lunes, 17 de septiembre de 2012

Miguel Ángel Bastenier: "Todo lo que no sea independiente no es periodismo"

Por: Pablo Sirvén
Periodista español de larga y reconocida trayectoria, afirma que el neosocialismo latinoamericano no es más que una herramienta electoral de populistas y demagogos
Que el prestigioso periodista español Miguel Ángel Bastenier se haya retirado hace cinco años del servicio activo del periodismo, con su trajinar agotador de cierres y plantones, es más bien una leyenda que una realidad. Columnista del diario El País y profesor de la Fundación Nuevo Periodismo, de Gabriel García Márquez, autor de los libros El blanco móvil y Cómo se escribe un periódico, Bastenier se ha convertido desde entonces en un más que frecuente conferencista y consultor que recorre incansablemente varios países para diagnosticar el estado de salud de la prensa y un agudo observador de la política internacional.
Atento analista de los fenómenos latinoamericanos, considera la experiencia chavista en Venezuela como una "innovación, algo distinto". Sin embargo, cree que la única revolución en esta parte del continente la encarna Evo Morales, "que intenta deshispanizar Bolivia", en tanto que opina que en Brasil Dima Rousseff, a diferencia de Lula, "ha levantado el pie del acelerador porque no quiere cabrear a Estados Unidos". Piensa que Chile y Colombia intentan procesos modernizadores; que Pepe Mujica, en Uruguay, es sólo una transición al regreso de Tabaré Vázquez al poder y que América Central está arrasada por la violencia. "América latina -dice a manera de balance general- está todavía a medio fabricar".
En cuanto a su país, reconoce no haber visto "una desmoralización tan grande" y que "España va para arriba si le va bien a Europa Occidental, porque el único producto de exportación que tiene son 300 días de sol garantizados por la Constitución" que los turistas europeos bien saben apreciar.
Respecto de la Argentina, asegura que su destino le preocupa porque no acaba de entenderla.

¿Alguna vez la entendió?
(Risas) ¡No, claro que no! Si se produjera un agravamiento de la situación económica en la Argentina caería todo el poder de Cristina Fernández.

Nunca los dictadores tuvieron respeto a los medios: los censuraron y los clausuraron mientras que a los periodistas los apresaron, los mandaron al exilio o los asesinaron. La novedad es que ahora también los gobernantes democráticos le están perdiendo el respeto a la prensa. ¿Por qué?
Yo diría que en Europa la prensa tiene una capacidad de intimidación ante quien intente maniatarla mayor que en América latina. Aunque también, producto de la crisis, la crítica es mayor. La capacidad que tienen los poderes públicos de actuar subrepticiamente, pero con resultados devastadores sobre el funcionamiento de los cuerpos intermedios de la sociedad, entre los que probablemente la prensa sea el más importante, es incomparablemente mayor que hace quince o veinte años. Lo tecnológico pesa y creo que también la desaparición del comunismo como fuerza estatal organizada, que en la mayoría de Europa Occidental producía temor. El fin de ese enemigo libera energías en la sociedad de tal manera que resulta menos controlable y manipulable. Mientras existió el comunismo como poder organizado, la política estaba acotada dentro de un campo claro. Tras la destrucción, o autodestrucción, de la Unión Soviética, vamos a la política de las cosas. Hace 25 años si a un ministro español le pagaban un billete de barco a la vuelta de la esquina, unos euros de nada, no le importaba a nadie. Ahora es primera página de los diarios. Antes estábamos preocupados por otras cosas.

La desaparición del comunismo hizo que el capitalismo engordase, perdiese potencia, descuidara el estado de bienestar y mutase en otra cosa: la mucho más desaprensiva globalización.
Ahora ya no tiene necesidad de garantizar al ciudadano cosas que antes sí hacía porque había temor a que el ciudadano vasculara hacia otras posiciones.

