Presidencia de la Nación
Comité Federal de Radiodifusión
Resolución N° 2473/2001
Bs. As., 20/12/2001
Visto el Expediente N° 5101-ComFeR/98, y
Considerando:
Que las presentes actuaciones guardan relación con la transferencia de titularidad del Permiso Precario y Provisorio N° 1957, reinscripto en orden a lo dispuesto por la Resolución N° 341-ComFeR/ 93 bajo el N° 7057, correspondiente a la emisora FM Aire Libre de la ciudad de Rosario, provincia de Santa Fe, a favor de la firma FM Aire Libre Sociedad de Responsabilidad Limitada, integrada por los señores Daniel José Fosarolli, Luisa María Rosa Cambiasso y Gladys Mabel Díaz, cuya petición —suscripta por los señores María Isabel Pintus, José Luis Gorria, Ariel Sueiro, Adriana Elba Solano, Lorenzo Gustavo Morales, Pedro Andrisani, Rubén Norberto Pappi, Norberto Miguel Martínez, Adolfo Hildebrad, Orlando Cosenza y Claudio Andrés De Luca— fue extraída de las constancias obrantes en el Registro Decreto N° 1357/89.
Que se señala que los interesados nunca remitieron la totalidad de la documentación necesaria para la resolución favorable de la petición en cuestión.
Que como consecuencia de la situación precedentemente expuesta, se señala, que se hallan reunidos los extremos fácticos para declarar en estos obrados la caducidad de los procedimientos y disponer el archivo de estos obrados, en los términos del artículo 1°, inciso e) apartado 9) de la Ley N° 19.549, toda vez que han transcurrido holgadamente más de Treinta (30) días desde la notificación, de la Nota N° 262-ComFeR (DGALN/DRS/CGD)/01, practicada el 21 de febrero de 2001.
Que cabe señalar que no obstante que el artículo 1° inciso a) de dicho texto normativo consagra el principio general de la impulsión de oficio, este último cede ante la paralización del trámite por causas imputables al interesado, vale decir cuando resulta necesaria alguna actividad del administrado, cual es —en el presente expediente— la remisión de la documentación solicitada a la firma FM Aire Libre Sociedad de Responsabilidad Limitada, operando el inciso e) apartado 9) del mismo artículo, que consagra el instituto de la caducidad del procedimiento.
Que, asimismo, se señala que se ha cumplido con la intimación que exige la norma citada en último término, a cuyo respecto dice Hutchinson: "...No basta con la paralización del procedimiento para declarar la caducidad, sino que es necesario el requerimiento previo al interesado. Este requerimiento para que active el procedimiento es un verdadero acto de intimación de la Administración, basado en su facultad de dirección del procedimiento ..." (Reg. de Proc. Administrativos Comentado, Ed. Astrea, pág. 48).
Que la Dirección General Asuntos Legales y Normativa ha emitido el correspondiente dictamen.
Que el Comité Federal de Radiodifusión tiene competencia para dictar el presente acto, de acuerdo con lo dispuesto por el artículo 1°, inciso e) apartado 9) de la Ley N° 19.549.
Que la presente medida se dicta en el uso de las facultades conferidas por el artículo 98 apartado a), inciso 2) de la Ley N° 22.285 y artículo 1° del Decreto N° 98 del 21 de diciembre de 1999.
Por ello,
El Interventor en el Comité Federal de Radiodifusión
Resuelve:
Artículo 1° — Declárase de oficio la caducidad de los procedimientos del presente expediente en los que tramita un pedido de autorización de la transferencia de titularidad del Permiso Precario y Provisorio (Registro Decreto N° 1357/89) N° 1957 y reinscripto en orden a lo dispuesto por la Resolución N° 341-ComFeR/93 bajo el N° 7057, correspondiente a la emisora FM Aire Libre de la ciudad de Rosario, provincia de Santa fe, a favor de la firma FM Aire Libre Sociedad de Responsabilidad Limitada, integrada por los señores Daniel José Fosarolli, Luisa María Rosa Cambiasso y Gladys Mabel Díaz, atento los fundamentos vertidos en los considerandos de la presente.
Artículo 2° — Regístrese, notifíquese, pase a la Coordinación de Radio, publíquese, dése a la Dirección Nacional de Registro Oficial y cumplido Archivese (Permanente).
Dr. Gustavo F. López, Interventor, Comité Federal de Radiodifusión.
jueves, 20 de diciembre de 2001
Caducidad de FM Aire Libre Sociedad de Responsabilidad Limitada
domingo, 11 de noviembre de 2001
Alberto Gollán: "Si De la Rúa firma el decreto, Canal 3 deberá cerrar o convertirse en repetidora"
El titular de Televisión Litoral confía en que el presidente "no cometerá esa barbaridad"
El presidente de Televisión Litoral S.A., Alberto Gollán, habló sin pelos en la lengua sobre las consecuencias de la futura ley de radiodifusión. Tanto es así que adelantó que, de sancionarse el proyecto, a Canal 3 le quedan dos caminos: "O ser una repetidora o cerrar". Además, dijo que "la ley actual es obsoleta", pero que la que está motorizando el ComFeR (Comité Federal de Radiodifusión), con su interventor Gustavo López a la cabeza, "es un avasallamiento" para los canales del interior. Sin embargo, vio una pequeña luz de esperanza en esta problemática: "No creo que el presidente (Fernando) De la Rúa firme el decreto. Confío en su equilibrio, y que no va a cometer esa barbaridad".
La ley de radiodifusión Nº22.285 surgió en la dictadura y es la que sigue vigente por estos días. Con el fin de reemplazarla, el gobierno nacional -a través del Comfer- ya tiene en trámite parlamentario una iniciativa que mueve a polémica. Es que mientras para el gobierno la propuesta intenta una federalización de los medios, de acuerdo a la óptica de la mayoría de los empresarios de comunicación del interior sólo se trata de una concentración del tratamiento de la información. Y de ser así, los nuevos canales se convertirían en meras repetidoras de Capital Federal.
Gollán, que lleva 37 años al frente de Canal 3 y del grupo de Televisión Litoral, es uno de los que se opone a la iniciativa oficial. En una entrevista con La Capital, dialogó sin tapujos sobre este tema en compañía del vicepresidente de la empresa, Avelino Méndez.
¿Qué implica la nueva ley de radiodifusión para los canales del interior?
Primero un avasallamiento de lo que son las expresiones del interior de la Argentina. O sea, el país no puede seguir así, que lo único importante sea la Capital Federal mientras las provincias están marginadas.
¿La situación es tan grave que hasta podemos hablar de reducción de personal?
Sí, y el personal de Canal 3 lo sabe. En Rosario hay dos alternativas, el mercado no da para más canales. La prueba la tiene en Córdoba, donde hay tres canales, de los cuales uno está fundido y el otro semifundido. Nosotros acá cuidamos el centavo. Yo superviso las compras personalmente, ya que no es el momento de invertir dinero si no se justifica.
¿Qué personal tiene actualmente Televisión Litoral?
Acá tenemos 150 empleados, pero hay 50 más que son independientes, y también se le agrega el personal de limpieza y de vigilancia que no depende de nosotros, pero indirectamente sí. En realidad, contando las familias de cada uno, de esta empresa comen 500 personas.
Pero, ¿ante qué escenario se encontraría Canal 3 si De la Rúa firma el decreto que habilita la instalación de más canales en el interior del país?
Acá hay dos alternativas, la primera es convertirnos en una repetidora, que estaría a cargo únicamente del personal técnico, con una manija que se sube a la mañana y se baja a la noche. O sea, dejar únicamente el personal indispensable para que salga una señal al aire y que venga por satélite. Y la otra es directamente cerrar el canal.
¿O sea que usted no descarta la posibilidad de cerrar Canal 3?
No, y es gravísimo. Le digo más, si lo primero no funciona (en referencia a ser una repetidora), después de tantos años de trabajo yo no puedo llegar a fin de mes y decirle al personal que no puedo pagar, ni llegar a un litigio porque la empresa no tiene dinero. No puedo tener gente en la calle porque no cobra. Acá hay una relación afectiva, hay gente que hace más de treinta años que está acá adentro. Tengo una relación familiar con toda la gente de la empresa.
¿Quién está atrás de este proyecto de ley que impulsa el gobierno?
Acá hay una multinacional, y no sé qué otros intereses que quieren tener una cadena donde Rosario, por ejemplo, sea un polo de venta y toda la plata se vaya a Buenos Aires.
El oficialismo argumenta que con esta nueva ley de radiodifusión habrá más posibilidades para las producciones locales independientes, y que esto generaría más fuentes de trabajo.
Es mentira, es todo mentira. Al contrario, va a disminuir el trabajo. Es más, cuando dicen que no van a poner repetidoras es un cuento. Porque al poner un canal acá, pondrán un testaferro, y será una repetidora.
¿Qué pasaría con la programación local de Canal 3?
Le puedo dar el ejemplo con "De 12 a 14". Allí trabajan 80 personas. Es un programa que lleva 18 años ininterrumpidos, y en Rosario se ve más que el programa de Tinelli (Videomatch). Y si se aprueba la ley, forzosamente "De 12 a 14" tiene que terminar.
¿Y los programas especiales del 3, como la entrega de los premios Magazine, que tiene tanta respuesta del público?
Desaparece, porque no habrá dinero ni pantalla para hacerlo.
¿Qué opina del artículo del proyecto gubernamental que propone más programación local?
Nosotros tenemos el 30 por ciento de programación local. Somos el canal que más produce en el interior. Y estamos dentro de las exigencias que pide la nueva ley. Le digo más, los canales porteños no producen. Ellos compran lo que hacen las grandes productoras y también les compran los derechos para todo el país. O sea lo amortiza todo el interior.
¿Hay un ejemplo de esta situación?
Hay muchísimos, pero uno es el caso de "El sodero de mi vida". Nosotros no podemos comprar ese programa. Se lo compra Artear (el 13) a Adrián Suar con derechos para todo el interior, y a su vez Suar lo vende en toda Latinoamérica y donde puede.
¿Cómo se financian los canales?
Con la publicidad, y si no hay publicidad no tenemos ingresos. Es lo único que hay.
¿Y entonces cuál es la salida?
Que le exijan mayor eficiencia a los medios. Que tengan las producciones que nosotros tenemos. Televisión Litoral tiene cuatro repetidoras, en El Trébol, Venado Tuerto, Rufino y Pergamino. Podemos poner cinco más, pero no lo hacemos porque las repetidoras dan pérdidas. Y la repetidora es una carga. Fíjese que ningún canal de Buenos Aires las tiene y nosotros sí.
Ahora, convengamos que la ley de radiodifusión como está tampoco puede quedar.
No, la ley actual es obsoleta. Pero en Estados Unidos para hacer la ley de radiodifusión estuvieron 15 años discutiendo. Allá se puede poner un canal en una plaza siempre y cuando sea redituables de lo contrario, no lo ponen.
¿Cree que el presidente Fernando De la Rúa va a estampar finalmente la firma en el decreto?
No sé si lo va a firmar. En realidad no creo que lo firme.
¿Por qué lo dice tan seguro?
Tuve la oportunidad de hablarlo con él en persona. Y yo confío en el equilibrio del presidente de la República. No creo que cometa esta barbaridad.
Fuente: Diario La Capital
El presidente de Televisión Litoral S.A., Alberto Gollán, habló sin pelos en la lengua sobre las consecuencias de la futura ley de radiodifusión. Tanto es así que adelantó que, de sancionarse el proyecto, a Canal 3 le quedan dos caminos: "O ser una repetidora o cerrar". Además, dijo que "la ley actual es obsoleta", pero que la que está motorizando el ComFeR (Comité Federal de Radiodifusión), con su interventor Gustavo López a la cabeza, "es un avasallamiento" para los canales del interior. Sin embargo, vio una pequeña luz de esperanza en esta problemática: "No creo que el presidente (Fernando) De la Rúa firme el decreto. Confío en su equilibrio, y que no va a cometer esa barbaridad".
La ley de radiodifusión Nº22.285 surgió en la dictadura y es la que sigue vigente por estos días. Con el fin de reemplazarla, el gobierno nacional -a través del Comfer- ya tiene en trámite parlamentario una iniciativa que mueve a polémica. Es que mientras para el gobierno la propuesta intenta una federalización de los medios, de acuerdo a la óptica de la mayoría de los empresarios de comunicación del interior sólo se trata de una concentración del tratamiento de la información. Y de ser así, los nuevos canales se convertirían en meras repetidoras de Capital Federal.
Gollán, que lleva 37 años al frente de Canal 3 y del grupo de Televisión Litoral, es uno de los que se opone a la iniciativa oficial. En una entrevista con La Capital, dialogó sin tapujos sobre este tema en compañía del vicepresidente de la empresa, Avelino Méndez.
¿Qué implica la nueva ley de radiodifusión para los canales del interior?
Primero un avasallamiento de lo que son las expresiones del interior de la Argentina. O sea, el país no puede seguir así, que lo único importante sea la Capital Federal mientras las provincias están marginadas.
¿La situación es tan grave que hasta podemos hablar de reducción de personal?
Sí, y el personal de Canal 3 lo sabe. En Rosario hay dos alternativas, el mercado no da para más canales. La prueba la tiene en Córdoba, donde hay tres canales, de los cuales uno está fundido y el otro semifundido. Nosotros acá cuidamos el centavo. Yo superviso las compras personalmente, ya que no es el momento de invertir dinero si no se justifica.
¿Qué personal tiene actualmente Televisión Litoral?
Acá tenemos 150 empleados, pero hay 50 más que son independientes, y también se le agrega el personal de limpieza y de vigilancia que no depende de nosotros, pero indirectamente sí. En realidad, contando las familias de cada uno, de esta empresa comen 500 personas.
Pero, ¿ante qué escenario se encontraría Canal 3 si De la Rúa firma el decreto que habilita la instalación de más canales en el interior del país?
Acá hay dos alternativas, la primera es convertirnos en una repetidora, que estaría a cargo únicamente del personal técnico, con una manija que se sube a la mañana y se baja a la noche. O sea, dejar únicamente el personal indispensable para que salga una señal al aire y que venga por satélite. Y la otra es directamente cerrar el canal.
¿O sea que usted no descarta la posibilidad de cerrar Canal 3?
No, y es gravísimo. Le digo más, si lo primero no funciona (en referencia a ser una repetidora), después de tantos años de trabajo yo no puedo llegar a fin de mes y decirle al personal que no puedo pagar, ni llegar a un litigio porque la empresa no tiene dinero. No puedo tener gente en la calle porque no cobra. Acá hay una relación afectiva, hay gente que hace más de treinta años que está acá adentro. Tengo una relación familiar con toda la gente de la empresa.
¿Quién está atrás de este proyecto de ley que impulsa el gobierno?
Acá hay una multinacional, y no sé qué otros intereses que quieren tener una cadena donde Rosario, por ejemplo, sea un polo de venta y toda la plata se vaya a Buenos Aires.
El oficialismo argumenta que con esta nueva ley de radiodifusión habrá más posibilidades para las producciones locales independientes, y que esto generaría más fuentes de trabajo.
Es mentira, es todo mentira. Al contrario, va a disminuir el trabajo. Es más, cuando dicen que no van a poner repetidoras es un cuento. Porque al poner un canal acá, pondrán un testaferro, y será una repetidora.
¿Qué pasaría con la programación local de Canal 3?
Le puedo dar el ejemplo con "De 12 a 14". Allí trabajan 80 personas. Es un programa que lleva 18 años ininterrumpidos, y en Rosario se ve más que el programa de Tinelli (Videomatch). Y si se aprueba la ley, forzosamente "De 12 a 14" tiene que terminar.
¿Y los programas especiales del 3, como la entrega de los premios Magazine, que tiene tanta respuesta del público?
Desaparece, porque no habrá dinero ni pantalla para hacerlo.
¿Qué opina del artículo del proyecto gubernamental que propone más programación local?
Nosotros tenemos el 30 por ciento de programación local. Somos el canal que más produce en el interior. Y estamos dentro de las exigencias que pide la nueva ley. Le digo más, los canales porteños no producen. Ellos compran lo que hacen las grandes productoras y también les compran los derechos para todo el país. O sea lo amortiza todo el interior.
¿Hay un ejemplo de esta situación?
Hay muchísimos, pero uno es el caso de "El sodero de mi vida". Nosotros no podemos comprar ese programa. Se lo compra Artear (el 13) a Adrián Suar con derechos para todo el interior, y a su vez Suar lo vende en toda Latinoamérica y donde puede.
¿Cómo se financian los canales?
Con la publicidad, y si no hay publicidad no tenemos ingresos. Es lo único que hay.
¿Y entonces cuál es la salida?
Que le exijan mayor eficiencia a los medios. Que tengan las producciones que nosotros tenemos. Televisión Litoral tiene cuatro repetidoras, en El Trébol, Venado Tuerto, Rufino y Pergamino. Podemos poner cinco más, pero no lo hacemos porque las repetidoras dan pérdidas. Y la repetidora es una carga. Fíjese que ningún canal de Buenos Aires las tiene y nosotros sí.
Ahora, convengamos que la ley de radiodifusión como está tampoco puede quedar.
No, la ley actual es obsoleta. Pero en Estados Unidos para hacer la ley de radiodifusión estuvieron 15 años discutiendo. Allá se puede poner un canal en una plaza siempre y cuando sea redituables de lo contrario, no lo ponen.
¿Cree que el presidente Fernando De la Rúa va a estampar finalmente la firma en el decreto?
No sé si lo va a firmar. En realidad no creo que lo firme.
¿Por qué lo dice tan seguro?
Tuve la oportunidad de hablarlo con él en persona. Y yo confío en el equilibrio del presidente de la República. No creo que cometa esta barbaridad.
Fuente: Diario La Capital
miércoles, 24 de octubre de 2001
SIDE: Secretaria para la impunidad del Estado
Por: Norberto Bermúdez
No surtieron efecto las 300 firmas de diputados, sindicalistas, empresarios, abogados y los senadores Antonio Cafiero y Pedro del Piero, congregados diez días antes al pie de un documento, leído solemnemente durante un acto público en el Congreso, en el que se suplicaba a la justicia que avanzara "hasta el esclarecimiento total".
El vaticinio de los fiscales resultó cierto. El Diario judicial del viernes 20 y los cables de Telam y DyN ametrallaron las redacciones. "Ninguna prueba se ha recolectado en los abultados 32 cuerpos de expediente que lleve a sostener que los imputados cuyo procesamiento se pretende hayan aceptado promesa para hacer o dejar hacer algo relativo a su función", se resolvía en el dictamen de doce carillas suscripto por los camaristas Luisa Riva Aramayo y Horacio Vigliani. Aseveraban que "no se ha logrado avanzar en la instrucción: sólo se cuenta con las versiones, fueren periodísticas o políticas, volcadas en el expediente pero sin que ninguna resulte ni alcance de manera alguna a tener el imprescindible valor de referencia directa". Con esas pinceladas, los camaristas refrendaban la falta de mérito propuesta por el juez Liporaci el 29 de diciembre de 2000, en desahogo de los once senadores imputados en la causa: Augusto Alasino (PJ, Entre Ríos), Emilio Cantarero (PJ, Salta), Ricardo Branda (PJ, Formosa), Alberto Tell (PJ, Jujuy), Remo Costanzo (PJ, Río Negro), Alberto Meneghini (UCR, Santiago del Estero), Eduardo Bauzá (PJ, Mendoza), Ramón Ortega (PJ, Tucumán), Ángel Pardo (UCR, Corrientes), Alcides López (UCR, Entre Ríos) y Raúl Galván (UCR, La Rioja).
