martes, 7 de septiembre de 2010

Cristina Fernández juega al monopolio

Luego de que el intento de cerrar Fibertel diera una clarísima señal en favor de los monopolios Telefónica y Telecom y a pesar de que una relevante cantidad de ciudadanos, directamente afectados, manifestara su desacuerdo, la Presidente expresó su deseo de que "los monopolios no se pongan por encima de los ciudadanos"
Por: Enrique Thomas - Diputado Nacional Partido Unidad Popular
Contrasentidos como éste, sin embargo, son invisibles a los ojos del oficialismo cuando lo esencial es embestir contra Clarín; contra el tan odiado desestabilizador y corruptor de conciencias. Contra "El Monopolio", en suma.
Caracterización tan focalizada esta última, que presenta una cierta dificultad para el análisis de la Argentina actual porque si en la jerga oficial Clarín es "el monopolio", ¿cómo deberíamos denominar a esas otras empresas, bastante más voluminosas que Clarín y a las cuales la Presidente -y su marido consejero- dedican un trato tan cariñoso y comprensivo?
¿Serán las empresas de Cristóbal López una mutual de fomento y la Barrick Gold una Pyme? ¿Será IRSA un microemprendimiento y Repsol o Pan American Energy, empresas recuperadas?

Sin garantías ni reglamento
En realidad, deberíamos haber sospechado hace rato que no era tan profundo el deseo del elenco gubernamental por terminar con los monopolios, ya que de ser así se habría aplicado correctamente la Ley Antimonopolios (25.156), reglamentada desde 2001.
Por el contrario, en momento alguno se hizo el menor intento de constituir el Tribunal Nacional de Defensa de la Competencia -autárquico, con carácter profesional y técnico- al que la norma menciona como único órgano de aplicación.
En su lugar, parece que las definiciones teóricas y prácticas siguen descansando en las iluminaciones espirituales de Guillermo Moreno, quien determina los niveles de "monopolismo" de cada empresa.
Un ejemplo que viene al caso: Telefónica y Telecom están muy lejos de esta calificación. Se diría que son del "palo palo". Bastaría recordar, por ejemplo, que la fusión de Unifón y CTI en Movistar fue aprobada por el gobierno de Néstor Kirchner seguramente, compadecido por las desventajas de este humilde prestador (que contará con más de 320 millones de clientes en 2012, según estimaciones de su presidente, César Alierta).
Por otro lado, habría que recordar que cuando se envió el proyecto de Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual al Congreso, el Gobierno intentó instalarlas sin más en el negocio de la televisión por cable, que les estaba completamente vedado.
Y a pesar de que la oposición parlamentaria logró frenar el intento, el modelo aprobado no constituye hoy un impedimento serio para que estas poderosísimas corporaciones transnacionales se queden con el deseado negocio del triple play.
Así lo dijimos en su momento y así lo advierte, también, el Informe 2010 del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS): "...la exclusión finalmente aceptada no parece garantizar una solución de largo plazo para evitar el abuso de posiciones dominantes en los mercados vinculados con la comunicación. Un vistazo a la realidad de estos ámbitos demuestra que más bien ocurre todo lo contrario. En los últimos tres años, las telefónicas han avanzado en la prestación de servicios de comunicación a través de redes convergentes (las mismas por las que prestan de manera oligopólica el servicio de telefonía básica) y ese avance continúa sin que estas empresas deban incorporar los condicionantes que la versión original del proyecto les imponía".

Telefónica no está nerviosa
Las precauciones del CELS no están desprovistas de fundamento. Telefónica "de Argentina" informó que se propone cerrar 2010 con casi un millón y medio más de clientes de banda ancha de internet y en el balance del primer semestre -presentado a la Bolsa de Comercio de Buenos Aires- adelantó que prevé "continuar sumando valor a través de una oferta de servicios de valor agregado sobre banda ancha, potenciando los contenidos y variedad de servicios multimedia".
Es interesante señalar que el estado de resultados de la compañía en el primer semestre del año registró ganancias netas por 240 millones de pesos, un 42% superiores a las de la primera mitad del año pasado. "El incremento de los ingresos -señala el informe- se debió fundamentalmente al incremento en el consumo de distintos servicios, principalmente internet, servicios suplementarios y servicios paquetizados".
Los datos coinciden con la tendencia del mercado argentino, donde la telefonía fija crece a un ritmo vegetativo y la telefonía móvil llegó a su límite de penetración. Por el contrario, en 2008 la consultora Prince and Cooke advirtió que, si se unieran los servicios de telefonía fija, internet y televisión por cable, el mercado argentino aportaría más de 18 millones de clientes
Esta tendencia explica que el plan de inversiones de la compañía -unos 1.700 millones, anunciados a fines de 2009- estén orientados, siguiendo los dichos del presidente Alierta, a montar la infraestructura para el servicio de Triple Play en nuestro país un negocio que se estima en un monto superior a los seis mil millones de dólares por año.
Tal modalidad de servicio no es ajena a la oferta de Telefónica en su país de origen. Actualmente, comercializa televisión en dicho empaquetado con la marca Imagenio, que incluye más de setenta canales y un videoclub on line, que promete más de tres mil películas.

Un clásico en dos versiones
Junto a Telecom, Telefónica monopoliza en Argentina la red de telefonía fija -además de liderar el mercado local de telefonía celular-, lo cual les permite monopolizar también los servicios de conectividad y transmisión de datos digitales por ADSL. Es decir que todas las empresas proveedoras de internet dependen de ellas para brindar el servicio.
Dicha red, justo es recordarlo, fue entregada por el tándem Menem/Dromi/Alsogaray a un precio irrisorio, que fue pagado, casi en su totalidad, con títulos devaluados en un 90% y tras un incremento del 800% en las tarifas.
Este instrumento estratégico, hoy en manos de monopolios extranjeros, no parece merecer el interés del combativo elenco gubernamental.
Sin embargo, tomando en consideración el énfasis declamativo puesto en instaurar condiciones igualitarias para el papel de los diarios, ¿cuánto más debería estar preocupada la Presidente por democratizar este servicio, completamente desregulado, declarándolo de interés público por lo menos, y al que dos empresas extranjeras controlan casi en su totalidad?
Especialmente cuando se trata de una utilidad imprescindible en la vida nacional y cuya gravitación en el ejercicio del derecho a la información de la sociedad argentina es muchísimo mayor que el de las declinantes publicaciones de diarios y revistas en papel.
En su momento, advertimos la falacia que significaba implementar la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual sin revisar este aspecto fundamental de las telecomunicaciones.
Hoy podemos comprobar, sin ninguna jactancia y con profundo pesar, que no se trató de un descuido o de un error, puesto que los primeros beneficiarios de la nueva situación son las propias corporaciones monopólicas de mayor formato -como lo atestigua el caso Fibertel- y los grupos empresarios afines.
Así como puede constatarse en la minería, en las explotaciones hidrocarburíferas, en los pooles de siembra o en las exportaciones, la escena de los grandes negocios aparece protagonizada, una vez más, por los mismos personajes centrales de la década pasada aunque el libreto haya mutado de neoliberal a progresista.

Fuente:
Diario Los Andes

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