Ya sé. La necesitas allí, en la canchita que esperabas encontrar en ese lugar al que te fuiste, para intentar jugar alguna vez bien al fútbol.
Donde también, estoy seguro, habrá un barcito donde podrás perder el tiempo con los amigos.
¿Perder? Mentiras.
Ganarlo, enriquecerlo, convertir el tiempo en un tesoro.
Yo te conozco muy bien, Roberto, aunque nunca nos hayamos visto.
Te conozco desde el día en que una carta mía que te hablaba de una loca idea, mereció el lujo de una contestación tuya en una tarjeta a beneficio de la Fundación Hospital de Niños “Víctor J. Vilela” 2002.
Desde el sobre, manuscrito por la única e inconfundible letra del Inodoro, de la Eulogia, del Mendieta y los indios del malón hasta el texto interior, que empezaste con un: Amigo Antonio: gracias por su envío… y concluía con un emocionante… Un abrazo... Fontanarrosa (tu inconfundible firma), todo me abrió las puertas para sentirme –sin merecerlo- amigo tuyo.
Te conozco tanto, que sé que has entendido el mensaje del título, que algunos pueden malinterpretar.
No te afanaste la pelota, Negro.
Es tuya, totalmente tuya, pero la necesitamos. Y la tenemos en tus dibujos, en tus historias y en tu actitud frente a la vida. Lo que quiero decirte con el ¡Devolvé la pelota! es que desde tu nueva casa nos sigas devolviendo los pases, que sigas siendo la inteligente pared que envió alegrías y sonrisas aún en los peores momentos.
Yo sé que no me conoces, porque nos separó una generación.
Yo llegue a Rosario allá por 1940, cuatro años antes de que nacieras, a vivir en Av. Godoy e Iriondo (Cerca de la cancha de N.O.B) y que el primer partido de primera al que me llevó el viejo, fue un amistoso, nocturno, y Boca le ganó 5 a 1 a Central. Creo que desde ese momento me hice “canaya”.
Que al frente de mi casa estaba la cancha de “Villa Pría” y al lado de ésta, la de Atlantic Sportman, en la que hacían las prácticas los rojinegros.
Un tronco como yo tuvo la posibilidad de formar en la Sexta Floja de Villa Pría (Acepta desafíos), el “ala izquierda” con el Chiquito Lepíscopo, mientras en la “zaga” mandaba Peloso.
En la Quinta, sobresalía Chamorro y un inolvidable Tato Mur.
Y como no sabés de mi, te voy a hablar de los lugares en los que anduve, de personajes que conocí y de algunas de las actividades que desarrollé en ese Rosario en el que -sin sobresalir en nada y sin trascender- saqué carta de ciudadanía y no la perdí jamás, aunque me haya afincado en otra Provincia desde noviembre de 1951, justo cuando vos recién cumplías los 7 años.
A lo mejor los conociste –tipos y lugares- y de otros habrás recibido algún comentario dentro del ambiente en el que te manejabas. Pero me parece haberte visto en el Eden Bar en la calle Santa Fe, o en el Eden Park, en Avenida Pellegrini. A lo mejor antes de que nacieras, Negro, ya transitaba por allí tu espíritu travieso, el de un tipo que se supo hacer querer años después.
Que es probable que hayas alcanzado a ver a “Pataqueno” vendiendo billetes de lotería viejos.
O que tuviste la fortuna, como yo, de tener trato en los bares de Rosario, con el único rey de los carnavales, “Alfonso Alonso Aragón” y conservar de él una poesía hecha a pedido ante una taza de café con leche, en una hoja de su infaltable bloc.
Que habrás visto al pibe que era yo, que completó su primaria en Godoy y San Nicolás. Que a veces se iba el domingo hasta la plaza Buratovich para escuchar la banda de música que nunca faltaba.
Que rindió examen de ingreso para entrar a “la Superior de Comercio” en 1942 y que hizo tres años a la mañana y luego tres a la noche porque la Química no lo entendió. Y porque aprendió a hacerse la rabona y recalar en el “San Martín” o el “Sol de Mayo” para ver los “continuados”.
Que después de Bella Vista, vivió en Echesortu y que luego, sólo en Rosario, se fue al centro a una pensión de Rioja 1458.