El Ministerio Público había apelado la decisión del juez contra los siete primeros. La Cámara devolvía el recurso sin ordenar ninguna medida de prueba. No aducía consigna alguna sobre el incumplimiento respecto de las peticiones de los fiscales Freiler y Delgado, salvo que se llevara adelante la estancada indagación del patrimonio de los senadores en cuestión. Dejaba el sumario en estado vegetativo, sin mérito para procesar y sin instrucciones sobre cómo proseguir, a merced de la pusilanimidad del juez Cavallo. Al pasar, los camaristas blanqueaban a la SIDE. "En cuanto al cobro de los cheques de la secretaría, así como la ampliación de su presupuesto, bien que ello no sea materia de esta revisión ha de estarse a las conclusiones vertidas en la documentación adjunta por el técnico de la Oficina Anticorrupción designado para su estudio."
Yo ya había examinado los "cheques de la secretaría". Me faltaba "la ampliación de su presupuesto". aquellos treinta millones de pesos que, en sus auditorías a la SIDE, el Síndico General de la Nación, Rafael Bielsa, se desvivía por investigar.
Me llevó todo el día. Apenas interrumpí el trabajo para ir hasta la rotisería de Rivadavia casi Castro Barros, la que está al lado de Tuñín, y comprarme un peceto al horno mechado con panceta y adobado con manteca colorada, una porción de ensalada de tomates y una botella chica de Parrales, un borgoña de Chilecito. De sobremesa fumé relajadamente un Sancho Panza «hecho a mano» en Cuba, que me había regalado mi hermano al volver de alguno de sus viajes como consultor internacional, Para no dejarme adormilar por el tedio de la siesta, me puse a buscar algo de música. Deseché las Lecciones de las tinieblas, de los franceses defines del siglo XXVI Marc-Antoine Charpentier y François Couperin, y puse a rodar un CD con el stábat mater del italiano Giovanni Battista Pergolesi. Envuelto en ese clima sacro revisé infinidad de veces los ficheros de la computadora, saltando de una carpeta a otra, y escribí toda la tarde.
"Soy Coti. Estoy enfrente. Hay que arreglar un asunto. Venite para acá.» Fernando de Santibañes se lanzó en busca de Enrique Nosiglia, que lo aguardaba en la Casa Rosada.
Transcurría la mañana del 24 de enero de 2000. Leonardo Aiello, Ricardo Ostuni y Ana Cernusco, los tres secretarios de De la Rúa, agitaban la víspera de la primera gira internacional del Presidente, que lo llevaría a Estocolmo. Tenía previsto participar en Suecia del Foro Internacional sobre el Holocausto. Luego iría a la cumbre geopolítica de Davos, en Suiza, donde su ministro de economía, José Luis Machinea, presentaría a una nube de empresarios y banqueros el plan de gobierno de la Alianza.
Cerca del mediodía, en la sala de espera del despacho presidencial, el jefe de la Casa Militar, general de brigada Juan Alberto Conrado Hang, controlaba con el director de Ceremonial, Jesús Fernando Taboada, los pasajes de la delegación oficial que abordaría el vuelo 527 de Lufthansa del martes 25 de enero. Minutos después, uno de los edecanes le avisaba que el Presidente estaba libre. El general Hang pidió permiso y entró. Debía entregarle a De la Rúa una carpeta de cuero azul con el Escudo Nacional grabado en oro en su cubierta, que contenía los detalles del programa de viaje. En ese instante advirtió, sobre una mesa cercana en torno de la cual había tres sillas desacomodadas, otros tantos pocillos de café vacíos. Sin embargo, no había visto entrar ni salir a nadie.
Fernando de Santibañes había salido a escape de la Rosada. En 25 de Mayo 11 avisó a una de sus dos secretarias, Gladys Mabel Mota, que durante la hora siguiente no le pasara llamadas, ni lo interrumpiera. Cerró la puerta de su despacho insonorizado, se sentó frente al teclado de su procesador Pentium II, y comenzó a escribir. Encabezó la nota con la frase "Buenos Aires, enero de 2000», dejando en el lugar correspondiente al día dos espacios en blanco. Dirigida al "Señor Secretario", la nota decía textualmente:
"Tengo el agrado de dirigirme al Señor Secretario a efectos de solicitarle quiera tener a bien gestionar, para el Organismo a mi cargo, la asignación de un refuerzo de crédito en la partida ’GASTOS EN PERSONAL’ (Otros Gastos en Personal) de $50.827.804,00 para el ejercicio en curso, de acuerdo a lo conversado oportunamente con el jefe de Gabinetes (sic) de Ministro Dr. Rodolfo Terragno.
"Se fundamenta el presente requerimiento en la necesidad de afrontar indispensables gastos en personal para el normal cumplimiento de las misiones asignadas a la SIDE. "Por último, solicito de Ud. que la asignación presupuestaria sea efectuada mediante Decreto de carácter RESERVADO por tratarse de erogaciones comprendidas en la Ley «S» 19.373.
"Saludo a Ud. atte."
De Santibañes se estiró levemente para tomar tres folios que llevaban impreso el Escudo Nacional y el membrete "Presidencia de la Nación - Secretaría de Inteligencia de Estado» y los colocó en la impresora Hewlett Packard Deskjet 679C. Al minuto, garabateó de su puño y letra un "24" en el espacio de la fecha, y firmó las tres copias. Se acercó a su escritorio y, por el intercomunicador, ordenó a Cristina Mónica Nakamatsu, su otra secretaria, que lo comunicara con el 4345-1386. Al otro lado de la línea, se puso al habla Rodolfo Terragno.
Eran cerca de las dos de la tarde de aquel 24 de enero, cuando de Santibañes se asomó al recinto contiguo y solicitó a sus asistentes que llamaran a Mario Guido Bissoni y Juan José Gallea y les pidieran que estuvieran allí cuanto antes. «Después, que nadie nos moleste», agregó. A sus espaldas, en las mudas pantallas se multiplicaban las imágenes satelitales. La hecatombe del euro y la inminente asunción de George W Bush copaban los canales.
El abogado Bissoni, integrante del bufete Archimbald, Carcavallo, Bissoni, Vila & Asociados, es un viejo amigo personal de de Santibañes, con quien había colaborado estrechamente en el Banco de Crédito Argentino. El Señor 5 lo había nom- su asesor unos días antes. El joven contador Gallea, era, asimismo, nuevo en la SIDE. De Santibañes lo aposentó en la estratégica Dirección General de Administración y Finanzas. Sucedía al experimentado José Daniel Salinardi, que pasaría a trabajar en el estudio de abogados de Hugo Anzorreguy, predecesor de Fernando de Santibañes como titular de la SIDE.
Una vez que Bissoni y Gallea estuvieron en su presencia, de Santibañes fue al grano. Les pasó las tres copias de la nota que le había dirigido a Terragno y, mientras ellos las leían, les dij o que 30 de los 50 millones se destinarían a pagar las indemnizaciones del grueso millar de agentes que despedirían a partir del 1 de febrero. Hizo hincapié en que, entre ellos, había varios accionistas de las compañías de cobertura. Debían encargarse de citarlos para que cedieran las acciones a otros espias.
No sabremos nunca si Bissoni y Gallea preguntaron para qué hacían falta los otros 20 millones, de los 50 que se le pedían en refuerzo presupuestario al jefe de Gabinete. Una vez encomendada la purga, el Señor 5 acompañó a sus subordinados hasta la puerta. A Gallea le indicó que archivara una de las tres copias del documento creado minutos antes, que no fue clasificado como "estrictamente secreto y confidencial".
A Terragno, por su parte, aquella conversación telefónica lo había puesto de mal humor. Le había manifestado al Señor 5 su oposición a que el refuerzo presupuestario se aprobara por un decreto reservado. El capataz de la SIDE lo había abrumado con sus quejas: sostenía que no tenía plata para computadoras y abonos de Internet. Insistió en que lo había hablado con el Presidente, y que éste le había dado su consentimiento. Evitó mencionar las indemnizaciones para los multitudinarios despidos. El Jefe de Gabinete no retrocedió. Doce días antes de aquella conversación telefónica había firmado una Decisión Administrativa que distribuía todas las partidas del Presupuesto Nacional para el ejercicio en curso.
En el artículo 6 de dicha norma había dejado establecido que las modificaciones al presupuesto de la SIDE y los gastos reservados debían estar respaldados por un decreto público firmado por el Presidente. De manera que tenía fundadas razones para mantenerse firme. Lo que Terragno argumentaba era que, si bien los gastos de la SIDE podían ser confidenciales, la asignación de los recursos no lo era. "A ver si me entendés: a mí no me alcanza el presupuesto que tengo, no me importa si los fondos son reservados o públicos, a mí lo único que me interesa es la guita", vociferó el Señor 5.
Indignado, y constatando la inutilidad de la charla, Terragno colgó.
Lo que hizo en definitiva fue proponerle al Presidente que dictara un decreto de publicidad diferida de los actos de la SIDE, para desclasificar información secreta -especialmente la relativa a la utilización de fondos reservados-, después de transcurrido cierto tiempo como se estila en Estados Unidos.
Cuando de Santibañes se enteró, montó en cólera. Hizo que sus abogados, Presa y Bissoni, prepararan un dictamen en el que se afirmaba que no se podía modificar el régimen de gastos reservados, pues estaba regulado por ley, y se lo llevó a De la Rúa. El Presidente estuvo de acuerdo.
El Jefe de Gabinete había comenzado a cavarse la fosa y no lo sabía. La guerra fue larvada, y devastadora. A principios de julio, cuando faltaba apenas un mes para que el terremoto de los sobornos por la Ley de Reforma Laboral invadiera los grandes titulares de la prensa, Terragno viajó a Alemania, España y Portugal, enviado por De la Rúa. Estuvo en Hannover, presidiendo el acto del 9 de julio en el Pabellón Argentino de la Exposición Mundial; y en Madrid, donde se entrevistó con el Presidente del gobierno español, José María Aznar, y con su alter ego del Ministerio de Economía, Rodrigo Rato.
El domingo 16 de julio, mientras se encontraba en Lisboa, recibió una llamada urgente de su Secretario de Coordinación, José Raúl Palacios. El Vicejefe de Gabinete estaba preocupado. "Desde Presidencia o desde la Secretaría Legal y Técnica me piden el expediente para asignarle cincuenta palos a la SIDE, y lo quieren ya. Decime qué hago." Terragno calculó que aún tenía tiempo para discutir el asunto con De la Rúa a su regreso. "Raúl, si te lo piden de Presidencia mandalo, pero sólo por treinta millones, y por decreto público."
De inmediato, Terragno discó el número de la centralita de la residencia de Olivos y pidió que lo comunicaran con De la Rúa. "Presidente, no estoy de acuerdo con hacer un decreto reservado para darle fondos a la SIDE.» El primer mandatario se disponía a analizar con el Ministro de justicia, Ricardo Gil Lavedra, qué hacer con los presos de la seudoasonada guerrillera de La Tablada -que se morían a causa de una huelga de hambre-, y prefirió desentenderse: "No sé, mejor háblelo con Legal y Técnica», fue su escurridiza respuesta.
Dos días después, el 18 de julio por la noche, Terragno llegó a Buenos Aires. Al día siguiente por la tarde le avisaron que en su ausencia De la Rúa había firmado un decreto que no se iba a publicar en el Boletín Oficial, y en el que autorizaba un refuerzo presupuestario de treinta millones para la SIDE. Cuando lo tuvo en sus manos le empezó a oler mal. Estaba fechado el 14 de julio y remitía por planilla separada a una partida para "1. 1. 5. Gastos en Personal-Planta-Otros varios". En el "considerando-" se modificaban "los créditos vigentes del Presupuesto de la Administración Nacional, a fin de atender compromisos contraídos por el Estado Nacional,". En un anexo se afectaban los fondos a la jurisdicción 20 (Presidencia), Subjurisdicción 08 (SIDE), Programa 16 (Información de Inteligencia). Al no figurar la palabra «publíquese", el decreto era automáticamente reservado. Le extrañó que apareciera un rubro codificado con la cifra 1, utilizada para los fondos públicos de la SIDE que no exigen confidencialidad. Preguntó a la Subsecretaria Técnica de la Presidencia de la Nación, María Elena Machinea (prima del entonces ministro de Economía), si había rastros de algún "compromiso contraído por el Estado Nacional" o de "Información de Inteligencia". La respuesta fue que la asignación se acordó "para gastos en personal de la SIDE".
Terragno retrocedió mentalmente hasta su conversación telefónica con de Santibañes y no encontró vestigios de un pedido por personal de planta "y otros". Se pasó la mano por la barbilla y fijó la mirada en la firma que aparecía bajo la rúbrica presidencial: era la de Federico Teobaldo Manuel Storani, Fredi, Ministro del Interior, Jefe de Gabinete subrogante mientras él estaba en Europa.
El aria da chiesa de Pergolesí seguía acariciándome los oídos. No quería desviarme del tema principal, tal vez porque la jornada se me estaba haciendo muy larga, pero sabía que la figura de Storani merecía un párrafo aparte. Y se lo dediqué.
Federico Storani es una personalidad de calibre superior en la política argentina. En sus 51 años se condensan la trayectoria y los renovados bríos de la Unión Cívica Radical (UCR) por dirigir el país.
Comenzó su militancia cuando era muy joven. Graduado de abogado en la Universidad de La Plata con medalla de oro en 1972, le insufló ímpetu a la agrupación universitaria Franja Morada y a la Junta Coordinadora de la juventud Radical. Presidió la Federación Universitaria Argentina (FUA) entre 1973 y 1975, y fue editor de la revista En lucha.
Durante la dictadura bregó en la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH), y fue electo diputado nacional en 1983, cuando se restableció la democracia en el país. En 1985, cuando se trataron las leyes de amnistía, se opuso verbalmente pero las votó «por disciplina partidaria». Fue reelecto diputado nacional en 1987 y en 1993.
En 1995 fue precandidato presidencial de la UCR, acompañando a Rodolfo Terragno. La fórmula Terragno-Storani perdió la elección interna ante el binomio del rionegrino Horacio Massacessi y el cordobés Antonio María Hernández.
En 1999 le atribuyeron apetito por la candidatura a la Vicepresidencia para posicionarse con Fernando De la Rúa, que lo detesta. El núcleo fundador de la Alianza optó por Carlos Chacho Álvarez, del FREPASO. No obstante, ese año Storani revalidó por quinta vez su diploma de diputado, postulándose además a la Presidencia de la Cámara. Quien consiguió apartarlo fue el Coti Nosiglia, que supo jugar con la inquina que le tiene Fernando De la Rúa. Si no hubiera sido por la veloz intervención de Raúl Alfonsín, que intercedió ante el Presidente, Federico Storani no habría llegado a ser el primer Ministro del Interior del gobierno de la Alianza.
Suficiente. Tenía que volver a las desventuras con las que había tenido que enfrentarse Terragno al regreso de su misión en Europa.
El 19 de julio de 2000, a la noche, Terragno llegó en un coche oficial a la Embajada de Francia. El país que fuera cuna de los derechos humanos celebraba su fiesta nacional en Buenos Aires con cinco días de retraso. Tras las venias diplomáticas de uso, el jefe de Gabinete se topó con el ex presidente Raúl Alfonsín, que lo tomó del brazo y lo llevó a un aparte. «Mirá, Rodolfo, recién acabo de hablar con Morales Solá y me ha contado algo terrible. Tiene información confirmada de que hubo sobornos para que los senadores votaran la Ley de Reforma Laboral, y que se pagaron desde la SIDE. La piensa publicar y vos sabés que Morales Solá no es un cualunque. Va a ser una crisis terminal. Creo que deberías hablar con él."
No quería irme a casa sin haber terminado el capítulo. Pero tuve que admitir para mi . s adentros que si había escrito un retrato de Storani, no podía dejar de hacer lo mismo con Rodolfo Terragno, que al fin y al cabo tampoco es un cualunque.
Rodolfo Héctor Terragno es abogado y, tal vez, uno de los mejores periodistas argentinos de los últimos treinta años. Nació el 16 de noviembre de 1943, y entre sus diversos libros destacan Los 400 días de Perón y La Argentina del siglo XXI. Durante la dictadura estuvo exiliado en Londres, donde tuvo la corresponsalía de la prestigiosa revista Crisis, y en Venezuela, donde fue una de las plumas principales del diario El Nacional de Caracas.
Durante el gobierno de Alfonsín fue Ministro de Obras y Servicios Públicos. Terragno, que tiene por costumbre llevar consigo una agenda en la que anota horas y minutos, detalles y frases intrascendentes de cada conversación, fue uno de los fundadores de la Alianza que llevó a Fernando De la Rúa al poder. Muchos lo consideran el dirigente más capacitado e inteligente que tiene la UCR, partido que presidió a partir de noviembre de 1995, después de Raúl Alfonsín. En 1998 Terragno entregó la conducción radical al actual senador y Presidente Provisional del Senado, Mario Losada, quien a su turno, a finales de 1999, volvió a depositar la responsabilidad partidaria por segunda vez en Alfonsín.
Terragno asumió como jefe del Gabinete de Ministros el 10 de diciembre de 1999. Y el 25 de julio de 2000, seis días después de que Alfonsín le revelara el escándalo que se cernía sobre la República, con toda la autoridad que le daba su cargo, encaró a Storani a la salida de la reunión de Gabinete. Quería saber por qué había firmado el decreto reservado reforzando el presupuesto de la SIDE. La relación entre los dos hombres era buena, y de aprecio y respeto mutuos. El Ministro del Interior se justificó diciendo que De la Rúa le había pedido que firmara porque había urgencia, pero que desconocía la naturaleza del decreto. El avezado Storani, con una trayectoria política larga e intensa en la UCR, nieto, hijo y hermano de radicales, y que incluso tenía aspiraciones presidenciales, no debía de creer en sus propias palabras cuando decía que firmaba papeles de Estado sin saber lo que contenían realmente.
Apesadumbrado, Terragno fue a pedir su parecer a José Luis Machinea quien, en un rincón, comparaba números con su segundo, Mario Luis Vicens. Los responsables del Ministerio de Economía, que habían desbloqueado los fondos a consecuencia del decreto "R-" 569, lo vieron acercarse con el entrecejo fruncido. Sin dejarlo hablar lo enfrentaron a la realidad: "Mirá, el dictamen que mandaron ustedes lo pulverizaron entre Legal y Técnica y de Santibañes, y nosotros no pudimos ni preguntar. Te hicieron la cama..."
Con verdadero placer, como el que debe de sentir un coleccionista, comparé datos para averiguar cuál había sido el destino final de esos treinta millones de dólares de refuerzo presupuestario para la SIDE.
Fernando de Santibañes jugaba con la confusión para desviar la pesquisa. Había aparecido en el programa Día D del 19 de octubre de 2000, por América TV, con el periodista Horacio Verbitsky. En ese reportaje, el Señor 5 soltó otro de sus embustes. Con entusiasmo de pastor evangélico dijo ante las cámaras que el dinero en cuestión había sido la estopa de un colchón con el que sostener una negociación que se estaba haciendo con las empresas telefónicas, por deudas atrasadas en los servicios que prestaban al espionaje estatal.
Si la realidad es para los burócratas un conjunto de estadísticas, las que se encuentran archivadas en la SIDE alcanzarían para empapelar la celda en la que debería estar preso Fernando de Santibañes. Desde que asumiera sus funciones, a fines de 1999, Telefónica de Argentina no había renegociado contrato alguno con la SIDE, y la deuda de 5.531.263,61 dólares con Telecom, heredada de la administración anterior que comandara Hugo Anzorreguy, fue saldada por convenio el día antes que el Señor 5 se maquillara para contar fábulas a los telespectadores de Día D. 0 sea que de 30 se habían gastado 5. ¿Qué había pasado con los otros 25?
El 30 de marzo de 2001 Carlos Becerra, sucesor de Fernando de Santibañes, informó por escrito al juez Gabriel Cavallo que estaban "en proceso de renegociación contratos con Telefónica de Argentina S.A.". Con ese armatoste de palabras en clave falsa se mantenía la ficción para entretener a la justicia e impedir que se indagara sobre los 24.468.737,39 dólares diluidos en las fosas subterráneas de la SIDE, que eran parte de los 30 millones ensobrados en el controvertido decreto presidencial.
