sábado, 14 de junio de 2008

El Che Guevara

Los militares bolivianos que lo apresaron, tuvieron miedo de que los mirara a los ojos. Por eso lo mataron.
Y después le tuvieron miedo al muerto. Por eso hicieron desaparecer el cadáver.
Pobres idiotas, creyeron que sacrificando al perro terminaban con la rabia.
Y el muerto sigue vivo. La primer superestrella del Tercer Mundo no fue Bob Marley, como asegura Rolling Stone. Fue un guerrillero argentino
Por Víctor Pintos
Cantan Los Piojos: “Guevara, Guevara, en mi remera de Dior. El che era argentino y murió en Vietnam”. Este dios está tan a mano, que hasta los más frívolos alguna vez recurren a su figura o a su nombre, para sentir que elevan, aunque más no sea un poquito sus almas flacas.
A las cinco de la larde do un día de semana, no es fácil en Cuba encontrar un transporte para salir de Matanza y volver a Varadero. (De Matanza es la sonora Matancera, el combo que empujó al estrellato a Celia Cruz en los 50, antes de Fidel y de Miami. En cambio, nada hace pensar que esa ciudad cubana tenga que ver con el señor Matanza, el despreciable terrateniente de la canción de Mano Negra).
Matanza es uno de los muchos lugares de la isla que parecen perdidos en el tiempo-. En una pequeña plaza, a pocas cuadras del riacho que utiliza el mar para meterse en tierra firme, hay un muro enorme con el rostro del Che. La figura está diseñada con piedras pegadas al cemento.
Un buen dato nos lleva a la vieja estación de trenes. Es vieja pero funciona, mientras que los ómnibus son un desastre directamente no funcionan, el tren es una gloria. Nada fuera de lo común, pero anda. Ahí, en la estación, conseguimos un señor que tiene un Lada, un auto ruso parecido al Fiat 1600, que está bastante destartalado pero funciona. ¿Cuánto sale ir hasta Varadero? Bueno, dele.
En el camino, el señor me dice que escuchándome hablar en argentino, y con esa barba, ha pensado en el Che. Yo le digo que me voy a morir de felicidad por el piropo.
El hombre sonrío, mira el camino pita su cigarrillo negro se queda en silencio.
Al rato, le cuento que llegué a Cuba para encontrar las huellas del Che.
Entonces me dice:
-Qué lástima que no nos vimos antes.
-O que no me dijo esto al salir, porque lo habría llevado a mi casa. Ahí tengo muchos recuerdos de la revolución que a usted le habría gustado ver. Porque yo fui combatiente de la columna del comandante Guevara, sabe”
-¡Uh!
-Columna ocho Ciro Redondo. Primero con Camilo, después con el Che. Yo luché con él hasta la victoria de Santa Clara.
-¿Participó en el asalto al tren blindado?
-No, yo estuve en el grupo que hizo inteligencia antes del ataque. Después nos quedamos de reserva, a un par de kilómetros.
Silencio.
Silencio es un decir. El auto avanza a los tumbos, a lo sumo a 70, pero el motor parece que fuera a reventar. Hace un ruido terrible.
-Qué gran persona Guevara. A mí no me contaron, yo lo conocí.
Camilo también era buena gente. Pero sobre todo el Che, un gran hombre.
Estadio Atenas de La Plata. Viernes a la noche. El concierto va por la mitad, la banda es una aplanadora. Tavo se pone el bandoneón en la falda para Gris, pero se le rompe una cinta. Hay que repararla de apuro, alguien corre en la oscuridad, el murmullo crece. Hasta que nace el coro: “Menem, Menem, compadre…” Son los pibes. “Nos cagamos de hambre, nos mandas a la yuta, le pegas a los viejos, sos un hijo de puta.”
Decir que vive no es un lugar común. Es una verdad política.
Nicolás Guillen
Su imagen reducida al blanco y negro en silueta, en principio fue una foto. La obtuvo el cubano Alberto Korda durante el acto en homenaje a las víctimas del sabotaje al barco La Cumbre, en la Plaza de la Revolución de La Habana, el 4 de marzo de 1963. (Esa fue la primera ocasión en que Fidel Castro mencionó la consigna “Patria o Muerte”), Cuenta Korda: “Estaba recorriendo Los personajes del palco de autoridades con mi cámara, y la figura del Che no estaba. Pero cuando repetí el paneo, lo vi. Lo vi con ese rostro que está en la foto, se me metió en el visor de la cámara. Y su cara me impresionó tanto, que hasta diría que me asustó. En ese momento apreté el obturador.”
