A los candidatos para las próximas elecciones
A quienes participan y hacen política en sus diversas formas
A la sociedad toda
Quienes hacemos periodismo cumplimos con una tarea con profundo sentido social. Ponemos en disposición colectiva la información a la que consideramos un derecho humano fundamental porque posibilita el conocimiento y a veces hasta el ejercicio de otros derechos. La credibilidad con la que cada uno de nosotros cuenta –-que a veces coincide y otras no con la de los medios en los que trabajamos- es nuestro capital más preciado y sólo puede ser construido sobre la base del primer principio ético con el que estamos comprometidos: el trabajo con la verdad y el chequeo permanente de los datos-elementos que conocemos para cumplir con rigurosidad nuestro trabajo.
El enunciado anterior no es ingenuo ni mucho menos desconocedor del medio en el que trabajamos. Justamente, porque lo conocemos hacemos tanto hincapié en una concepción de la ética profesional que se corresponde con el valor que damos a la información, con el derecho a la libertad de expresión y a la pluralidad informativa que debe tener y necesita la sociedad.
Por eso pensamos y decimos que sobre esa credibilidad no se pueden poner mantos de sospechas, mucho menos cuando esos mantos se fundamentan en las diferencias con las opiniones emitidas. Es nuestra obligación ética, la de los periodistas, diferenciar la información de la opinión, y si así se hace el punto de vista que se formula seguro tendrá defensores y detractores. En esa posibilidad reside una de las formas de la democracia informativa. Por tanto, quienes actúan en política en las más diversas expresiones y aún más quienes están en carrera como aspirantes a puestos ejecutivos y también legislativos tienen la obligación pública de aceptar el disenso y la crítica que surge de distintas personas y expresiones. De allí la preocupación especial por la mención que el diputado nacional y candidato a gobernador por el Frente para
Las redacciones y servicios informativos reciben en esta época, nos referimos a la electoral, llamados telefónicos, desfile de encargados de prensa o simples “operadores”, que sugieren, piden, exigen, “aprietan” para que una u otra información salga o no, para que sea cubierta de una manera o de otra. Y quien sostenga lo contrario NO dice la verdad.
De allí que, en busca de la democracia que necesita de un tono de madurez, sugerimos, pedimos, exigimos el NO a las descalificaciones sin el ofrecimiento de pruebas que ponga al o las/los periodistas en un lugar contrario al que ocupan en su tarea diaria.
Quedan dos meses que serán, sin duda, de intensa campaña política. Exhortamos a recordar, por los días más negros de nuestra historia, que la libertad de expresión es un derecho individual y colectivo que siempre, absolutamente siempre, es infinitamente mejor que todas las opiniones y acciones parciales para acallarla que exhiben y pretenden las más variadas formas del autoritarismo.
Comisión en Defensa de
Sindicato de Prensa Rosario
Rosario, 6 de julio de 2007