viernes, 27 de abril de 2007

Bailando por una polémica

Por Pablo Sirvén
Ayer fue el día en que Marcelo Tinelli perdió el humor. En el programa de Jorge Lanata, que emite su radio (Del Plata) salió con los tapones de punta contra Alberto Fernández. La charla telefónica que mantuvo con el jefe de Gabinete un par de horas antes había terminado de enojarlo. A Tinelli no lo conformó que Fernández le dijera que no había querido perjudicarlo; es más: no le creyó nada.

Aludía a la presentación del influyente funcionario K el día anterior en el Congreso cuando atacó con munición gruesa al actual jefe de gobierno porteño, y de coletazo la ligó también Ideas del Sur -la productora de Tinelli- por haber cobrado facturas de publicidad de la ignota Sol Group, una de las firmas sospechadas de haber emitido documentación trucha para encubrir coimas en el sonado caso Skanska.

Nunca, en sus 18 años continuados al frente del show nocturno más exitoso de la televisión argentina, Marcelo Tinelli se enfrentó con el poder. Por el contrario: los políticos más influyentes de este país aceptaron encantados compartir sketches con él y su staff, aprobando mansamente sus exigentes condiciones de caminar al borde del ridículo. Los sucesivos presidentes Menem, De la Rúa y Kirchner pasaron por su programa con suerte dispar. El primero fue el que más lo frecuentó en sus diez años de gobierno y el que mejor se avino al clima bullanguero que propone el programa; el segundo, cuando lo visitó durante su efímero gobierno, protagonizó un blooper que fue el hazmerreír de todo el país; en tanto que el actual mandatario prestó gustoso su despacho y habitación privada de la Casa Rosada para gastar precisamente a De la Rúa.

Con Daniel Filmus, Tinelli comparte el amor por la camiseta de San Lorenzo; con Mauricio Macri coincidió en más de un picadito de fútbol; con Jorge Telerman fueron compañeros en el programa Badía y compañía , allá por los 80 en Canal 13. Le agradaba esa cordial equidistancia que ahora ya forma parte del pasado: el Gobierno, de prepo, al pegotear su nombre con el mayor escándalo político de este momento, lo metió de cabeza en medio del lodazal en que comienza a convertirse la campaña electoral en la ciudad.

Tinelli perdió en medio minuto la sonrisa y no se quedó atrás: ayer por el micrófono de su emisora le enrostró todos los pecados políticos de los que ha sido capaz Alberto Fernández en su trayectoria pública.

¿Por qué el poder K rompe lanzas justamente ahora con uno de sus más poderosos aliados mediáticos?

Las hipótesis son varias y convergentes: 1) fastidia que Tinelli haya decidido darles tanto aire a los opositores Nina Pelozo y Raúl Castells, ablandando y haciendo más amistosas al público sus ya perdidas imágenes de duros piqueteros, transformando a una en diestra bailarina y al otro en reblandecida claque; 2) enorme malestar produce que hoy Jorge Lanata, a partir de las 17, transmita su muy escuchado programa vespertino desde el teatro del Obispado de Río Gallegos, en medio del conflicto docente que persiste en la provincia del Presidente, y 3) no cayó nada bien que Tinelli no encontrara el tiempo para sumarse a una campaña por la educación obligatoria, alentada por el ministerio que conduce el candidato Filmus.

Preguntas sin respuesta: ¿Tinelli pateó el tablero solo o con el aval del Grupo Clarín, dueño del 30% de su productora y que, además, lo tiene contratado en Canal 13, como uno de los pilares clave de su programación, justo en el momento en que su periódico le dedica mayor espacio diario? ¿Hay en marcha operativos gubernamentales para desviar la atención de lo sustancial del caso Skanska hacia temas menos comprometidos y más mediáticos (la salud de Maradona; apuntar a Tinelli y enchastrarlo en un solo movimiento junto a Telerman)?

Hoy todas las radios hablarán de este tema. A la tarde los programas de chimentos entremezclarán sus comentarios sobre el desempeño de las parejas de "Bailando por un sueño" con el choque entre Tinelli-Fernández, y a la noche los noticieros y los programas políticos del cable se obsesionarán con lo mismo. Desconectados del mundo exterior, sólo los cinco participantes que quedan dentro de la casa de Gran Hermano podrán abstraerse de la nueva polémica en la que hierve la Argentina.

Dibujo: Alfredo Sabat
Fuente: Diario La Nación