miércoles, 14 de mayo de 2008

Clarín y el gobierno: Una pelea entre dos manipuladores

El gobierno ha desatado una campaña mediática contra el diario Clarín acusándolo de tergiversar la realidad, especialmente frente al conflicto del campo. En la avalancha de declaraciones que tuvo como protagonistas a la presidenta, a su marido, al verborrágico D’Elía y hasta a Federico Schuster, el decano ultrakirchnerista de la Facultad de Ciencias Sociales, también se acusó al multimedios de “monopolio” y de “controlador y manipulador de la opinión pública”, entre otras lindezas correctamente aplicables al grupo de la Noble, Magneto y compañía.
Claro que esta mediática y teatral campaña oficial esconde el maridaje entre el grupo Clarín y el gobierno de los Kirchner, que se extendió a lo largo de los cuatro años de gobierno de Néstor y el inicio del que encabeza Cristina, quienes, como parte de los amores, apuntalaron el fortalecimiento del monopolio. El matrimonio oficial es el que, en mayo de 2005 prorrogó por 10 años extras -y bastante antes de que se vencieran- todas las licencias de televisión y radio que, por ejemplo, en el caso de Canal 13 (de Clarín), le permite al grupo mantenerla hasta 2025. Como resultado de la misma resolución, radio Mitre, también de Clarín, mantendrá la frecuencia hasta 2018.
Además, el gobierno de los Kirchner es el que dejó correr la compra de Cablevisión por parte de la Noble y Magneto. Junto con Multicanal, que ya pertenecía al grupo, ahora Clarín maneja el 80% del cable del país y tiene un monopolio aplastante en la Capital y el Gran Buenos Aires.
Todo esto justificado entonces por Néstor Kirchner con el argumento de que en el gobierno “queremos los medios en manos de empresarios nacionales, como ocurre en los países más serios del mundo”. Claro que, valga el recordatorio, esto lo dijo minutos después de firmar el decreto que también extendía hasta 2025 a los españoles de Telefónica la licencia de Canal 11, y por diez años extras las de radio Continental y FM Hit, que están en manos de la misma empresa. Y lo mismo sucedió con las de los mexicanos del monopolio CIE, que explotan cinco radios, entre ellas la Rock & Pop.

Todos manipulan
Otro aspecto que esconde la campaña oficial es el papel de los medios como tergiversadores de la realidad. Porque esto no abarca sólo al grupo Clarín. En manos de capitalistas o de gobiernos que representan sus intereses, todos los medios son manipuladores de la realidad. Esto porque las informaciones que se publican y las que se ocultan, y el ángulo con el cual se presentan, están directamente vinculados con la defensa de sus intereses, individuales o de conjunto. ¿Acaso no es un gran ejemplo de esto la forma sistemática en la que se ataca y se demoniza desde esos medios la protesta social cuando ésta atenta contra intereses políticos o empresarios? Y esto no es privativo de Clarín sino que se aplica a todos los medios oficiales y las empresas privadas del sector. Los cortes de ruta o de calles por parte de los desocupados que reclaman trabajo son, para La Nación y Hadad, y también para Crónica y Diario Popular, Canal 11 y, claro, Ámbito Financiero, un atentado a la libertad de circulación y a la paz social que, para ellos, están por encima de las necesidades más perentorias de la población. La campaña oficial esconde también la tremenda tergiversación, censura y represión que se lleva adelante en los medios oficiales para que la “la única verdad” no sea “la realidad” sino la que quiere mostrar el gobierno. Éste maneja la mayor agencia de noticias del país, Télam, que con este gobierno, según denuncian los propios trabajadores de la empresa, ha llevado al paroxismo el nivel de ocultamiento y tergiversación de la realidad.
Para la agencia, no existieron los cacerolazos del Barrio Norte ni la manifestación de apoyo al sector agrario en Plaza de Mayo hasta que llegó el “libertador” D’Elía. En TelAm, Canal 7 y radio Nacional, el horrorosamente manipulado índice del costo de vida del INDEC no sólo es incuestionable sino que no aparece como descalificado por nadie, cuando es tapa de los diarios y recibe cuestionamientos desde la población que va al supermercado hasta de los acreedores externos, que quieren que sus bonos indexados por inflación les rindan aún más. Para los “plurales” medios oficiales, escasamente existe la protesta social y mucho menos la izquierda. Y ni siquiera los políticos opositores de centroizquierda o de derecha. Pero, además, en esos medios, no se permite el disenso si éste tiene cierta repercusión. Así es que Víctor Hugo Morales fue despedido de Canal 7 por tener una actitud de relativa independencia respecto del gobierno, y los compañeros de Télam plantean que el nivel de censura es tan grande que un alto porcentaje de las notas que preparan diariamente va a parar al cesto de residuos por cuenta y orden de la dirección de la agencia.

El “Observatorio” o el zorro y las gallinas
Quienes defienden al gobierno y se alinearon con él contra el monopolio de Clarín han apoyado la formación del “Observatorio de Medios” planificado por el matrimonio presidencial, cuyo objetivo sería “controlar” que los medios “no tergiversen la realidad”. El presente de los medios oficiales muestra claramente que esto es como pedirle al zorro que cuide al gallinero. Por si los ejemplos porteños no alcanzaran, los Kirchner tienen el antecedente de su política en Santa Cruz. Allí prácticamente todos los medios están bajo el control directo del poder presidencial, ya que el renombrado Rudy Ulloa, ex chofer de la familia presidencial devenido millonario, es propietario de la FM del Carmen, el Periódico Austral y Canal 2, manipula hasta el absurdo la realidad y persigue a todos los críticos del matrimonio Kirchner y su entorno.
El único objetivo del “Observatorio” es ponerle un cerrojo a cualquier expresión de oposición política al gobierno.
Pero las grandes empresas de prensa y el gobierno -como sucede con el gobierno y los empresarios del campo- enfrentan crisis que son coyunturales y a la larga acuerdan, porque tienen intereses básicos comunes. Si al “Observatorio” se lo “observa” en esta perspectiva, lo que quedará en pie será la censura a las manifestaciones populares, de protesta y de oposición al gobierno.

Fuente: La Naranja de Prensa