Que jugó al tenis desde pibe en Puerto Rosario y luego en Provincial., con algún éxito. .
Que en 1947 hizo un viaje de estudios con sus compañeros de la nocturna, todos tipos mayores que él -muchos casados- que no era frecuente en aquella época: a Bariloche, cruce a Chile, viaje a Santiago y Viña del Mar, cruce de la cordillera en auto a Mendoza y regreso a Rosario.
Que desde los quince hasta los dieciocho años trabajó en la Tienda La Favorita, época en que comenzó a vivir un poco en la bohemia e incorporó la diaria asistencia al Panchos´Bar y a la una de la mañana, por la invitación del hijo de un dueño, a ver el primer varieté del “Dancing Sport”
Que suele comentar que la Avenida Pellegrini tenía pavimento con una especie de adoquines de madera y no le quieren creer.
Que en la Sociedad Rural, para los carnavales, alguna vez se coló para ver el concurso de murgas.
Que entonces se corría, en bicicleta, la Rosario-Santa Fe y que el “Tiburón del Quilla” se largaba desde el puerto para llegar nadando a Buenos Aires.
Que lo vio correr a Fangio, con su Chevrolet mecánica nacional, contra los “monstruos” con coches especiales en la loca pista improvisada en el Parque Independencia.
Que quien te escribe alcanzó a timbear en el Pancho´S, en el Olimpia, en el bar “La Capital” o en el hipódromo, cuando brillaban Sauro y Baratucci.
Que por épocas, concurría a la granja Royal o a la Argentina para tomar licuados. O que comía esas empanadas que chorreaban grasa en aquellas vidrieras llamadas “bocadito al paso”. En verano, café helado en Sorocabana; y muchas madrugadas a comer puchero a la española en “El National”
Que bailó en “El Cifré” y en “La Rambla”.
Que participó en intercolegiales de tenis, básquet y ajedrez.
Que desde la Estación Francesa, se embarcó en enero de 1950 con destino Concepción del Uruguay, para cumplir con el Servicio Militar Obligatorio, junto con más de mil muchachos de Rosario y su zona de influencia.
Todo esta lata, Negro, es para que entiendas porque llamé así a esta nota.
Yo sé que muchos de los tipos que pasaron por mi vida en mis diez años de Rosario, ya estaban allí, esperándote, cuando decidiste mudarte a tu nueva canchita.
Que los que van a partir mas tarde –entre ellos yo- para completar el equipo, ya sean los del Barrio Bella Vista, de la Escuela Superior de Comercio (se cumplen 60 años de la promoción), de La Favorita, del Pancho´S, de Provincial y de la Colimba, están todos esperando un pase tuyo para hacer una jugada muy importante para mí.
Desde muchacho escribo cosas de los personajes con los que compartí momentos, anécdotas de la escuela, del barrio, de la pensión, del laburo, del café, de la conscripción. Tratando de ubicar a algunos de mis viejos compañeros, me encontré con que muchos de ellos –terminados sus ciclos en estos pagos- ya están jugando en esa, tu nueva canchita. Te pido que les digas que los recuerdo y pedirles que, con vos como líder, jugando a ras del suelo, se manden unas paredes de antología y me devuelvan la pelota de forma tal que pueda “dialogar” o “entrar en contacto” –como dicen los comentaristas- con aquellos que, al igual que yo todavía están por aquí, todavía terrestres.
Mal, pero acostumbraos.
Al pié te dejo dirección, teléfonos y hasta - ¿viejo yo?- mi dirección en Internet.
Gracias, Negro, yo sé que, como en esta tarjeta tuya que tengo y guardo como un verdadero tesoro, vos me contestarás.
Que algún llamado, carta o contacto en mi PC. me demostrará que has devuelto la pelota. Chau, viejo, si no podés contestarme o no te llega ésta, lo mismo estás y estarás con nosotros, hasta que podamos encontrarnos en tu nuevo “barcito” o nos pongamos juntos la camiseta para patear un rato.
Vos nos dejaste todas las instrucciones, en tus dibujos y escritos, para que en lugar de “garra y huevos”, como dicen ahora, poniendo “humor y humanismo”, nos ganemos el merecido ascenso.
Antonio Néstor García
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