908 como Banco La Filantrópica y adquirido por los hijos de Isaías en 1958.
La medida adoptada ayer por el presidente Rafael Correa se basó en que la Superintendencia de Bancos pudo determinar, sólo en febrero de este año, que el Filanbanco registraba pérdidas por 661,5 millones de dólares en diciembre de 1998.
Entonces, en medio de la mayor crisis financiera que sufrió Ecuador, el Filanbanco pasó a ser administrado por el Estado, que en 2001 decidió su quiebra y lo puso en liquidación, proceso que aún no concluyó.
Mema Isaia Abi Hanna nació en el interior de El Líbano en 1892 y 20 años después llegó a Ecuador con 1.000 dólares. Como sólo hablaba árabe, el funcionario que lo recibió lo inscribió con el nombre que creyó entender: Emilio Isaías.
Se radicó primero en Catarama, donde fue trabajador agrícola y vendedor ambulante hasta que en 1915 instaló su primer almacén de ramos generales. Ocho años más tarde dejó la tienda en manos de un primo de su esposa y se mudó a Guayaquil.
En 1926 realizó la primera importación -de casimires- y al año siguiente viajó a Gran Bretaña para fortalecer ese negocio y perfeccionar su inglés. En 1947 fundó la empresa San Vicente, que llegó a tener 950 telares y a ser la textil más importante del país.
Isaías murió el 7 de noviembre de 1960 al estrellarse contra el monte Atacazo el avión que debía llevarlo de Guayaquil a Quito.
Dos años antes, su hijo Pedro había fundado una embotelladora para fabricar en Ecuador las gaseosas de la marca Canada Dry y había comprado la totalidad de las acciones del Banco La Filantrópica, que atravesaba serias dificultades.
Entre los bienes del banco, que pronto trocó su nombre por Filanbanco, había una excepcional colección de obras de arte, en la que sobresalían una escultura de María Magdalena del siglo XIX; la Meditación, de Mideros; un San Luis Gonzaga, de la Escuela Cuencana, y un Arcángel San Miguel, del Taller de Caspicara.
Mientras Pedro se dedicaba a la política -fue diputado por las Islas Galápagos-, sus hermanos atendieron los negocios: Estéfano consiguió numerosas representaciones, entre ellas la de IBM; Alfredo gerenció un ingenio azucarero, y al frente del banco se ubicó Enrique Emilio, secundado por Nahim.
Por esa época, Enrique Emilio compró en un remate internacional parte de las joyas que habían pertenecido a Eva Perón, entre ellas un teléfono de oro y una tiara de brillantes, según sostiene el sitio de internet www.diccionariobiograficoecuador.com.
La tragedia volvió a golpear a la familia en enero de 1965, cuando cuatro encapuchados entraron a balazos al almacén en el que conversaban tres de los hermanos; Enrique Emilio murió y Nahim y Juan quedaron malheridos. Y en la Semana Santa de 1966 murió Estéfano en un accidente automovilístico en la Carretera de la Costa.
Merced a varias inyecciones de capital y a su orientación al apoyo de la agricultura, el comercio y la pequeña industria, los Isaías lograron enderezar el rumbo del Filanbanco y lo convirtieron en la entidad financiera privada más grande del país.
El banco, que había estado sucesivamente bajo el control de Enrique Emilio y de Estéfano, quedó en manos de Nahim, quien murió en 1985, asesinado por guerrilleros del grupo Alfaro Vive Carajo que lo habían secuestrado, mientras la policía intentaba rescatarlo. Fue entonces el turno de su sobrino Roberto Isaías.
En sus tiempos de esplendor el Filanbanco llegó a tener un club de fútbol con su nombre, que en 1987 fue subcampeón de la Primera División ecuatoriana y al año siguiente jugó la Copa Libertadores de América, en la que se enfrentó a los equipos argentinos de Newell's Old Boys y San Lorenzo de Almagro.
Pero en enero de 1998, el balance reveló que el banco estaba en crisis. En diciembre de ese año el gobierno del presidente Jamil Mahuad ordenó su intervención y su salvataje mediante un crédito del Banco Central, y en julio de 2001 el gobierno del presidente Gustavo Noboa dispuso su liquidación.
En mayo de 2000, Roberto Isaías y su hermano William, ya convertidos en las principales caras del grupo familiar, se refugiaron en Miami.
Cuatro meses después, la Corte Suprema de Justicia los procesó por considerarlos responsables de la quiebra fraudulenta del Filanbanco, pero aún no logró que el gobierno de Estados Unidos acepte extraditarlos.

Filanbanco y sus "aliados"

La incautación de bienes pertenecientes a los accionistas y administradores de Filanbanco, por la Agencia de Garantía de Depósitos, AGD, ha provocado la noticia más importante de los últimos tiempos.

No solo porque con esa medida se compensará y se completará la labor de una entidad que demoró acciones (la AGD) sino porque es muy significativo sentar precedentes de justicia respecto de un grupo económico que burló los caminos legales para blindar sus bienes, después del tenebroso ‘atraco bancario’ del siglo XX, en el Ecuador.

Es bueno, en ese sentido, también, abrir las aguas y aclarar que los bienes incautados son cerca de doscientos, y que los medios de comunicación, TC-Televisión y Gamavisión sobre todo, son apenas dos de los bienes de presunta propiedad de los accionistas principales, los hermanos Isaías Dassum. Por supuesto, como son medios y pasan a una administración temporal estatal, cunden interpretaciones de su fin durante el tiempo de dicha gestión.

Para evitar la desconfianza se requeriría que los otros medios dejen de atizar el fuego sobre una medida, en absoluto legal, y que únicamente concierne a todos los bienes, y no al silenciamiento de dos canales de televisión. Si estos, por coincidencia, pertenecen a personas que tienen enormes dificultades legales, es obvio que pasan a ser “parte de pago”, como se puede colegir de la ley.

El tratamiento del tema, entonces, de los medios nacionales no debería circunscribirse a las dos televisoras.

Así, por más oposición política que la mayoría de medios ha asumido –desde hace más de un año- respecto del actual Gobierno, no es ético que la incautación total de los bienes sea dilucidada como un atentado a la libertad de expresión.

Semejante arbitrio informativo manipula los hechos…

Aunque resultaría pedagógico que la aplicación de una medida justa revele al país dónde está el Poder y dónde está el Gobierno.

Carlos Bravo, gerente de la AGD, manifestó que si Roberto Isaías viene con los $661 millones a pagar, el no tiene problema para devolverle las empresas incautadas.

Fuente: Diario Hoy Ecuador y agencias.