La toma completa, que se ha visto pocas veces, incluye el perfil de una persona no reconocida a la izquierda y unas hojas de palmera a la derecha.
Una tarde, paseando por La Habana vieja, conseguí una copia de esa foto tal cual fue originalmente. La compré. Es verdad: el rostro perfecto del guerrillero impresiona. No casualmente salió de ese registro la imagen que dio la vuelta al mundo. El Che está serio, como pensando. Mira el horizonte con ojos de cóndor.
A mí me gusta mucho más otra foto que también compré aquella tarde. Guevara está sentado con la camisa desprendida y las botas embarradas, sonriente, cansado pero feliz. No es una postal perfecta, pero se lo ve al tipo tan vivo como en un sueño.
La noticia conmovió al Viejo en su casa de Madrid. Porque según las clasificaciones políticas de ese viejo, el hombre que acababa de morir había sido medio gorila en su juventud. Perón escribió:
“Hoy ha caído, como un héroe, la figura joven más extraordinaria que ha dado la revolución en Latinoamérica.”
Era octubre de 1967.
“Su vida, su epopeya, es el ejemplo más puro en que se deben mirar nuestros jóvenes, los jóvenes de toda América Latina.” Ese Perón, que poco después llamó a la lucha a los pibes para derrumbar el gobierno de Lanusse, es el mismo que no puso el cuerpo para parar los balazos en Ezeiza en el 73, y es el mismo que un año más tarde echó de la plaza a la Tendencia llamándolos “Imberbes”. El mismo que, antes de irse del mundo, nos dejó en las manos del ex-agente de policía José López Rega.
Estadio Mundialista de Mendoza, octubre del 88.
Es el concierto celebrado en tributo a Chile (todavía sometida por Pinochet), penúltimo paso de la gira mundial Human Rights Now, impulsada por Amnesty International.
En el backstage, Peter Gabriel le comenta a su amigo Jorge Coulon de los Inti Illimani que tendrían que preparar una canción de Víctor Jara para cantar todos juntos al final del show. “Sería un gran homenaje a los chilenos”, argumenta Gabriel con entusiasmo.
Los Inti Illimani se apasionan con la idea y muestran a los visitantes -Gabriel, Sting, Springsteen, Tracy Chapman, Youssou N'dour'- algunas canciones del folklorista asesinado durante el golpe de septiembre de 1973. Pero todos esos temas tienen problemas: son temas de una rítmica algo lenta para una grand finale: Te recuerdo Amanda, Cuando voy al trabajo, El arado. Hasta que pinta una cueca: El aparecido. La decisión es unánime, harán esa. “Pero mira, hay una cosita. Es una canción que Víctor Jara escribió en homenaje al Che Guevara”, advierte Coulon.
Coulon escribe el texto en una hoja para traducirla sin errores. Todos escuchan con atención.
“Su cabeza es rematada por cuervos con garras de oro como lo ha crucificado la furia del poderoso hijo de la rebeldía lo siguieron 20 más 20 porque regala su vida ellos le quieren dar muerte abre sendas por los cerros deja su huella en el viento el águila le da el vuelo y lo cobija el silencio.
Nunca se quejó del frío nunca se quejó del sueño el pobre siente su paso y lo sigue como ciego.
Córrele, córrele, córrela por aquí por aquí por allá
Córrele... córrele que te van a matar
Y salta Springsteen; “Okey, se trata de cantar por Víctor Jara, por Chile, por el Che Guevara, por la memoria… Perfecto, ¡Para eso vinimos a Latinoamérica, no! Esa no me la contaron, yo estaba ahí, colado por León Gieco en la reunión cumbre.
Quisieron exponerlo helado, desnudo. Pusieron su cuerpo arriba de una mesa, tenía los ojos abiertos.
Buscaron denigrarlo y terminaron reproduciendo de manera inmejorable la amada figura de Cristo en la cruz. El Cristo americano, lo llamó Ariel Petrocelli en una canción que cantaba Daniel Toro. ¿Cómo no se dieron cuenta que el tipo seguía vivo?
-Mañana a la noche se hace el concierto contra el indulto, frente al obelisco, tendrías que ir,..
-Yo voy, invítame.
Un par de horas después de ese diálogo que cerraba una entrevista para el diario Sur Joaquín Sabina recibió la invitación formal para sumarse a los artistas que iban a cantar por la memoria y en oposición al indulto que iba a firmar Menem.
Joaquín estuvo en el festival del día siguiente ¡unto a León Gieco, Fito Páez, Teresa Parodi, Ignacio Copani.