La caída del Muro de Berlín es un hito muy claro en la historia contemporánea, pero a su vez el affaire del presidente Bill Clinton con una becaria también es una bisagra en el periodismo internacional, porque a partir de esos hechos se anecdotiza por completo la noticia.
La política espectáculo recibe un impulso tremendo, pero eso también es geopolítica. Recuerdo que el respeto que podían tener los sectores intelectuales hacia Clinton cayó de una manera vertical y todo, como decimos en España, por un "chisgarabís", que es algo liviano, de poco peso, light.

¿Los políticos de ahora son proclives a las fiestas y a gastar más que en el pasado o antes lo hacían más reservadamente?
Probablemente lo hacían sin que nos enterásemos. El encuadramiento de las sociedades ante el enemigo soviético hacía que esas cosas pudieran ocultarse mejor. Luego, la expansión de la política a las cosas, a la totalidad, hizo el resto. Berlusconi, ejemplo de político fantasioso y de exhibición, seguramente no habría sido imaginable treinta o cuarenta años atrás. Sin embargo, en Francia, un factor de la derrota de Sarkozy es que desacralizó la presidencia francesa.

Con todo lo injusto que es tomar a una sola persona como símbolo de una época, el contraste entre personalidades como Adenauer y Berlusconi es abismal.
Responde cada uno a su época. A pesar de la crisis, Berlusconi coincide con el período de mayor prosperidad, que son también los treinta gloriosos años franceses y el enorme salto español. Nunca en la historia tanta gente tuvo techo y comida durante tantos años.

Es paradójico que estos políticos más frívolos sean los que hayan estado al frente de sus países durante la larga bonanza de la que se ha salido no se sabe bien hacia dónde.
Ésta es una situación nueva de la que no voy a hacer ningún vaticinio. La respuesta es que el barco, no del todo bien, marcha solo. Las economías se han emancipado de la política. Es como si el mundo se desgobernase a sí mismo.

¿Y quién manda entonces?
Estoy persuadido de que quien manda desde hace unos 25 años son los capitales. Ojalá que Europa descubra que (lo por otra parte ya sabe), si la política no domina a la economía, pueden pasar cosas como las que estamos viendo.

En América latina presidentes populistas como Correa, Evo Morales, Chávez y la propia Cristina Kirchner han hecho un diagnóstico parecido y por eso justifican cerrar filas frente a los poderes económicos que, dicen, han desquiciado a sus países con la ayuda clave de los medios de comunicación, a los que les han declarado la guerra.
Se puede mantener una estructura democrática básica y, al mismo tiempo, concentrar absolutamente el poder político en un Ejecutivo que hace casi lo que le da la gana. Lo que pretenden Chávez, Correa y Daniel Ortega es que sólo puedan ganar ellos porque están tratando de vaciar esos cuerpos intermedios de la sociedad. Hacen una suerte de Gramsci al revés. Gramsci decía que gane quien gane las elecciones, en el mundo capitalista manda el capital. Hay unos cuerpos intermedios de la sociedad que existen con una potencia de acción social tal que un gobierno es relativamente inerme ante ellos. Me parece bastante claro que este neosocialismo del siglo XXI tiende a mantener la carcasa de la estructura democrática de la sociedad, pero atribuyéndose todos los poderes para ganar las elecciones y amedrentar a la prensa.

La Presidenta dijo hace unos días, refiriéndose a sus funcionarios, pero también al país que la estaba viendo por televisión, que había que temerle a Dios y un poquito a ella.
Eso le da pleno sentido a lo que estaba diciendo. Se atribuye el primer lugar a sí misma, aunque pese a todo Cristina no es igual a aquellos tres que mencioné y no lo es porque pienso yo que la Argentina no lo consentiría, aunque hay amigos míos que me dicen que me equivoco, porque ya lo están consintiendo. Está emergiendo un tipo de gobernante que se atribuye un carácter de portador de los valores históricos de la Nación, como oráculos mesiánicos. Ante la debilidad política de la oposición se han encontrado con que la prensa ocupa ese espacio. Está ocurriendo en Venezuela, Bolivia y Ecuador. Eso es malo para todos, para la democracia y para los periódicos.

