viernes, 2 de julio de 2010

Río Negro: Un policía y un guardaespaldas golpearon a una cronista de Clarín

Fue al intentar cubrir una conferencia de prensa del gobernador de Río Negro, Miguel Saiz. Le lesionaron la pierna izquierda
Por: Mariano Cordero
La primera visita a San Carlos de Bariloche del gobernador de Río Negro, el radical K Miguel Saiz, luego de la represión que el 17 de junio terminó con la vida de tres personas, derivó en otro episodio de violencia injustificada. Candelaria Schamun, la periodista enviada por Clarín para cubrir el caso, fue agredida por un policía provincial y un guardaespaldas y debió ser derivada al hospital zonal con un fuerte golpe en la rodilla izquierda. Al cierre de esta edición se informó que hoy será sometida a una resonancia magnética para determinar la gravedad de la lesión.
Acompañado por todo su gabinete, Saiz arribó por la mañana a esta ciudad para anunciar medidas paliativas luego de la crisis desatada hace quince días por el homicidio del adolescente Diego Bonnefoi (15), en un aparente caso de gatillo fácil.
Se leía como una visita política urgente destinada a contener la creciente convulsión social y los reclamos de Justicia de los familiares del chico asesinado y de las dos víctimas fatales de la represión, todos habitantes de los barrios humildes del “Alto Bariloche”. Pero el acontecimiento terminó mal.
Luego de reunirse con funcionarios locales en el aeropuerto y de anunciar el desembolso de 30 millones de pesos para asistencia social y nuevas medidas de seguridad, Saiz se trasladó junto a sus ministros hasta una sede del Ministerio de Familia. La idea era llevar adelante una sesión de gabinete simbólica. Pero al advertir que en la puerta de la dependencia esperaban una centena de militantes de la Multisectorial contra la represión policial, familiares de los jóvenes muertos, periodistas y vecinos, la comitiva decidió ingresar por la parte posterior del edificio.
La maniobra provocó malestar entre los manifestantes, que arrojaron dos huevos contra el cordón policial y comenzaron a exigir que dejaran entrar, por lo menos, a los parientes de las víctimas. Los familiares pudieron finalmente acceder y conversar con el gobernador, que se comprometió a trabajar para esclarecer el hecho. Pero la tensión, afuera del edificio, seguía en crecimiento.
En ese momento se anunció que el gobernador daría una conferencia de prensa, pero que sólo podrían ingresar las cámaras. Fue ahí cuando varios periodistas insistieron para poder entrar y se produjo el tumulto que derivó en la agresión a Schamun.
Según testigos, los efectivos policiales que formaban el cordón comenzaron a los empujones y por lo menos dos de ellos golpearon a la periodista, que cayó al suelo y padeció una crisis de nervios. De inmediato, fue trasladada en un patrullero al hospital zonal, donde minutos después recibió la visita de la ministra de Salud y del ministro de turismo local.
Poco después de la agresión, el gobernador Miguel Saiz recibió a un grupo de periodistas que le comentaron lo que había ocurrido.
Según los reporteros presentes en esa reunión, el gobernador se mostró “sorprendido” y pidió disculpas.

Periodista Por: Daniel Leyba
Candelaria es una periodista comprometida con su profesión, como la gran mayoría de sus colegas. Su trabajo es el de informar. A eso viajó como enviada a Bariloche: a dar cuenta a los lectores de lo que pasa en una ciudad donde hay 3 muertos por la represión policial y ningún juez quiere tomar la causa.
Cuando intentó entrar a la conferencia de prensa del gobernador de Río Negro, un policía y un guardaespaldas que custodiaban la puerta le pegaron a la vez en su rodilla izquierda para impedirle el paso. O, dicho de otro modo, para que no informara. Fue tan violento que debieron llevarla de urgencia a un hospital.
El golpe a Candelaria es otro golpe al periodismo. Así de simple. Y debe ser condenado.

“Si no era a mí, ¿a quién podría haberle tocado esta vez?”
Por: Candelaria Schamun
Al mediodía, unas 80 personas bajaban del Alto. En esa caravana silenciosa y pacífica, se distinguían las fotos de los tres pibes muertos por la represión y las pancartas pidiendo justicia. Los veíamos venir y nos sentíamos identificados: ellos estaban expectantes por la presencia del gobernador. Y también nosotros, los periodistas que lo esperábamos en la puerta del ex Hogar Gutierrez. Por primera vez después de la pueblada, una voz oficial se sentaba para ponerle orden a una crisis social. Esa era nuestra nota, sobre todo porque en el Juzgado no había novedades. En la antesala de la gran habitación donde se reuniría el gobernador Miguel Saiz con sus funcionarios, nos entretuvieron con café y gaseosas. Afuera, familiares y vecinos de los chicos asesinados pedían ser recibidos. Después de rogar, lo lograron. Pero en el medio quedamos nosotros, esperando poder presenciar la conferencia de prensa. “Sólo cámaras de televisión”, ordenó de repente una persona metida en un sobretodo beige. Y empezaron los empujones y las patadas: en una salita de seis por seis metros, 80 personas pugnaban por verle la cara a Saiz. Los tubos que la iluminaban dejaron de funcionar y los 30 policías desarmaron el pasillo humano para mezclarse entre la gente.
Como es nuestro oficio estar ahí, donde hay una noticia para después poder contarla, traté de entrar detrás de un camarógrafo. En el embudo, el hombre de sobretodo beige –el mismo que sólo dejaría entrar a las cámaras–, se paró a mi derecha. A mi izquierda, como si estuviese ensayado, lo hizo un agente de policía, vestido de azul y de una estatura descomunal. El de beige me apoyó la mano en el pecho y me impidió el paso. Y lo que sigue es una foto de la violencia que se vive en Bariloche: al mismo tiempo, me asestaron dos rodillazos en la pierna izquierda. Eso significó temblar, pero no de frío. Significó un quiebre, en la pierna y un golpe en la vocación. Grité, todo lo que pude, mientras a mi alrededor se formaba un cerco policial. El mismo hombre de sobretodo beige que me pegó, me cargó casi desmayada, en un patrullero.
Ahora recuerdo ese primer dolor y la confusión que me generó el golpe policial. Viene como un eco el grito de la gente que se mezclo con el ulular del móvil que me dejó en el Hospital Carrillo, que es público y no tiene resonador, pero donde igual me tranquilizaron y me asistieron. Si no era a mí, ¿a quién podría haberle tocado esta vez? ¿A otro colega, un vecino o familiar? Apuesto a que el agredido, en el tumulto, podría haber sido cualquiera. Y cualquiera es, en Bariloche, el que pide trabajo y no se lo dan; el que pide seguridad y recibe balazos. O el que va a buscar historias de otros, para otros.

Agradecimiento
Clarín quiere agradecer a los funcionarios que ayudaron a hacer gestiones para asistir a Candelaria Schamun luego de que fuera agredida e internada en Bariloche. Ellos son la ministra de Salud y el secretario de Comunicación de Río Negro, Cristina Uría y Claudio Mozzoni. También, el senador Miguel Angel Pichetto, y funcionarios de la Jefatura de Gabinete de la Nación, que encabeza Aníbal Fernández.

Fuente:
Diario Clarín

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