viernes, 29 de junio de 2007

Morbo, TV y periodismo

Joseph McCarthy, el todopoderoso senador norteamericano que sembró el terror en la década del ‘50 en los Estados Unidos, sucumbió ante el periodismo. La película “Buenas Noches y Buena Suerte” se encargó de rescatar la titánica batalla que Edward Murrow y su equipo de periodistas y productores libraron contra McCarthy, contra las presiones de los patrocinadores y de la propia CBS.
Ese programa de TV fue el verdugo del senador republicano. Una comisión de legisladores comenzó a investigar las encarnizadas persecuciones de McCarthy contra los “comunistas” y terminó despojándolo de poder.
El trabajo de Murrow conmocionó a la nación más fuerte del planeta. Y eso es lo que hace el buen periodismo: conmociona. Porque revela las verdades que permanecen ocultas, porque saca a la luz lo que el poder quiere mantener en penumbras y porque les da a los ciudadanos, indefensos si no se ejerciera el pleno derecho a informar, las herramientas necesarias para controlar a sus representantes.
Periodistas como Murrow, Bob Woodward o Carl Bernstein son un reaseguro para la sociedad. Sus investigaciones conmocionan y sorprenden pero tienen como eje un pilar fundamental de la democracia: el bien común. Y, si alguien sale herido por las consecuencias de la investigación, no es precisamente un ser vulnerable sino un todopoderoso que, descubierto y humillado, deja de serlo. ¿Qué bien protegió el noticiero de América TV cuando, en horario central, puso en pantalla a Nora Dalmasso muerta, desnuda, hinchada y amoratada? Román Lejtman, el director periodístico del canal, Mónica Gutiérrez y Guillermo Andino, los presentadores del noticiero, explicaron que emitían esas fotos porque están en el expediente y porque les permitirían a los argentinos conocer la verdad sobre un crimen horrendo.
Las imágenes de Nora en su lecho de muerte, además de seguir la línea de mal gusto extremo que predomina en la televisión de Capital Federal, no aportó ningún elemento que revele una verdad oculta, como sí lo hace el periodismo serio.
No sólo se traspasaron irremediablemente lo ya vapuleados límites éticos de la profesión, sino que, con los principios del morbo y el rating como ejes directores, se humilló a una persona que ya no puede defenderse.
A Nora se la cosificó, se la consideró una mercancía que podía dar rating. Se perdió de vista que se trata de una persona, de la víctima de un crimen. El periodismo de alto nivel, que ha tenido y tiene numerosos exponentes en nuestro país, defiende a los indefensos, no los denigra.
La información es un bien social. Pero, desde los ‘90, en Argentina y en el mundo comenzó a instalarse el criterio de que, en realidad, es una mercancía que sirve para obtener ganancias. Y mientras haya público que compre, el producto se ofrece y se vende. A cualquier precio.
Anoche, los conductores de América, lejos de amedrentarse, volvieron a recorrer el mismo camino que el día anterior les regaló sólo un puntito adicional de rating. Explicaron que las imágenes muestran la verdad de lo que ocurrió con Nora Dalmasso, impiden que se condene a un inocente y le abren los ojos a la gente.
Al disvalor de considerar la información como mercancía se agrega el uso de la publicidad engañosa para venderla. ¿Cómo podría distinguir el televidente común entre un hematoma y la lividez propia de un cuerpo que ya llevaba 36 horas sin vida? ¿Qué revelan esas imágenes? ¿Quién descubrirá al asesino al ver a esa mujer desnuda con un lazo al cuello?
El relato de la periodista que presentó la nota, Cynthia García, no ofreció la verdad, aunque sí se correspondió casi al pie de la letra con la versión que la defensa de Facundo Macarrón viene exponiendo en los medios desde hace 15 días.
El fiscal Javier Di Santo investigará quién filtró las fotos. Y es que si bien el medio periodístico tiene la responsabilidad principal por sobrepasar cualquier límite, también hubo alguien que entregó esas imágenes y no es descabellado concluir que lo hizo con algún fin. Porque el caso Nora Dalmasso no se define únicamente en la Justicia sino también en los medios y en la opinión pública.
La emisión de las imágenes y la filtración previa dan lugar a una certeza: los protagonistas más encumbrados de este caso están dispuestos a jugar con todas las armas, aún con las más sucias y reprochables, con tal de alcanzar su objetivo.

Fuente: Diario Puntal, Río Cuarto