Esta estrambótica afirmación, lo mismo que los informes que el 6 de abril de 2001 le elevara el Banco Macro sobre los extractos de la cuenta personal de Fernando de Santibañes en ese establecimiento, paralizaron al juez Cavallo. Al 30 de junio de 2000, el saldo negativo de esa cuenta era de 533.858,92 pesos. Aquel medio millón de dólares en rojo se arrastraba desde que lo designaran Señor 5 en diciembre de 1999, e iba incrementándose a razón de 7.200 pesos por mes.
Otros 12 millones de dólares adeudados por Fernando de Santibañes al Banco Macro desde 1997 lo cuelgan en una enredadera con la familia presidencial, el canciller Adalberto Rodríguez Giavarini y el titular del Gabinete, Chrystian Colombo. En diciembre de 1998 y por 12 millones de dólares, Fernando de Santibañes le compró al Banco de la Ciudad de Buenos Aires, Parque Diana S.A., una empresa en cesación de pagos que valía 18 millones de dólares. Lo hizo a través de la compañía instrumental de su propiedad y domiciliada en el paraíso fiscal de las Islas Vírgenes, Montford Finance Ltd. Santiago Obarrio, en nombre de la sociedad caribeña que detentaba apenas un capital de 50.000 dólares, firmó la operación por los 12 millones con la parte vendedora, representada por Horacio Chighizola, Carlos Pérez Rovira y Marcelo Rubén Sánchez. Chighizola es hoy vicecanciller del gobierno de Fernando De la Rúa e integra el estudio de abogados del Ministro de Relaciones Exteriores, Adalberto Rodríguez Giavarini. A su vez, Pérez Rovira está casado con una prima de Fernando de Santibañes, y Marcelo Sánchez proviene del Banco de Crédito Argentino (BCA), entidad de la que de Santibañes fue dueño y Rodríguez Giavarini fue asesor. El dirigente más notorio del Banco Macro que le prestó los aún impagos 12 millones de dólares a Fernando de Santibañes fue Chrystian Colombo, que actualmente es el jefe de Gabinete de Ministros de la Presidencia. De esos 12 millones, hay 5 que no aparecen como ingresados en los libros contables del Banco de la Ciudad de Buenos Aires y nadie sabe quién o quiénes los percibieron. El 4 de julio de 2000, el delegado gremial de la Comisión Interna de la entidad financiera oficial, Miguel Corsani, hizo la denuncia a la Oficina Anticorrupción (OA). Una semana después se presentó ante el juzgado Nacional de Instrucción de Primera Instancia número 24 de la Capital Federal a cargo de Sergio Torres. La Oficina Anticorrupción, inmersa en el Ministerio de justicia que maneja Jorge De la Rúa no ha producido nada sustancial. El hermano del Presidente ha elevado el pliego del juez Torres al Senado de la Nación, para ascenderlo en reemplazo del defenestrado juez federal Fernando Branca.
Unos días más tarde, el periodista Joaquín Morales Solá cumplió con lo que le había anticipado al ex presidente Alfonsín en la Embajada de Francia. El 6 de agosto lanzó a Fernando de Santibañes a la hoguera del pago de favores. Siguiendo sus artículos en el diario La Nación se podía desentrañar el "sistema" configurado en el Senado durante la década anterior, según el cual los senadores peronistas y radicales recibían contraprestaciones del gobierno por aprobar leyes. La compraventa hacía su reaparición con De la Rúa en la Presidencia, con sobornadores en la SIDE.
El 3 de diciembre de 2000, después de ordenar sus notas, Morales Solá publicó una larga crónica en la revista dominical de su diario. Contó el calvario de dudas que padeciera Terragno hasta que De la Rúa lo cesara, aquel espectacular 5 de octubre. Tras los enroques ministeriales que ese día anunció el Presidente, Carlos Chacho Álvarez salió a trompicones del gobierno. En esa misma fecha el primer mandatario de la República firmó subrepticiamente un nuevo decreto, desclasificando el carácter secreto del "R" 569, que Terragno se había negado a firmar. La norma reservada se hizo pública repentinamente. Y de manera desprolija. El decreto 881/00 se autojustificaba diciendo que "los hechos de dominio público han demostrado un claro interés en conocer las decisiones adoptadas respecto de los créditos presupuestarios asignados a la Secretaría de Inteligencia de Estado", como si dos meses y medio antes ese interés no hubiera existido, con un jefe de Gabinete "puenteado" y que ignoraba a dónde iba el dinero de los contribuyentes que se distribuía solapadamente desde la Casa Rosada.
Según cuenta Morales Solá, el día que Terragno fue a pedirle al Presidente que le aclarara el tema del decreto, se encontró a la salida de la reunión con Storani, que le preguntó con desesperación: "¿Qué te dijo De la Rúa?". Visiblemente ofuscado, y con un ademán de resignación, Terragno apartó con amabilidad a Storani de su camino.
¿De la Rúa le quitó la cláusula confidencial al «R" 569, cincuenta días después de haberla aprobado, para lograr que Terragno no hablara? ¿Qué confidencia compartía Storani con el Presidente y temía que le fuera revelada a Terragno? Su contenido no late explícito en la renuncia del 16 de marzo de 2001, al dimitir como Ministro del Interior. Debe quedar oculto, para que lo desentierren biógrafos o historiadores.
Fuentes
Diario judicial, Internet, Buenos Aires, y cables de las agencias TelAm y DyN, 20 de julio de 2001. La Nación, Clarín, Página 12, Buenos Aires, 11 y 21 de julio de 2001 y 6 de octubre y 19 de noviembre de 2000.
Alberto Ferrari y Francisco Herrera, Los hombres delpresidente, Ediciones Tarso, Buenos Aires, 1987. Martín Granovsky, Biografía no autorizada de Federico Storani, fascículo revista Somos, Argentina, sin fecha, archivo de los autores.
Decreto "R» 569 del 14 de julio de 2000, desclasificado por el Presidente de la Nación el 5 de octubre de 2000. Causa 9900/00 "Ortega, Ramón B. y otros s/cohecho", declaración testimonial de Rodolfo Héctor Terragno del 5 de diciembre de 2000, Tomo xvi, folios 3.026-3.03 1. Declaración testimonial de María Elena Machinea del 26 de septiembre de 2000, Tomo vi, folio 1. 110 y Tomo xvi, folios 3.019-3.022.
Transcripción de la entrevista de Horacio Verbitsky a Fernando de Santibañes el 19 de octubre de 2000 en Día D, América TV, Buenos Aires. Causa 9900/00, "Ortega, Ramón B. y otros s/cohecho", nota 21-29.141 del 26 de marzo de 2001 firmada por el abogado Ricardo Felippelli del estudio O’Farrell, apoderado de Telefónica de Argentina S.A. Nota con membrete de la SIDE del 30 de marzo de 2001, firmada por su titular Carlos Becerra, Tomo xxvi, folios 5.029 y 5.086. Expediente 3951/00 del Ministerio de Infraestructura y Vivienda y Resolución 209/00. Convenios entre la SIDE y Telecom Argentina Stet-France Telecom S.A. del 7 de marzo de 1996 y 12 de marzo de 1998. Documento de Reconocimiento de la deuda y compromiso de pago entre la SIDE y Telecom firmado por Fernando de Santibañes y Carlos Masjoan, sin fecha. Carta del 3 de abril de 2001 de Telecom S.A. firmada por su gerente de Asuntos Contenciosos Raúl Rogelio Poletti y recibo R707-00003854, extendido a nombre de "Observaciones judiciales-cliente 0000000132/0000, Tomo XXVI folios 5.094-5.109, Diligencia judicial 069-71-0001/01, División Delitos Complejos de la Policía Federal, 27 de febrero de 2001, Carta al Banco Macro del 4 de abril de 2000 y su respuesta del 18 de abril de 2000. Extractos de cuentas de Fernando de Santibañes, Tomos xxix y xxx. (Véase Anexo I Documentos)
Jefatura de Gabinete de Ministros, Memorándum SCG 416/00 y Ficha PROGSCOORD 686/2000. Copias en el archivo de los autores. (Véase Anexo 1 Documentos)
Noticias, Buenos Aires, 8 de julio de 2000 y 3 de marzo de 2001. Clarín, Buenos Aires, sección economía, 5 de mayo de 2001. Causa 34888/01 del juzgado Nacional de Instrucción de Primera Instancia número 24, Secretaría a cargo de la Dra. Fabiana Palmaghini. Los detalles de la deuda de Fernando de Santibañes con el Banco Macro admitidos por el jefe de gabinete, Chrystian Colombo, en abril de 2001 durante su informe mensual obligatorio en la Cámara de Diputados de la Nación. La vinculación de Marcelo Sánchez con de Santibañes quedó asentada en su testimonio en la audiencia pública del 29 de diciembre de 2000, cuando se aprobara el Directorio del Banco de la Ciudad de Buenos Aires.
*Capítulo II, del Libro La Prueba
En mí debía residir el error de creer que tenía el derecho a acusar y juzgar la locura y el rigor del mundo.El sábado 21 de julio de 2001 hacía frío en Buenos Aires. El invierno hería con sus cinco grados. Las noticias amedrentaban. Mientras iba en el subte hacia el departamento de mi cuñada, en Caballito, picoteé los diarios. La Cámara de Diputados había votado medidas para aliviar el ajuste. La poda a jubilados y estatales alcanzaría a quienes ganaran más de 1. 000 pesos, siempre y cuando la recaudación impositiva llegara al nivel que exigían los reintegros de la deuda externa. No se preveían devoluciones ni rebajas del impuesto a las Ganancias. Las naftas se encarecerían 10 centavos y el gravamen a los cheques también mordería las cajas de ahorro. Las protestas contra la globalización ante la cumbre de los ocho países más desarrollados del planeta, que se llevaba a cabo en Génova, cobraban su primera víctima: un joven anarquista de 23 años, con un balazo en la frente disparado a corta distancia por un policía. En Medio Oriente, israelíes y palestinos no se cansaban de matarse. Maurice de Bèvére, Morris, el creador de LuckY Luke, había sucumbido a una embolia en Bélgica. Javier Saviola, el delantero de River, reemprendía con 19 años el camino de Diego Armando Maradona en Barcelona.
Eduardo Sguiglia, No te fíes de mí, si el corazón te falla, Grupo Editorial Norma, Buenos Aires, 1999
No surtieron efecto las 300 firmas de diputados, sindicalistas, empresarios, abogados y los senadores Antonio Cafiero y Pedro del Piero, congregados diez días antes al pie de un documento, leído solemnemente durante un acto público en el Congreso, en el que se suplicaba a la justicia que avanzara "hasta el esclarecimiento total".
El vaticinio de los fiscales resultó cierto. El Diario judicial del viernes 20 y los cables de Telam y DyN ametrallaron las redacciones. "Ninguna prueba se ha recolectado en los abultados 32 cuerpos de expediente que lleve a sostener que los imputados cuyo procesamiento se pretende hayan aceptado promesa para hacer o dejar hacer algo relativo a su función", se resolvía en el dictamen de doce carillas suscripto por los camaristas Luisa Riva Aramayo y Horacio Vigliani. Aseveraban que "no se ha logrado avanzar en la instrucción: sólo se cuenta con las versiones, fueren periodísticas o políticas, volcadas en el expediente pero sin que ninguna resulte ni alcance de manera alguna a tener el imprescindible valor de referencia directa". Con esas pinceladas, los camaristas refrendaban la falta de mérito propuesta por el juez Liporaci el 29 de diciembre de 2000, en desahogo de los once senadores imputados en la causa: Augusto Alasino (PJ, Entre Ríos), Emilio Cantarero (PJ, Salta), Ricardo Branda (PJ, Formosa), Alberto Tell (PJ, Jujuy), Remo Costanzo (PJ, Río Negro), Alberto Meneghini (UCR, Santiago del Estero), Eduardo Bauzá (PJ, Mendoza), Ramón Ortega (PJ, Tucumán), Ángel Pardo (UCR, Corrientes), Alcides López (UCR, Entre Ríos) y Raúl Galván (UCR, La Rioja).
El Ministerio Público había apelado la decisión del juez contra los siete primeros. La Cámara devolvía el recurso sin ordenar ninguna medida de prueba. No aducía consigna alguna sobre el incumplimiento respecto de las peticiones de los fiscales Freiler y Delgado, salvo que se llevara adelante la estancada indagación del patrimonio de los senadores en cuestión. Dejaba el sumario en estado vegetativo, sin mérito para procesar y sin instrucciones sobre cómo proseguir, a merced de la pusilanimidad del juez Cavallo. Al pasar, los camaristas blanqueaban a la SIDE. "En cuanto al cobro de los cheques de la secretaría, así como la ampliación de su presupuesto, bien que ello no sea materia de esta revisión ha de estarse a las conclusiones vertidas en la documentación adjunta por el técnico de la Oficina Anticorrupción designado para su estudio."
Yo ya había examinado los "cheques de la secretaría". Me faltaba "la ampliación de su presupuesto". aquellos treinta millones de pesos que, en sus auditorías a la SIDE, el Síndico General de la Nación, Rafael Bielsa, se desvivía por investigar.
Me llevó todo el día. Apenas interrumpí el trabajo para ir hasta la rotisería de Rivadavia casi Castro Barros, la que está al lado de Tuñín, y comprarme un peceto al horno mechado con panceta y adobado con manteca colorada, una porción de ensalada de tomates y una botella chica de Parrales, un borgoña de Chilecito. De sobremesa fumé relajadamente un Sancho Panza «hecho a mano» en Cuba, que me había regalado mi hermano al volver de alguno de sus viajes como consultor internacional, Para no dejarme adormilar por el tedio de la siesta, me puse a buscar algo de música. Deseché las Lecciones de las tinieblas, de los franceses defines del siglo XXVI Marc-Antoine Charpentier y François Couperin, y puse a rodar un CD con el stábat mater del italiano Giovanni Battista Pergolesi. Envuelto en ese clima sacro revisé infinidad de veces los ficheros de la computadora, saltando de una carpeta a otra, y escribí toda la tarde.
"Soy Coti. Estoy enfrente. Hay que arreglar un asunto. Venite para acá.» Fernando de Santibañes se lanzó en busca de Enrique Nosiglia, que lo aguardaba en la Casa Rosada.
Transcurría la mañana del 24 de enero de 2000. Leonardo Aiello, Ricardo Ostuni y Ana Cernusco, los tres secretarios de De la Rúa, agitaban la víspera de la primera gira internacional del Presidente, que lo llevaría a Estocolmo. Tenía previsto participar en Suecia del Foro Internacional sobre el Holocausto. Luego iría a la cumbre geopolítica de Davos, en Suiza, donde su ministro de economía, José Luis Machinea, presentaría a una nube de empresarios y banqueros el plan de gobierno de la Alianza.
Cerca del mediodía, en la sala de espera del despacho presidencial, el jefe de la Casa Militar, general de brigada Juan Alberto Conrado Hang, controlaba con el director de Ceremonial, Jesús Fernando Taboada, los pasajes de la delegación oficial que abordaría el vuelo 527 de Lufthansa del martes 25 de enero. Minutos después, uno de los edecanes le avisaba que el Presidente estaba libre. El general Hang pidió permiso y entró. Debía entregarle a De la Rúa una carpeta de cuero azul con el Escudo Nacional grabado en oro en su cubierta, que contenía los detalles del programa de viaje. En ese instante advirtió, sobre una mesa cercana en torno de la cual había tres sillas desacomodadas, otros tantos pocillos de café vacíos. Sin embargo, no había visto entrar ni salir a nadie.
Fernando de Santibañes había salido a escape de la Rosada. En 25 de Mayo 11 avisó a una de sus dos secretarias, Gladys Mabel Mota, que durante la hora siguiente no le pasara llamadas, ni lo interrumpiera. Cerró la puerta de su despacho insonorizado, se sentó frente al teclado de su procesador Pentium II, y comenzó a escribir. Encabezó la nota con la frase "Buenos Aires, enero de 2000», dejando en el lugar correspondiente al día dos espacios en blanco. Dirigida al "Señor Secretario", la nota decía textualmente:
"Tengo el agrado de dirigirme al Señor Secretario a efectos de solicitarle quiera tener a bien gestionar, para el Organismo a mi cargo, la asignación de un refuerzo de crédito en la partida ’GASTOS EN PERSONAL’ (Otros Gastos en Personal) de $50.827.804,00 para el ejercicio en curso, de acuerdo a lo conversado oportunamente con el jefe de Gabinetes (sic) de Ministro Dr. Rodolfo Terragno.
"Se fundamenta el presente requerimiento en la necesidad de afrontar indispensables gastos en personal para el normal cumplimiento de las misiones asignadas a la SIDE. "Por último, solicito de Ud. que la asignación presupuestaria sea efectuada mediante Decreto de carácter RESERVADO por tratarse de erogaciones comprendidas en la Ley «S» 19.373.
"Saludo a Ud. atte."
De Santibañes se estiró levemente para tomar tres folios que llevaban impreso el Escudo Nacional y el membrete "Presidencia de la Nación - Secretaría de Inteligencia de Estado» y los colocó en la impresora Hewlett Packard Deskjet 679C. Al minuto, garabateó de su puño y letra un "24" en el espacio de la fecha, y firmó las tres copias. Se acercó a su escritorio y, por el intercomunicador, ordenó a Cristina Mónica Nakamatsu, su otra secretaria, que lo comunicara con el 4345-1386. Al otro lado de la línea, se puso al habla Rodolfo Terragno.
Eran cerca de las dos de la tarde de aquel 24 de enero, cuando de Santibañes se asomó al recinto contiguo y solicitó a sus asistentes que llamaran a Mario Guido Bissoni y Juan José Gallea y les pidieran que estuvieran allí cuanto antes. «Después, que nadie nos moleste», agregó. A sus espaldas, en las mudas pantallas se multiplicaban las imágenes satelitales. La hecatombe del euro y la inminente asunción de George W Bush copaban los canales.
El abogado Bissoni, integrante del bufete Archimbald, Carcavallo, Bissoni, Vila & Asociados, es un viejo amigo personal de de Santibañes, con quien había colaborado estrechamente en el Banco de Crédito Argentino. El Señor 5 lo había nom- su asesor unos días antes. El joven contador Gallea, era, asimismo, nuevo en la SIDE. De Santibañes lo aposentó en la estratégica Dirección General de Administración y Finanzas. Sucedía al experimentado José Daniel Salinardi, que pasaría a trabajar en el estudio de abogados de Hugo Anzorreguy, predecesor de Fernando de Santibañes como titular de la SIDE.
Una vez que Bissoni y Gallea estuvieron en su presencia, de Santibañes fue al grano. Les pasó las tres copias de la nota que le había dirigido a Terragno y, mientras ellos las leían, les dij o que 30 de los 50 millones se destinarían a pagar las indemnizaciones del grueso millar de agentes que despedirían a partir del 1 de febrero. Hizo hincapié en que, entre ellos, había varios accionistas de las compañías de cobertura. Debían encargarse de citarlos para que cedieran las acciones a otros espias.
No sabremos nunca si Bissoni y Gallea preguntaron para qué hacían falta los otros 20 millones, de los 50 que se le pedían en refuerzo presupuestario al jefe de Gabinete. Una vez encomendada la purga, el Señor 5 acompañó a sus subordinados hasta la puerta. A Gallea le indicó que archivara una de las tres copias del documento creado minutos antes, que no fue clasificado como "estrictamente secreto y confidencial".
A Terragno, por su parte, aquella conversación telefónica lo había puesto de mal humor. Le había manifestado al Señor 5 su oposición a que el refuerzo presupuestario se aprobara por un decreto reservado. El capataz de la SIDE lo había abrumado con sus quejas: sostenía que no tenía plata para computadoras y abonos de Internet. Insistió en que lo había hablado con el Presidente, y que éste le había dado su consentimiento. Evitó mencionar las indemnizaciones para los multitudinarios despidos. El Jefe de Gabinete no retrocedió. Doce días antes de aquella conversación telefónica había firmado una Decisión Administrativa que distribuía todas las partidas del Presupuesto Nacional para el ejercicio en curso.
