sábado, 25 de agosto de 2007

El Cairo: anuncios con fantasía

Me he quedado bastante perplejo con el anuncio del Secretario de Cultura provincial relativo al cine El Cairo en el Diario La Capital. Celebro que el Estado evite la destrucción de dicha sala, más allá de que no me parece que sea ni la mejor, ni la más emblemática, salvo por su condición de ser la última en pie y en funcionamiento del tipo tradicional. Lo que me llena de asombro es que se anuncie que en dicho sitio se crearía un Centro Regional de Producción Audiovisual al que se equiparía con tecnología de postproducción. Primero, porque son actividades bastante incompatibles: una sala sólo puede acompañar un centro de postproducción como sitio de visualización, porque para hacer postproducción se me ocurre que hay zonas en la ciudad de menor costo por metro cuadrado, con menor carga sonora y de más fácil y mejor acceso. Además, por ejemplo, para pasar de video a 35mm se usan máquinas que pueden disponerse en cualquier sitio. Por otro lado, si a El Cairo lo van a fraccionar en distintos ámbitos ¿adónde va a parar la supuesta preservación de una sala original? Hacer cine en un cine es casi como ponerse a fabricar autos en un estacionamiento. En la misma nota el periodista consigna que según el Sr. Llonch, la EPCTV desarrollaría en este espacio su posgrado, para lo cual, supongo, primero debería otorgar un título de grado, cosa de la que carece en absoluto, y que el Sr. Secretario no debería desconocer. Como jefe interino del Departamento Técnico de la EPCTV, sobre fin de 2006, se me encargó un listado de elementos técnicos para cubrir un supuesto subsidio de alrededor de $80.000, que se tradujo hasta el momento sólo en un par de camaritas miniDV milagrosamente aparecidas en un acto en la ex Jefatura. Tenemos aulas con la mitad de los tubos fluorescentes apagados, el viento ulula en las ventanas, los enchufes chisporrotean, faltan de cubrir cargos, hay una larga lista de libros para comprar, etc, etc. ¿Acaso se suma esto a la fantástica promesa de remodelación de la Sala Lavardén que la Provincia no consigue desocupar de sus propias instalaciones burocráticas? ¿No sería bueno dejar de prometer? ¿O de fantasear? ¿Será sólo una promesa electoral más?
Ernesto Figge