jueves, 3 de mayo de 2012

Defender el derecho a la información frente a los intereses monopólicos

3 de Mayo, Día Mundial de la Libertad de Prensa
Ante un nuevo 3 de Mayo, día que fue proclamado por la Conferencia General de la UNESCO (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura) como la jornada Mundial de la Libertad de Prensa, el Sindicato de Prensa Rosario, a través de su Comisión de Libertad de Expresión y Formación Profesional, prefiere, por lo adecuado y necesario con la realidad que vive la Argentina, Latinoamérica y el mundo, hablar del Día de la Libertad de Expresión, del derecho a informar y a ser informado. En cambio, el concepto de libertad de prensa encierra, en el marco del proceso económico mundial de profunda concentración, la posibilidad de crecimiento de las grandes concentraciones multimediáticas, las mismas que disputan la formación del complejo proceso de la conciencia social.
La nominación que la UNESCO dio a la fecha tuvo en cuenta la Declaración de Windhoek, Namibia (África), para el fomento de una prensa africana independiente y pluralista. Luego, la resolución de 1991 llevó como título el de “Fomento de la libertad de prensa en el mundo”, con la que se reconoció que una prensa libre, pluralista e independiente era un componente esencial para toda sociedad democrática. La Conferencia General de la organización para la Educación, la Ciencia y la Cultura de la ONU invitó al director general de la UNESCO a que transmitiera a la Asamblea General el deseo expresado por sus Estados miembros de que el 3 de mayo se proclamara como el "Día Internacional de la Libertad de Prensa”.
Sin embargo, antes de esta resolución que hoy tiene el valor exacto de lo que es, sólo una declaración y resolución, habían ocurrido otros hechos que convulsionaron a la misma UNESCO y transformaron en una ficción aquella invocación por una prensa libre. Cabe recordar que en 1980 se publicó el libro “Un solo mundo, voces múltiples” en base al informe encargado a una comisión presidida, en 1977, por el irlandés Seán MacBride que había sido ganador del premio Nóbel de la Paz en 1974. El objetivo de esa comisión- integrada entre otros por el escritor colombiano Gabriel García Márquez y por el sociólogo canadiense Marshall McLuhan-, fue analizar los problemas de la comunicación en el mundo y las sociedades modernas, en especial en los aspectos que se referían a la relación entre la comunicación de masas y la prensa de todo el mundo. La intención era sugerir políticas y propender hacia un nuevo orden comunicacional para resolver problemas e inequidades, promover la paz y el desarrollo humano.

¿Nuevo Orden Mundial de la Información?
La enorme dimensión social de la información surgió con fuerza de ese informe -que de allí en más se conoció con el apellido de MacBride-, y se la reconocía como un derecho fundamental de los ciudadanos y grupos sociales, mientras como líneas de acción se hablaba de aminorar los desequilibrios y desigualdades informativos y también las distorsiones al momento de comunicar. Se planteaba, además, la necesidad de promover una comunicación democrática en la que se respetaran las identidades culturales y los derechos individuales de los ciudadanos. También se proponía investigar cuáles debían ser las bases sobre las que se sostendría el Nuevo Orden Mundial de la Información y la Comunicación (NOMIC) como parte de un Nuevo Orden Económico Internacional (NOEI).
Una vez terminado el Informe, con el lema de la solidaridad internacional y puntos fuertes en todo su contenido que apuntaban a lograr políticas de comunicación para la independencia y el desarrollo, era indispensable contar con el apoyo del sistema de Naciones Unidas y del organismo específico, la UNESCO. Pero Estados Unidos no estuvo de acuerdo, aún cuando el informe fue aprobado en 1980. Los socios estadounidenses, los países desarrollados, también rechazaron el informe y se mostraron ofendidos: los favorecían los avances tecnológicos y no la horizontalidad de la información en la que no querían ni pensar.
El paso siguiente de los Estados Unidos fue el anuncio de su retirada de la UNESCO, en tanto los grandes grupos mediáticos consideraron a “Un solo mundo, voces múltiples”, incompatible con la libertad de expresión y el derecho a la información. M. M’Bow, director general de la UNESCO y uno de los grandes apoyos de MacBride, fue relevado de su cargo y la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura borró todo vestigio del Informe y volvió a discutir como en sus inicios, favoreciendo a EE.UU, sus socios y allegados.
Con la retirada de Estados Unidos concretada en 1985, se iban también los fondos que el país más fuerte del mundo aportaba a modo de condicionamiento permanente. Pasaron ya más de 30 años de aquel intento por horizontalizar y democratizar la comunicación mundial. Desde ese momento no sólo no se pudo avanzar en ese objetivo, sino que la salvaje concentración multimediática impuso sus reglas carentes de principios éticos para un ejercicio periodístico comprometido con la búsqueda de la verdad y la construcción de la información con la recurrencia a voces y fuentes múltiples. Esa concentración entrelazó sus intereses con los de grandes especuladores económicos y financieros en cada nación, y en otras donde realizaron excelentes negocios. El proyecto en vigencia incluyó, e incluye, el trabajo como verdaderos actores sociales dispuestos a disputar todo lo que tiene que ver con la percepción de la realidad que tiene la compleja trama de la sociedad.

Comunicación y Derechos Humanos
Justamente el concepto de una prensa libre, pluralista e independiente que se mencionó en la Declaración de Windhoek debería remitir a la relación entre derechos humanos y comunicación, a la ecuación económica, política y cultural que hace a la existencia de incluidos y excluidos de la información. Desde el SPR entendemos que la declaración de la UNESCO no sólo está desactualizada, sino profundamente condicionada.
Nuestra organización concibe a la información como un derecho humano y un bien social y plantea, como lo hizo recientemente la Coalición por una Radiodifusión Democrática, que la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual debe tener una aplicación total. La presidenta Cristina Fernández de Kirchner sostuvo, en reiteradas oportunidades, que la nueva ley es producto de una construcción colectiva. El SPR fue y es parte de ese colectivo que cree con firmeza en la herramienta legal que dé paso a la transformación cultural que necesitamos los argentinos: Qué ninguna voz se silencie, que la libertad de expresión y la pluralidad de voces sean una realidad y fuente de inspiración para toda latinoamérica.
Rosario, 3 de Mayo de 2012
Comisión de Libertad de Expresión y Formación Profesional
Sindicato de Prensa Rosario

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