En el artículo 6 de dicha norma había dejado establecido que las modificaciones al presupuesto de la SIDE y los gastos reservados debían estar respaldados por un decreto público firmado por el Presidente. De manera que tenía fundadas razones para mantenerse firme. Lo que Terragno argumentaba era que, si bien los gastos de la SIDE podían ser confidenciales, la asignación de los recursos no lo era. "A ver si me entendés: a mí no me alcanza el presupuesto que tengo, no me importa si los fondos son reservados o públicos, a mí lo único que me interesa es la guita", vociferó el Señor 5.
Indignado, y constatando la inutilidad de la charla, Terragno colgó.
Lo que hizo en definitiva fue proponerle al Presidente que dictara un decreto de publicidad diferida de los actos de la SIDE, para desclasificar información secreta -especialmente la relativa a la utilización de fondos reservados-, después de transcurrido cierto tiempo como se estila en Estados Unidos.
Cuando de Santibañes se enteró, montó en cólera. Hizo que sus abogados, Presa y Bissoni, prepararan un dictamen en el que se afirmaba que no se podía modificar el régimen de gastos reservados, pues estaba regulado por ley, y se lo llevó a De la Rúa. El Presidente estuvo de acuerdo.
El Jefe de Gabinete había comenzado a cavarse la fosa y no lo sabía. La guerra fue larvada, y devastadora. A principios de julio, cuando faltaba apenas un mes para que el terremoto de los sobornos por la Ley de Reforma Laboral invadiera los grandes titulares de la prensa, Terragno viajó a Alemania, España y Portugal, enviado por De la Rúa. Estuvo en Hannover, presidiendo el acto del 9 de julio en el Pabellón Argentino de la Exposición Mundial; y en Madrid, donde se entrevistó con el Presidente del gobierno español, José María Aznar, y con su alter ego del Ministerio de Economía, Rodrigo Rato.
El domingo 16 de julio, mientras se encontraba en Lisboa, recibió una llamada urgente de su Secretario de Coordinación, José Raúl Palacios. El Vicejefe de Gabinete estaba preocupado. "Desde Presidencia o desde la Secretaría Legal y Técnica me piden el expediente para asignarle cincuenta palos a la SIDE, y lo quieren ya. Decime qué hago." Terragno calculó que aún tenía tiempo para discutir el asunto con De la Rúa a su regreso. "Raúl, si te lo piden de Presidencia mandalo, pero sólo por treinta millones, y por decreto público."
De inmediato, Terragno discó el número de la centralita de la residencia de Olivos y pidió que lo comunicaran con De la Rúa. "Presidente, no estoy de acuerdo con hacer un decreto reservado para darle fondos a la SIDE.» El primer mandatario se disponía a analizar con el Ministro de justicia, Ricardo Gil Lavedra, qué hacer con los presos de la seudoasonada guerrillera de La Tablada -que se morían a causa de una huelga de hambre-, y prefirió desentenderse: "No sé, mejor háblelo con Legal y Técnica», fue su escurridiza respuesta.
Dos días después, el 18 de julio por la noche, Terragno llegó a Buenos Aires. Al día siguiente por la tarde le avisaron que en su ausencia De la Rúa había firmado un decreto que no se iba a publicar en el Boletín Oficial, y en el que autorizaba un refuerzo presupuestario de treinta millones para la SIDE. Cuando lo tuvo en sus manos le empezó a oler mal. Estaba fechado el 14 de julio y remitía por planilla separada a una partida para "1. 1. 5. Gastos en Personal-Planta-Otros varios". En el "considerando-" se modificaban "los créditos vigentes del Presupuesto de la Administración Nacional, a fin de atender compromisos contraídos por el Estado Nacional,". En un anexo se afectaban los fondos a la jurisdicción 20 (Presidencia), Subjurisdicción 08 (SIDE), Programa 16 (Información de Inteligencia). Al no figurar la palabra «publíquese", el decreto era automáticamente reservado. Le extrañó que apareciera un rubro codificado con la cifra 1, utilizada para los fondos públicos de la SIDE que no exigen confidencialidad. Preguntó a la Subsecretaria Técnica de la Presidencia de la Nación, María Elena Machinea (prima del entonces ministro de Economía), si había rastros de algún "compromiso contraído por el Estado Nacional" o de "Información de Inteligencia". La respuesta fue que la asignación se acordó "para gastos en personal de la SIDE".
Terragno retrocedió mentalmente hasta su conversación telefónica con de Santibañes y no encontró vestigios de un pedido por personal de planta "y otros". Se pasó la mano por la barbilla y fijó la mirada en la firma que aparecía bajo la rúbrica presidencial: era la de Federico Teobaldo Manuel Storani, Fredi, Ministro del Interior, Jefe de Gabinete subrogante mientras él estaba en Europa.
El aria da chiesa de Pergolesí seguía acariciándome los oídos. No quería desviarme del tema principal, tal vez porque la jornada se me estaba haciendo muy larga, pero sabía que la figura de Storani merecía un párrafo aparte. Y se lo dediqué.
Federico Storani es una personalidad de calibre superior en la política argentina. En sus 51 años se condensan la trayectoria y los renovados bríos de la Unión Cívica Radical (UCR) por dirigir el país.
Comenzó su militancia cuando era muy joven. Graduado de abogado en la Universidad de La Plata con medalla de oro en 1972, le insufló ímpetu a la agrupación universitaria Franja Morada y a la Junta Coordinadora de la juventud Radical. Presidió la Federación Universitaria Argentina (FUA) entre 1973 y 1975, y fue editor de la revista En lucha.
Durante la dictadura bregó en la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH), y fue electo diputado nacional en 1983, cuando se restableció la democracia en el país. En 1985, cuando se trataron las leyes de amnistía, se opuso verbalmente pero las votó «por disciplina partidaria». Fue reelecto diputado nacional en 1987 y en 1993.
En 1995 fue precandidato presidencial de la UCR, acompañando a Rodolfo Terragno. La fórmula Terragno-Storani perdió la elección interna ante el binomio del rionegrino Horacio Massacessi y el cordobés Antonio María Hernández.
En 1999 le atribuyeron apetito por la candidatura a la Vicepresidencia para posicionarse con Fernando De la Rúa, que lo detesta. El núcleo fundador de la Alianza optó por Carlos Chacho Álvarez, del FREPASO. No obstante, ese año Storani revalidó por quinta vez su diploma de diputado, postulándose además a la Presidencia de la Cámara. Quien consiguió apartarlo fue el Coti Nosiglia, que supo jugar con la inquina que le tiene Fernando De la Rúa. Si no hubiera sido por la veloz intervención de Raúl Alfonsín, que intercedió ante el Presidente, Federico Storani no habría llegado a ser el primer Ministro del Interior del gobierno de la Alianza.
Suficiente. Tenía que volver a las desventuras con las que había tenido que enfrentarse Terragno al regreso de su misión en Europa.
El 19 de julio de 2000, a la noche, Terragno llegó en un coche oficial a la Embajada de Francia. El país que fuera cuna de los derechos humanos celebraba su fiesta nacional en Buenos Aires con cinco días de retraso. Tras las venias diplomáticas de uso, el jefe de Gabinete se topó con el ex presidente Raúl Alfonsín, que lo tomó del brazo y lo llevó a un aparte. «Mirá, Rodolfo, recién acabo de hablar con Morales Solá y me ha contado algo terrible. Tiene información confirmada de que hubo sobornos para que los senadores votaran la Ley de Reforma Laboral, y que se pagaron desde la SIDE. La piensa publicar y vos sabés que Morales Solá no es un cualunque. Va a ser una crisis terminal. Creo que deberías hablar con él."
No quería irme a casa sin haber terminado el capítulo. Pero tuve que admitir para mi . s adentros que si había escrito un retrato de Storani, no podía dejar de hacer lo mismo con Rodolfo Terragno, que al fin y al cabo tampoco es un cualunque.
Rodolfo Héctor Terragno es abogado y, tal vez, uno de los mejores periodistas argentinos de los últimos treinta años. Nació el 16 de noviembre de 1943, y entre sus diversos libros destacan Los 400 días de Perón y La Argentina del siglo XXI. Durante la dictadura estuvo exiliado en Londres, donde tuvo la corresponsalía de la prestigiosa revista Crisis, y en Venezuela, donde fue una de las plumas principales del diario El Nacional de Caracas.
Durante el gobierno de Alfonsín fue Ministro de Obras y Servicios Públicos. Terragno, que tiene por costumbre llevar consigo una agenda en la que anota horas y minutos, detalles y frases intrascendentes de cada conversación, fue uno de los fundadores de la Alianza que llevó a Fernando De la Rúa al poder. Muchos lo consideran el dirigente más capacitado e inteligente que tiene la UCR, partido que presidió a partir de noviembre de 1995, después de Raúl Alfonsín. En 1998 Terragno entregó la conducción radical al actual senador y Presidente Provisional del Senado, Mario Losada, quien a su turno, a finales de 1999, volvió a depositar la responsabilidad partidaria por segunda vez en Alfonsín.
Terragno asumió como jefe del Gabinete de Ministros el 10 de diciembre de 1999. Y el 25 de julio de 2000, seis días después de que Alfonsín le revelara el escándalo que se cernía sobre la República, con toda la autoridad que le daba su cargo, encaró a Storani a la salida de la reunión de Gabinete. Quería saber por qué había firmado el decreto reservado reforzando el presupuesto de la SIDE. La relación entre los dos hombres era buena, y de aprecio y respeto mutuos. El Ministro del Interior se justificó diciendo que De la Rúa le había pedido que firmara porque había urgencia, pero que desconocía la naturaleza del decreto. El avezado Storani, con una trayectoria política larga e intensa en la UCR, nieto, hijo y hermano de radicales, y que incluso tenía aspiraciones presidenciales, no debía de creer en sus propias palabras cuando decía que firmaba papeles de Estado sin saber lo que contenían realmente.
Apesadumbrado, Terragno fue a pedir su parecer a José Luis Machinea quien, en un rincón, comparaba números con su segundo, Mario Luis Vicens. Los responsables del Ministerio de Economía, que habían desbloqueado los fondos a consecuencia del decreto "R-" 569, lo vieron acercarse con el entrecejo fruncido. Sin dejarlo hablar lo enfrentaron a la realidad: "Mirá, el dictamen que mandaron ustedes lo pulverizaron entre Legal y Técnica y de Santibañes, y nosotros no pudimos ni preguntar. Te hicieron la cama..."
Con verdadero placer, como el que debe de sentir un coleccionista, comparé datos para averiguar cuál había sido el destino final de esos treinta millones de dólares de refuerzo presupuestario para la SIDE.
Fernando de Santibañes jugaba con la confusión para desviar la pesquisa. Había aparecido en el programa Día D del 19 de octubre de 2000, por América TV, con el periodista Horacio Verbitsky. En ese reportaje, el Señor 5 soltó otro de sus embustes. Con entusiasmo de pastor evangélico dijo ante las cámaras que el dinero en cuestión había sido la estopa de un colchón con el que sostener una negociación que se estaba haciendo con las empresas telefónicas, por deudas atrasadas en los servicios que prestaban al espionaje estatal.
Si la realidad es para los burócratas un conjunto de estadísticas, las que se encuentran archivadas en la SIDE alcanzarían para empapelar la celda en la que debería estar preso Fernando de Santibañes. Desde que asumiera sus funciones, a fines de 1999, Telefónica de Argentina no había renegociado contrato alguno con la SIDE, y la deuda de 5.531.263,61 dólares con Telecom, heredada de la administración anterior que comandara Hugo Anzorreguy, fue saldada por convenio el día antes que el Señor 5 se maquillara para contar fábulas a los telespectadores de Día D. 0 sea que de 30 se habían gastado 5. ¿Qué había pasado con los otros 25?
El 30 de marzo de 2001 Carlos Becerra, sucesor de Fernando de Santibañes, informó por escrito al juez Gabriel Cavallo que estaban "en proceso de renegociación contratos con Telefónica de Argentina S.A.". Con ese armatoste de palabras en clave falsa se mantenía la ficción para entretener a la justicia e impedir que se indagara sobre los 24.468.737,39 dólares diluidos en las fosas subterráneas de la SIDE, que eran parte de los 30 millones ensobrados en el controvertido decreto presidencial.
Esta estrambótica afirmación, lo mismo que los informes que el 6 de abril de 2001 le elevara el Banco Macro sobre los extractos de la cuenta personal de Fernando de Santibañes en ese establecimiento, paralizaron al juez Cavallo. Al 30 de junio de 2000, el saldo negativo de esa cuenta era de 533.858,92 pesos. Aquel medio millón de dólares en rojo se arrastraba desde que lo designaran Señor 5 en diciembre de 1999, e iba incrementándose a razón de 7.200 pesos por mes.
Otros 12 millones de dólares adeudados por Fernando de Santibañes al Banco Macro desde 1997 lo cuelgan en una enredadera con la familia presidencial, el canciller Adalberto Rodríguez Giavarini y el titular del Gabinete, Chrystian Colombo. En diciembre de 1998 y por 12 millones de dólares, Fernando de Santibañes le compró al Banco de la Ciudad de Buenos Aires, Parque Diana S.A., una empresa en cesación de pagos que valía 18 millones de dólares. Lo hizo a través de la compañía instrumental de su propiedad y domiciliada en el paraíso fiscal de las Islas Vírgenes, Montford Finance Ltd. Santiago Obarrio, en nombre de la sociedad caribeña que detentaba apenas un capital de 50.000 dólares, firmó la operación por los 12 millones con la parte vendedora, representada por Horacio Chighizola, Carlos Pérez Rovira y Marcelo Rubén Sánchez. Chighizola es hoy vicecanciller del gobierno de Fernando De la Rúa e integra el estudio de abogados del Ministro de Relaciones Exteriores, Adalberto Rodríguez Giavarini. A su vez, Pérez Rovira está casado con una prima de Fernando de Santibañes, y Marcelo Sánchez proviene del Banco de Crédito Argentino (BCA), entidad de la que de Santibañes fue dueño y Rodríguez Giavarini fue asesor. El dirigente más notorio del Banco Macro que le prestó los aún impagos 12 millones de dólares a Fernando de Santibañes fue Chrystian Colombo, que actualmente es el jefe de Gabinete de Ministros de la Presidencia. De esos 12 millones, hay 5 que no aparecen como ingresados en los libros contables del Banco de la Ciudad de Buenos Aires y nadie sabe quién o quiénes los percibieron. El 4 de julio de 2000, el delegado gremial de la Comisión Interna de la entidad financiera oficial, Miguel Corsani, hizo la denuncia a la Oficina Anticorrupción (OA). Una semana después se presentó ante el juzgado Nacional de Instrucción de Primera Instancia número 24 de la Capital Federal a cargo de Sergio Torres. La Oficina Anticorrupción, inmersa en el Ministerio de justicia que maneja Jorge De la Rúa no ha producido nada sustancial. El hermano del Presidente ha elevado el pliego del juez Torres al Senado de la Nación, para ascenderlo en reemplazo del defenestrado juez federal Fernando Branca.
Unos días más tarde, el periodista Joaquín Morales Solá cumplió con lo que le había anticipado al ex presidente Alfonsín en la Embajada de Francia. El 6 de agosto lanzó a Fernando de Santibañes a la hoguera del pago de favores. Siguiendo sus artículos en el diario La Nación se podía desentrañar el "sistema" configurado en el Senado durante la década anterior, según el cual los senadores peronistas y radicales recibían contraprestaciones del gobierno por aprobar leyes. La compraventa hacía su reaparición con De la Rúa en la Presidencia, con sobornadores en la SIDE.
El 3 de diciembre de 2000, después de ordenar sus notas, Morales Solá publicó una larga crónica en la revista dominical de su diario. Contó el calvario de dudas que padeciera Terragno hasta que De la Rúa lo cesara, aquel espectacular 5 de octubre. Tras los enroques ministeriales que ese día anunció el Presidente, Carlos Chacho Álvarez salió a trompicones del gobierno. En esa misma fecha el primer mandatario de la República firmó subrepticiamente un nuevo decreto, desclasificando el carácter secreto del "R" 569, que Terragno se había negado a firmar. La norma reservada se hizo pública repentinamente. Y de manera desprolija. El decreto 881/00 se autojustificaba diciendo que "los hechos de dominio público han demostrado un claro interés en conocer las decisiones adoptadas respecto de los créditos presupuestarios asignados a la Secretaría de Inteligencia de Estado", como si dos meses y medio antes ese interés no hubiera existido, con un jefe de Gabinete "puenteado" y que ignoraba a dónde iba el dinero de los contribuyentes que se distribuía solapadamente desde la Casa Rosada.
Según cuenta Morales Solá, el día que Terragno fue a pedirle al Presidente que le aclarara el tema del decreto, se encontró a la salida de la reunión con Storani, que le preguntó con desesperación: "¿Qué te dijo De la Rúa?". Visiblemente ofuscado, y con un ademán de resignación, Terragno apartó con amabilidad a Storani de su camino.
¿De la Rúa le quitó la cláusula confidencial al «R" 569, cincuenta días después de haberla aprobado, para lograr que Terragno no hablara? ¿Qué confidencia compartía Storani con el Presidente y temía que le fuera revelada a Terragno? Su contenido no late explícito en la renuncia del 16 de marzo de 2001, al dimitir como Ministro del Interior. Debe quedar oculto, para que lo desentierren biógrafos o historiadores.
Fuentes
Diario judicial, Internet, Buenos Aires, y cables de las agencias TelAm y DyN, 20 de julio de 2001. La Nación, Clarín, Página 12, Buenos Aires, 11 y 21 de julio de 2001 y 6 de octubre y 19 de noviembre de 2000.
Alberto Ferrari y Francisco Herrera, Los hombres delpresidente, Ediciones Tarso, Buenos Aires, 1987. Martín Granovsky, Biografía no autorizada de Federico Storani, fascículo revista Somos, Argentina, sin fecha, archivo de los autores.
Decreto "R» 569 del 14 de julio de 2000, desclasificado por el Presidente de la Nación el 5 de octubre de 2000. Causa 9900/00 "Ortega, Ramón B. y otros s/cohecho", declaración testimonial de Rodolfo Héctor Terragno del 5 de diciembre de 2000, Tomo xvi, folios 3.026-3.03 1. Declaración testimonial de María Elena Machinea del 26 de septiembre de 2000, Tomo vi, folio 1. 110 y Tomo xvi, folios 3.019-3.022.
Transcripción de la entrevista de Horacio Verbitsky a Fernando de Santibañes el 19 de octubre de 2000 en Día D, América TV, Buenos Aires. Causa 9900/00, "Ortega, Ramón B. y otros s/cohecho", nota 21-29.141 del 26 de marzo de 2001 firmada por el abogado Ricardo Felippelli del estudio O’Farrell, apoderado de Telefónica de Argentina S.A. Nota con membrete de la SIDE del 30 de marzo de 2001, firmada por su titular Carlos Becerra, Tomo xxvi, folios 5.029 y 5.086. Expediente 3951/00 del Ministerio de Infraestructura y Vivienda y Resolución 209/00. Convenios entre la SIDE y Telecom Argentina Stet-France Telecom S.A. del 7 de marzo de 1996 y 12 de marzo de 1998. Documento de Reconocimiento de la deuda y compromiso de pago entre la SIDE y Telecom firmado por Fernando de Santibañes y Carlos Masjoan, sin fecha. Carta del 3 de abril de 2001 de Telecom S.A. firmada por su gerente de Asuntos Contenciosos Raúl Rogelio Poletti y recibo R707-00003854, extendido a nombre de "Observaciones judiciales-cliente 0000000132/0000, Tomo XXVI folios 5.094-5.109, Diligencia judicial 069-71-0001/01, División Delitos Complejos de la Policía Federal, 27 de febrero de 2001, Carta al Banco Macro del 4 de abril de 2000 y su respuesta del 18 de abril de 2000. Extractos de cuentas de Fernando de Santibañes, Tomos xxix y xxx. (Véase Anexo I Documentos)
Jefatura de Gabinete de Ministros, Memorándum SCG 416/00 y Ficha PROGSCOORD 686/2000. Copias en el archivo de los autores. (Véase Anexo 1 Documentos)
Noticias, Buenos Aires, 8 de julio de 2000 y 3 de marzo de 2001. Clarín, Buenos Aires, sección economía, 5 de mayo de 2001. Causa 34888/01 del juzgado Nacional de Instrucción de Primera Instancia número 24, Secretaría a cargo de la Dra. Fabiana Palmaghini. Los detalles de la deuda de Fernando de Santibañes con el Banco Macro admitidos por el jefe de gabinete, Chrystian Colombo, en abril de 2001 durante su informe mensual obligatorio en la Cámara de Diputados de la Nación. La vinculación de Marcelo Sánchez con de Santibañes quedó asentada en su testimonio en la audiencia pública del 29 de diciembre de 2000, cuando se aprobara el Directorio del Banco de la Ciudad de Buenos Aires.
