jueves, 20 de septiembre de 2007

Gorodischer on line

"¿Puedo hacerle un pedido? No me cambien nada, por favor. Cuando yo digo ‘una’ es una, no es ‘uno’, cuando pongo ‘@’ es @, no o ni a, y cuando pongo bastardillas, es bastardillas", dice Angélica Gorodischer por correo electrónico, quizá temerosa de que la nota no sea fiel al testimonio que envió por escrito. También aclara que jamás dice "obvio", "obviamente", "de alguna manera", "digamos", "o sea" ni "nada".
Con estas sugerencias, la escritora rosarina demuestra que para ella la elección de las palabras y la construcción de cada oración implica una decisión estética pero también ética, y que esa responsabilidad se extiende a todas las circunstancias en que su escritura toma estado público.
Seducción por lo fantástico. A pesar de ser conocida más bien por sus libros de registro fantástico y de ciencia ficción, como Trafalgar y Kalpa imperial, en su obra también caben el género epistolar, el relato de enigma y la novela de ambientación histórica. Publicó, entre otros libros, Cuentos con soldados, Fábula de la virgen y el bombero, Doquier, Historia de mi madre, Tumba de jaguares y Querido amigo. Algunas de sus obras han sido traducidas al inglés, alemán, francés, ruso y checo, y ha recibido importantes premios por su trayectoria.
En el diálogo que mantuvo con La Voz del Interior por medio del correo electrónico se refirió a algunos aspectos de su obra, a su último libro y a su posición en defensa de las mujeres.

–Si hace un balance provisorio de su obra, ¿cuáles serían los intereses y obsesiones temáticas que continuaron de un libro a otro?
–Mis libros son siempre distintos unos de otros. Estoy de acuerdo con eso de que lo único permanente es el cambio y a mí me gusta (me apasiona) cambiar. Además no lo hago a propósito. De un libro a otro yo he cambiado mucho. Por lo tanto lo que escribo también cambia. Bueno, pero a pesar de eso puedo decir, por ejemplo, que hubo una época en la que me interesó la ciencia-ficción, cosa que después de tres o cuatro libros de ese tipo, dejó de gustarme: no anduve más por ahí. Desde entonces hago algo que podría llamarse realismo, pero... que no tiene nada que ver con el realismo. La fascinación por lo fantástico deja una marca muy honda. En cuanto a obsesiones temáticas, dos: la justicia y la adquisición de conocimientos.

–¿En qué clase de motivos, situaciones, atmósferas y lecturas tiende a encontrar el germen de una ficción?
–En cualquier parte. De repente, en una música, un olor, una película, una palabra, un recuerdo, un objeto, hay algo que antes no había. Usted hace bien en llamarlo germen: es eso. Y entonces una se pone a trabajar con las palabras.

–¿Qué le gustaría que un lector encontrara en sus historias, más allá del carácter personal de una lectura y de sus efectos imprevisibles?
–Aquí viene la respuesta-confesión a una pregunta que suelen hacerle a una autora: No, no pienso en el lector; no escribo para nadie ni para nada; escribo para escribir. Pero a veces, entre libro y libro, cuando no estoy dedicada a una novela o a una serie de cuentos, me digo: ojalá alguien se estremezca de placer o de bronca, de emoción o de indignación, no me importa; ojalá alguien pierda pie y sienta que está al borde de un precipicio, de un agujero negro, de una revelación.

Ideología sin pedir permiso. En su último libro, A la tarde, cuando llueve, Angélica Gorodischer reunió una serie de ensayos que pasan por la literatura y por aspectos de la historia y la vida personal. Algunas de las reflexiones están dedicadas a la lectura y la escritura, a la literatura escrita por mujeres, y todas están desarrolladas con una prosa de tono informal pero elegante.

–¿Cuál cree que es el hilo secreto que une estos textos?
–No hay hilo. O si lo hay, es tan secreto que no lo he percibido. Hay un orden (ajeno), hay preferencias. Hay eso que hace que una diga esto tiene que ser así. En esos casos lo mejor es obedecer.

–Usted reivindica su posición como defensora de los derechos de la mujer. ¿Ha buscado conscientemente trasladar ese interés a la ficción? ¿Considera que las preocupaciones civiles deben estar presentes en las historias que se escriben o son dimensiones que no siempre pueden coincidir?
–De ninguna manera, pero ¡de ninguna manera! Siempre me interesó la cuestión de las mujeres (no "la mujer", las mujeres) y hago lo posible dentro de lo que soy y practico por estar siempre del lado de las vulnerables. Pero a la narrativa no se entra por la puerta de la ideología sino por la puerta de la narrativa. La ideología va a aparecer pero a pesar de una. No se puede escribir sin ideología (voy a escribir una novela, pero antes guardo la ideología en el tercer cajón de la cómoda) así como no se puede escribir sin género, tan cercan@s una del otro. Si quiero defender los derechos de las mujeres, escribo ensayos, ponencias, conferencias, panfletos, pero no narrativa. Si escribo narrativa es para contar una historia. Alguien, en algún momento, va a encontrar algo que yo NO puse allí pero que se coló entre las letras. Bienvenid@ sea.

Fuente: La Voz del Interior