Desde los sectores afines al gobierno argentino, se afirma que el periodismo crítico es destituyente.
Cuando hablamos de periodismo de combate, o militante, echo mano al revólver, pero para defenderme yo.

La disputa aquí ha dividido aguas entre periodismo profesional y periodismo militante, éste prohijado por la pauta oficial.
Eso es malo por definición. Todo lo que no sea independiente no es periodismo.

Es que dicen que no hay nada independiente.
Vale. La independencia total no existe, por supuesto, pero con esa coartada nos quieren hacer retrotraer a algo que estaba muerto, como la prensa de partido de los años 20 y 30, hasta el 50, y no más del siglo pasado. El mercado no soporta la evidencia de una prensa vinculada a una fuerza política. En Ecuador nadie compra los dos diarios que responden a Correa.

La Presidenta ha protegido a empresarios amigos, cooptado a periodistas y se ha armado una vasta corporación de medios afines, pero que no logra crear una audiencia cuantitativamente estimable.
Es verdad que Clarín, La Nacion y todos respondemos a determinados intereses, pero que decida el mercado si esos intereses generan un periódico digno de ser comprado o no.

Como Cristina Kirchner advierte que los medios de su "Korporación" no generan audiencia, ella misma se ha cargado la mochila de hacer cadenas nacionales cada vez más frecuentes con la excusa de dar la información "que se oculta".
Eso, por supuesto, va en contra de la libertad de expresión. Es una locura y, si Dios quiere, en Europa Occidental, la parte del mundo más democrática que existe, nunca ocurrirá nada parecido.

Cuando empiezan las cadenas, los estudios de rating indican que inevitablemente la audiencia cae.
Yo estoy seguro que caen hasta el suelo. Pero, mira, hace unos años, cuando ya estaba Chávez, di un curso en un gran periódico de Venezuela. Al chofer negro que me llevaba y traía le tiraba de la lengua y al principio no me contaba nada, pero en un momento dado me dijo: "Señor periodista español: el día que Chávez deje el poder desaparezco, dejo de existir políticamente". Chávez gana porque la injusticia y la inequidad han sido gigantescas y lo son todavía. Estas situaciones particulares permiten el alzamiento de demagogos y populistas.

Para quien tiene sus necesidades básicas satisfechas, de clase media para arriba, las cuestiones más abstractas, como la libertad de expresión y los modos del gobernante resultan cruciales, pero para el de abajo, todo eso es mucho más relativo.
El ciudadano al que Chávez le ha dado una pequeña casita es chavista y Chávez puede hacer lo que se le dé la gana. Hay una ventaja material de un segmento importante de la población. Tendría que mejorar mucho para empezar a demandar ese tipo de derechos. Pongámoslo más claro todavía: ofrece a todos los argentinos un subsidio eterno de 5000 pesos a cambio de que se acabe la democracia. Te preguntarán dónde hay que firmar, y en España, igual. Es un ejemplo burdo si tú quieres, pero Chávez ha dado sanidad pública a millones de venezolanos. Todo eso a esa gente le importa muchísimo más que la democracia. Su vida no cambia fundamentalmente por el tipo de sistema y si ha cambiado porque ahora cuenta con cosas materiales que no tenía hace diez años.

Parafraseando antagónicamente el título de uno de sus libros, ¿cómo no debe escribirse un diario?
Tal como lo hacemos en la actualidad. No debe seguir haciéndose esa información bien fabricada, incluso, pero estándar y que tiene todo el mundo, la que oyes por la radio o ves por la TV. No digo que haya que prescindir de eso, pero hacemos todos el mismo periódico. Se sobrevivirá con una agenda propia que sólo tengamos nosotros y nadie más.