*Capítulo II, del Libro La Prueba
miércoles, 20 de junio de 2001
Denuncian a Vila y a Manzano por lavado de dinero
Edita el Diario La Nación La Sindicatura General de la Nación imputará hoy al conglomerado de medios ante la Justicia
Denuncian a Vila y a Manzano
Acusarán al multimedio por operaciones de lavado de dinero que alcanzarían los $ 600.000.000 La Sindicatura investigó durante meses los movimientos de este holding. Se basó en expedientes del ComFeR. Detectaron serias irregularidades en transferencias accionarias
Por: María Fernanda Villosio
La Sindicatura General de la Nación (Sigen) denunciará hoy ante la Justicia al grupo Vila-Manzano, un poderoso inversor en medios de comunicación, por supuestas operaciones de lavado de dinero y de evasión fiscal.
Este holding multimedio habría realizado negocios, de 1994 a 1999, por montos que ascenderían a los 600 millones de pesos, según estimaron fuentes de la Sindicatura.
El organismo, presidido por Rafael Bielsa, logró confeccionar un mapa, al que tuvo acceso La Nación , de las inversiones básicamente en canales de cable, pero también en radios FM, que ubicaron a este grupo como uno de los más influyentes en el interior del país.
Al rastrear los pasos de cada una de las sociedades, los contadores de la Sigen se toparon con una maraña de operaciones empresariales que, a su juicio, podrían servir de pantalla para disimular el ingreso de dinero proveniente de hechos ilícitos.
En ese sentido, la presentación judicial que hoy recaerá en el juzgado federal de Claudio Bonadío da cuenta de empresas que se compraban a sí mismas, presuntos autopréstamos, compraventa de sociedades que desafiaban las leyes clásicas de la contabilidad e intervenciones de bancos off shore con domicilio en las islas Caimán.
Es la primera vez que un organismo público denuncia penalmente a la sociedad que integran Daniel Eduardo Vila y el ex funcionario menemista José Luis Manzano por supuestas maniobras de blanqueo de divisas. Por otra parte, en la justicia mendocina se tramita otra presentación, impulsada por un ex socio de Manzano, Bernardo Ruti, que lo acusó de haber obtenido "dinero ilícito durante su paso por la función pública".
Papeles secretos
La Sigen detectó las presuntas irregularidades al analizar 51 expedientes que se encontraban en poder del Comité Federal de Radiodifusión (ComFeR). Estos papeles permanecieron ocultos durante el menemismo.
Sucede que las empresas de comunicación deben solicitar autorización ante el Comfer para realizar cualquier operación vinculada con compra, venta o fusión de sociedades.
Esto explica por qué la documentación celosamente guardada en ese organismo fue la herramienta que permitió a la Sigen conectar a la empresa Supercanal SA, cuyo directorio integran Vila y Manzano, con más de 37 sociedades.
En la Sindicatura están convencidos de que con esa información la Justicia podrá hallar la ruta del dinero presuntamente "negro" que sirvió para edificar este emporio mediático, por cierto ahora venido a menos, ya que se encuentra en proceso de concurso preventivo.
"Hubo fusiones y absorciones de empresas para que se pierda el rastro de los verdaderos dueños", aseguraron fuentes de la Sigen.
La Nación intentó, sin éxito, comunicarse con Manzano en sus oficinas porteñas. Amigos del ex ministro del Interior menemista aseguraron que se encontraba de viaje en el exterior.
Irregularidades
La investigación de la Sigen se inició cuando el ComFeR puso en marcha una auditoría interna para sanear sus alicaídas arcas y descubrió estos documentos desconocidos.
El auditor interno del ComFeR, Gustavo Garnería, requirió entonces ayuda de los especialistas de la Sigen, que buscaron en los archivos durante meses y cruzaron datos.
Primero encontraron anomalías en la acción del Comfer, que nunca se preocupó por averiguar el origen de los fondos de estas inversiones, como le exige la ley. Después, los técnicos de la Sigen -Ricardo Pérez Vélez, Hugo Carcavallo, Rafael Lombardi y Sergio San Román- puntualizaron sospechas en las transferencias realizadas por los dueños de Supercanal. Algunos ejemplos:
Compras de empresas y de aperturas de subsidiarias (Mas Tec off shore INC, Latlink Argentina Inc, Latlink Corp) que, al final, pertenecían a una sola sociedad: Mas Tec Inc. Aparece como su titular el fallecido empresario anticastrista Jorge Mas Canosa. Ruti asegura que Mas Canosa es, en realidad, testaferro de Manzano. En 1997, Mas Tec Inc. adquirió una parte de las acciones de Supercanal SA por un valor de 13,6 millones de pesos. Antes, había comprado un adicional por $ 2.000.000.
Operaciones crediticias de Supercanal SA y Supercanal Holding S.A con el ING Bank, sucursal Gran Caimán, por 90 millones de pesos, en las que se pusieron como garantías las propias acciones de la empresa. Esta operación es considerada altamente riesgosa.
Daniel Vila adquirió la firma CTC Mercedes SRL por 5.507.160 pesos y, ocho meses después, en octubre de 1997, la vendieron a la empresa Mirror Holding SRL en sólo 15.000 pesos. Vila tenía el paquete mayoritario de esta sociedad.
El informe de la Sigen menciona una serie de hechos que la obligan a pedir una investigación judicial: "Instituciones off shore , sucesiva mutación de sociedades, otorgamiento de préstamos y aumento patrimonial".
Datos
Bajo la lupa: el análisis de la Sigen abarcó las tramitaciones en las que fue parte la empresa Supercanal SA.
Muestreo: de los estados contables de Supercanal surge que las empresas integrantes del grupo son, entre otras, Horizonte SRL, Red Celeste y Blanca SA, TV Cable La Rioja S.A, TV Cable Catamarca SA.
Aumento: la Sigen detectó un aumento del patrimonio de Daniel Vila. En 1997, dijo tener 993.000 pesos y en 1999 ascendió a 150 millones de pesos.
El esplendor y el ocaso de un supergrupo surgido de la nada
Daniel Vila creó un multimedio a partir de una pequeña radio. Nunca ocultó su amistad y su sociedad con el ex ministro Manzano. Cómo se llegó a la crítica situación actual
Por: Susana Reinoso
Daniel Vila es el rostro visible de un conglomerado de medios del interior -Grupo Uno- nacido al amparo de una familia que comenzó amasando su fortuna en la industria de la construcción. Tras comprar su primera radio en 1983, Grupo Uno creció de prisa desde 1996 hasta el ocaso del menemismo, justo en el tiempo en que el CEI Citicorp Holdings devoraba canales, radios, sistemas de cable, medios deportivos y revistas.
Astuto, directo, de temple animoso y hábil para prohijar sociedades, Vila es el integrante de la familia que ha sobrellevado el peso de la fama en los medios. Siempre admitió su amistad con José Luis Manzano y con Raúl Moneta, el ex mandamás del CEI, pese a que el ex banquero de Carlos Saúl Menem no lo invitó a sumarse a la adquisición del Banco Mendoza y lo convocó mucho tiempo después.
Hijo del empresario de la construcción Alfredo Vila Santander, la familia construyó hace 20 años el primer barrio privado de Mendoza en tierras que continúan en litigio, pues la Universidad Nacional de Cuyo las reivindica como propias. Abogado matriculado en 1976, no fue sino hasta 1983 cuando Daniel Vila dio el puntapié inicial en el mercado de los medios con la compra de Radio Nihuil, a la que luego le siguieron Supercanal, el diario Uno y otros medios. Todas las inversiones, reitera Vila, fueron realizadas con endeudamiento y emisión de bonos, hasta que el grupo hizo el primer crack con la caída de Supercanal Holdings hace poco más de un año, hoy en concurso de acreedores.
En plena efervescencia alfonsinista, mientras Daniel Vila se entrenaba como empresario de medios, su padre afinaba los vínculos con Jorge Mas Canosa, el dirigente cubano anticastrista -muerto de cáncer en 1997- que amasó una controvertida fortuna en Miami y que ingresó en Supercanal con el 29% de las acciones.
Plataforma de despegue
La compra de Supercanal fue la plataforma de despegue del Grupo Vila en el nivel nacional e internacional. Se sumó luego la opción de compra, discutida en la Justicia, por Radio Rivadavia y la adquisición de una parte de Radio La Red. Con voluntad ganadora y de la mano de Manzano, Vila compró sistemas de TV paga en Bolivia y la República Dominicana, y se alzó con licencias para TV por cable en España, las que vendió después.
A mediados de los años noventa, con Manzano como sagaz operador, Vila dividía sus días entre Miami, Nueva York y Buenos Aires, cautivando a los bancos extranjeros por un total de US$ 600 millones de dólares. Tiempo después, Vila y Manzano adquirieron el diario La Capital, decano de la prensa argentina. Y continuaron su expansión en Entre Ríos.
Paralelamente comenzó a tejer un complejo rompecabezas jurídico de sociedades con el paraguas de La Capital Multimedios, que agrupa los medios del grupo en Rosario, Paraná y otras ciudades entrerrianas. El ex dueño de La Capital, Carlos María Lagos, denunció a Vila y Manzano por supuesto vaciamiento de empresa a raíz de un intrincado traspaso de fondos entre esa empresa y el Grupo Uno, de Mendoza.
Cuentan los memoriosos que dos de las figuras descollantes en el relanzamiento del diario rosarino fueron José Luis Manzano y Enrique "Coti" Nosiglia, viejos amigos que confrontan en la arena política.
La situación financiera del Grupo comenzó a complicarse justo en el tiempo en el menemismo se extinguió en el horizonte electoral. Y, si en honor a la verdad, Vila siempre ha negado haber sido favorecido por Menem para sus operaciones de medios, no es menos cierto que en la opinión pública siempre ha existido una sombra de duda sobre los orígenes de los fondos con los que la familia adquirió tantos medios con tanto vértigo y en tan poco tiempo hasta el crack de Supercanal, cuyo destino permanece incierto.
Y cuando Vila defendía a Kirchner:
Alfredo Leuco cuenta su ida de América TV
“Hijo de puta, comprate un canal si querés hacer periodismo”, me dijo a los gritos y por teléfono Daniel Vila un día antes de que se emitiera el último programa de Fuego cruzado, que yo coconducía con Marcelo Longobardi por América TV. Fue la última vez que hablé con él. Se negaba a que emitiéramos un informe riguroso (que guardo en mi archivo con orgullo) precisamente sobre el origen, la ruta y el destino incierto de los tristemente fondos de Santa Cruz. “Esa investigación no va”, me dijeron a dúo Vila y su comisario político Román Lejtman, delegado por entonces de Alberto Fernández y Enrique Albistur en el canal.
“Si no va el informe de los fondos de Santa Cruz, yo no voy el domingo a hacer el programa”, contesté absolutamente asqueado por las presiones brutales que ya veníamos recibiendo diariamente durante meses y que, curiosamente, Vila recordó como un adalid de la libertad de prensa en su discurso. “Me querés extorsionar, hijo de puta. Querés que yo quede como un censurador y vos como un ídolo. Ahora te ordeno que vengas y hagas el programa”, dijo antes de cortar la comunicación. Hice el último programa solo. Nerviosamente, dije varias cosas entre líneas porque confieso que tuve temor. A la respuesta violenta de Daniel Vila que tiene un par de causas en la Justicia por sus reacciones contra dos periodistas, y a que el resto de los empresarios periodísticos no me diera trabajo porque una parte importante en ese momento jugaba para Kirchner por terror o conveniencia.
Denuncian a Vila y a Manzano
Acusarán al multimedio por operaciones de lavado de dinero que alcanzarían los $ 600.000.000 La Sindicatura investigó durante meses los movimientos de este holding. Se basó en expedientes del ComFeR. Detectaron serias irregularidades en transferencias accionarias
Por: María Fernanda Villosio
La Sindicatura General de la Nación (Sigen) denunciará hoy ante la Justicia al grupo Vila-Manzano, un poderoso inversor en medios de comunicación, por supuestas operaciones de lavado de dinero y de evasión fiscal.
Este holding multimedio habría realizado negocios, de 1994 a 1999, por montos que ascenderían a los 600 millones de pesos, según estimaron fuentes de la Sindicatura.
El organismo, presidido por Rafael Bielsa, logró confeccionar un mapa, al que tuvo acceso La Nación , de las inversiones básicamente en canales de cable, pero también en radios FM, que ubicaron a este grupo como uno de los más influyentes en el interior del país.
Al rastrear los pasos de cada una de las sociedades, los contadores de la Sigen se toparon con una maraña de operaciones empresariales que, a su juicio, podrían servir de pantalla para disimular el ingreso de dinero proveniente de hechos ilícitos.
En ese sentido, la presentación judicial que hoy recaerá en el juzgado federal de Claudio Bonadío da cuenta de empresas que se compraban a sí mismas, presuntos autopréstamos, compraventa de sociedades que desafiaban las leyes clásicas de la contabilidad e intervenciones de bancos off shore con domicilio en las islas Caimán.
Es la primera vez que un organismo público denuncia penalmente a la sociedad que integran Daniel Eduardo Vila y el ex funcionario menemista José Luis Manzano por supuestas maniobras de blanqueo de divisas. Por otra parte, en la justicia mendocina se tramita otra presentación, impulsada por un ex socio de Manzano, Bernardo Ruti, que lo acusó de haber obtenido "dinero ilícito durante su paso por la función pública".
Papeles secretos
La Sigen detectó las presuntas irregularidades al analizar 51 expedientes que se encontraban en poder del Comité Federal de Radiodifusión (ComFeR). Estos papeles permanecieron ocultos durante el menemismo.
Sucede que las empresas de comunicación deben solicitar autorización ante el Comfer para realizar cualquier operación vinculada con compra, venta o fusión de sociedades.
Esto explica por qué la documentación celosamente guardada en ese organismo fue la herramienta que permitió a la Sigen conectar a la empresa Supercanal SA, cuyo directorio integran Vila y Manzano, con más de 37 sociedades.
En la Sindicatura están convencidos de que con esa información la Justicia podrá hallar la ruta del dinero presuntamente "negro" que sirvió para edificar este emporio mediático, por cierto ahora venido a menos, ya que se encuentra en proceso de concurso preventivo.
"Hubo fusiones y absorciones de empresas para que se pierda el rastro de los verdaderos dueños", aseguraron fuentes de la Sigen.
La Nación intentó, sin éxito, comunicarse con Manzano en sus oficinas porteñas. Amigos del ex ministro del Interior menemista aseguraron que se encontraba de viaje en el exterior.
Irregularidades
La investigación de la Sigen se inició cuando el ComFeR puso en marcha una auditoría interna para sanear sus alicaídas arcas y descubrió estos documentos desconocidos.
El auditor interno del ComFeR, Gustavo Garnería, requirió entonces ayuda de los especialistas de la Sigen, que buscaron en los archivos durante meses y cruzaron datos.
Primero encontraron anomalías en la acción del Comfer, que nunca se preocupó por averiguar el origen de los fondos de estas inversiones, como le exige la ley. Después, los técnicos de la Sigen -Ricardo Pérez Vélez, Hugo Carcavallo, Rafael Lombardi y Sergio San Román- puntualizaron sospechas en las transferencias realizadas por los dueños de Supercanal. Algunos ejemplos:
Compras de empresas y de aperturas de subsidiarias (Mas Tec off shore INC, Latlink Argentina Inc, Latlink Corp) que, al final, pertenecían a una sola sociedad: Mas Tec Inc. Aparece como su titular el fallecido empresario anticastrista Jorge Mas Canosa. Ruti asegura que Mas Canosa es, en realidad, testaferro de Manzano. En 1997, Mas Tec Inc. adquirió una parte de las acciones de Supercanal SA por un valor de 13,6 millones de pesos. Antes, había comprado un adicional por $ 2.000.000.
Operaciones crediticias de Supercanal SA y Supercanal Holding S.A con el ING Bank, sucursal Gran Caimán, por 90 millones de pesos, en las que se pusieron como garantías las propias acciones de la empresa. Esta operación es considerada altamente riesgosa.
Daniel Vila adquirió la firma CTC Mercedes SRL por 5.507.160 pesos y, ocho meses después, en octubre de 1997, la vendieron a la empresa Mirror Holding SRL en sólo 15.000 pesos. Vila tenía el paquete mayoritario de esta sociedad.
El informe de la Sigen menciona una serie de hechos que la obligan a pedir una investigación judicial: "Instituciones off shore , sucesiva mutación de sociedades, otorgamiento de préstamos y aumento patrimonial".
Datos
Bajo la lupa: el análisis de la Sigen abarcó las tramitaciones en las que fue parte la empresa Supercanal SA.
Muestreo: de los estados contables de Supercanal surge que las empresas integrantes del grupo son, entre otras, Horizonte SRL, Red Celeste y Blanca SA, TV Cable La Rioja S.A, TV Cable Catamarca SA.
Aumento: la Sigen detectó un aumento del patrimonio de Daniel Vila. En 1997, dijo tener 993.000 pesos y en 1999 ascendió a 150 millones de pesos.
El esplendor y el ocaso de un supergrupo surgido de la nada
Daniel Vila creó un multimedio a partir de una pequeña radio. Nunca ocultó su amistad y su sociedad con el ex ministro Manzano. Cómo se llegó a la crítica situación actual
Por: Susana Reinoso
Daniel Vila es el rostro visible de un conglomerado de medios del interior -Grupo Uno- nacido al amparo de una familia que comenzó amasando su fortuna en la industria de la construcción. Tras comprar su primera radio en 1983, Grupo Uno creció de prisa desde 1996 hasta el ocaso del menemismo, justo en el tiempo en que el CEI Citicorp Holdings devoraba canales, radios, sistemas de cable, medios deportivos y revistas.
Astuto, directo, de temple animoso y hábil para prohijar sociedades, Vila es el integrante de la familia que ha sobrellevado el peso de la fama en los medios. Siempre admitió su amistad con José Luis Manzano y con Raúl Moneta, el ex mandamás del CEI, pese a que el ex banquero de Carlos Saúl Menem no lo invitó a sumarse a la adquisición del Banco Mendoza y lo convocó mucho tiempo después.
Hijo del empresario de la construcción Alfredo Vila Santander, la familia construyó hace 20 años el primer barrio privado de Mendoza en tierras que continúan en litigio, pues la Universidad Nacional de Cuyo las reivindica como propias. Abogado matriculado en 1976, no fue sino hasta 1983 cuando Daniel Vila dio el puntapié inicial en el mercado de los medios con la compra de Radio Nihuil, a la que luego le siguieron Supercanal, el diario Uno y otros medios. Todas las inversiones, reitera Vila, fueron realizadas con endeudamiento y emisión de bonos, hasta que el grupo hizo el primer crack con la caída de Supercanal Holdings hace poco más de un año, hoy en concurso de acreedores.
En plena efervescencia alfonsinista, mientras Daniel Vila se entrenaba como empresario de medios, su padre afinaba los vínculos con Jorge Mas Canosa, el dirigente cubano anticastrista -muerto de cáncer en 1997- que amasó una controvertida fortuna en Miami y que ingresó en Supercanal con el 29% de las acciones.
