Por: Luis Dall’Aglio - Director de Delfos
Hace tiempo que los parámetros de la política cambiaron en Argentina. Fundamentalmente, porque creció el nivel de conciencia que tiene la sociedad respecto de su propia realidad.
La dirigencia política está frente a un momento histórico donde la gente ejerce un protagonismo inédito y conoce el valor de su expresión en las calles. Néstor Kirchner, en su conferencia de prensa del martes hizo referencia a esta nueva realidad preso de sus propias palabras cuando dijo que “se puede mentir una vez, dos veces, pero tres no”.
En realidad, estaba parafraseando a Juan Perón cuando decía que “desde que existe la Spika (primera radio a transistores), al peón del campo que está lejos y sólo se le puede mentir una vez, dos veces o tres, pero a la cuarta no sólo que ya no nos cree sino que además está informado”.
Y es así. Hoy existe una sociedad que ejerce su propia representación y que cuando la pone en la calle, posiblemente no alcance para cambiar radicalmente una realidad política, pero si para condicionarla. Y este fue el real valor del cacerolazo del lunes 16 de junio por la noche.
La gente achicó la cancha; los márgenes donde se moverán en las próximas horas los dirigentes políticos y especialmente los legisladores nacionales que tendrán la responsabilidad de ratificar o rectificar las retenciones en el Congreso son pequeños. Diputados y senadores nacionales tendrán que sopesar las presiones del poder central que puedan sufrir con la fuerte expresión que ejercen los vecinos en sus ciudades y pueblos.
La realidad política se sinceró totalmente y es tan fuerte el protagonismo social que en la cabeza de cada uno de los legisladores tronarán los dichos de los K y las cacerolas del lunes. Es cierto, es difícil que los K retrocedan en sus decisiones. Pero ¿y la sociedad?