Lo tecnológico a veces juega en contra. Antes no había Google, ni Wikipedia, ni celulares. Los periodistas, sí o sí, debíamos levantarnos de nuestros asientos para ir en busca de la noticia.
La tecnología sirve para muchas cosas, pero está desmovilizando a los periodistas. La gente sale menos, se la pasa tocando las teclillas en la redacción. Se estandariza, todos llegan a parecidas conclusiones. Lo presencial es insustituible, nunca nada podrá reemplazarlo. En los buenos periódicos los mandos intermedios deben lograr que la redacción tenga un contacto cada vez más intenso con el mundo exterior.

Usted identifica una de las pestes que afectan al periodismo actual con un nombre singular: "Declaracionitis".
Eso es terrible. En Buenos Aires no se nota tanto, pero en la prensa de provincia y en la latinoamericana en los periódicos hay comillas por todas partes. Lo que tienes que hacer es encontrar material propio, eso da verosimilitud. Se llenan los periódicos de declaraciones. Es más barato, más rápido y trae muchos menos problemas. Todos esos que hablan lo hacen para salir en los periódicos. Son una plaga.

Qué es lo que quiere significar cuando afirma que "el periodista debe ser un aparato de escepticismo"?
Que registro y corroboro. No creo ni a Hitler ni a la Virgen Santísima, a priori. Tampoco los descreo. El periodista tiene una responsabilidad enorme con su firma porque está autentificando lo que le han contado. Si lo hace es porque tiene que estar razonablemente seguro de que las cosas que le contaron no son estupideces.

Mano a Mano
Más obediente en el amor que en la salud
Casado tres veces, pero con dos mujeres. Miguel Angel Bastenier aclara rápido el misterio: divorciado de la segunda, el amor renació y nuevamente pasaron por el registro civil. No tienen hijos, pero Bastenier -columnista del diario El País, profesor de la Fundación Nuevo Periodismo y observador de la política internacional- no duda cuando se le pregunta qué hace fuera del periodismo: "Obedecer a mi esposa". Y lo dice muy en serio.
Hace nueve años un infarto lo tumbó en Cartagena, pero el susto duró sólo unos años, en los que abandonó el cigarrillo y se puso a caminar como nunca lo había hecho. Ahora ya se ha cansado de hacerlo y dice que fuma "tan sólo" un paquete diario de cigarrillos, pero que se siente estupendamente bien. Aunque es de Barcelona, vive desde hace treinta años en Madrid.
La mañana en que se realizó esta entrevista, en su paso reciente por Buenos Aires, después de haber dado un taller en el diario La Gaceta, de Tucumán, estaba casi afónico. Pero en vez de guardar silencio para componerse la voz, dice que charlar le va entonando de vuelta las cuerdas vocales hasta restablecerlas. Y así fue.

Un futuro posible según Bastenier
¿La prensa de papel está condenada a muerte, o puede sobrevivir de alguna forma?
"La socialización se está trasladando del papel a lo electrónico de una manera caótica. Creo que estamos viviendo las últimas pocas décadas de la prensa escrita. ¿Significa eso que van a desaparecer todos los diarios? En Estados Unidos lo dice mucha gente. Yo no me atrevo a decir tanto, pero que sobran diarios en todo el mundo occidental, no hay dudas. El crecimiento de la prensa en China y en la India no nos alivia porque es parte de un proceso distinto y que tiene que ver con el progreso económico de esas sociedades. En Occidente, todo esto es muy vago todavía, pero creo que hay dos tipos de periódicos que pueden sobrevivir en condiciones mucho más acotadas: el periódico perspectivista, que explique el mundo a tu país y tu país al mundo, pero vendiendo bastante menos y basándose en lo electrónico, y lo que no existe en América latina ni estrictamente en España, que son los diarios de proximidad, que sólo cubren 30 a 50 kilómetros alrededor y nada más, pero lo saben todo de esa área. Ese tipo de periódico tan local tiene muchas más posibilidades de sobrevivir que los diarios híbridos y enciclopédicos, que yo creo que están muertos."
Fuente: Diario La Nación