Plataforma de despegue
La compra de Supercanal fue la plataforma de despegue del Grupo Vila en el nivel nacional e internacional. Se sumó luego la opción de compra, discutida en la Justicia, por Radio Rivadavia y la adquisición de una parte de Radio La Red. Con voluntad ganadora y de la mano de Manzano, Vila compró sistemas de TV paga en Bolivia y la República Dominicana, y se alzó con licencias para TV por cable en España, las que vendió después.
A mediados de los años noventa, con Manzano como sagaz operador, Vila dividía sus días entre Miami, Nueva York y Buenos Aires, cautivando a los bancos extranjeros por un total de US$ 600 millones de dólares. Tiempo después, Vila y Manzano adquirieron el diario La Capital, decano de la prensa argentina. Y continuaron su expansión en Entre Ríos.
Paralelamente comenzó a tejer un complejo rompecabezas jurídico de sociedades con el paraguas de La Capital Multimedios, que agrupa los medios del grupo en Rosario, Paraná y otras ciudades entrerrianas. El ex dueño de La Capital, Carlos María Lagos, denunció a Vila y Manzano por supuesto vaciamiento de empresa a raíz de un intrincado traspaso de fondos entre esa empresa y el Grupo Uno, de Mendoza.
Cuentan los memoriosos que dos de las figuras descollantes en el relanzamiento del diario rosarino fueron José Luis Manzano y Enrique "Coti" Nosiglia, viejos amigos que confrontan en la arena política.
La situación financiera del Grupo comenzó a complicarse justo en el tiempo en el menemismo se extinguió en el horizonte electoral. Y, si en honor a la verdad, Vila siempre ha negado haber sido favorecido por Menem para sus operaciones de medios, no es menos cierto que en la opinión pública siempre ha existido una sombra de duda sobre los orígenes de los fondos con los que la familia adquirió tantos medios con tanto vértigo y en tan poco tiempo hasta el crack de Supercanal, cuyo destino permanece incierto.
Y cuando Vila defendía a Kirchner:
Alfredo Leuco cuenta su ida de América TV
“Hijo de puta, comprate un canal si querés hacer periodismo”, me dijo a los gritos y por teléfono Daniel Vila un día antes de que se emitiera el último programa de Fuego cruzado, que yo coconducía con Marcelo Longobardi por América TV. Fue la última vez que hablé con él. Se negaba a que emitiéramos un informe riguroso (que guardo en mi archivo con orgullo) precisamente sobre el origen, la ruta y el destino incierto de los tristemente fondos de Santa Cruz. “Esa investigación no va”, me dijeron a dúo Vila y su comisario político Román Lejtman, delegado por entonces de Alberto Fernández y Enrique Albistur en el canal.
“Si no va el informe de los fondos de Santa Cruz, yo no voy el domingo a hacer el programa”, contesté absolutamente asqueado por las presiones brutales que ya veníamos recibiendo diariamente durante meses y que, curiosamente, Vila recordó como un adalid de la libertad de prensa en su discurso. “Me querés extorsionar, hijo de puta. Querés que yo quede como un censurador y vos como un ídolo. Ahora te ordeno que vengas y hagas el programa”, dijo antes de cortar la comunicación. Hice el último programa solo. Nerviosamente, dije varias cosas entre líneas porque confieso que tuve temor. A la respuesta violenta de Daniel Vila que tiene un par de causas en la Justicia por sus reacciones contra dos periodistas, y a que el resto de los empresarios periodísticos no me diera trabajo porque una parte importante en ese momento jugaba para Kirchner por terror o conveniencia.
viernes, 25 de mayo de 2001
Sin paraguas, ni escarapelas
Los acontecimientos de Mayo de 1810 y los meses posteriores en la pluma del maestro Osvaldo Soriano.
El 24 de mayo por la noche, el coronel Saavedra y el doctor Castelli atraviesan la Plaza de la Victoria bajo la lluvia, cubiertos con capotes militares. Van a jugarse el destino de medio continente después de tres siglos de dominación española. Uno quiere la independencia, el otro la revolución, pero ninguna de las dos palabras será pronunciada esa noche. Luego de seis días de negociación van a exigir la renuncia del español Cisneros. Hasta entonces Cornelio Saavedra, jefe del regimiento de Patricios, ha sido cauto: "Dejen que las brevas maduren y luego las comeremos", aconsejaba a los más exaltados jacobinos.
Desde el 18, Belgrano y Castelli, que son primos y a veces aman a las mismas mujeres, exigen la salida del virrey, pero no hay caso: Cisneros se inclina, cuanto más, a presidir una junta en la que haya representantes del rey Fernando Vll; preso de Napoleón;, y algunos americanos que acepten perpetuar el orden colonial. Los orilleros andan armados y Domingo French, teniente coronel del estrepitoso regimiento de la Estrella, está por sublevarse. Saavedra, luego de mil cabildeos, se pliega: "Señores, ahora digo que no sólo es tiempo, sino que no se debe perder ni una hora", les dice a los jacobinos reunidos en casa de Rodríguez Peña. De allí en más los acontecimientos se precipitan y el destino se juega bajo una llovizna en la que no hubo paraguas ni amables ciudadanos que repartieran escarapelas.
El orden de los hechos es confuso y contradictorio según a qué memorialista se consulte. Todos, por supuesto ;salvo el pudoroso Belgrano;, intentan jugar el mejor papel. Lo cierto es que el 24 todo Buenos Aires asedia el Cabildo donde están los regidores y el obispo. "Un inmenso pueblo", recuerda Saavedra en sus memorias, y deben haber sido más de cuatro mil almas si se tiene en cuenta que más tarde, para el golpe del 5 y 6 de abril de 1811, el mismo Saavedra calcula que sus amigos han reunido esa cifra en la Plaza y sólo la califica de "crecido pueblo".
La gente anda con el cuchillo al cinto, cargando trabucos, mientras Domingo French y Antonio Beruti aumentan la presión con campanas y trompetas que llaman a los vecinos de las orillas. Esa noche nadie duerme y cuando los dos hombres llegan al Cabildo, empapados, los regidores y el obispo los reciben con aires de desdén. Enseguida hay un altercado entre Castelli y el cura. "A mí no me han llamado a este lugar para sostener disputas sino para que oiga y manifieste libremente mi opinión y lo he hecho en los términos que se ha oído", dice monseñor, que se opone a la formación de una junta americana mientras quede un solo español en Buenos Aires. A Castelli se le sube la sangre a la cabeza y se insolenta: "Tómelo como quiera", se dice que le contesta. Cuatro días antes ha ido con el coronel Martín Rodríguez a entrevistarse con Cisneros que era sordo como una tapia. " ¡ No sea atrevido ! " le dice Cisneros al verlo gritar, y Castelli responde orondo: "¡Y usted no se caliente que la cosa ya no tiene remedio!"
Al ver que Castelli llega con las armas de Saavedra, los burócratas del Cabildo comprenden que deben destituir a Cisneros, pero dudan de su propio poder. Juan José Paso y el licenciado Manuel Belgrano esperan afuera, recorriendo pasillos, escuchando las campanadas y los gritos de la gente. Saavedra sale y les pide paciencia. El coronel es alto, flaco, parco y medido. El rubio Belgrano, como su primo, es amable pero se exalta con facilidad. Paso es hombre de callar pero luego tendrá un gesto de valentía. Entrada la noche, cuando French y Beruti han agitado toda la aldea y repartido algunos sablazos a los disconformes, Belgrano y Saavedra abren las puertas de la sala capitular para que entren los gritos de la multitud.
No hay más nada que decir: Cisneros se va o lo cuelgan. ¿Pero quién se lo dice? De nuevo Castelli y el coronel cruzan la Plaza y van a la fortaleza a persuadir al virrey. Hay un último intento del español por formar una junta que lo incluya, pero Castelli, que tiene 43 años y está enfermo de cáncer, se opone. Los "duros" juegan a todo o nada. Cisneros trata de ganarse al vanidoso Saavedra, pero el coronel ya acaricia la gloria de una fecha inolvidable. Quizá piensa en George Washington mientras Castelli se imagina en la comuna francesa. Su Robespierre es un joven llamado Mariano Moreno, que espera el desenlace en lo de Nicolás Peña.
Entre tanto French, que teme una provocación, impide el paso a la gente sospechosa de simpatías realistas. Sus oficiales controlan los accesos a la Plaza y a veces quieren mandar más que los de Saavedra. Por el momento la discordia es sólo antipatía y los caballos se topan exaltados o provocadores. Al amanecer, Beruti, por orden de French, derriba la puerta de una tienda de la recova y se lleva el paño para hacer cintas que distingan a los leales de los otros. Alguien toma nota y nace la leyenda de la escarapela en el pecho.
Al amanecer, para guardar las formas, el Cabildo considera la renuncia de Cisneros, pero la nueva Junta de gobierno ya está formada. Escribe el catalán Domingo Matheu: "Saavedra y Azcuénaga son la reserva reflexiva de las ideas y las instituciones que se habían formado para marchar con pulso en las transformaciones de la autognosia (sic) popular; Belgrano, Castelli y Paso eran monarquistas, pero querían otro gobierno que el español; Larrea no dejaba de ser comerciante y difería en que no se desprendía en todo evento de su origen (español); demócratas: Alberti, Matheu y Moreno.
Los de labor incesante y práctica eran Castelli y Matheu, aquél impulsando y marchando a todas partes y el último preparando y acopiando a toda costa vituallas y elementos bélicos para las empresas por tierra y agua. Alberti era el consejo sereno y abnegado y Moreno el verbo irritante de la escuela, sin contemplación a cosas viejas ni consideración a máscaras de hierro; de aquí arranca la antipatía originaria en la marcha de la Junta entre Saavedra y él." Matheu exagera su importancia. Todos esos hombres han sido carlotistas y, salvo Saavedra, son amigos o defensores de los ingleses que en el momento aparecen a sus ojos como aliados contra España.
El delirio y la compasión
La mañana del 25, cuando muchos se han ido a dormir y otros llegan a ver "de qué se trata", el abogado Juan José Castelli sale al balcón del Cabildo y, con el énfasis de un Saint Just, anuncia la hora de la libertad. La historiografía oficial no le hará un buen lugar en el rincón de los recuerdos. El discurso de Castelli es el de alguien que arroja los dados de la Historia.
Aquellas jornadas debían ser un simple golpe de mano, pero la fuerza de esos hombres provoca una voltereta que sacudirá a todo el continente.
Dice Saavedra: "Nosotros solos, sin precedente combinación con los pueblos del interior mandados por jefes españoles que tenían influjo decidido en ellos, (...) nosotros solos, digo, tuvimos la gloria de emprender tan abultada obra (...) En el mismo Buenos Aires no faltaron (quienes) miraron con tedio nuestra empresa: unos la creían inverificable por el poder de los españoles; otros la graduaban de locura y delirio, de cabezas desorganizadas; otros en fin, y eran los más piadosos, nos miraban con compasión no dudando que en breves días seríamos víctimas del poder y furor español".
La audacia desata un mecanismo inmanejable. Saavedra es un patriota, no un revolucionario, pero no puede oponerse a la dinámica que se desata en esos días El secretario Moreno, un asceta de la revolución, dirige sus actos y sus órdenes a forzar esa dinámica para destrozar el antiguo sistema. Habla latín, inglés y francés con facilidad; ha leido ;y hace publicar; a Rousseau, conoce bien la Revolución Francesa y es posible que desde el comienzo se haya mimetizado con el fantasma de un Robespierre que no acabará en la tragedia de Termidor.
El ateo Castelli está a su izquierda, como French y el joven Monteagudo que maneja el club de los "chisperos". Todos ellos celebran en los templos del Norte el culto de La mort est un sommeil éternel, que Fouché y la ultraizquierda francesa usaron como bandera desde 1792. Belgrano, que es muy creyente, no vacila en proponer un borrador con apuntes sobre economía para el Plan terrorista que en agosto redactará Moreno.
En la primera junta gana la gauche (la acepción de "izquierda" se pronuncia, todavía, en francés): Moreno, Castelli y Belgrano son un bloque sólido con una política propia a la que por conveniencia se pliegan Matheu, Paso y el cura Alberti; Azcuénaga y Larrea sólo cuentan las ventajas que puedan sacar y simpatizan con el presidente Saavedra que a su vez los desprecia por oportunistas. Las discordias empiezan muy pronto, con las primeras resoluciones.
Castelli parte a Córdoba y el Alto Perú como comisario politico de Moreno, que no confiaba en los militares formados en la Reconquista. Es él quien cumple las "instrucciones" y ejecuta a Liniers primero y al temible mariscal Vicente Nieto más tarde. Belgrano, el otro brazo armado de los jacobinos, va a tomar el Paraguay; no hay en él la cólera terrible de su primo, sino una piedad cristiana y otoñal que lo engrandece: en el Norte captura a un ejército entero y lo deja partir bajo juramento de no volver a tomar las armas. Manda a sus gauchos desharrapados con un rigor insostenible y no mata por escarmiento sino por extrema necesidad. Sufre sífilis, cirrosis y tiene várices, pero conserva la fe cristiana y el sentido del humor. Las victorias de Castelli en Suipacha y la suya en Tucumán afirman la posición de Moreno en la Junta, pero las catástrofes de fines de año aceleran su caída.
Frente a frente, uno de levita y otro de uniforme, Moreno de Chuquisaca y Saavedra de Potosí, se odian pero no se desprecian "Impío, malvado, maquiavélico", llama el coronel al secretario de la Junta; y cuando se refiere a uno de sus amigos, dice: "El alma de Monteagudo, tan negra como la madre que lo parió". El primer incidente ocurre cuando los jacobinos descubren que diez jefes municipales están complotados contra el nuevo poder.
En una sesión de urgencia Moreno propone "arcabucearlos" sin más trámite, pero Saavedra le responde que no cuente para ello con sus armas. "Usaremos entonces las de French", replica un Moreno siempre enfermo, con el rostro picado de viruela, que acaba de cumplir 30 años. Al presidente lo escandaliza que ese mestizo use siempre la amenaza del coronel French, a quien hace espiar por sus "canarios", una especie de soplones manejados por el coronel Martín Rodríguez. Los conjurados salvan la vida con una multa de dos mil pesos fuertes, propuesta por el presidente.
"¿Consiste la felicidad en adoptar la más grosera e impolítica democracia? ¿Consiste en que los hombres impunemente hagan lo que su capricho e interés les sugieren? ¿Consiste en atropellar a todo europeo, apoderarse de sus bienes, matarlo, acabarlo y exterminarlo? ¿Consiste en llevar adelante el sistema de terror que principió a asomar? ¿Consiste en la libertad de religión y en decir con toda franqueza me cago en Dios y hago lo que quiero?", se pregunta Saavedra en carta a Viamonte que lo amenaza desde el Alto Perú.
Desde fines de agosto, Moreno ha hecho aprobar por unanimidad el Plan secreto de operaciones que recomienda el terror como método para destruir al enemigo emboscado. Ese texto feroz, por momentos descabellado, no se conoció hasta que a fines del siglo XIX. Eduardo Madero ;el constructor del puerto; lo encontró en los archivos de Sevilla y se lo envió a Mitre.
Para entonces, los premios y castigos de la historia oficial ya estaban otorgados y Moreno pasaba por un periodista y educador romántico influido por las mejores ideas de la Revolución Francesa. Pero es la aplicación de ese método sangriento lo que garantiza el triunfo de la Revolución. Hasta la llegada de San Martín la formación de los ejércitos se hizo a punta de bayoneta, la conspiración de Alzaga, como la contrarrevolución de Liniers, terminaron en suplicio y los españoles descubrieron, entonces, que los patriotas estaban dispuestos a todo: "Nuestros asuntos van bien porque hay firmeza y si por desgracia hubiéramos aflojado estaríamos bajo tierra. Todo el Cabildo nos hacía más guerra que los tiranos mandones del virreinato", escribe Castelli antes de ser llevado a juicio.
El coronel manda parar
A principios de diciembre dos circunstancias banales sirven de pretexto a la ruptura entre Moreno y Saavedra que será nefasta para la Revolución. En la plaza de toros de Retiro el presidente hace colocar sillas adornadas con cojinillos para él y su esposa.
Cuando las ve, Matheu hace un escándalo y argumenta que ningún vocal merece distinción especial. Pocos días más tarde, el 6, el regimiento de Patricios da una fiesta a la que asisten Saavedra y su mujer. En un momento un oficial levanta una corona de azúcar y la obsequia a la esposa que la entrega al Presidente, Moreno se entera y esa misma noche escribe un decreto de supresión de honores. Saavedra se humilla y lo firma, pero el rencor lo carcome para siempre. Poco después, el 18 de diciembre, mientras los Patricios se agitan y reclaman revancha por la afrenta civil, el coronel llama a los nueve diputados de las provincias para ampliar la Junta. Moreno ;que intuye su fin; no puede oponerse a esa propuesta "democratizadora".
El único que tiene el valor de votar en contra es el tímido tesorero Juan José Paso.
Moreno renuncia y el 24 de enero de 1811 se embarca para Londres. "Me voy, pero la cola que dejo será larga", les dice a sus amigos que claman venganza. También pronuncia un mal augurio: "No sé qué cosa funesta se me anuncia en mi viaje".
En alta mar se enferma y nada podrá convencer a Castelli y Monteagudo de que no lo asesinaron. "Su último accidente fue precipitado por la administración de un emético que el capitán de la embarcación le suministró imprudentemente y sin nuestro conocimiento", cuenta su hermano Manuel, que agrega en la relación de los hechos el célebre "¡Viva mi patria aunque yo perezca!"
Saavedra ha liquidado a su adversario, pero la Revolución está en peligro. El español Francisco Javier Elío amenaza desde la Banda Oriental y no todos los miembros de la Junta son confiables. El 5 y 6 de abril el coronel Martín Rodríguez,con los alcaldes de los barrios, junta a los gauchos en Plaza Miserere y los lleva hasta el Cabildo para manifestar contra los morenistas. Saavedra, que jura no haber impulsado el golpe, aprovecha para sacarse de encima al mismo tiempo a jacobinos y comerciantes corruptos. Renuncian Larrea, Azcuénaga, Rodríguez Peña y Vieytes. Los peligrosos French, Beruti y Posadas son confinados en Patagones. Belgrano y Castelli pasan a juicio por desobediencia y van presos.
Pero Saavedra sólo dura cuatro meses al frente del gobierno. Ha acercado a Rivadavia al poder, pero el brillante abogado y los porteños se ensañan con éI y lo persiguen durante cuatro años por campos y aldeas; se ensañan también con Castelli, que muere deslenguado durante el juicio; con el propio San Martín que combate en Chile; con Belgrano que muere en la pobreza y el olvido gritando el plausible "¡ Ay patria mía! "
Pese a todo, la idea de independencia queda en pie levantada por San Martín, que se ha llevado como asistente a Monteagudo, "el del alma más negra que la madre que lo parió". Los ramalazos de la discordia duran intactos medio siglo y se prolongan hasta hoy en los entresijos de una historia no resuelta.
Fuente: Revista Página30
El 24 de mayo por la noche, el coronel Saavedra y el doctor Castelli atraviesan la Plaza de la Victoria bajo la lluvia, cubiertos con capotes militares. Van a jugarse el destino de medio continente después de tres siglos de dominación española. Uno quiere la independencia, el otro la revolución, pero ninguna de las dos palabras será pronunciada esa noche. Luego de seis días de negociación van a exigir la renuncia del español Cisneros. Hasta entonces Cornelio Saavedra, jefe del regimiento de Patricios, ha sido cauto: "Dejen que las brevas maduren y luego las comeremos", aconsejaba a los más exaltados jacobinos.