El español no cantó, dijo unas palabras formidables y saludó a las 50.000 personas presentes. Ahí me lo crucé, estaba muy emocionado porque hacía años que no veía tantas banderas rojas con la cara del Che.”Qué imagen más fuerte -me dijo- el Che otra vez por todos lados”.
Benedetti dice que está consternado, rabioso: “Da vergüenza teclear las tres letras mundiales de tu nombre en la rígida máquina que nunca estuvo con la cinta tan pálida” Mario Benedetti, en 1967: “Donde estés, si es que estás, si estás ¡legando, será una pena que no exista Dios”.
Ernesto Guevara de la Serna nació el 14 de junio de 1928 en el hospital central municipal de Rosario. Su familia vivía a unas diez cuadras, en la casa de lo calle Entre Ríos 480, casi esquina Urquiza. El pibe, de familia acomodada, sufrió los primeros ataques de asma a los dos años en Buenos Aires. Después pasó el resto de su infancia en Alta Gracia, cuidando sus pulmones, y a los 15 años se instaló en Córdoba para hacer el secundario, Fue al Nacional Dean Funes de Ituzaingó y Montevideo. Por entonces, su familia había alquilado una casa en Chile 288, o dos cuadras de la plaza España.
En 1947, cuando ya contaba con 19 años, Guevara se instaló en Buenos Aires para estudiar Medicina, Con su familia: vivía en Araoz 2180.
En las vacaciones de esos años de estudio, hizo sus primen; viajes. Entre enero y agosto del 52, visitó Chile, Perú, Colombia Venezuela junto a su amigo Alberto Granados, Hicieron el viaje en moto.
A principios de 1953 se recibió e médico especializado en alergia se salvó de la colimba por ineptitud, física (el asma) y en el otoño se fue para Venezuela para reunirse con Granados que esta trabajando en el leprosario de Cabo Blanco, Caracas.
Durante el viajo se cruzó con Ricardo Rojo, un activista político evadido del peronismo que marcha hacia Centroamérica.
Guevara lo siguió.
En diciembre, de paso por San José de Costa Rica, le escribía su tía Beatriz -enviar cartas era habitual para él en el transcurso de sus viajes- y en ese breve texto, decididamente informal aparecen los primeros indicios de que ya no es el mismo tipo que salió de la Argentina: “Mi vida ha sido un mar de encontradas resoluciones hasta que abandoné valientemente mi equipaje y. mochila al hombro, emprendí el sinuoso camino que acá me condujo. En el Paso tuve la oportunidad de pasar por los dominios de la United Fruit convenciéndome una vez más de lo terrible que son estos pulpos capitalistas (...) En Guatemala me perfeccionaré y lograré lo que me falta para ser un revolucionario auténtico,” En Guatemala, al producirse el golpe de Castillo Armas, participó en la defensa del gobierno de Jacobo Arbenz. Y luego de su caída se fue a México, donde se encontró con algunos exiliados cubanos con los que trabó amistad. Para el año 56, el muchacho argentino trabajaba de médico en la sala de alergia del Hospital Central del Distrito Federal mexicano, se había casado con la economista peruana Hilda Gadea, y cada vez se interesaba más por la política, Fue entonces cuando conoció a Fidel Castro, quien lo invitó a sumarse a la expedición del Granrna.
El mítico barco se echó a la mar el 25 de noviembre. Lo ocupaban un total de 82 hombres al mando de Castro, El 5 de junio de 1957, ya en plena sierra cubana, Guevara fue designado Comandante de la Cuarta Columna revolucionaria. Para entonces, ya era el Che. Los insurgentes triunfaron el 1 de enero del 59, luego de la toma de Santa Clara, un triunfo de las tropas dirigidas personalmente por Guevara. Esta es la historia, lo demás es la leyenda pura.
La historia la escriben los que ganan. San Martín es el padre de la patria porque triunfó en su lucha contra el imperio hispano. Y no dudó en usar las armas para imponerse, ningún pacifismo. El Che también se rebeló contra el imperio y levantó las armas. Pero fue vencido en Bolivia. Así que hoy no existen monumentos -en Argentina- con su figura ni hay calles que lleven su nombre. ¿Cual es el Che de fin de siglo? “Seremos como el Che”, juran todas las mañanas los pibes cubanos al entrar a la escuela. “Una bandera que diga Che Guevara, un par de rocanroles y un porro pa fumar...” cantan las bandas del rock and roll. Suena mejor que aquello de “aquí está la bandera idolatrada que nos fue legada cuando triste la patria esclavizada.

Fuente: Cerdos & Peces