"El objetivo del periodismo no es el bien común sino contar cómo son las cosas"
Conversación en Buenos Aires con el reconocido periodista español, después de su visita a nuestra provincia y antes de que volara a Bogotá. "En ningún lugar del mundo me han tratado tan cálidamente como en Tucumán y en La Gaceta", dijo en una conferencia ofrecida en la Universidad Católica Argentina, horas antes de esta entrevista. Aquí habla sobre la relación de los periodistas con la verdad, la política y el poder. Analiza, además, la compleja situación de Israel, uno de los países que más conoce
¿Los periodistas deben decir toda la verdad, todo el tiempo y a todo el mundo?
Excelente pregunta. La obligación no existe pero los periodistas pueden hacerlo, incluso si eso provoca cataclismos a su alrededor, porque el objetivo del periodismo no es el bien común sino contar cómo son las cosas. Pero, claro, el periodista puede juzgar los efectos que tendrán sus palabras y decidir qué decir y qué callar. Me enfrenté con ese dilema en más de una oportunidad. En El periódico de Catalunya publicamos en tapa el caso de un chico joven, sin antecedentes penales, que había asesinado a otro. Al día siguiente vino la madre del autor del crimen para decirme que le habíamos arruinado la vida. Es un ejemplo del daño que podemos hacer cuando publicamos la verdad.

Jesús Ceberio, ex director de El País, dice que el gran error de su carrera fue publicar en tapa del diario "Matanza de la ETA en Madrid", el 11 de marzo de 2004, después de una charla con el presidente Aznar y horas antes de que se supiera que los autores de los atentados de Atocha eran terroristas islámicos. ¿Fue un gran error?
Fue un error fáctico, sin duda, pero no un error moral. En la mañana de ese día, el jefe del gobierno vasco -que, excepto los miembros de ETA, era el más interesado en que no fuera responsable- dijo que los atentados los había cometido ETA. No había, entonces, razón para no creerlo. Sacamos la edición con ese título y horas más tarde nos enteramos que nos habíamos equivocado. Pero eso le hubiese pasado a cualquiera de nosotros.

En la Argentina, el llamado periodismo militante coincide con el independiente en que el periodismo debe fiscalizar al poder pero se diferencia al afirmar que el verdadero poder no es el político sino el económico. ¿Qué opina sobre esa idea?
En estados poco estructurados el poder privado puede ser muy importante y siempre defiende sus intereses. En Europa, aunque la situación ha empeorado, hay organismos intermedios en la sociedad que no permiten grandes abusos del poder gubernamental o privado. A los periodistas los defienden sus lectores. Claro que esa defensa puede no ser efectiva cuando los organismos intermedios son muy débiles o no existen. Yo defiendo la libertad de expresión antes que a la justicia. En primer lugar, porque no sé dónde reina la justicia. La libertad de expresión es algo más claro. Es fácil de percibir qué grado de libertad hay en un país.

Usted afirma que los medios deben tomar cierta distancia de su agenda tradicional, "atender menos las cosas de la política y más la política de las cosas"
Debemos ampliar el angular. Eso no significa que la política deba dejar de tener un lugar relevante sino que no debe ser excluyente. La política y la cultura siguen siendo las grandes cuestiones de los diarios tradicionales. Lo que se debe evitar es que la política deje de lado a temas que les interesan a lectores no tan politizados. Los periodistas hablamos todo el tiempo con personas muy politizadas y eso nos puede hacer pensar que al resto de la gente le interesa y conoce los mismos temas. No hay que tomarles el pelo a los lectores. Debemos ingeniárnoslas para ofrecerles cuestiones útiles: consultorios médicos, jurídicos, de padres e hijos, de maridos y esposas, etcétera. Atender lo que está más allá del coto cerrado de la política. La prensa latina debe observar lo que hace el periodismo germánico, que es mucho más empírico, más cercano a la realidad.