Desde el 18, Belgrano y Castelli, que son primos y a veces aman a las mismas mujeres, exigen la salida del virrey, pero no hay caso: Cisneros se inclina, cuanto más, a presidir una junta en la que haya representantes del rey Fernando Vll; preso de Napoleón;, y algunos americanos que acepten perpetuar el orden colonial. Los orilleros andan armados y Domingo French, teniente coronel del estrepitoso regimiento de la Estrella, está por sublevarse. Saavedra, luego de mil cabildeos, se pliega: "Señores, ahora digo que no sólo es tiempo, sino que no se debe perder ni una hora", les dice a los jacobinos reunidos en casa de Rodríguez Peña. De allí en más los acontecimientos se precipitan y el destino se juega bajo una llovizna en la que no hubo paraguas ni amables ciudadanos que repartieran escarapelas.
El orden de los hechos es confuso y contradictorio según a qué memorialista se consulte. Todos, por supuesto ;salvo el pudoroso Belgrano;, intentan jugar el mejor papel. Lo cierto es que el 24 todo Buenos Aires asedia el Cabildo donde están los regidores y el obispo. "Un inmenso pueblo", recuerda Saavedra en sus memorias, y deben haber sido más de cuatro mil almas si se tiene en cuenta que más tarde, para el golpe del 5 y 6 de abril de 1811, el mismo Saavedra calcula que sus amigos han reunido esa cifra en la Plaza y sólo la califica de "crecido pueblo".
La gente anda con el cuchillo al cinto, cargando trabucos, mientras Domingo French y Antonio Beruti aumentan la presión con campanas y trompetas que llaman a los vecinos de las orillas. Esa noche nadie duerme y cuando los dos hombres llegan al Cabildo, empapados, los regidores y el obispo los reciben con aires de desdén. Enseguida hay un altercado entre Castelli y el cura. "A mí no me han llamado a este lugar para sostener disputas sino para que oiga y manifieste libremente mi opinión y lo he hecho en los términos que se ha oído", dice monseñor, que se opone a la formación de una junta americana mientras quede un solo español en Buenos Aires. A Castelli se le sube la sangre a la cabeza y se insolenta: "Tómelo como quiera", se dice que le contesta. Cuatro días antes ha ido con el coronel Martín Rodríguez a entrevistarse con Cisneros que era sordo como una tapia. " ¡ No sea atrevido ! " le dice Cisneros al verlo gritar, y Castelli responde orondo: "¡Y usted no se caliente que la cosa ya no tiene remedio!"
Al ver que Castelli llega con las armas de Saavedra, los burócratas del Cabildo comprenden que deben destituir a Cisneros, pero dudan de su propio poder. Juan José Paso y el licenciado Manuel Belgrano esperan afuera, recorriendo pasillos, escuchando las campanadas y los gritos de la gente. Saavedra sale y les pide paciencia. El coronel es alto, flaco, parco y medido. El rubio Belgrano, como su primo, es amable pero se exalta con facilidad. Paso es hombre de callar pero luego tendrá un gesto de valentía. Entrada la noche, cuando French y Beruti han agitado toda la aldea y repartido algunos sablazos a los disconformes, Belgrano y Saavedra abren las puertas de la sala capitular para que entren los gritos de la multitud.
No hay más nada que decir: Cisneros se va o lo cuelgan. ¿Pero quién se lo dice? De nuevo Castelli y el coronel cruzan la Plaza y van a la fortaleza a persuadir al virrey. Hay un último intento del español por formar una junta que lo incluya, pero Castelli, que tiene 43 años y está enfermo de cáncer, se opone. Los "duros" juegan a todo o nada. Cisneros trata de ganarse al vanidoso Saavedra, pero el coronel ya acaricia la gloria de una fecha inolvidable. Quizá piensa en George Washington mientras Castelli se imagina en la comuna francesa. Su Robespierre es un joven llamado Mariano Moreno, que espera el desenlace en lo de Nicolás Peña.
Entre tanto French, que teme una provocación, impide el paso a la gente sospechosa de simpatías realistas. Sus oficiales controlan los accesos a la Plaza y a veces quieren mandar más que los de Saavedra. Por el momento la discordia es sólo antipatía y los caballos se topan exaltados o provocadores. Al amanecer, Beruti, por orden de French, derriba la puerta de una tienda de la recova y se lleva el paño para hacer cintas que distingan a los leales de los otros. Alguien toma nota y nace la leyenda de la escarapela en el pecho.
Al amanecer, para guardar las formas, el Cabildo considera la renuncia de Cisneros, pero la nueva Junta de gobierno ya está formada. Escribe el catalán Domingo Matheu: "Saavedra y Azcuénaga son la reserva reflexiva de las ideas y las instituciones que se habían formado para marchar con pulso en las transformaciones de la autognosia (sic) popular; Belgrano, Castelli y Paso eran monarquistas, pero querían otro gobierno que el español; Larrea no dejaba de ser comerciante y difería en que no se desprendía en todo evento de su origen (español); demócratas: Alberti, Matheu y Moreno.
Los de labor incesante y práctica eran Castelli y Matheu, aquél impulsando y marchando a todas partes y el último preparando y acopiando a toda costa vituallas y elementos bélicos para las empresas por tierra y agua. Alberti era el consejo sereno y abnegado y Moreno el verbo irritante de la escuela, sin contemplación a cosas viejas ni consideración a máscaras de hierro; de aquí arranca la antipatía originaria en la marcha de la Junta entre Saavedra y él." Matheu exagera su importancia. Todos esos hombres han sido carlotistas y, salvo Saavedra, son amigos o defensores de los ingleses que en el momento aparecen a sus ojos como aliados contra España.
El delirio y la compasión
La mañana del 25, cuando muchos se han ido a dormir y otros llegan a ver "de qué se trata", el abogado Juan José Castelli sale al balcón del Cabildo y, con el énfasis de un Saint Just, anuncia la hora de la libertad. La historiografía oficial no le hará un buen lugar en el rincón de los recuerdos. El discurso de Castelli es el de alguien que arroja los dados de la Historia.
Aquellas jornadas debían ser un simple golpe de mano, pero la fuerza de esos hombres provoca una voltereta que sacudirá a todo el continente.
Dice Saavedra: "Nosotros solos, sin precedente combinación con los pueblos del interior mandados por jefes españoles que tenían influjo decidido en ellos, (...) nosotros solos, digo, tuvimos la gloria de emprender tan abultada obra (...) En el mismo Buenos Aires no faltaron (quienes) miraron con tedio nuestra empresa: unos la creían inverificable por el poder de los españoles; otros la graduaban de locura y delirio, de cabezas desorganizadas; otros en fin, y eran los más piadosos, nos miraban con compasión no dudando que en breves días seríamos víctimas del poder y furor español".
La audacia desata un mecanismo inmanejable. Saavedra es un patriota, no un revolucionario, pero no puede oponerse a la dinámica que se desata en esos días El secretario Moreno, un asceta de la revolución, dirige sus actos y sus órdenes a forzar esa dinámica para destrozar el antiguo sistema. Habla latín, inglés y francés con facilidad; ha leido ;y hace publicar; a Rousseau, conoce bien la Revolución Francesa y es posible que desde el comienzo se haya mimetizado con el fantasma de un Robespierre que no acabará en la tragedia de Termidor.
El ateo Castelli está a su izquierda, como French y el joven Monteagudo que maneja el club de los "chisperos". Todos ellos celebran en los templos del Norte el culto de La mort est un sommeil éternel, que Fouché y la ultraizquierda francesa usaron como bandera desde 1792. Belgrano, que es muy creyente, no vacila en proponer un borrador con apuntes sobre economía para el Plan terrorista que en agosto redactará Moreno.
En la primera junta gana la gauche (la acepción de "izquierda" se pronuncia, todavía, en francés): Moreno, Castelli y Belgrano son un bloque sólido con una política propia a la que por conveniencia se pliegan Matheu, Paso y el cura Alberti; Azcuénaga y Larrea sólo cuentan las ventajas que puedan sacar y simpatizan con el presidente Saavedra que a su vez los desprecia por oportunistas. Las discordias empiezan muy pronto, con las primeras resoluciones.
Castelli parte a Córdoba y el Alto Perú como comisario politico de Moreno, que no confiaba en los militares formados en la Reconquista. Es él quien cumple las "instrucciones" y ejecuta a Liniers primero y al temible mariscal Vicente Nieto más tarde. Belgrano, el otro brazo armado de los jacobinos, va a tomar el Paraguay; no hay en él la cólera terrible de su primo, sino una piedad cristiana y otoñal que lo engrandece: en el Norte captura a un ejército entero y lo deja partir bajo juramento de no volver a tomar las armas. Manda a sus gauchos desharrapados con un rigor insostenible y no mata por escarmiento sino por extrema necesidad. Sufre sífilis, cirrosis y tiene várices, pero conserva la fe cristiana y el sentido del humor. Las victorias de Castelli en Suipacha y la suya en Tucumán afirman la posición de Moreno en la Junta, pero las catástrofes de fines de año aceleran su caída.
Frente a frente, uno de levita y otro de uniforme, Moreno de Chuquisaca y Saavedra de Potosí, se odian pero no se desprecian "Impío, malvado, maquiavélico", llama el coronel al secretario de la Junta; y cuando se refiere a uno de sus amigos, dice: "El alma de Monteagudo, tan negra como la madre que lo parió". El primer incidente ocurre cuando los jacobinos descubren que diez jefes municipales están complotados contra el nuevo poder.
En una sesión de urgencia Moreno propone "arcabucearlos" sin más trámite, pero Saavedra le responde que no cuente para ello con sus armas. "Usaremos entonces las de French", replica un Moreno siempre enfermo, con el rostro picado de viruela, que acaba de cumplir 30 años. Al presidente lo escandaliza que ese mestizo use siempre la amenaza del coronel French, a quien hace espiar por sus "canarios", una especie de soplones manejados por el coronel Martín Rodríguez. Los conjurados salvan la vida con una multa de dos mil pesos fuertes, propuesta por el presidente.
"¿Consiste la felicidad en adoptar la más grosera e impolítica democracia? ¿Consiste en que los hombres impunemente hagan lo que su capricho e interés les sugieren? ¿Consiste en atropellar a todo europeo, apoderarse de sus bienes, matarlo, acabarlo y exterminarlo? ¿Consiste en llevar adelante el sistema de terror que principió a asomar? ¿Consiste en la libertad de religión y en decir con toda franqueza me cago en Dios y hago lo que quiero?", se pregunta Saavedra en carta a Viamonte que lo amenaza desde el Alto Perú.
Desde fines de agosto, Moreno ha hecho aprobar por unanimidad el Plan secreto de operaciones que recomienda el terror como método para destruir al enemigo emboscado. Ese texto feroz, por momentos descabellado, no se conoció hasta que a fines del siglo XIX. Eduardo Madero ;el constructor del puerto; lo encontró en los archivos de Sevilla y se lo envió a Mitre.
Para entonces, los premios y castigos de la historia oficial ya estaban otorgados y Moreno pasaba por un periodista y educador romántico influido por las mejores ideas de la Revolución Francesa. Pero es la aplicación de ese método sangriento lo que garantiza el triunfo de la Revolución. Hasta la llegada de San Martín la formación de los ejércitos se hizo a punta de bayoneta, la conspiración de Alzaga, como la contrarrevolución de Liniers, terminaron en suplicio y los españoles descubrieron, entonces, que los patriotas estaban dispuestos a todo: "Nuestros asuntos van bien porque hay firmeza y si por desgracia hubiéramos aflojado estaríamos bajo tierra. Todo el Cabildo nos hacía más guerra que los tiranos mandones del virreinato", escribe Castelli antes de ser llevado a juicio.
El coronel manda parar
A principios de diciembre dos circunstancias banales sirven de pretexto a la ruptura entre Moreno y Saavedra que será nefasta para la Revolución. En la plaza de toros de Retiro el presidente hace colocar sillas adornadas con cojinillos para él y su esposa.
Cuando las ve, Matheu hace un escándalo y argumenta que ningún vocal merece distinción especial. Pocos días más tarde, el 6, el regimiento de Patricios da una fiesta a la que asisten Saavedra y su mujer. En un momento un oficial levanta una corona de azúcar y la obsequia a la esposa que la entrega al Presidente, Moreno se entera y esa misma noche escribe un decreto de supresión de honores. Saavedra se humilla y lo firma, pero el rencor lo carcome para siempre. Poco después, el 18 de diciembre, mientras los Patricios se agitan y reclaman revancha por la afrenta civil, el coronel llama a los nueve diputados de las provincias para ampliar la Junta. Moreno ;que intuye su fin; no puede oponerse a esa propuesta "democratizadora".
El único que tiene el valor de votar en contra es el tímido tesorero Juan José Paso.
Moreno renuncia y el 24 de enero de 1811 se embarca para Londres. "Me voy, pero la cola que dejo será larga", les dice a sus amigos que claman venganza. También pronuncia un mal augurio: "No sé qué cosa funesta se me anuncia en mi viaje".
En alta mar se enferma y nada podrá convencer a Castelli y Monteagudo de que no lo asesinaron. "Su último accidente fue precipitado por la administración de un emético que el capitán de la embarcación le suministró imprudentemente y sin nuestro conocimiento", cuenta su hermano Manuel, que agrega en la relación de los hechos el célebre "¡Viva mi patria aunque yo perezca!"
Saavedra ha liquidado a su adversario, pero la Revolución está en peligro. El español Francisco Javier Elío amenaza desde la Banda Oriental y no todos los miembros de la Junta son confiables. El 5 y 6 de abril el coronel Martín Rodríguez,con los alcaldes de los barrios, junta a los gauchos en Plaza Miserere y los lleva hasta el Cabildo para manifestar contra los morenistas. Saavedra, que jura no haber impulsado el golpe, aprovecha para sacarse de encima al mismo tiempo a jacobinos y comerciantes corruptos. Renuncian Larrea, Azcuénaga, Rodríguez Peña y Vieytes. Los peligrosos French, Beruti y Posadas son confinados en Patagones. Belgrano y Castelli pasan a juicio por desobediencia y van presos.
Pero Saavedra sólo dura cuatro meses al frente del gobierno. Ha acercado a Rivadavia al poder, pero el brillante abogado y los porteños se ensañan con éI y lo persiguen durante cuatro años por campos y aldeas; se ensañan también con Castelli, que muere deslenguado durante el juicio; con el propio San Martín que combate en Chile; con Belgrano que muere en la pobreza y el olvido gritando el plausible "¡ Ay patria mía! "
Pese a todo, la idea de independencia queda en pie levantada por San Martín, que se ha llevado como asistente a Monteagudo, "el del alma más negra que la madre que lo parió". Los ramalazos de la discordia duran intactos medio siglo y se prolongan hasta hoy en los entresijos de una historia no resuelta.
Fuente: Revista Página30
domingo, 11 de febrero de 2001
A investigar sus millonarias inversiones. Manzano, Vila y compañía
José Luis Manzano y su socio Daniel Vila fueron denunciados ante la Administración Federal de Ingresos Públicos, AFIP, por presunto lavado de más de 400 millones de dólares e infracción a la ley penal tributaria. También se pide que se investigue si el dinero no fue “obtenido ilícitamente” cuando Manzano era funcionario. El rol del Citibank y de Moneta
Por: Susana Viau
Una denuncia ante la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP) sostiene que el ex ministro menemista José Luis Manzano y su socio, el empresario mendocino Daniel Vila, cometieron infracciones a la Ley Penal Tributaria “y lavado de dinero de Manzano” por más de 400 millones de dólares “obtenidos ilícitamente durante su paso por la función pública”.
La presentación de Bernardo Martín Rutti pivotea sobre el prodigioso crecimiento del grupo Vila-Manzano en materia de comunicaciones, compra de cables, medios gráficos y radios, en el país y en el exterior. El denunciante aportó, asimismo, las rutas empleadas para la supuesta evasión y el presunto lavado. Según Rutti, los capitales depositados en el exterior reingresaban al país a través del Citicorp Banco de Inversión. Se sospecha con sólidos fundamentos que algunas de estas operaciones estarían incluidas en la documentación que tuvo en cuenta el subcomité del Senado norteamericano que investiga el lavado de dinero. La pista podría haber sido seguida a través de Seabrook, una sociedad de Manzano domiciliada en Montevideo, cuyo apoderado es Nicolás Martín Becerra (hijo del procurador general de la Nación) y que habría operado con el Federal Bank.
La “Cototo” conection
El denunciante Rutti, que según pudo establecer Página/12 es un ex empleado del grupo Vila, detalló con prolijidad el tipo de inversiones “ no declaradas o declaradas por montos inferiores” a las que hace referencia en su presentación a la AFIP. Asegura que los iniciadores del negocio de Supercanal S.A. fueron la familia Vila en acuerdo con la de otro coterráneo, Orlando Terranova. En 1995, el vínculo entre ambas se debilitó y los Terranova acabaron vendiendo su participación accionaria. El comprador fue nada menos que uno de los líderes de la “contra” de Miami, el anticastrista Jorge Mas Canosa a través de la firma Mas Tec Inc. y se hizo a un valor de 18 millones de dólares, aunque afirma Rutti “fue declarada a un precio mucho menor”.
No es ésa la más dura de las señalizaciones de Rutti, quien asegura que en realidad la participación de Mas Canosa se limitó a poner su nombre dado que el verdadero inversionista era el también mendocino José Luis Manzano, imposibilitado de reaparecer después de su desdoroso alejamiento de la función pública con una inyección de dólares de semejante envergadura. “Prueba de ello –relata Rutti– es que el grupo Mas Tec, figurando con el 28,80 por ciento de las acciones de Supercanal Holding S.A. nunca tuvo ningún representante en el directorio y que Adelina Dalesio de Viola, que fuera viceministra de Manzano en el Ministerio del Interior, figuraba como apoderada de ese grupo.” Por el contrario, en el directorio de Supercanal figuraban como presidente Daniel Vila y en calidad de directores Alfredo Vila Santander, Neil Bleasdale, Mariano Lucero, Sergio Ceroi, Guillermo Bordallo, José Luis López, Nicolás Martín Becerra y... José Luis Manzano.
En esas fechas el ex Guardia de Hierro, llamado “Chupete” en ambientes políticos y “Cototo” en Tupungato, su pueblo natal, había regresado al país con low profile, de la mano de su por entonces compañera sentimental y socia, la modelo Alejandra Massilo. Dejaba un prolongado ostracismo en Estados Unidos que, en sus últimas estribaciones, no le impidió concurrir a las recepciones organizadas por círculos republicanos en agasajo a personajes del justicialismo.
A partir de ese momento, cuenta Rutti, “el grupo tuvo un rápido e injustificado crecimiento económico comprando gran cantidad de cables en el interior del país, con una inversión del orden de 300 millones aportados por Manzano. Luego obtuvieron créditos del banco ING Baring completando el raid de inversiones en medios de comunicación que se llevó a cabo entre los años 1995-1997”.
El cable conductor
De acuerdo a la presentación, en ese período la sociedad Vila-Manzano compró o constituyó 25 empresas de televisión por cable con una cartera de 227 mil abonados. El área de las operaciones abarcaba la provincia de Mendoza y también las de San Juan, Catamarca, La Rioja, San Luis y Córdoba. Explicó Rutti que el precio promedio pactado fue de 1500 pesos por abonado, que era el estimado en esas fechas, y Vila reconoció en declaraciones formuladas en noviembre de 1998. Agrega que en 1997 Sucanal SA fue vendida a Daniel Vila y a Mirror Holding SRL a un precio de 9 millones y medio y también declarada en sumas mucho menores. Mirror Holding tenía su sede en la calle Cerrito al 700 de Capital Federal, donde funciona el estudio Beccar Varela. “En suma –informa Rutti–, desde la venida de Manzano concretaron 46 operaciones de compra o fusión en televisión abierta y por cable, radio y gráfica, conforme surge de la información suministrada por el grupo” y publicada por los medios en octubre de 1998.
La presentación hecha a la AFIP refiere que para borrar las señales que pudieran conducir al verdadero origen de los fondos “se creó un entramado de sociedades controlantes de las sociedades titulares de las emisoras de cable” y precisa que en el caso de La Rioja (Cablecolor SA y TV Regional Centro SA) se encontraban a nombre de Jorge Camzutti, pero “su verdadero dueño era Carlos Menem (...). El apoderado de todas esas empresas es Nicolás Martín Becerra, quien comparte poder de administración con Oscar Apesteguía. La prueba de que pertenecen al grupo es que todos esos canales de cable emiten la misma señal que Supercanal”.
