lunes, 28 de diciembre de 2009

El nuevo modelo de descentralización en Montevideo

Por: Pablo Anzalone*
El 17 de diciembre la Junta Departamental de Montevideo aprobó un decreto creando ocho municipios como tercer nivel de gobierno en Montevideo. El nuevo modelo de descentralización fue propuesto hace exactamente un año por el intendente Ricardo Ehrlich como resultado de un amplio proceso de discusión en asambleas barrio a barrio.
Se inicia ahora una nueva etapa en la descentralización, cuyos ejes son las nuevas autoridades locales electas directamente por la ciudadanía y la apertura a formas de participación social más diversas y coordinadas. En resumen: más poder para la ciudadanía.
Los nuevos gobiernos municipales estarán integrados por 5 concejales municipales, de los cuales el más votado será el alcalde o alcaldesa. Hablamos de un órgano colegiado que cumple las funciones ejecutivas en el ámbito local. ¿Cuáles serán sus funciones? Cumplir con las tareas del municipio a escala local, desde el barrido de las calles al funcionamiento de los teatros de barrio, desde las bibliotecas municipales al cuidado de las plazas del barrio. Las grandes avenidas, los parques y plazas mayores seguirán a cargo del gobierno departamental.
Se construye, por primera vez, un nuevo derecho de la población de Montevideo: elegir directamente los órganos de gobierno local. Generaremos un respaldo democrático sustantivo a los alcaldes o alcaldesas y concejales municipales electos. A partir del mismo podremos implementar una mayor desconcentración de servicios y una mayor descentralización del poder de decisión. Sigue siendo válido separar ambos conceptos: mientras la desconcentración implica colocar servicios más cerca de la población, la descentralización significa transferirle poder a la ciudadanía.
En ese sentido la descentralización es uno de los ejes de una estrategia general de democratización del Estado. Esta estrategia de democratización debe ser el corazón de la reforma del Estado, modificando en profundidad su vínculo con la población, generando nuevas relaciones de poder ciudadano. Se trata de acrecentar sustancialmente los canales de participación popular en las políticas públicas, abriendo nuevas formas que promuevan una ciudadanía activa. En los ámbitos locales y también en la estructura centralizada del Estado.
Estamos en una etapa de avance en la construcción de ciudad y la forja de una trama ciudadana más democrática y justa. La fractura social que atravesó Montevideo comienza a revertirse, pero sus causas y consecuencias sólo van retrocediendo si existe una estrategia clara que oriente la acción del Estado y de los actores sociales. El país inició un rumbo distinto y el gobierno departamental fue un protagonista de primera línea para batallar por esa sociedad democrática e inclusiva. Los problemas siguen siendo muchos y graves, aunque hemos mejorado en todas las áreas. Pero sobre todo tenemos que convencernos de que las posibilidades para avanzar son mucho mayores y luchar para ello.
Asumamos que la sociedad produce modos de participación muy diversos según las necesidades y motivaciones de distintos actores. En lugar de querer uniformizar, se trata de apoyar y enriquecer el desarrollo de múltiples formas, con valores de solidaridad, cohesión social, equidad, innovación, democratización. En el nuevo modelo, la constitución de cabildos donde confluyan todas las organizaciones sociales de cada municipio junto con el gobierno municipal procurará construir ámbitos donde esa diversidad se exprese y pueda aportar al desarrollo local. Este modelo de descentralización implica reivindicar el rol propio de cada organización social y cada forma de participación, reconocerlo, estimular su vínculo horizontal con la gente y promover el diálogo y la interacción entre ellas.
No se debe desvalorizar el papel de los concejos vecinales. Por el contrario, es necesario apoyar decididamente su fortalecimiento, transformando el esquema de representante-representando para convertirlos en facilitadores de la participación ciudadana más amplia. Incluyendo las temáticas municipales y nacionales, en función de la calidad de vida de la comunidad y evitando que concentren su intervención en aspectos burocráticos o que reproduzcan dinámicas que limiten su vínculo con la comunidad. Nada de encerrarse entre las cuatro paredes de la institucionalidad. Necesitamos que sean motores, que tomen iniciativas, que acerquen y articulen a las demás organizaciones sociales, que estimulen la consulta y la decisión directa de la ciudadanía sobre las políticas públicas.
La participación popular no se agota en las instancias locales sino que debe llegar a la escena política departamental y nacional.
Todos estos cambios fueron promovidos por la administración Ehrlich con el respaldo de la fuerza política, que tuvo un diálogo permanente a lo largo de todo el período con el intendente y su equipo. Subestimar el rol de lo municipal al concebir la política nacional, considerarlo algo secundario, es una omisión grave que debemos corregir como Frente Amplio.
A la hora de definir un nuevo programa departamental y el candidato a intendente, estas son las cuestiones que deben pesar. Un único programa y un candidato único son un capital histórico del Frente Amplio en Montevideo. Renunciar al mismo en aras de aspiraciones personales o sectoriales sería un error. Pero sobre todo sería equivocado divorciar la elección de candidatos y el proyecto político transformador.

*Miembro del PVP, Espacio 609, Frente Amplio

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