En su conferencia en Tucumán diferenció la comunicación de la información. Eso se conecta con lo que desarrolla Ignacio Ramonet La tiranía de la comunicación, libro en el que afirma que la multiplicación de las noticias termina sepultando a la información.
Sí, es cierto. La comunicación abarca lo que se habla puerta a puerta, una charla de un empleado de tienda con un cliente, lo que le transmite un bombero a otro. La información está vinculada a la labor de los periodistas, a la intermediación entre los ciudadanos y lo que ocurre. Y esa intermediación está ligada a la credibilidad que se han ganado los medios a través del tiempo. La credibilidad que pueden tener los contenidos deFacebook, por ejemplo, es infinitamente menor.

Usted es uno de los periodistas que mejor conoce América latina. ¿Qué tienen en común los latinoamericanos?
España. ¿Qué tiene que ver Buenos Aires con Tegucigalpa? No hay un español peninsular y un bloque de español latinoamericano; hay una constelación. En Bogotá la pronunciación del español es más parecida a la de Burgos que a la de Caracas, que está al lado. En un artículo que escribí en la revista Cambio, decía que eso de pronunciar las "d" al final de las palabras, al cabo de un tiempo debía afectar el cerebro. En Bogotá y en Burgos las pronuncian. Pero no el resto de los españoles.

Conoce a fondo el conflicto de Medio Oriente y ha entrevistado a buena parte de los líderes de la región. ¿Qué perspectivas tiene el conflicto árabe-israelí?
En los años 90, el director de Haaretz, el diario más importante de Israel, decía que en 30 años debería derogarse la ley del retorno. Esa ley, pilar central para el Estado de Israel, dice que cualquier hijo de madre judía del mundo puede presentarse en las fronteras del Estado y tendrá muchas facilidades laborales y de vivienda para instalarse. Es patentemente injusto que un judío australiano, descendiente de varias generaciones que nunca han pisado el Estado de Israel, tenga más derechos que un palestino que ha sido expulsado hace pocos años. Claro que la derogación de esa ley llevaría, después de algunas décadas, a que Israel dejara de ser un estado predominantemente judío o a su transformación en un estado binacional. Esas ideas perdieron fuerza con el bloqueo israelí a las negociaciones y la multiplicación de los atentados palestinos contra civiles. Hoy nadie habla de esa posibilidad esbozada en los 90. En el mejor de los casos, Israel se retirará de algunas zonas del territorio que ocupa actualmente, dejando allí un estado palestino inviable, condicionado, prisionero. Hay muchos factores que han alejado las soluciones razonables. Uno es el terrorismo palestino y otro es Ahmadinejad, el presidente iraní, que parece un agente secreto israelí. Alguien que preconiza la desaparición de Israel es el mejor aliado posible para quienes no quieren una salida armónica del conflicto.

Si Irán continúa avanzando con su desarrollo nuclear, ¿es inevitable un bombardeo israelí?
Tengo mis dudas. Si hay un raid aéreo israelí, probablemente caerían miles de misiles sobre Israel. Con las armas en la mano gana Israel, pero sería un escándalo mundial y habría gravísimos daños para los israelíes. Volviendo a la pregunta anterior, creo que el fin del conflicto puede provenir de la democratización del mundo árabe. Ese mundo árabe democrático tendría una fuerza internacional muy grande y apoyaría la causa palestina. Muchos israelíes creen que cualquier eventual acuerdo sería desconocido inmediatamente después de firmado y que lo único que garantiza su seguridad es su superioridad militar y el apoyo de Estados Unidos. Hoy no hay solución posible porque el gobierno israelí no quiere negociar y la Autoridad palestina no tiene plena representatividad, porque hay grupos como el Hamas que actúan independientemente.
Foto: Juan Pablo Sanchez Noli
Fuente: La Gaceta

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