De Argentina al mundo
La extraordinaria y más que llamativa expansión del grupo Vila-Manzano se puso en evidencia con la compra de cables en el extranjero con fondos procedentes de Argentina: en 1977, adquirieron en 7 millones el 25 por ciento de Procono –un canal de cable con telefonía– de las regiones de Castilla y León, en España. La inversión no fue declarada, pero sí reconocida por Daniel Vila en un matutino porteño el 22 de setiembre de 1997. Crearon, asimismo, Supercanal de Cable de España (constituida en Madrid el 23 de abril de 1997) con un capital de 20 millones de pesetas (100 mil dólares), aportando una inversión de alrededor de 150 millones de dólares procedentes de Argentina. Dos años después anunciaron en los diarios que habían vendido en 7 millones de dólares el 3 por ciento del paquete accionario a Unión Fenosa (empresa de energía eléctrica de España).
Brasil fue otro de los objetivos comerciales del pujante grupo inversor: adquirieron VVC, Alvarez & Alvarez, Video Selimn, MEG, Teresópolis Electro Audio e Imagem; CATV Sat Litd, Spectrum Sistemas de Televisao. El precio pactado fue de algo más de mil dólares por abonado. La cartera de abonados de estas empresas sumaba 26 mil clientes. Del mismo modo se hicieron de cables en La Paz y Santa Cruz de la Sierra (Bolivia) por unos 10 millones de dólares. Igual que las anteriores, estas compras no fueron declaradas, aunque su titularidad la reconoció Daniel Vila ante los medios. Otra joya de la corona es Dominicana Supercanal, ubicado, obviamente, en República Dominicana.
Negocios de papel
Entre 1993 y 1994, historia Rutti, el grupo invirtió 20 millones en el diario Uno y la revista Primera Fila. En 1997 pasó a poseer el 51 por ciento del diario La Capital, de Rosario; el periódico Nueva Hora, de Paraná; las emisoras LT3 Radio Cerealista y LT 8 de Rosario; radios de frecuencia modulada en las provincias de Santa Fe y Entre Ríos. “La sociedad compradora –expresó Rutti a la AFIP– fue Grupo Uno SA y parte de los pagos se realizaron por medio de instrucciones irrevocables de pago de Supercanal Holding SA libradas contra ING Baring para depositar los fondos en la cuenta SBC Warburg del Suiss Bank Corporation en Stanford, USA, la cuenta 101-WA-360783 abierta por el Banco Mendoza SA, conforme surge de la documentación que acompañó, firmada por Germán Ranftl, en esa época vicepresidente de ING Baring y en la actualidad funcionario del grupo Vila-Manzano. A través de esa cuenta se hizo el resto de los pagos en negro al grupo vendedor.”
La lista de medios enumerados por Rutti como nueva propiedad del grupo Vila-Manzano es casi interminable. Merecen destacarse las compras del 72 por ciento al grupo Stornell (dueño del Canal 7 de Mendoza, 8 de San Juan, Radio Calingasta de San Juan, Radio FM Nuestra, de San Juan, y TV Río Diamante) por un monto de 92 millones, aunque declarado en un número menor. La operación incluyó a Los Algarrobos, un establecimiento vitivinícola con diferimiento impositivo, frondosa rama de los diversificados negocios del ex ministro del Interior. Vale mencionar, también, la compra en 1998 de Radio Rivadavia, propiedad del nosiglista Luis Cetrá, en 19.700.000, aunque los papeles marquen cifras más reducidas.
Las cuevas del Vaticano
En el apartado que Rutti dedica a describir los senderos recorridos por el dinero, cuya procedencia adjudica a la corrupción política y a la evasión fiscal es donde comienza la auténtica sorpresa. “El reingreso al país del dinero (...) lo hacía (el grupo) a través del Citicorp Banco de Inversión (...). La relación de Vila-Manzano con el Citibank la estableció el banquero Raúl Moneta”, afirma el ex empleado de los Vila. Rutti aclara que los accionistas titulares del Citicorp Banco de Inversión (absorbido en la actualidad por una entidad del mismo grupo –¡pero de menor capital!– el Citicorp Capital Market) eran Citibank Overseas Investments Corporation y Fideliter SA, sociedad inversora que está a nombre del abogado Damián Beccar Varela y miembros de su estudio jurídico.
De acuerdo a la presentación de Rutti, para realizar la maniobra de reintroducción del dinero –y a modo de entidades controlantes– se formaron diferentes sociedades cuyos accionistas eran en el momento de su constitución los miembros del estudio Beccar Varela. A poco de andar, éstos eran sustituidos por el propio Daniel Vila, sus familiares o prestanombres. Tal operatoria se observó en el caso de G Uno SA y se reiteró luego con Uno Multimediios SA, Compañía Independiente de Contenidos S.A, TV Uno SA, Uno Gráfica SA (interviniente en la compra del diario La Capital), Uno Radios SA, Uno Pay SA, Superfone SA. Damián Beccar Varela es el abogado del grupo Vila-Manzano. “Otra modalidad que utilizaron para blanquear la introducción de los capitales de Manzano y las sumas provenientes de la evasión de las empresas del grupo –dice Rutti– fue fraguar préstamos de bancos y/o empresas extranjeras, preferentemente del Uruguay y de sociedades constituidas en el Caribe.”
La denuncia contiene un pormenorizado informe de las propiedades personales del ingenioso y emprendedor ex ministro e indaga hasta en sus tarjetas de crédito, que exhiben un gasto mensual de 30 mil dólares que no condice para nada con su declaración de impuestos.
Fuente: Diario Página/12
Por: Susana Viau
Una denuncia ante la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP) sostiene que el ex ministro menemista José Luis Manzano y su socio, el empresario mendocino Daniel Vila, cometieron infracciones a la Ley Penal Tributaria “y lavado de dinero de Manzano” por más de 400 millones de dólares “obtenidos ilícitamente durante su paso por la función pública”.
La presentación de Bernardo Martín Rutti pivotea sobre el prodigioso crecimiento del grupo Vila-Manzano en materia de comunicaciones, compra de cables, medios gráficos y radios, en el país y en el exterior. El denunciante aportó, asimismo, las rutas empleadas para la supuesta evasión y el presunto lavado. Según Rutti, los capitales depositados en el exterior reingresaban al país a través del Citicorp Banco de Inversión. Se sospecha con sólidos fundamentos que algunas de estas operaciones estarían incluidas en la documentación que tuvo en cuenta el subcomité del Senado norteamericano que investiga el lavado de dinero. La pista podría haber sido seguida a través de Seabrook, una sociedad de Manzano domiciliada en Montevideo, cuyo apoderado es Nicolás Martín Becerra (hijo del procurador general de la Nación) y que habría operado con el Federal Bank.
La “Cototo” conection
El denunciante Rutti, que según pudo establecer Página/12 es un ex empleado del grupo Vila, detalló con prolijidad el tipo de inversiones “ no declaradas o declaradas por montos inferiores” a las que hace referencia en su presentación a la AFIP. Asegura que los iniciadores del negocio de Supercanal S.A. fueron la familia Vila en acuerdo con la de otro coterráneo, Orlando Terranova. En 1995, el vínculo entre ambas se debilitó y los Terranova acabaron vendiendo su participación accionaria. El comprador fue nada menos que uno de los líderes de la “contra” de Miami, el anticastrista Jorge Mas Canosa a través de la firma Mas Tec Inc. y se hizo a un valor de 18 millones de dólares, aunque afirma Rutti “fue declarada a un precio mucho menor”.
No es ésa la más dura de las señalizaciones de Rutti, quien asegura que en realidad la participación de Mas Canosa se limitó a poner su nombre dado que el verdadero inversionista era el también mendocino José Luis Manzano, imposibilitado de reaparecer después de su desdoroso alejamiento de la función pública con una inyección de dólares de semejante envergadura. “Prueba de ello –relata Rutti– es que el grupo Mas Tec, figurando con el 28,80 por ciento de las acciones de Supercanal Holding S.A. nunca tuvo ningún representante en el directorio y que Adelina Dalesio de Viola, que fuera viceministra de Manzano en el Ministerio del Interior, figuraba como apoderada de ese grupo.” Por el contrario, en el directorio de Supercanal figuraban como presidente Daniel Vila y en calidad de directores Alfredo Vila Santander, Neil Bleasdale, Mariano Lucero, Sergio Ceroi, Guillermo Bordallo, José Luis López, Nicolás Martín Becerra y... José Luis Manzano.
En esas fechas el ex Guardia de Hierro, llamado “Chupete” en ambientes políticos y “Cototo” en Tupungato, su pueblo natal, había regresado al país con low profile, de la mano de su por entonces compañera sentimental y socia, la modelo Alejandra Massilo. Dejaba un prolongado ostracismo en Estados Unidos que, en sus últimas estribaciones, no le impidió concurrir a las recepciones organizadas por círculos republicanos en agasajo a personajes del justicialismo.
A partir de ese momento, cuenta Rutti, “el grupo tuvo un rápido e injustificado crecimiento económico comprando gran cantidad de cables en el interior del país, con una inversión del orden de 300 millones aportados por Manzano. Luego obtuvieron créditos del banco ING Baring completando el raid de inversiones en medios de comunicación que se llevó a cabo entre los años 1995-1997”.
El cable conductor
De acuerdo a la presentación, en ese período la sociedad Vila-Manzano compró o constituyó 25 empresas de televisión por cable con una cartera de 227 mil abonados. El área de las operaciones abarcaba la provincia de Mendoza y también las de San Juan, Catamarca, La Rioja, San Luis y Córdoba. Explicó Rutti que el precio promedio pactado fue de 1500 pesos por abonado, que era el estimado en esas fechas, y Vila reconoció en declaraciones formuladas en noviembre de 1998. Agrega que en 1997 Sucanal SA fue vendida a Daniel Vila y a Mirror Holding SRL a un precio de 9 millones y medio y también declarada en sumas mucho menores. Mirror Holding tenía su sede en la calle Cerrito al 700 de Capital Federal, donde funciona el estudio Beccar Varela. “En suma –informa Rutti–, desde la venida de Manzano concretaron 46 operaciones de compra o fusión en televisión abierta y por cable, radio y gráfica, conforme surge de la información suministrada por el grupo” y publicada por los medios en octubre de 1998.
La presentación hecha a la AFIP refiere que para borrar las señales que pudieran conducir al verdadero origen de los fondos “se creó un entramado de sociedades controlantes de las sociedades titulares de las emisoras de cable” y precisa que en el caso de La Rioja (Cablecolor SA y TV Regional Centro SA) se encontraban a nombre de Jorge Camzutti, pero “su verdadero dueño era Carlos Menem (...). El apoderado de todas esas empresas es Nicolás Martín Becerra, quien comparte poder de administración con Oscar Apesteguía. La prueba de que pertenecen al grupo es que todos esos canales de cable emiten la misma señal que Supercanal”.
De Argentina al mundo
La extraordinaria y más que llamativa expansión del grupo Vila-Manzano se puso en evidencia con la compra de cables en el extranjero con fondos procedentes de Argentina: en 1977, adquirieron en 7 millones el 25 por ciento de Procono –un canal de cable con telefonía– de las regiones de Castilla y León, en España. La inversión no fue declarada, pero sí reconocida por Daniel Vila en un matutino porteño el 22 de setiembre de 1997. Crearon, asimismo, Supercanal de Cable de España (constituida en Madrid el 23 de abril de 1997) con un capital de 20 millones de pesetas (100 mil dólares), aportando una inversión de alrededor de 150 millones de dólares procedentes de Argentina. Dos años después anunciaron en los diarios que habían vendido en 7 millones de dólares el 3 por ciento del paquete accionario a Unión Fenosa (empresa de energía eléctrica de España).
Brasil fue otro de los objetivos comerciales del pujante grupo inversor: adquirieron VVC, Alvarez & Alvarez, Video Selimn, MEG, Teresópolis Electro Audio e Imagem; CATV Sat Litd, Spectrum Sistemas de Televisao. El precio pactado fue de algo más de mil dólares por abonado. La cartera de abonados de estas empresas sumaba 26 mil clientes. Del mismo modo se hicieron de cables en La Paz y Santa Cruz de la Sierra (Bolivia) por unos 10 millones de dólares. Igual que las anteriores, estas compras no fueron declaradas, aunque su titularidad la reconoció Daniel Vila ante los medios. Otra joya de la corona es Dominicana Supercanal, ubicado, obviamente, en República Dominicana.
Negocios de papel
Entre 1993 y 1994, historia Rutti, el grupo invirtió 20 millones en el diario Uno y la revista Primera Fila. En 1997 pasó a poseer el 51 por ciento del diario La Capital, de Rosario; el periódico Nueva Hora, de Paraná; las emisoras LT3 Radio Cerealista y LT 8 de Rosario; radios de frecuencia modulada en las provincias de Santa Fe y Entre Ríos. “La sociedad compradora –expresó Rutti a la AFIP– fue Grupo Uno SA y parte de los pagos se realizaron por medio de instrucciones irrevocables de pago de Supercanal Holding SA libradas contra ING Baring para depositar los fondos en la cuenta SBC Warburg del Suiss Bank Corporation en Stanford, USA, la cuenta 101-WA-360783 abierta por el Banco Mendoza SA, conforme surge de la documentación que acompañó, firmada por Germán Ranftl, en esa época vicepresidente de ING Baring y en la actualidad funcionario del grupo Vila-Manzano. A través de esa cuenta se hizo el resto de los pagos en negro al grupo vendedor.”
La lista de medios enumerados por Rutti como nueva propiedad del grupo Vila-Manzano es casi interminable. Merecen destacarse las compras del 72 por ciento al grupo Stornell (dueño del Canal 7 de Mendoza, 8 de San Juan, Radio Calingasta de San Juan, Radio FM Nuestra, de San Juan, y TV Río Diamante) por un monto de 92 millones, aunque declarado en un número menor. La operación incluyó a Los Algarrobos, un establecimiento vitivinícola con diferimiento impositivo, frondosa rama de los diversificados negocios del ex ministro del Interior. Vale mencionar, también, la compra en 1998 de Radio Rivadavia, propiedad del nosiglista Luis Cetrá, en 19.700.000, aunque los papeles marquen cifras más reducidas.
Las cuevas del Vaticano
En el apartado que Rutti dedica a describir los senderos recorridos por el dinero, cuya procedencia adjudica a la corrupción política y a la evasión fiscal es donde comienza la auténtica sorpresa. “El reingreso al país del dinero (...) lo hacía (el grupo) a través del Citicorp Banco de Inversión (...). La relación de Vila-Manzano con el Citibank la estableció el banquero Raúl Moneta”, afirma el ex empleado de los Vila. Rutti aclara que los accionistas titulares del Citicorp Banco de Inversión (absorbido en la actualidad por una entidad del mismo grupo –¡pero de menor capital!– el Citicorp Capital Market) eran Citibank Overseas Investments Corporation y Fideliter SA, sociedad inversora que está a nombre del abogado Damián Beccar Varela y miembros de su estudio jurídico.
De acuerdo a la presentación de Rutti, para realizar la maniobra de reintroducción del dinero –y a modo de entidades controlantes– se formaron diferentes sociedades cuyos accionistas eran en el momento de su constitución los miembros del estudio Beccar Varela. A poco de andar, éstos eran sustituidos por el propio Daniel Vila, sus familiares o prestanombres. Tal operatoria se observó en el caso de G Uno SA y se reiteró luego con Uno Multimediios SA, Compañía Independiente de Contenidos S.A, TV Uno SA, Uno Gráfica SA (interviniente en la compra del diario La Capital), Uno Radios SA, Uno Pay SA, Superfone SA. Damián Beccar Varela es el abogado del grupo Vila-Manzano. “Otra modalidad que utilizaron para blanquear la introducción de los capitales de Manzano y las sumas provenientes de la evasión de las empresas del grupo –dice Rutti– fue fraguar préstamos de bancos y/o empresas extranjeras, preferentemente del Uruguay y de sociedades constituidas en el Caribe.”
La denuncia contiene un pormenorizado informe de las propiedades personales del ingenioso y emprendedor ex ministro e indaga hasta en sus tarjetas de crédito, que exhiben un gasto mensual de 30 mil dólares que no condice para nada con su declaración de impuestos.
Fuente: Diario Página/12
martes, 9 de enero de 2001
Las ciudades fantasmas
Hacía diez años que el hombre faltaba del pueblo y sabía que la fábrica se hallaba cerrada. Pero no le importó demasiado, porque sus intereses estaban en otra parte y ya no era peón ni capataz. Así que visitó a sus amigos y arregló sus asuntos sin pasar por la fábrica, hasta que una tarde sus pasos lo llevaron, cruzó distraído un puente, atravesó el portón y dice que el silencio lo hizo despertar. Hacía tiempo que el hombre no lloraba.
La chimenea está allí: sesenta y cinco metros de ladrillo vertical en cuya punta supo flamear, los días de festejo, la bandera inglesa. Pero ya nadie sube sus peldaños oxidados. Las víboras fluyen por el canal de humo, asoman a los derrumbes, se meten en las oficinas desiertas.
-Este mes matamos cuarenta –dice Reinaldo Silva.
Las manos y los gestos del último empleado de La Forestal, en Villa Ana, reconstruyen los tres pisos que faltan entre las paredes con espesor de muralla, los huecos que fueron ventanas, las aserrineras convertidas en fosos. Bosta de caballo cubre el piso que presumió de parqué, y un retoño de ombú crece entre la invasora maleza amarilla.
Aquí se molía el quebracho, los rollizos empujados por el gato hidráulico gemían y se desintegraban contra las cuchillas de acero; aquí pasaba la cinta transportadora por el aserrín que iba a cocimiento. Uno puede imaginar a los hombres semidesnudos, cubiertos apenas por el chiripá, sudando entre nubes de vapor junto a las baterías de difusores, las tinas y los vácum, cortando con el brazo el chorro espeso y caliente que secaría tomando la forma de las bolsas, la cortante dureza del quebracho y su color, antes de ser embarcado para curtir los cueros y las pieles de medio mundo.
Pero es inútil. Las máquinas que trituraron un bosque han desaparecido; mojarritas nadan en la pileta que alimentó las baterías y sirvió de piscina a los gerentes; las calderas duermen amontonadas como grandes elefantes muertos.
La fábrica de tanino de Villa Ana no fue la primera, ni la última, ni la más importante entre las plantas de La Forestal clausuradas en los últimos veinte años. Pero ninguna dejó un testimonio tan impresionante de la caída de un imperio. A su alrededor, el pueblo agoniza desde 1957. Sus nueve mil habitantes se redujeron a tres mil. Diez mil hacheros de la zona emigraron o cayeron en primitivas formas de subsistencia.
No quedan huellas de sus ranchos de paja, pero el pueblo Forestal, que albergó a funcionarios y empleados, subsiste con sus casas de ladrillos encalados en color crema, sus galerías de tirantes rojos, sus techos a dos aguas. Cuatro de cada diez están hoy desocupadas, y una que ocupa media manzana con jardín acaba de venderse en setenta mil pesos.
Sobre la plaza, en una esquina, la puerta del único hotel permanece inexorablemente cerrada. Nada se mueve bajo el abrasador sol de la siesta. Un potrero donde pastan los caballos fue pista de aterrizaje; la cancha de golf donde se jugaron torneos internacionales ha sido removida por el arado. “Aquí vino la reina de Inglaterra”, dice una voz que también parece ausente. Y ella misma contesta:
-Vivimos de recuerdos.
De los recuerdos más bien se muere, pero le voy a contar una cosa insignificante. No vale la pena que la anote. Yo tenía nueve años y estaba muerto de sueño, esperando que empezara el cine. Papá y mamá también, y todo el pueblo inquieto, porque era la época en que se alzaron los hacheros. Hasta que entró el gerente y se apagaron las luces. El cine empezaba cuando llegaba el gerente de La Forestal.