Por Rafael Amor
Fuentealba,
Fuenteovejuna,
ante la impunidad
Todos a una.
Con la muerte en la nuca cayó el maestro,
armado hasta los dientes de abecedario,
de razones de pobre siempre olvidado,
armado de esperanzas para ir luchando.
Con su filo de escarcha y por la espalda,
un puñal traicionero de sombra helada,
paralizó el latido de Fuentealba.
Con nombres y apellidos la muerte mata.
Por las calles que el pueblo vuelve más anchas,
corre a mares la sangre de los que
marchan,
pero crecen las voces dura y airadas
y avanzan a pie firme
con Teresa Rodríguez y Fuentealba.
Rafael Amor
7 de abril del 2007.